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02. Una Propuesta Imposible

Después de aquella reunión, pensé que mi vida volvería a la normalidad. Había cumplido con mi parte del trato y esperaba que Chasse dejara atrás su improvisada mentira de una vez por todas. Pero, con él, nada era tan sencillo como parecía.

Al día siguiente, estaba en mi escritorio revisando su agenda cuando lo vi salir de su oficina con una expresión que mezclaba determinación y preocupación.

—Harmony, necesito hablar contigo. Ahora. —Su voz, aunque calmada, tenía ese tono autoritario que no admitía réplicas.

Dejé mi trabajo a un lado y lo seguí al interior de su oficina. Una vez dentro, cerró la puerta y se cruzó de brazos frente a mí.

—¿Todo bien? —pregunté, tratando de sonar casual. Pero por la forma en que me miraba, supe que no iba a ser una charla común.

—Hainsworth quedó impresionado ayer —comenzó, caminando hacia su escritorio—. La reunión salió mejor de lo que esperaba.

—Me alegra escuchar eso —respondí con cautela.

—Sin embargo —dijo, y ahí supe que venía algo más—, me pidió que lo invitara a una cena con mi prometida este fin de semana. —Fruncí el ceño.

—¿Qué? ¿Otra vez? —Chasse suspiró y se dejó caer en su silla.

—No es solo una cena. Es una oportunidad para cerrar el trato con GlobalCom. Esta alianza es crucial para la expansión de la empresa.

—Y ¿qué tiene que ver eso conmigo? Ya fingí ser tu prometida una vez. No puedo seguir haciendo esto, Chasse.

—Escucha, Harmony. Sé que es mucho pedir, pero no tengo otra opción. Hainsworth es un hombre que valora las relaciones personales. Si no cree que soy estable y comprometido, podría considerar que no soy un socio confiable. —Lo miré incrédulo.

— ¿Estás diciendo que tu éxito depende de que yo siga actuando como tu prometida?

—En este momento, sí.

—Esto es una locura, Chasse. No soy actriz, soy tu asistente.

—Y eres increíblemente buena en lo que haces —dijo, inclinándose hacia adelante—. Nadie más podría manejar esto como tú.

—Eso no es un cumplido, es manipulación. —Chasse se frotó la sien, como si estuviera agotado.

—Tienes razón. Es manipulación. Pero también es la verdad. Necesito que me ayudes con esto. —Me quedé en silencio, debatiéndome entre mi sentido común y mi lealtad profesional. 

Sabía lo suficiente como para saber que, cuando Chasse estaba decidido, no había manera de hacerlo cambiar de opinión.

—Está bien, iré a la cena —cedí finalmente, sintiendo que me hundía más en el problema. Chasse esbozó una sonrisa ligera.

—Gracias, Harmony. Prometo que no te arrepentirás. —Quise decirle que ya me estaba arrepintiendo, pero decidí guardar silencio.

Los siguientes días fueron un torbellino de preparativos. Chasse me pidió que repasáramos cada detalle sobre nuestra "relación" para asegurarnos de que Hainsworth no sospechara nada. Pasé horas escuchando historias inventadas sobre cómo nos habíamos conocido, nuestros supuestos planes de boda y hasta nuestras comidas favoritas.

La noche de la cena llegó más rápido de lo que esperaba. Había elegido un vestido azul marino con el que me sentía cómoda pero sofisticada. Cuando Chasse llegó a recogerme en su auto, no pude evitar notar cómo su mirada se detuvo en mí unos segundos más de lo habitual.

—Te ves... bien —dijo finalmente, con su característico tono serio.

—Gracias. Tú también —respondí, aunque me resultaba imposible ignorar lo impecable que se veía con su traje negro y su corbata perfectamente ajustada.

El trayecto al restaurante fue silencioso. Podía sentir la tensión en el aire, como si ambos estuviéramos conscientes de que esta cena era una bomba de tiempo esperando a explotar.

Cuando llegamos, Hainsworth ya estaba allí, acompañado por su esposa, una mujer elegante de sonrisa cálida.

—¡Chasse! Harmony, qué gusto verlos de nuevo —dijo Hainsworth, estrechándonos la mano.

—El placer es nuestro, señor Hainsworth —respondí, esforzándome por sonar natural.

La cena transcurrió con relativa calma al principio. Hainsworth parecía encantado con nuestras "historias de pareja", mientras su esposa intervenía de vez en cuando con comentarios amables. Pero, a medida que avanzaba la noche, las preguntas se volvieron más personales.

—¿Y cómo manejan el trabajo y su relación? —preguntó la señora Hainsworth, mirándonos con curiosidad. Sentí un leve nudo en el estómago, pero Chasse respondió con total naturalidad.

—Es un desafío, pero Harmony es increíblemente comprensiva. Siempre encuentra el equilibrio perfecto entre lo profesional y lo personal. No pude evitar mirarlo de reojo. ¿De dónde sacaba esa facilidad para mentir?

—Debe ser difícil planear una boda con tanto trabajo —añadió ella.

—Oh, sí —intervine, tratando de seguirle el juego—. Pero Chasse siempre se asegura de dedicar tiempo para nosotros.

—Eso es admirable. —La señora Hainsworth soltó, claramente satisfecha.

Cuando finalmente salimos del restaurante, sentí como si me hubieran quitado un peso de encima.

—Lo hiciste bien —dijo Chasse mientras me abría la puerta del auto.

—Esto es cada vez más complicado, Chasse. ¿Cuánto tiempo planeas mantener esta farsa? —Él no respondió de inmediato.

—No lo sé. Pero prometo que no será por mucho tiempo. —No quise insistir. Estaba agotada y solo quería llegar a casa.

A la mañana siguiente, pensé que podría concentrarme en mi trabajo habitual, pero Chasse tenía otros planes. Me llamó a su oficina poco antes del almuerzo, con una expresión que no auguraba nada bueno.

—Necesitamos hablar —dijo, señalando la silla frente a su escritorio.

—¿Qué ocurre ahora? —pregunté, sintiendo que mi paciencia estaba al límite. Chasse tomó aire antes de responder.

—Hainsworth quedó tan impresionado que quiere cerrar el contrato en un evento social la próxima semana.

—Eso suena bien, ¿no?

—Sí, pero hay un problema. Quiere que firmemos el contrato durante una recepción... y espera que anunciemos públicamente nuestro compromiso. Se me cayó la mandíbula al suelo.

—¿Estás bromeando?

—No lo estoy, sabes que no bromeo con cosas como estas.

—Chasse, esto ya está yendo demasiado lejos.

—Pero es la oportunidad de mi vida, Harmony. Si conseguimos este contrato, la empresa se posicionará como líder mundial.

—Eso no justifica convertir mi vida en un circo —repliqué, levantándome de la silla.

—No te estoy pidiendo que lo hagas gratis. —Me detuve en seco.

—¿Qué?

—Estoy dispuesto a pagarte por tu tiempo y esfuerzo. Cualquier cantidad que considere justa.

—Esto no es cuestión de dinero, Chasse. Es mi integridad. —Chasse se también levantó, mirándome directamente a los ojos.

—Harmony, te prometo que esto terminará pronto. Solo necesito que sigas conmigo un poco más. —Lo miré fijamente, tratando de encontrar alguna señal de remordimiento en su expresión, pero todo lo que vi fue determinación.

—Esto es una locura —murmuré, más para mí misma que para él.

—¿Es un sí? —preguntó, con un destello de esperanza en los ojos. Sospechando, sintiendo que estaba perdiendo la batalla.

—Sí, pero con una condición. —Murmuré derrotada. —Quiero un contrato escrito. Si voy a seguir con esta farsa, necesito que todo esté claro y definido. —Chasse asintió lentamente.

—De acuerdo. Lo redactaré de inmediato.

Salí de su oficina sintiéndome atrapada en un juego que no sabía cómo ganar. Y lo peor era que, a pesar de mi resistencia, una parte de mí no podía evitar sentirse intrigada por lo que estaba por venir.

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