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05.Una Cena del Juicio

HARMONY 

Mi nerviosismo iba en aumento mientras me preparaba para la cena en casa de Samantha. No podía dejar de pensar en lo que ella podría estar tramando. Conociendo su actitud en la gala, estaba claro que no iba a hacerme la vida fácil. En lugar de una cena, sentía que iba a testificar en un juicio.

Me encontraba frente al espejo, ajustando el elegante vestido negro que había elegido para la ocasión. Era sencillo pero lo suficientemente cómodo para una cena como esta. Mis tacones brillaban con el leve resplandor de la lámpara de mi habitación, y me aseguré de que mi maquillaje fuera impecable.

Un golpe en la puerta me sobresaltó. Era Chasse. Al abrir, lo encontré vestido con un traje azul marino que le quedaba perfectamente. Su mirada recorrió mi atuendo de arriba abajo antes de que una leve sonrisa asomara en sus labios.

—Te ves bien, Harmony.

—Gracias. Tú tampoco estás nada mal.

—¿Estás lista?

—Tan lista como puedo estar para algo así.

Caminamos juntos hacia el auto que nos esperaba abajo. Durante el trayecto, no hablamos mucho, pero la tensión era palpable. Finalmente, Chasse rompió el silencio.

—Sé que esto no es fácil, pero Samantha no es tan intimidante como parece.

—Claro, porque no tienes que impresionarla.

—Créeme, impresionar a Samantha nunca ha sido mi objetivo.

—Entonces ¿por qué estamos haciendo esto? —Chasse suspiró y giró su mirada hacia mí.

—Porque si no lo hacemos, ella encontrará una manera de hacer preguntas incómodas. Y las preguntas incómodas pueden llevar a problemas más grandes. —No respondí, pero su explicación tenía sentido.

Al llegar a la casa de Samantha, quedó impresionada por su tamaño y elegancia. Era una mansión moderna con grandes ventanales y una entrada adornada con luces suaves que iluminaban el camino. Chasse entrelazó nuestros dedos al bajarnos del auto, un gesto tan inesperado como calculado.

—Recuerda, esto es solo una actuación —susurró. Asentí, tratando de ignorar el calor de su mano en la mía.

Samantha nos recibió en la puerta, luciendo un vestido rojo ajustado que hacía que pareciera una anfitriona de revista. Su sonrisa era cálida, pero había algo en sus ojos que delataba su verdadera intención.

—Chasse, Harmony, bienvenidos. Me alegro tanto que pudiera venir.

—Gracias por invitarnos, Samantha —respondió Chasse, manteniendo su tono cortés. Ella me miró directamente, evaluando de pies a cabeza.

—Harmoni, te ves encantadora. Ese vestido es precioso.

—Gracias —respondí, intentando sonar amable—. Tu casa es impresionante.

—Ah, gracias. Me gusta mantenerla acogedora para las visitas.

Nos llevó al interior, donde un pequeño grupo de invitados ya se encontraba charlando con copas de vino en la mano. Parecían todos amigos de Samantha, y sus miradas curiosas hacia mí no pasaron desapercibidas.

Chasse se movió con facilidad entre ellos, saludándolos y presentándome como su prometida. Su naturalidad para mentir me desconcertaba, pero también me facilitaba seguirle el juego.

—Harmony y yo nos conocimos en la oficina —dijo a uno de los invitados—. Fue algo inesperado, pero no pude evitar enamorarme de ella. —Sentí mi rostro arder mientras él hablaba con tanta seguridad. No podía evitar preguntarme cuántas veces habría contado historias similares.

Finalmente, nos sentamos a la mesa, y Samantha se aseguró de colocarme justo frente a ella. Chasse estaba a mi lado, pero eso no hacía que me sintiera menos expuesto.

—Harmony, cuéntanos un poco más sobre ti —dijo Samantha mientras servían el primer plato—. Chasse nos ha hablado mucho de lo talentosa que eres en el trabajo. —Sonreí, tratando de mantener la calma.

—Bueno, trabajo como asistente ejecutiva de Chasse. Es un trabajo desafiante, pero también muy gratificante.

—¿Y cómo logras equilibrar eso con tu relación? —preguntó, con un tono que parecía más acusador que curioso. —Antes de que pudiera responder, Chasse intervino.

—Harmony es increíblemente organizada. Siempre encuentra tiempo para todo, incluso para mí y mis caprichos. —Como si estuviéramos sincronizados nos miramos al tiempo sonriendo como verdaderos enamorados

—Es admirable —dijo Samantha, aunque su sonrisa forzada—. No todos pueden manejar algo así.

El resto de la cena transcurrió en una mezcla de preguntas incómodas y comentarios aparentemente inofensivos, pero cargados de dobles intenciones. Samantha era astuta, y estaba claro que intentaba encontrar grietas en nuestra historia.

Cuando finalmente terminó el postre, me excusé para ir al baño. Necesitaba un momento para recuperar el aliento.

Mientras caminaba por el pasillo, escuché voces provenientes de una de las habitaciones. Reconocí la de Chasse y la de Samantha.

—No entiendo qué ves en ella, Chasse. No es tu tipo.

—Eso no es asunto tuyo, Samantha.

—Solo estoy diciendo que podrías hacerlo mejor. Todos lo saben.

—Harmony es lo mejor que me ha pasado, y no necesito tu aprobación. —Me quedé helado. La firmeza en la voz de Chasse era inesperada, casi como si realmente creyera lo que decía.

Decidí no quedarme a escuchar más y regresaré al comedor. Poco después, Chasse apareció, con una expresión neutra que no revelaba nada de lo que había ocurrido.

—¿Lista para irnos? —preguntó. Asentí y nos despedimos de los demás. Samantha nos acompañó hasta la puerta, con su sonrisa perfecta pero claramente forzada.

—Fue un placer tenerlos aquí. Espero que podamos repetirlo pronto.

—Gracias por la invitación, Samantha —respondí, tratando de sonar convincente.

Una vez en el auto, suspiré de alivio.

—Bueno, eso fue mas que agotador.

—Lo hiciste muy bien —dijo Chasse mientras arrancaba.

—¿De verdad? Porque no estoy segura de haber convencido a Samantha.

—Samantha siempre encuentra algo que cuestionar. Pero te aseguro que esta noche no tiene nada sólido contra nosotros.

—¿Y qué fue lo que le dijiste antes de irnos? —pregunté, recordando lo que había oído. Él me lanzó una mirada de reojo antes de responder.

—Nada importante.

—Chasse, la escuché decir que no soy tu tipo. —Él guardó silencio por un momento antes de hablar.

—Samantha siempre ha sido… protectora conmigo. Cree que tiene derecho a opinar sobre mi vida, pero no la escuches.

—¿Y soy tu tipo? —Mi pregunta lo tomó por sorpresa. Por un segundo, pareció buscar la respuesta correcta.

—Eres mucho más que eso, Armonía. —No supe qué respondedor. Había algo en sus palabras que parecía sincero, pero también podía ser parte del juego. De cualquier manera, decidí no darle demasiadas vueltas.

El resto del trayecto transcurrió en silencio, pero mi mente estaba llena de preguntas. ¿Por qué Chasse había sido tan protector conmigo? ¿Era solo para mantener la fachada o había algo más?

Lo único que sabía con certeza era que esta cena no sería la última prueba a la que nos enfrentaríamos. Y a medida que me adentraba más en este acuerdo, los límites entre lo real y lo falso se volvían cada vez más difusos.

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