Eternamente Juntos
Eternamente Juntos
Por: Denisetkm
Prólogo

*—Leo:

Enterró la cabeza en el suave pelo marrón ante él y aspiró el olor a aceite de coco que éste desprendía. Un olor característico de su pelo y que siempre le recordaba a ella. Incluso desde mucho antes de que fueran novios, Leo recordaba entrando en el cuarto de su madre solo para oler los aceites que tenía en su cómoda, principalmente los de coco, y para recordar a Esmeralda Vázquez.

Vaya, así de loco ha estado por Esmeralda, pero es que desde hace un tiempo había estado enamorado como un hombre perdido de aquella chica de hermosos y soñadores ojos café.

A sinceridad, Leo no podía recordar cuándo comenzó, pero siempre estuvo observándola desde lejos, siendo cordial y amable como el joven educado que era, pero en el fondo, no dejó de pensar en lo hermoso que sería tener una relación con la misma. Lo deseó por tanto tiempo que cuando se hizo realidad, parecía como si fuera un sueño. Tuvo que pellizcarse varias veces para creer que era una realidad, que al fin su sueño de ser feliz con esta se había cumplido.

Sin embargo, el destino era tan injusto con él, tanto así que tuvo que tomar una decisión, una que lo hizo renunciar a lo que había deseado por tanto tiempo.

Apretó los brazos alrededor del cuerpo de Esmeralda, como si no quisiera dejarla marchar, como si quisiera fundirse con ella en un solo cuerpo y que nadie pudiera separarlos nunca.

¿Por qué? ¿Por qué la vida tenía que ser tan injusta? Esmeralda era todo lo que había deseado por tanto tiempo y ahora ni siquiera podía tenerla.

No era justo, pero tampoco era justo que estuviera allí dándole alas, haciéndole creer que, después de todo lo que pasó, podía haber un tal vez. Lo sabía, sabía perfectamente que por mucho que luchara, sus deseos no se harían realidad. Ellos no podrían ser felices, pero no quería rendirse.

No obstante, a pesar de ello, no pudo evitar buscar sus labios por enésima vez en aquel momento, sintiendo lo suave y generosos que eran, lo rico que se sentían sobre los suyos y su delicioso sabor. Ella era todo lo que había anhelado y este pequeño momento, era suficiente para él, para él quien pronto tendría que dar el adiós definitivo y cerrar este capítulo de su vida.

Lo sabía, sabía que no podían hacer esto, pero este era un momento que quería atesorar lo más que pudiera.

Sintió como las manos de su amada se colaban entre sus cuerpos y se apoyaban en su pecho definido, está usó un poco de fuerza para romper el contacto entre ellos, haciendo que se separaran.

Abrió los ojos, enfocándolos en los cafés de su amada, quien parecía haber salido de la bruma que logró el momento de pasión y ahora se enfrentaba a la realidad, así como él.

—¿Por qué? —preguntó con un hilo de voz. ¿Por qué se alejaba cuando sabía que este quizás era su último momento juntos y había que disfrutar cada segundo de este?

—No podemos hacer esto otra vez —susurró su amada con una triste voz.

—Pero —replicó y su amada lo miró a los ojos. Sus bellos ojos cafés se veían atormentados y apagados, se veían muy tristes, podía notar que al igual que él, estaba sufriendo.

—Ya no más, Leo —dijo Esmeralda negando con la cabeza—. Tienes que dejarme ir —pidió su amada.

Leo apretó los ojos y la aprisionó en sus brazos, sin querer cumplir su deseo. Entendía que ya no podían hacer esto más, pero, por este breve momento, quería disfrutarla lo más que podía.

—Te amo, Esmeralda —susurró sobre su oreja una vez más y haciendo que la joven entre sus brazos se estremeciera al escuchar tan bellas palabras—. Sabes que siempre te he amado y que lo seguiré haciendo por mucho tiempo —admitió sintiendo como su corazón se desgarraba al darse cuenta que quizás esta sería la última vez que se lo estaría diciendo.

Escuchó como su amada soltaba un pequeño sollozo.

—Yo también, pero… —su amada bajó la mirada y Leo pudo ver las lágrimas deslizándose por sus mejillas.

Su corazón terminó por romperse. No, no quería que llorara por lo que sus estúpidas decisiones habían provocado. Odiaba ver que fuera ella la que sufriera, cuando todo era su m*****a culpa.

—Esmeralda —la llamó con suavidad mientras trataba de limpiar las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Su amada hizo acopió de sus fuerzas y volvió a apartarlo de ella. Vio como Esmeralda se ponía de pie y daba unos pasos hacia atrás, alejándose más de él, como si no quisiera tener nada más que ver con esto. Escuchó como ella se sorbió la nariz y como con sus manos eliminaba los rastros de lágrimas que aún quedaban en sus mejillas.

La expresión de su amada era decidida, pero en sus ojos, Leo podía ver el reflejo de la tristeza que sentía en lo más profundo de su alma.

—Ahora tienes una prometida y debes dejarme ir, Leo —susurró Esmeralda para luego comenzar a recoger su ropa esparcida en el suelo de aquella abandonada habitación en donde habían unido sus cuerpos por una vez más.

Leo se levantó y dio un paso hacia delante, tratando de tomar la mano de Esmeralda para que no se fuera, pero su mano no pudo tocarla, porque sabía que tenía que dejarla marchar. Su amada le dio una mirada para luego negar con la cabeza.

En silencio, observó cómo esta se vestía y como, sin darle una última mirada, se marchaba del cuarto, dejándolo atrás y dándole fin a aquella relación que al final sabía perfectamente que no tenía futuro.

Leo bajó la mirada.

Su relación desde el inicio estuvo oculta de las miradas y comentarios maliciosos, pero en el fondo, creyó que algún día podrían superarlos y ser feliz, que aguantaría hasta que su padre le exigiera que volviera a caminar por el camino que este creía correcto, que, sin embargo, a pesar de la presión, Leo lucharía por ella, pero ahora… ahora sabía que no podría lograrlo por la decisión que tuvo que tomar.

No pensó que tomar esa decisión para salvar la vida de una de sus personas más importantes terminaría con él renunciando a lo único que había querido toda su vida, a su amada. Sin embargo, creyó que podría ser feliz por un tiempo, que disfrutaría de lo que era el primer amor, pero m*****a sea, no pensó que sería tan pronto, que cuando la tuviera al fin tuviera que separarse tan pronto de esta.

Siempre lo supo, sobre que su familia nunca lo aceptaría, que esta nunca aceptaría que Leo, el hijo prodigio de los Summers, dueños de Seasons, saliera con Esmeralda, que, aunque venía de un humilde hogar, su honradez no era suficiente para aquellos que parecían estar moviendo los hilos de aquel pueblo, que dicha familia buscaría la forma de hacerlo ir en contra de sus deseos.

Sintió su pecho doler mientras sentía como sus ojos escocían por las lágrimas que trataban de salir de sus ojos, que al final dejó que fluyeran en aquella fría y sola habitación de la abandonada iglesia donde nadie podía ver al gran prodigio de los Summers derrumbarse por no tener a la mujer que amaba.

Ahora que la había dejado ir, tenía que seguir y mantenerse fuerte, por Esmeralda y por el amor que aun sentía por ella, al menos era lo que se decía a sí mismo, no obstante, había una parte de él que no quería rendirse y que le impulsaba a seguir luchando por su amada. ¿Qué iba a perder si seguía luchando? Sentía que, al perder a Esmeralda, estaba perdiendo parte de su ser, así que ya no había nada más que pudiera hacerlo sentir más vacío que ahora.

¿Podría? ¿Podría arriesgarse y decidir seguir luchando por su amada? Luchar un poco más podría ponerlos en una mala posición, pero el arrepentimiento que sentiría después si no hacía nada, sería mucho peor. Tenía que hacer algo, quedarse de brazos cruzados no era lo suyo, era un chico valiente y siempre lo había sido.

Alzó la mirada, sintiendo el coraje corriendo por sus venas, completamente decidido a ir contra los caprichos de su padre. Aunque la situación se tornara tan ardiente como el día más caluroso del verano, Leo haría hasta lo imaginable para recuperar a su amada y ser feliz.

Nadie iba a lograr separarlo de su amada y esta vez, Leo lograría recuperarla.

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Esta es la segunda historia de una mini serie;

1. Luchando Por Tu Amor (No esta en Buenovela)

2. Eternamente Juntos

3. El Arte de Amarte

4. Ecos de un Amor Perdido

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