Después de aquella reunión, pensé que mi vida volvería a la normalidad. Había cumplido con mi parte del trato y esperaba que Chasse dejara atrás su improvisada mentira de una vez por todas. Pero, con él, nada era tan sencillo como parecía.
Al día siguiente, estaba en mi escritorio revisando su agenda cuando lo vi salir de su oficina con una expresión que mezclaba determinación y preocupación.
—Harmony, necesito hablar contigo. Ahora. —Su voz, aunque calmada, tenía ese tono autoritario que no admitía réplicas.
Dejé mi trabajo a un lado y lo seguí al interior de su oficina. Una vez dentro, cerró la puerta y se cruzó de brazos frente a mí.
—¿Todo bien? —pregunté, tratando de sonar casual. Pero por la forma en que me miraba, supe que no iba a ser una charla común.
—Hainsworth quedó impresionado ayer —comenzó, caminando hacia su escritorio—. La reunión salió mejor de lo que esperaba.
—Me alegra escuchar eso —respondí con cautela.
—Sin embargo —dijo, y ahí supe que venía algo más—, me pidió que lo invitara a una cena con mi prometida este fin de semana. —Fruncí el ceño.
—¿Qué? ¿Otra vez? —Chasse suspiró y se dejó caer en su silla.
—No es solo una cena. Es una oportunidad para cerrar el trato con GlobalCom. Esta alianza es crucial para la expansión de la empresa.
—Y ¿qué tiene que ver eso conmigo? Ya fingí ser tu prometida una vez. No puedo seguir haciendo esto, Chasse.
—Escucha, Harmony. Sé que es mucho pedir, pero no tengo otra opción. Hainsworth es un hombre que valora las relaciones personales. Si no cree que soy estable y comprometido, podría considerar que no soy un socio confiable. —Lo miré incrédulo.
— ¿Estás diciendo que tu éxito depende de que yo siga actuando como tu prometida?
—En este momento, sí.
—Esto es una locura, Chasse. No soy actriz, soy tu asistente.
—Y eres increíblemente buena en lo que haces —dijo, inclinándose hacia adelante—. Nadie más podría manejar esto como tú.
—Eso no es un cumplido, es manipulación. —Chasse se frotó la sien, como si estuviera agotado.
—Tienes razón. Es manipulación. Pero también es la verdad. Necesito que me ayudes con esto. —Me quedé en silencio, debatiéndome entre mi sentido común y mi lealtad profesional.
Sabía lo suficiente como para saber que, cuando Chasse estaba decidido, no había manera de hacerlo cambiar de opinión.
—Está bien, iré a la cena —cedí finalmente, sintiendo que me hundía más en el problema. Chasse esbozó una sonrisa ligera.
—Gracias, Harmony. Prometo que no te arrepentirás. —Quise decirle que ya me estaba arrepintiendo, pero decidí guardar silencio.
Los siguientes días fueron un torbellino de preparativos. Chasse me pidió que repasáramos cada detalle sobre nuestra "relación" para asegurarnos de que Hainsworth no sospechara nada. Pasé horas escuchando historias inventadas sobre cómo nos habíamos conocido, nuestros supuestos planes de boda y hasta nuestras comidas favoritas.
La noche de la cena llegó más rápido de lo que esperaba. Había elegido un vestido azul marino con el que me sentía cómoda pero sofisticada. Cuando Chasse llegó a recogerme en su auto, no pude evitar notar cómo su mirada se detuvo en mí unos segundos más de lo habitual.
—Te ves... bien —dijo finalmente, con su característico tono serio.
—Gracias. Tú también —respondí, aunque me resultaba imposible ignorar lo impecable que se veía con su traje negro y su corbata perfectamente ajustada.
El trayecto al restaurante fue silencioso. Podía sentir la tensión en el aire, como si ambos estuviéramos conscientes de que esta cena era una bomba de tiempo esperando a explotar.
Cuando llegamos, Hainsworth ya estaba allí, acompañado por su esposa, una mujer elegante de sonrisa cálida.
—¡Chasse! Harmony, qué gusto verlos de nuevo —dijo Hainsworth, estrechándonos la mano.
—El placer es nuestro, señor Hainsworth —respondí, esforzándome por sonar natural.
La cena transcurrió con relativa calma al principio. Hainsworth parecía encantado con nuestras "historias de pareja", mientras su esposa intervenía de vez en cuando con comentarios amables. Pero, a medida que avanzaba la noche, las preguntas se volvieron más personales.
—¿Y cómo manejan el trabajo y su relación? —preguntó la señora Hainsworth, mirándonos con curiosidad. Sentí un leve nudo en el estómago, pero Chasse respondió con total naturalidad.
—Es un desafío, pero Harmony es increíblemente comprensiva. Siempre encuentra el equilibrio perfecto entre lo profesional y lo personal. No pude evitar mirarlo de reojo. ¿De dónde sacaba esa facilidad para mentir?
—Debe ser difícil planear una boda con tanto trabajo —añadió ella.
—Oh, sí —intervine, tratando de seguirle el juego—. Pero Chasse siempre se asegura de dedicar tiempo para nosotros.
—Eso es admirable. —La señora Hainsworth soltó, claramente satisfecha.
Cuando finalmente salimos del restaurante, sentí como si me hubieran quitado un peso de encima.
—Lo hiciste bien —dijo Chasse mientras me abría la puerta del auto.
—Esto es cada vez más complicado, Chasse. ¿Cuánto tiempo planeas mantener esta farsa? —Él no respondió de inmediato.
—No lo sé. Pero prometo que no será por mucho tiempo. —No quise insistir. Estaba agotada y solo quería llegar a casa.
A la mañana siguiente, pensé que podría concentrarme en mi trabajo habitual, pero Chasse tenía otros planes. Me llamó a su oficina poco antes del almuerzo, con una expresión que no auguraba nada bueno.
—Necesitamos hablar —dijo, señalando la silla frente a su escritorio.
—¿Qué ocurre ahora? —pregunté, sintiendo que mi paciencia estaba al límite. Chasse tomó aire antes de responder.
—Hainsworth quedó tan impresionado que quiere cerrar el contrato en un evento social la próxima semana.
—Eso suena bien, ¿no?
—Sí, pero hay un problema. Quiere que firmemos el contrato durante una recepción... y espera que anunciemos públicamente nuestro compromiso. Se me cayó la mandíbula al suelo.
—¿Estás bromeando?
—No lo estoy, sabes que no bromeo con cosas como estas.
—Chasse, esto ya está yendo demasiado lejos.
—Pero es la oportunidad de mi vida, Harmony. Si conseguimos este contrato, la empresa se posicionará como líder mundial.
—Eso no justifica convertir mi vida en un circo —repliqué, levantándome de la silla.
—No te estoy pidiendo que lo hagas gratis. —Me detuve en seco.
—¿Qué?
—Estoy dispuesto a pagarte por tu tiempo y esfuerzo. Cualquier cantidad que considere justa.
—Esto no es cuestión de dinero, Chasse. Es mi integridad. —Chasse se también levantó, mirándome directamente a los ojos.
—Harmony, te prometo que esto terminará pronto. Solo necesito que sigas conmigo un poco más. —Lo miré fijamente, tratando de encontrar alguna señal de remordimiento en su expresión, pero todo lo que vi fue determinación.
—Esto es una locura —murmuré, más para mí misma que para él.
—¿Es un sí? —preguntó, con un destello de esperanza en los ojos. Sospechando, sintiendo que estaba perdiendo la batalla.
—Sí, pero con una condición. —Murmuré derrotada. —Quiero un contrato escrito. Si voy a seguir con esta farsa, necesito que todo esté claro y definido. —Chasse asintió lentamente.
—De acuerdo. Lo redactaré de inmediato.
Salí de su oficina sintiéndome atrapada en un juego que no sabía cómo ganar. Y lo peor era que, a pesar de mi resistencia, una parte de mí no podía evitar sentirse intrigada por lo que estaba por venir.
El día después de aquella conversación con Chasse, apenas pude dormir. Mi mente no dejaba de dar vueltas a lo que estaba ocurriendo: yo, Harmony Phillips, asistente ejecutiva y defensora de una vida ordenada y predecible, estaba considerando participar en un plan absurdo que no tenía ni pies ni cabeza. Todo por un contrato que él prometía sería "temporal".Entré en la oficina temprano esa mañana, decidida a poner límites. Si iba a aceptar algo más, debía quedarme tranquila sabiendo que mi reputación y mi vida personal no se verían comprometidas.Cuando llegué, Chasse ya estaba en su oficina. La luz de su pantalla iluminaba su rostro mientras revisaba algunos documentos con una intensidad que me resultaba casi intimidante. Me armé de valor, toqué la puerta y, sin esperar respuesta, entré.—Tenemos que hablar —anuncié, cruzándome de brazos frente a su escritorio. —Él levantó la mirada, y una leve sonrisa apareció en sus labios, como si ya supiera lo que iba a decir.—Buenos días para ti
El eco de los tacones se escuchaba por el amplio pasillo mientras me dirigía hacia la oficina de Chasse al día siguiente de la gala. A pesar de los nervios iniciales, todo había salido sorprendentemente bien. Sin embargo, la aparición de Samantha y la interacción que tuvieron siguieron rondando mi mente durante toda la noche. Había algo en su tono, en la forma en que lo miraba, que no terminaba de convencerme.Cuando entré a la oficina de Chasse, él estaba sentado detrás de su escritorio, inmerso en una llamada. Sus ojos se levantaron apenas crucé la puerta, y me indicó con un gesto que tomara asiento.Aproveché el tiempo para observarlo. Vestía un traje gris oscuro que complementaba perfectamente su porte imponente. Siempre parecía tan seguro de sí mismo, como si nada pudiera afectarlo. Pero yo sabía que bajo esa fachada había un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger lo que había construido.Colgó la llamada y me miró directamente.—Gracias por venir. ¿Quieres café? —
HARMONY Mi nerviosismo iba en aumento mientras me preparaba para la cena en casa de Samantha. No podía dejar de pensar en lo que ella podría estar tramando. Conociendo su actitud en la gala, estaba claro que no iba a hacerme la vida fácil. En lugar de una cena, sentía que iba a testificar en un juicio.Me encontraba frente al espejo, ajustando el elegante vestido negro que había elegido para la ocasión. Era sencillo pero lo suficientemente cómodo para una cena como esta. Mis tacones brillaban con el leve resplandor de la lámpara de mi habitación, y me aseguré de que mi maquillaje fuera impecable.Un golpe en la puerta me sobresaltó. Era Chasse. Al abrir, lo encontré vestido con un traje azul marino que le quedaba perfectamente. Su mirada recorrió mi atuendo de arriba abajo antes de que una leve sonrisa asomara en sus labios.—Te ves bien, Harmony.—Gracias. Tú tampoco estás nada mal.—¿Estás lista?—Tan lista como puedo estar para algo así.Caminamos juntos hacia el auto que nos espe
HARMONY La semana siguiente a la cena en casa de Samantha fue un torbellino de actividades. Entre reuniones, agendas ajustadas y las insistentes preguntas de los empleados que buscaban cualquier detalle de mi "relación" con el gran ceo y jefe de la compañía, sentí que apenas tenía tiempo para respirar. Aún así, la actuación debía continuar, y lo peor de todo era que empezaba a perder la línea que separaba mi vida real de la farsa que estábamos construyendo juntos.Esa mañana, Chasse me había citado en su despacho para hablar sobre un próximo viaje de negocios. Según él, necesitaba que lo acompañara a una cumbre en Aspen.—¿Aspen? —pregunté, mirando el itinerario que me había entregado.—Si. Es una reunión importante con posibles inversores. Quieren conocernos en un ambiente más relajado.—Y "nosotros" ¿incluye a tu asistente? —bromeé, aunque sabía cuál sería su respuesta. Chasse me lanzó una mirada significativa, cruzando los brazos sobre su pecho.—"Nosotros" incluye a mi prometida.
HARMONY La cumbre en Aspen había llegado a su tercer día, y el ambiente comenzaba a cambiar. Las formalidades del inicio daban paso a conversaciones más casuales, pero también más perspicaces. Cada inversor parecía estar probándonos, intentando encontrar alguna grieta en nuestra fachada. Hasta ahora, habíamos logrado mantenernos impecables. Pero todo en mí sabía que estábamos jugando un juego peligroso, y una sola palabra mal colocada podría derrumbarlo todo.Esa mañana, mientras desayunábamos en el lujoso comedor del resort, Chasse revisaba un informe en su tablet mientras yo intentaba disimular mi creciente nerviosismo. La última noche habría sido un éxito completo si no fuera porque uno de los invitados, Richard, me había mirado con sospecha cada vez que abría la boca. Me sentía como si pudiera ver a través de mí.—Pareces tensa —dijo Chasse, sin levantar la vista de la pantalla.—¿Tensa? ¿Por qué estaría tensa? Solo estamos tratando de engañar a un grupo de multimillonarios que
HARMONY La cumbre llegaba a su último día, y la tensión que había estado acumulándose entre Chasse y yo parecía haberse asentado en el aire como la nieve espesa que cubría los alrededores de Aspen. Aunque habíamos logrado engañar a la mayoría, yo no podía sacarme de la cabeza la sensación de que Richard aún no estaba convencido. Cada mirada que lanzaba en nuestra dirección me hacía dudar. Sabía que debía mantener la compostura, pero fingir durante tanto tiempo me estaba desgastando más de lo que imaginaba.La mañana comenzó con una última reunión, un desayuno formal en el salón principal del resort. Era la despedida oficial, el momento de reforzar las alianzas y cerrar acuerdos. Me vestí con un conjunto elegante pero discreto, algo que reflejara confianza sin llamar demasiado la atención. Chasse me esperaba en la puerta de nuestra suite, luciendo impecable como siempre.—¿Lista para el acto final? —preguntó mientras me ofrecía su brazo.—Tan lista como puedo estar —respondí, tomando
El avión despegó de Aspen dejando atrás la cumbre y, con suerte, las sospechas de Richard. Miré por la ventana mientras las montañas cubiertas de nieve se hacían cada vez más pequeñas. A pesar de que el fin de semana había terminado, no podía ignorar la sensación de inquietud que se había instalado en mi pecho. ¿Cuánto tiempo más podría sostener esta farsa sin que todo colapsara?Chasse estaba sentado a mi lado, completamente inmerso en su laptop, como si nada hubiera pasado. Ese era su superpoder, actuar con una calma inquebrantable incluso en las situaciones más tensas. Yo, por otro lado, tenía un nudo en el estómago que no se deshacía.—¿Crees que Richard se lo creyó? —pregunté, tratando de no sonar tan insegura como me sentía.Chasse no levantó la vista de la pantalla, pero pude notar un leve cambio en su expresión, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Harmony, Richard es un hombre astuto. No sé si se lo creyó por completo, pero sí sé que no tiene pruebas. Eso
La oficina estaba sumida en un silencio que solo se rompía con el sonido constante de los teclados y teléfonos al otro lado del pasillo. Desde mi escritorio, podía ver la puerta cerrada de la oficina de Chasse, lo que me daba un respiro necesario para organizar mis pensamientos. Los días transcurrían entre reuniones, llamadas y el constante recordatorio de que estábamos jugando con fuego. Cada interacción con Chasse se volvía más personal, más íntima, como si la línea entre lo real y lo falso se desdibujara poco a poco.Estaba revisando algunos informes cuando Claire, apareció frente a mí con una carpeta en la mano.—Harmony, el señor Michels necesita que subas esto a su oficina. Tiene una reunión en quince minutos y quiere que revises algunos documentos antes de que llegue.—Claro, se lo llevo enseguida —respondí, intentando no mostrar mi incomodidad. Cada vez que subía a esa oficina, sentía que me adentraba más en un terreno desconocido.Tomé la carpeta y caminé hacia la puerta. La