Los días posteriores a la propuesta de Chasse fueron una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada. El anillo en mi dedo era un recordatorio constante de que estábamos avanzando hacia algo real, algo que ambos queríamos construir juntos. Pero por otro lado, el miedo comenzaba a instalarse. No podía evitar pensar en los errores del pasado, en las promesas rotas y en las heridas que aún intentábamos sanar.Emma, por supuesto, estaba emocionada. Desde el momento en que le contamos la noticia, no había borrado la sonrisa de su rostro. Como si supiera que lo que estaba por suceder cambiaría por completo nuestras vidas, como si lograra entender que finalmente seríamos una familia. Sus actos eran pura dulzura, pero también pesaban en mi corazón. Quería que esta vez fuera diferente, no solo por mí, sino también por ella. No podía fallarle.Una semana después de la propuesta, Chasse sugirió que comenzáramos a planear la boda.—No quiero que sientas que hay prisa —dijo una noche mien
Los días se deslizaban con rapidez mientras continuábamos con los preparativos para la boda. A pesar de que los miedos seguían acechando en la parte más vulnerable de mi mente, algo en la manera de actuar de Chasse me daba pequeñas dosis de tranquilidad. Cada gesto suyo, cada palabra, me demostraban que estaba comprometido con esta nueva etapa. Pero lo que realmente terminó por convencerme no fueron sus promesas ni las flores que dejaba ocasionalmente en mi puerta, sino algo mucho más profundo: su amor incondicional, demostrado de maneras que nunca había imaginado.Era una mañana tranquila. Emma estaba sentada en su silla alta, moviendo con entusiasmo la cuchara de su papilla, mientras yo intentaba limpiar el desastre que había hecho en la mesa. La rutina era agotadora pero familiar, y me reconfortaba tener estos pequeños momentos con ella.Estaba concentrada limpiando el suelo cuando escuché el sonido de la llave girando en la cerradura. Chasse había llegado temprano, algo que se es
El día de la boda llegó más rápido de lo que esperaba. A pesar de todas las dudas, los miedos y los recuerdos del pasado que me habían perseguido durante semanas, esa mañana me desperté con una calma inesperada. El cielo estaba despejado, el aire fresco, y Emma dormía tranquilamente en su cuna. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que todo estaba exactamente donde debía estar.Habíamos decidido mantener la boda sencilla, íntima, rodeados solo de las personas que realmente importaban. El lugar era el parque donde tantas veces habíamos estado con Emma, un lugar que se había convertido en nuestro refugio. Era perfecto, no solo por su belleza, sino por el significado que tenía para nosotros.Lucy llegó temprano esa mañana para ayudarme a prepararme. Mientras me peinaba y ajustaba los últimos detalles de mi vestido, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Estaba emocionada, sí, pero también había una leve ansiedad, como si una pequeña parte de mí todavía temiera dar este paso.—¿
La primera mañana de nuestra luna de miel comenzó con el sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla y la luz del sol entrando por las ventanas del pequeño bungalow que habíamos alquilado en una isla privada. Estábamos lejos de todo, desconectados del mundo, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que no había nada que temer, nada que nos retuviera. Era solo Chasse y yo, juntos, finalmente libres de las sombras del pasado.Me giré en la cama y lo encontré mirándome, una sonrisa tranquila en su rostro.—Buenos días, señora Michels —dijo, su voz todavía ronca por el sueño.—Buenos días, señor Michels —respondí, dejando escapar una risa suave.Había algo tan natural en esa interacción, tan sencillo y lleno de alegría, que no pude evitar sentir un nudo de felicidad en el pecho. Este era nuestro nuevo comienzo, y estaba lista para abrazarlo.Después de desayunar, decidimos explorar la pequeña isla que habíamos elegido como destino. Era un lugar paradisíaco, con playas de aren
Los rayos del sol de la tarde se filtraban por las ventanas de nuestra casa, bañando todo con una luz cálida y dorada. La risa de Emma resonaba por las paredes mientras corría por el jardín, moviendo sus pequeños brazos al aire mientras Chasse la perseguía con una sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor. Desde la silla en el porche, observaba la escena con el corazón lleno. Era un momento sencillo, pero representaba todo lo que alguna vez había deseado.Nuestra vida había cambiado tanto desde aquel día en que decidimos darnos una segunda oportunidad. Habíamos enfrentado el pasado, dejado atrás los miedos y construido algo hermoso juntos. Esta casa, este hogar, era el reflejo de todo lo que habíamos logrado. No era una mansión, ni pretendíamos que lo fuera. Era perfecta, con un jardín amplio para que Emma explorara, un porche donde nos sentábamos a tomar café por las mañanas y una chimenea que se había convertido en el rincón favorito de los tres en las noches frías.Las mañan
Siempre pensé que mi trabajo como asistente personal de Chasse Michels sería todo menos aburrido. Coordinaba reuniones, manejaba agendas imposibles y evitaba crisis que parecían sacadas de películas. Pero nada me preparó para lo que ocurrió aquel día.Todo comenzó en una soleada mañana de lunes. Había llegado temprano, como siempre, con una lista interminable de pendientes. Estaba revisando correos en mi escritorio cuando la puerta de la oficina de Chasse se abrió de golpe.—Harmony, entra ahora mismo —ordenó con su voz grave y autoritaria, que parecía capaz de silenciar a cualquiera en un radio de diez metros.Levanté la vista, tratando de no rodar los ojos. Chasse Michels era la clase de jefe que hacía que las palabras perfección obsesiva sonaran como un cumplido. Me levanté de mi silla y caminé hacia su oficina, ajustándome el blazer.—¿Qué sucede? —pregunté mientras cerraba la puerta tras de mí.Chasse estaba de pie junto a su escritorio, revisando unos documentos con la mandíbula
Después de aquella reunión, pensé que mi vida volvería a la normalidad. Había cumplido con mi parte del trato y esperaba que Chasse dejara atrás su improvisada mentira de una vez por todas. Pero, con él, nada era tan sencillo como parecía.Al día siguiente, estaba en mi escritorio revisando su agenda cuando lo vi salir de su oficina con una expresión que mezclaba determinación y preocupación.—Harmony, necesito hablar contigo. Ahora. —Su voz, aunque calmada, tenía ese tono autoritario que no admitía réplicas.Dejé mi trabajo a un lado y lo seguí al interior de su oficina. Una vez dentro, cerró la puerta y se cruzó de brazos frente a mí.—¿Todo bien? —pregunté, tratando de sonar casual. Pero por la forma en que me miraba, supe que no iba a ser una charla común.—Hainsworth quedó impresionado ayer —comenzó, caminando hacia su escritorio—. La reunión salió mejor de lo que esperaba.—Me alegra escuchar eso —respondí con cautela.—Sin embargo —dijo, y ahí supe que venía algo más—, me pidió
El día después de aquella conversación con Chasse, apenas pude dormir. Mi mente no dejaba de dar vueltas a lo que estaba ocurriendo: yo, Harmony Phillips, asistente ejecutiva y defensora de una vida ordenada y predecible, estaba considerando participar en un plan absurdo que no tenía ni pies ni cabeza. Todo por un contrato que él prometía sería "temporal".Entré en la oficina temprano esa mañana, decidida a poner límites. Si iba a aceptar algo más, debía quedarme tranquila sabiendo que mi reputación y mi vida personal no se verían comprometidas.Cuando llegué, Chasse ya estaba en su oficina. La luz de su pantalla iluminaba su rostro mientras revisaba algunos documentos con una intensidad que me resultaba casi intimidante. Me armé de valor, toqué la puerta y, sin esperar respuesta, entré.—Tenemos que hablar —anuncié, cruzándome de brazos frente a su escritorio. —Él levantó la mirada, y una leve sonrisa apareció en sus labios, como si ya supiera lo que iba a decir.—Buenos días para ti