*—Leo:
Este había sido su hogar de siempre.
Desde que tenía uso de razón había vivido en Seasons y aunque de vez en cuando vacacionó en otros lugares enamorándose de estos destinos extranjeros, sus pies continuaron en Seasons, pues era su hogar, su lugar favorito, el sitio en el que quería formar su familia y en el que sus hijos crecieran, pero ahora no creía que Seasons seguiría siendo su hogar favorito, no cuando se había tornado en el lugar donde no podía ser el mismo ni andar con la persona que amaba.
La vista de Leo Summers se desvío hacia la persona a su lado, quien estaba apoyada sobre su brazo y quien tenía su mano entrelazada con la suya.
Por ella quería dejar a Seasons más que todo, ella era la única razón por la cual Leo podía pensar en un futuro lejos del pueblo que tanto quería pero que a la vez odiaba, sin embargo, las responsabilidades de ambos los detenía de siquiera poner un pie lejos de este.
Ocultarse de la vista de todos, reunirse en este edificio abandonado y fingir que no se hablaban a pesar de que su amiga era la hermana menor de Leo, eran cosas que hacían para evitar los chismosos ojos de los pueblerinos con el fin de nadie sospechara que, Esmeralda Vázquez y Leo Summers, estaban juntos.
Esmeralda se conformaba con esto, con este pequeño momento a escondidas, pero Leo comenzaba a odiarlo.
Quería andar por Seasons con su mano entrelazada con la de su amada, tener citas delante de todos sin ocultarse y besarla cuando el sol estuviera en lo alto de sus cabezas con todos los ojos mirándolos, pero no podían hacerlo. Había muchas razones por las cuales no podían y la que más tenía peso era su padre, quien era el alcalde de Seasons y dueño de medio pueblo, quien sabía perfectamente que estaba en contra de que Leo, su hijo prodigio, saliera con alguien como Esmeralda, quien tan solo venía de un humilde hogar y aunque no tenían dinero como ellos, la calidez de su casa y la honradez que tenía su familia, eran cosas que ni el hombre más rico del mundo podía comprar, pero claro, su padre no veía esto, para este, la gente sin dinero no valía nada.
Si tan solo Leo tuviera la fuerza para enfrentar a su padre y a la gente que se interponía con su relación, hace tiempo que se hubiera plantado frente a estos, pero era débil. No obstante, no iba a desistir. Algún día encontraría la oportunidad para hacer la relación pública y que nadie pudiera señalarlos con el dedo.
—¿Qué tanto piensas? —susurró Esmeralda a su lado ante su largo silencio, pues siempre estaban hablando de cualquier cosa, pero Leo aquel día estaba muy pensativo.
Leo trataba de no hablar de esto, pues sabía que Esmeralda se ponía triste cuando lo hacía y siempre terminaba yéndose enfadada, pero de vez en cuando deberían hablar de ello y definir objetivos para poder enfrentarse a su padre. Estaba cansado de ocultarse y de fingir que nada pasaba entre ellos cuando era todo lo contrario.
—En nada —mintió Leo sintiéndose fatal por ello.
Y como si su novia lo supiera, Esmeralda se movió y lo enfrentó. Ella sabía que mentía, lo conocía muy bien y Leo también la conocía muy bien, por lo cual, se inclinó hacia ella y rompió la distancia entre ellos para unir sus labios en un suave beso. Esto servía para evitar que Esmeralda le preguntara sobre lo que pensaba.
Sentir los suaves labios de su amada sobre los suyos era como estar en el cielo. Pensar en dejar de besarlos lo ponía nervioso y temeroso. No quería que se separaran, quería luchar contra su padre para poder estar con Esmeralda, pero cuando vienes de un hogar como el de Leo, en donde la palabra de tus padres era absoluta, Leo no tenía ese poder de plantarse ante este y luchar por lo que anhelaba.
Era un cobarde, lo sabía, pero en el fondo se decía que cuando llegara el momento, iba a luchar por lo que quería, y estar con Esmeralda era lo que quería.
Esmeralda rompió el beso y lo miró con confusión.
—Parece que tu mente está en otro sitio, Leo —murmuró su novia sin dejarlo ir.
Leo no quería decirle lo que pensaba, porque esto haría que Esmeralda se estrese y odiaba cuando eso pasaba, y créanle sucedía mucho. A veces cuando estaban en público y Leo no podía resistir la tentación de tocarla o hablarle, Esmeralda se ponía histérica cuando Leo decidía acercarse a ella, temiendo que la gente los viera y hablará. Sabía que ella tenía mucho que perder, pues la soga siempre se rompía por el lado más fino, ¿no? Y por desgracia, Esmeralda y su familia eran el lado más débil de esta relación.
Una sonrisa fue la única respuesta que le dio a su novia, como había dicho antes, no quería que Esmeralda se estresara por pensamientos tontos suyos. Iba a mantenerse positivo.
Su novia movió la cabeza y se puso de pie. Se sacudió el polvo de sus shorts para luego darle una mirada.
—Tengo una clase más tarde —informó Esmeralda.
Leo la imitó y se puso de pie.
Aquel edificio abandonado a las afueras de Seasons de camino a Springvalley, ocultó a la vista de muchos, pues había una gran maleza delante de este, era su burbuja de amor donde podían estar juntos sin que nadie los molestara. Desde que habían comenzado su relación, cuando querían estar juntos venían allí. Digamos que aquel lugar era su casa privada, incluso tenían lámparas de queroseno, un gran colchón, sábanas, juegos, libros, entre otros artículos. Leo poco a poco hizo de aquel lugar su nidito de amor. Era como una choza en donde resguardarse de la tormenta.
—Puedo llevarte —le dijo Leo a Esmeralda.
—Debo volver con mi bici —le recordó la chica y Leo asintió.
Odiaba que ella usara esa bicicleta teniendo que usarla en la avenida para llegar allí. Era peligroso y se lo había dicho varias veces, pero era el único medio de transporte de Esmeralda y la misma tampoco quería que Leo la llevará, siempre decía que alguien podía verlos juntos y seguirlos. Si, así de paranoica era.
—Esme —insistió llamándola por su apodo de cariño y Esmeralda le dio una mirada.
—No es no, Leo —le ordenó con un fuerte tono y Leo se dijo que no iba a presionar más. Esmeralda tenía una fuerte personalidad proveniente de sus raíces latinas y era difícil de hacerla cambiar de opinión.
—Entiendo —dijo—. Quizás podamos vernos más tarde, ¿no? —preguntó, pero vio como Esmeralda tenía una mueca.
Su novia se acercó, alzó una mano y le acunó la mejilla con dulzura. Una cálida sonrisa apareció en sus generosos labios.
—Sabes que solo puedo por este rato —le recordó Esmeralda. Su amada tenía clases ahora y luego de esta debía ir a su trabajo de media tanda.
Últimamente, los momentos que pasaban juntos, se estaban achicando. Tenían demasiadas responsabilidades. Leo lo entendía, pero cada día que pasaba, quería pasar más tiempo con ella.
Sí tan solo…
Esmeralda tomó ese momento para despedirse y Leo la vio marcharse en su bicicleta. Cuando su figura desapareció de su vista, un suspiro pesado salió de Leo.
¿Cuándo podrían ser exclusivos?
¿Cuándo podrían vociferarles a todo Seasons que estaban saliendo?
Estaba cansado de ocultarse, de fingir que entre Esmeralda y él no pasaba nada más que una amistad, de tener que usar de excusa a su hermana menor quien era la mejor amiga de Esmeralda para verla. Quería simplemente llamarla y decirle que tuviera una cita en cualquier lugar concurrido de Seasons como cualquier otra pareja, pero no podían.
Su relación era prohibida.
¿Por qué? Porque simplemente Leo era el hijo del hombre más rico de Seasons y Esmeralda provenía de una familia humilde. Su padre era un imbécil y para este las personas que no tuvieran el status social ni cerca del de ellos eran solo piezas inservibles, y lo decía en sus palabras.
No entendía por qué era así, sabía que su familia era rica de cuna y siempre habían tenido dinero, pero carecían de humildad. Leo agradecía que su madre que provenía de una vieja familia de Seasons y la misma eran una familia honrada, por lo cual Rose y él habían heredado su humildad. Si hubiera sido por su padre, tendrían una mala personalidad como el novio de Rose.
A Leo no le importaba el estatus social si no como tratabas a las personas, con o sin dinero, si tratabas bien a las personas y no eras un imbécil, entonces le caías bien a Leo. Quizás era por esto que le caía tan mal Jack, quien era un idiota con todos solo por tener dinero. ¿Es que acaso no sabían que una vez que morías no ibas te llevabas las cosas materiales? ¡Qué par de idiotas!
Se decía que para el amor no importaba la clase social ni la edad, y él podía confirmar esto. A Leo no le importaba que Esmeralda viniera de un lugar pobre, él solo quería estar con ella y era algo que había deseado desde que la conoció hace seis años, cuando Esmeralda y Rose coincidieron en el mismo salón.
No tenían nada en común, pero una amistad había salido de aquel encuentro y Rose había estado muy emocionada por su nueva amiga. A su padre no le gusto esa amistad, claro que no, Esmeralda era una chica que estudiaba con beca en el colegio y provenía de un parque de casas rodantes, algo que no era muy elegante, según su padre.
Leo se había enamorado de aquella niñita tan bella y tierna, aun recordaba como ella se ruborizaba cuando lo veía y Leo se había dado cuenta de que los sentimientos eran mutuos. Sin embargo, había tenido mucho miedo de confesarse o decir algo por unos largos años, no por temor a que ella lo rechazara, pues los sentimientos de ambos eran recíprocos, si no a que su padre dijera algo.
No obstante, todo cambió el año pasado cuando, en la celebración de invierno que hacían en el pueblo quienes festejaban cada cambio de estación, Esmeralda había llegado con una pareja. Leo no podía creer que Esmeralda decidiera salir con alguien cuando tenía un amor por él. Admitía haber sido un imbécil en la fiesta, pero no había tenido otra manera de evitar que aquel tipo se hiciera con su chica.
Sin embargo, había resultado.
Una sonrisa apareció en su rostro mientras recordaba como el tipo se había sentido intimidado por él. Aquel idiota era de uno de los pueblos vecinos de Seasons, de Tawny Town, quien Esmeralda había conocido por haber trabajado por un tiempo en dicho pueblo y no era para nada el tipo que Esmeralda necesitaba.
Podía cerrar los ojos y rememorar el momento que decidió confesar sus sentimientos de antaño, incluso podía sentir el tacto de los labios de Esmeralda cuando lo beso por primera vez. Más bien, Leo podía recordar muchas cosas, pero algo que siempre quedaría en él, es que había sido uno de los días más felices de su vida.
Así que, después de todo el tiempo que había pasado para por fin ser novio de Esmeralda, era estúpido que se rindiera ahora que ya la tenía en sus manos. No le importaba su padre ni los pueblerinos de Seasons, iba a hacer pública su relación y si a alguien le molestaba que fueran pareja, que no los viera. A Leo solo le interesaba que Esmeralda lo viera y el resto se podía ir a la m****a.
No obstante, no iba a mentir y decir que no tenía miedo, porque si lo tenía, pero a pesar de este, iba a proteger a Esmeralda con todas sus fuerzas de la furia de su padre cuando se enterara que andaba con esta.
Lo único que podía hacer mientras esperaba a que algún día se supiera, era seguir amando a Esmeralda con todas sus fuerzas. Quién sabe cuándo el destino les jugaría sucio y volvería su historia una pesadilla.
*—Leo:Estaba maravillado.La vista de Leo se posó en el chico rubio de inmensos ojos verdes que estaba frente al gran espejo en los servicios de hombres secando sus manos con una toalla de papel. Los ojos verdes del chico se posaron en él y ambos se quedaron mirándose por un largo rato.Momento incómodo, podía decir Leo, pero solo estaba sorprendido de que al fin conocía al famoso Josh Greene.Una sonrisa surcó en los labios de Leo.¿Quién era y por qué era tan famoso? Pues era el hermano menor de Caleb Greene, uno de los profesores de la universidad de Seasons, quien se había robado el corazón de muchas personas cuando llegó al pueblo hace seis años. Caleb era famoso por su buena actitud y su atractivo, y vamos, debía de admitir que el hombre parecía modelo de revista de tan atractivo que era, no era ciego. Sin embargo, Caleb no era el centro ahora mismo, era su hermano, Josh, del cual Leo había escuchado que había venido a Seasons a estudiar.De todos los lugares donde alguien de c
*—Leo:Relacionarse con Josh salió tan natural que Leo estaba sorprendido de que congeniaron tan bien a pesar de la diferencia entre gustos, pero por ahí se decía que los opuestos se atraen y quizás era por ello que se llevaban tan bien.Resulta que Josh y su grupo se habían llevado muy bien. Josh se había adaptado al pueblo y había caído como anillo al dedo con sus amigos, incluso tenían cosas en común a pesar de que cuando lo conoció estaba negado a creerlo.Con Diego, tenía los videojuegos y los libros de Luca, y cada vez que se reunían, los dos siempre se apartaban para jugar online.Con Nick Sinclair, otro de sus amigos, a pesar que su buen amigo era muy serio, se llevaba bien con Josh y tenían en común la afición a los animes y mangas. Ellos podían pasar horas y horas hablando de cosas que Leo no entendía.Y con él, tenían el básquet. Josh jugaba al básquet muy bien y se debía a su padre quien era un ex jugador. No quería admitirlo, pero el chico le había dado ya varias palizas.
*—Leo:Como necesitaba calmarse un poco antes de volver a su casa para la fiesta, Leo decidió poner algo de música, por lo cual tomó su teléfono y conectó su Spotify a la radio para escuchar su Playlist de relajación. Esto siempre lo ayudaba cuando estaba de mal humor o había mucha mierda en su cabeza. Echó el asiento hacia atrás y se dedicó a buscar la paz mientras escuchaba con tranquilidad los sonidos de la naturaleza que salían por las bocinas de su vehículo.Estaba tan metido en esto que no sintió como alguien tocaba la ventanilla de su vehículo y se sobresaltó. Miró hacia fuera encabronado para echarle la bronca a quien sea que lo interrumpía, pero al ver a Esmeralda, se relajó. Bajó la ventanilla y la miró. De cerca era más hermosa todavía. Su cabello castaño estaba ondulado y caía sobre sus hombros grácilmente. A diferencia de las chicas que había visto en la fiesta de Rose, su maquillaje era suave y no tan elaborado como estas.Leo dejó de comerse a Esmeralda y decidió presta
*—Leo:Ahora que tenía su permiso, le hizo señas a Esmeralda y esta entendió. Su novia se mordió los labios y se acostó completamente sobre él, apoyando la cabeza en su pecho mientras Leo se lanzaba a tocarla donde ella más temblaba.Apartó la tela que cubría su sexo y tocó con sus dedos el espacio entre su sexo y su ano para luego moverlos hacia la gloria. Su centro estaba muy húmedo y sus dedos resbalaban con facilidad. Acarició con suaves toques sus pliegues, sintiendo como Esmeralda temblaba en sus brazos y dejaba escapar pequeños jadeos que eran música para los oídos de Leo. Le encantaba escucharla pues eso significaba que le gustaba.Con suaves toques delineó su sexo, maravillándose de lo suave que era. Buscó su botón ocultó entre sus rizos y cuando lo tocó, Esmeralda soltó un gemido de placer para luego aferrarse a su cuello. Lo estaba matando y Leo estaba tan endurecido que se sentía que iba a explotar, tampoco ayudaba a que Esmeralda estaba apretada contra él. Tenía muchas ur
*—Leo:Todo estaba con las patas hacia arriba.No podía gozar del todo su relación porque se sentía fatal por su hermana quien estaba sufriendo por tener un abusivo novio como Jack Patterson. Leo nunca comprendió cómo era que su padre podía permitir una relación así, sabiendo que Jack engañaba a su pequeña con tantas chicas que seguro ni llevaba la cuenta. Sin embargo, para su padre, negocios son negocios y los negocios con los Patterson eran inevitables.Si esto era así con Rose, no se podía imaginar que haría su padre si se enteraba que estaba con Esmeralda. Seguro los apartaría y luego trataría de destruir a Esmeralda y a su gente. Era tan insensible.Leo soltó un suspiro y movió una mano para pasarla por el cabello de Esmeralda, quien estaba acostada de espaldas a él en la colchoneta que tenían en su nidito de amor, disfrutando de un tiempo juntos hasta que fuera llamado por Rose o su padre, quienes vivían escribiéndole o llamándole, la primera para saber de Josh y el segundo para
*—Leo:Era ahora o nunca.Alzó la mano y tocó varias veces la puerta de caoba del estudio de su padre para luego esperar pacientemente una respuesta. Sabía que su padre estaba dentro, pero se estaba tomando su tiempo en responderle. Su padre había llegado a tempranas horas de la mañana y Leo había decidido aprovechar el momento que había llegado a casa para hablar con este. Quizás era muy pronto, pero el tiempo corría. Hoy tenía que reunirse con Josh y los chicos para una despedida improvisada, y para cuando eso sucediera, tenía que tener algo con lo cual hacer que Josh se quedara.No era justo que esto estuviera sucediendo, aun Rose estaba atada a Jack y sus padres no hacían nada. Había escuchado que era posible que los Patterson rompieran el compromiso, pero conociendo a su padre, éste trataría de evitar que un buen negocio saliera de sus manos.Temía por Rose y tenía que intervenir. No podía seguir cruzado de brazos sin hacer nada. No era sano, así que planeaba convencer a su padre
*—Leo:Después de pasar unos minutos pensando sobre la decisión que tenía que tomar, Leo decidió que necesitaba estar en paz para tomar una buena decisión sin arriesgarse a perderlo todo y con la cabeza como un lio como la tenía, se dijo que había algo que lo ayudaba a respirar y fue a por ello.Leo tomó su camioneta y condujo lejos, saliendo del pueblo y tomando la carretera que lo llevaría hacia otro pueblo. Había pasado tiempo desde que, hacia esto, pero por el momento, necesitaba liberar sus pensamientos y no conocía otra cosa que lo hiciera mejor que surfear o nadar en el mar.Green Coast era un buen lugar para vacacionar. Era un pueblo turístico y pesquero, muchas personas venían a visitarlo por sus ricas playas y su delicioso pescado. Había pasado mucho tiempo desde que Leo visitó el pueblo. Había estado tan ocupado últimamente con su amorío con Esmeralda que no había tenido tiempo para él. De vez en cuando había que tomarse un momento para uno mismo.El pueblo no estaba lejos,
*—Leo:Lo había logrado, pero, ¿a qué costo?La vista de Leo se dirigió hacia Esmeralda, sentada en su camioneta mientras iban hacia Green Coast para tener su primera y última cita. Esmeralda se veía tan feliz mientras el viento le daba en la cara, sin saber de lo que se estaba cocinando a sus espaldas.Leo había resuelto la situación, Josh se había quedado en el pueblo y había comenzado a salir con Rose. Todos estaban felices, sin embargo, Leo no lo estaba. Había renunciado a la única cosa que pensaba que podía hacerlo feliz y ahora tenía que vivir con las consecuencias de ello.Su padre le había informado que Los O’Brien estarían llegando pronto al pueblo y las cosas iban a tornarse más calientes que el mismísimo verano cuando la noticia de su compromiso se supiera. Aún no sabía cómo abordar este tema con Esmeralda sin que se culpara o lo odiará por esto, pero tenía que hacerlo, porque cuando Noelle llegará, conociéndola, sabía que se engancharía a su brazo como una sanguijuela y no