La mañana llegó con un aire pesado, como si incluso el cielo supiera que algo estaba a punto de cambiar. Me desperté temprano, pero me quedé en la cama más tiempo del necesario, observando cómo los rayos del sol luchaban por atravesar las cortinas. Había algo en el ambiente que me hacía sentir incómoda, como si una tormenta silenciosa estuviera acercándose.Finalmente, reuní el valor para levantarme, vestir algo cómodo y enfrentar el día. Sabía que Chasse estaba en su oficina improvisada en el ático; podía escucharlo al teléfono desde mi habitación. Su voz se escuchaba en el espacio, transmitiendo una seguridad que siempre parecía inquebrantable. Pero después de tantos días bajo el mismo techo, había empezado a notar pequeños matices en él: los momentos en que se pasaba la mano por el cabello cuando algo lo frustraba, o cómo su mandíbula se tensaba cuando alguien en la llamada lo interrumpía.Cuando salí de la habitación, ya había preparado café. Entré a la cocina, sintiendo su mirada
Desde el momento en que abrí los ojos, supe que algo iba a cambiar ese día, aunque no podía precisar qué era exactamente. Los días bajo el techo de Chasse se habían convertido en una extraña rutina de estabilidad superficial y emociones contenidas. Pero esta vez, sentía que el equilibrio estaba a punto de romperse.Bajé a la cocina después de ducharme, encontrándome con él de pie junto a la cafetera, vestido impecablemente, como siempre. Su camisa blanca parecía una extensión de su piel, perfectamente ajustada, y el reloj en su muñeca destellaba bajo la luz del sol que entraba por las ventanas. Era una figura intimidante y fascinante al mismo tiempo.—Buenos días, Harmony —saludó sin apartar la vista de su taza de café.—Buenos días —respondí, tomando un vaso de agua y sentándome en el taburete de la isla. Él se giró hacia mí, apoyándose casualmente contra la encimera.—Hoy tengo algo importante que discutir contigo.—¿Algo importante? —pregunté, arqueando una ceja. Sabía que "importa
El día de la fiesta de compromiso llegó mucho más rápido de lo que esperaba. En cuanto abrí los ojos esa mañana, sentí un peso en el pecho, como si algo invisible apretara mis costillas. Las apariencias, las sonrisas fingidas, las miradas inquisitivas de los invitados… todo eso me revolvía el estómago. Era una farsa cuidadosamente construida, y yo me encontraba atrapada en ella.Me levanté lentamente, como si retrasar mis movimientos pudiera hacer que el tiempo también disminuyera su ritmo. Mientras me alistaba, traté de convencerme de que era solo un día, unas pocas horas, y que todo esto formaba parte del contrato que había aceptado. No obstante, las palabras de Chasse se repetían en mi cabeza: "Confío en ti". ¿Por qué esas palabras me afectaban tanto?En el piso de abajo, lo encontré ajustándose el cuello de su camisa frente a un espejo en la sala. Su traje negro impecable parecía hecho a medida, resaltando su figura atlética y su porte imponente. Era como si la confianza y la pe
El día siguiente a la fiesta de compromiso fue una de esas mañanas en las que el sol parecía brillar con una intensidad incómoda. Como si el universo estuviera empeñado en recordarme la farsa en la que me encontraba atrapada. No pude evitar pensar en la mentira que estábamos vendiendo al mundo, una mentira que, por extraño que pareciera, parecía estar calando cada vez más profundo en mí. Y aunque intentaba convencerme de que todo esto era solo parte del trato, había algo en las acciones de Chasse que me decía lo contrario.Me desperté temprano, como de costumbre, con una sensación de incomodidad en el pecho. Ya no podía engañarme a mí misma. El beso de la noche anterior, esa cercanía, había removido algo dentro de mí, algo que no quería enfrentar. Lo que era un simple contrato de conveniencia había comenzado a parecer mucho más. Pero no podía dejarme arrastrar por esas emociones. No podía.Bajé las escaleras de la “mansión” de Chasse con la esperanza de despejarme. Necesitaba una ruti
Después de la reunión y la conversación en el jardín, mi cabeza no había parado de dar vueltas. Cada palabra de Chasse resonaba como un eco persistente, recordándome lo complicado que se estaba volviendo esto. Si bien me había dicho que todo formaba parte del trato, sus ojos, su tono, e incluso su proximidad, me gritaban otra cosa. Y, lo peor, era que parte de mí deseaba creer en ello.Aquella mañana, el sonido de la alarma fue un alivio. Me levanté de la cama sintiéndome más cansada que cuando me había acostado. El sol entraba tímidamente por las ventanas, y las cortinas blancas ondeaban suavemente con la brisa. Por un momento, la tranquilidad del ambiente me dio la ilusión de que todo estaba bien, pero la realidad golpeó rápidamente.Bajé al comedor para desayunar, esperando encontrarme a Chasse inmerso en una llamada de trabajo o en sus múltiples correos, como era habitual. En cambio, lo encontré esperándome, sentado en la cabecera de la mesa, con una taza de café y el periódico en
Desperté al día siguiente con una sensación de inquietud instalada en el pecho. La conversación con Chasse la noche anterior seguía rondando mi mente. Cada palabra, cada mirada suya, parecía haber dejado huellas que no podía borrar. Por más que intentara racionalizarlo, algo dentro de mí estaba cambiando, y no sabía si era para bien o para mal.Me levanté con la esperanza de que la rutina del día me ayudara a despejar mi cabeza. Sin embargo, apenas salí de mi habitación, me encontré con Chasse en el pasillo, esperándome como si supiera perfectamente a qué hora iba a salir.—Buenos días —dijo con una sonrisa despreocupada, como si todo lo que había ocurrido entre nosotros fuera perfectamente normal.—Buenos días —respondí, intentando que mi tono no delatara la confusión que sentía.—Pensé que podríamos desayunar juntos antes de la reunión de esta mañana —continuó.Lo miré con escepticismo. ¿Desde cuándo era tan… atento? Sabía que su amabilidad no era gratuita; siempre había un motivo d
Siempre pensé que mi trabajo como asistente personal de Chasse Michels sería todo menos aburrido. Coordinaba reuniones, manejaba agendas imposibles y evitaba crisis que parecían sacadas de películas. Pero nada me preparó para lo que ocurrió aquel día.Todo comenzó en una soleada mañana de lunes. Había llegado temprano, como siempre, con una lista interminable de pendientes. Estaba revisando correos en mi escritorio cuando la puerta de la oficina de Chasse se abrió de golpe.—Harmony, entra ahora mismo —ordenó con su voz grave y autoritaria, que parecía capaz de silenciar a cualquiera en un radio de diez metros.Levanté la vista, tratando de no rodar los ojos. Chasse Michels era la clase de jefe que hacía que las palabras perfección obsesiva sonaran como un cumplido. Me levanté de mi silla y caminé hacia su oficina, ajustándome el blazer.—¿Qué sucede? —pregunté mientras cerraba la puerta tras de mí.Chasse estaba de pie junto a su escritorio, revisando unos documentos con la mandíbula
Después de aquella reunión, pensé que mi vida volvería a la normalidad. Había cumplido con mi parte del trato y esperaba que Chasse dejara atrás su improvisada mentira de una vez por todas. Pero, con él, nada era tan sencillo como parecía.Al día siguiente, estaba en mi escritorio revisando su agenda cuando lo vi salir de su oficina con una expresión que mezclaba determinación y preocupación.—Harmony, necesito hablar contigo. Ahora. —Su voz, aunque calmada, tenía ese tono autoritario que no admitía réplicas.Dejé mi trabajo a un lado y lo seguí al interior de su oficina. Una vez dentro, cerró la puerta y se cruzó de brazos frente a mí.—¿Todo bien? —pregunté, tratando de sonar casual. Pero por la forma en que me miraba, supe que no iba a ser una charla común.—Hainsworth quedó impresionado ayer —comenzó, caminando hacia su escritorio—. La reunión salió mejor de lo que esperaba.—Me alegra escuchar eso —respondí con cautela.—Sin embargo —dijo, y ahí supe que venía algo más—, me pidió