Su conciencia quiso llenarse la boca con críticas, pero se calló cuando Joseph la comprendió al pie de la letra. Quería dejar muchas cosas de su pasado atrás —ojalá enterradas bajo tierra— y el único modo que la muchacha conseguía era haciéndolas otra vez de la forma correcta.
Deseaba volver a perder su virginidad con el hombre que quería, ese que le había quitado los miedos y que le había llenado la vida de alegrías y desafíos.
—Confío en ti, Joseph, y hubiera querido que fueras mi primera vez —reveló después, temblorosa y se echó a reír con naturalidad cuando el hombre le besó los labios con fuerza.
—Me hubiera encantado ser tu primera vez —reveló él y not&
Regresar a la ciudad natal de Lexy no resultó para nada agradable.La pareja estuvo en silencio durante casi toda la mañana y solo intercambiaron una que otra palabra cuando se detuvieron en un pequeño comedor de comida casera.Joseph atendió a Lexy como todo un caballero y le compró jugo natural de papaya y dos empanadas rellenas de queso y camarones, todo para consentirla, para robarle, aunque fuera una sonrisa.Ella recibió toda su amabilidad con una inusitada alegría, pero con los ojos opacos, situación que intranquilizó al hombre y que lo hizo entender lo complicada que la muchacha se hallaba.Para Lexy, regresar significaba perder la batalla y es que todos sus demonios estaban allí, esperándola para una guerra.<
A tropezones buscó huir, abriendo la puerta de su casa con las manos temblorosas.Lo logró, logró avanzar por el jardín delantero, pero Esteban la cogió por la espalda y la jaló brutamente contra su cuerpo, gruñendo entre dientes, marcando poder, sacando desde lo más profundo de su ser ese lado oscuro que lo destacaba del resto.Lexy luchó con sus brazos y manos y como nunca se defendió. Le pellizcó los brazos y le mordió las manos, esas que la aferraban por el cuello y el rostro.Algunos transeúntes se detuvieron a mirar y a cuchichear; cuando creyó que estaba perdida, cuando su mundo empezaba a desmoronarse, cayó rendida al suelo, se venció como siempre; las rodillas se le llenaron de piedrecitas que se le clavaron en la sensible pie
Se encontró a Lexy en el interior del auto, refugiada y atemorizada. Tenía el rostro limpio y seco y algunos productos de aseo en las piernas. Se miraron a través del cristal por algunos segundos y aunque la joven estaba asustada hasta ese entonces, encontró alivio en la mirada oscura del hombre, esa que le hacía sentir escalofríos y compleción.Joseph rodeó el auto sin dejar de observar a Lexy y se subió para refugiarse a su lado.La joven no dijo palabra y solo soltó el llanto cuando el hombre estiró la mano para tocarle y acariciarle el muslo, ese qué se hallaba pintado de rasguños.Sollozó con tanta fuerza que el hombre tuvo la urgencia de olvidarse que estaban separados por una caja de cambio y la levantó con un fuerte movimiento desde e
Joseph condujo bastante intranquilo hasta la propiedad que compartía junto a su hermana, las manos le seguían temblando después del enfrentamiento y estaba seguro de que necesitaba unos cuantos sorbos de tequila para apagar la ansiedad que sentía tras el enfrentamiento con la familia Bouvier.Lexy continuaba sumida en una profunda amargura que a él no le simpatizaba y anclada sentimentalmente a ese lugar que ella llamaba hogar, donde había recibido el peor de los castigos y peor aún, proveniente desde sus propios padres, esas personas que, muy por el contrario, solo deberían transmitirnos serenidad y afecto.El recibimiento de Emma fue el esperado y se mostró feliz de tener a Lexy en casa. Chachareó descontroladamente mientras organizó una larga lista de planes e ideas que se le venían a la cabeza a
“Sí, amiga, perdón, es que las hormonas se me revolucionan. ¿Te imaginas a este macho alfa pecho peludo con un bebé en los brazos?” —. Siguió su conciencia, jugándole una mala pasada.—Sí —contestó en voz alta y los ojos brillantes; los hermanos Storni voltearon a mirarla con rostro de interrogante—. Sí, sí… —titubeó nerviosa y se puso pálida—. Debe ser interesante ver como pierde la compostura con un bebé —afirmó después y caminó huyendo a la sala, con las mejillas rojas producto de la vergüenza.Acomodó lo que llevaba en las manos encima de la mesa y esperó a que los hermanos Storni se unieran a ella para empezar a cenar. El reloj casi marcaba las ocho de la noche y ellos se reunier
El lunes en la mañana Joseph llevó a Lexy a la nueva sucursal en la que iba a trabajar y tras presentarla con todos los colaboradores del lugar, el hombre atendió y resolvió algunos problemas internos.Cinthya Ocaranza le dio el recibimiento al departamento de Relaciones públicas cuando Joseph se separó de ella y le mostró su nuevo despacho y el material que tenía a su favor para trabajar y estudiar.Lexy se mantuvo sonriente toda la mañana y aunque una pequeña crisis de hipocondría la invadió cuando Joseph se despidió de ella a la distancia, se tuvo que mantener enérgica y estable para no parecer tan debilucha.Al mediodía apareció Anne Fave, lista para orientarla y capacitarla, y aunque Lexy sí esperaba una pelea de gritos y a
Regresaron a la casa tras una hora de viaje y Joseph tuvo que dedicarse al trabajo pendiente que tenía, ese que empezaba a pisarle los talones. El hombre se encerró en una pequeña sala que utilizaba como oficina personal y trabajó sin cesar hasta que Lexy ingresó por la puerta, sigilosa y con una bandeja con comida entre las manos. Traía muecas de curiosidad dibujadas en todo el rostro y los ojos brillantes. Con un gesto Joseph le pidió que no dijera palabra y señaló el auricular que tenía acomodado en su oreja. Lexy entendió que se hallaba en una conversación telefónica y fue tan silenciosa que casi pasó desapercibida.Acomodó los papeles blancos que el hombre tenía encima del escritorio con mucha lentitud y los apiló en una esquina, haciéndole espacio a la bandeja con comida que había
Los primeros tres días, Lexy se los pasó con Emma, quien la ayudó a sentirse menos solitaria. Las llamadas telefónicas con sus padres resultaron entregarle bastante consuelo y también la constante comunicación que mantuvo con Joseph, ese que le escribía a primera hora de la mañana y que manifestaba su ausencia con mensajes dulces. Algunas veces le enviaba citas de poemas célebres que a Lexy le alegraban el día y en otras oportunidades la llamaba a la oficina para simular una charla de trabajo, cuando en verdad, se extrañaban por la línea y se amaban a la distancia.La navidad pasó casi desapercibida para Lexy, quien compartió con Emma y su abuela en una improvisada cena que terminó con margaritas y tequila junto a la piscina.Para el octavo día, Lexy llegó a su trabajo y se reunió con Anne, quien la invitó a participar de una reunión formal del departamento para el que trabajaba. Lexy estuvo en silencio y atenta a toda la conversación y le pareció dinámico el modo en que trabajaban. S