Siempre pensé que mi trabajo como asistente personal de Chasse Michels sería todo menos aburrido. Coordinaba reuniones, manejaba agendas imposibles y evitaba crisis que parecían sacadas de películas. Pero nada me preparó para lo que ocurrió aquel día.
Todo comenzó en una soleada mañana de lunes. Había llegado temprano, como siempre, con una lista interminable de pendientes. Estaba revisando correos en mi escritorio cuando la puerta de la oficina de Chasse se abrió de golpe.
—Harmony, entra ahora mismo —ordenó con su voz grave y autoritaria, que parecía capaz de silenciar a cualquiera en un radio de diez metros.
Levanté la vista, tratando de no rodar los ojos. Chasse Michels era la clase de jefe que hacía que las palabras perfección obsesiva sonaran como un cumplido. Me levanté de mi silla y caminé hacia su oficina, ajustándome el blazer.
—¿Qué sucede? —pregunté mientras cerraba la puerta tras de mí.
Chasse estaba de pie junto a su escritorio, revisando unos documentos con la mandíbula tensa. Su traje impecable y su reloj de lujo brillaban con la luz que entraba por los ventanales. Me miró como si yo tuviera la respuesta a todos los problemas del mundo.
—El socio principal de GlobalCom, el señor Hainsworth, ha solicitado una reunión hoy por la tarde. Quiere que presente a mi prometida —dijo con un tono seco.
—¿Tu prometida? —repetí, desconcertada.
—Exacto. —Se masajeó las sienes, un gesto que hacía solo cuando estaba realmente frustrado—. Hace meses, en un intento por fortalecer la relación con Hainsworth, le dije que estaba comprometido. Fue una mentira estratégica, pero ahora quiere conocerla.
No pude evitar alzar una ceja. ¿Comprometido? Chasse Michels era conocido por muchas cosas: su inteligencia, su éxito, su carácter difícil... pero definitivamente no por ser un hombre sentimental.
—Y ¿qué piensas hacer? —pregunté, cruzándome de brazos.
—Eso es lo que estoy tratando de resolver, Harmony. Si no puedo presentar a mi prometida, este contrato multimillonario podría estar en riesgo. —Lo miré en silencio, tratando de procesar la situación. Sabía que mi trabajo implicaba lidiar con sus problemas, pero esto era un nivel completamente nuevo.
—Podrías decirle la verdad —sugerí, aunque sabía que no lo haría.
—Eso no es una opción —dijo con un tono cortante—. Mi reputación estaría en juego, y la relación con Hainsworth se arruinaría.
Chasse Michels no era el tipo de hombre que admitía errores, y mucho menos que soportaba perder.
—Entonces, ¿cuál es tu plan? —pregunté finalmente. Él levantó la vista y me miró con intensidad, como si estuviera considerando algo descabellado.
—Te necesito, Harmony. —Mi corazón se detuvo un segundo.
—¿Perdón?
—Quiero que seas mi prometida —declaró, como si fuera la cosa más lógica del mundo. Solté una risa nerviosa.
—Estás bromeando, ¿verdad?
—Estoy completamente serio. Eres la única persona en quien confío para manejar esto. Eres profesional, sabes cómo comportarte en estas situaciones, y Hainsworth no sospechará nada. —Lo miré con incredulidad.
—Me estás pidiendo que finja ser tu prometida para engañar a un multimillonario en una reunión de negocios?
—Si.
—Eso es una locura, Chasse.
— ¿Tienes una mejor idea? —preguntó, levantando una ceja desafiante. No tenía una, pero tampoco quería aceptar. Eso era un desastre esperando a suceder.
—¿Qué pasa si Hainsworth sospecha? —pregunté, buscando una excusa para negarme.
—No lo haré. Solo necesitamos aparecer durante la reunión de esta tarde. Después de eso, no volverá a ser un problema. —Suspiré, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que decir "no" no era realmente una opción.
—Está bien, lo haré. Pero solo por esta vez. —Chasse asintió, como si hubiera esperado esa respuesta desde el principio.
—Gracias, Harmony. Sabía que podía contar contigo. —Salí de su oficina sintiéndome como si hubiera firmado un pacto con el diablo.
La tarde llegó más rápido de lo que esperaba. Me puse un vestido negro elegante, nada llamativo, pero lo suficientemente formal para impresionar. Chasse estaba esperando en la recepción, tan impecable como siempre. Cuando me vio, me dedicó una breve sonrisa aprobatoria.
—Estás perfecta —dijo, ofreciéndome su brazo.
—¿Esto es parte del espectáculo? —pregunté mientras lo tomaba.
—Es nuestra actuación, Harmony. Recuerda: eres mi prometida, estamos profundamente enamorados y todo esto es real.
Entramos a la sala de reuniones, donde el señor Hainsworth ya nos esperaba. Era un hombre mayor, con una sonrisa afable pero unos ojos que no dejaban escapar de nada.
—Chasse, qué gusto verte. —Hainsworth se levantó para estrechar la mano de mi jefe antes de girarse hacia mí—. Y esta debe ser la afortunada.
—Así es —respondió Chasse con naturalidad—. Señor Hainsworth, le presento a Harmony Phillips, mi prometida. —Le tendí la mano con una sonrisa.
—Es un placer conocerlo, señor Hainsworth.
—El placer es mío, querida. —Su apretón de manos fue firme, pero cálido—. Chasse, no me habías dicho que tu prometida era tan encantadora.
—Me gusta mantener mi vida privada fuera del trabajo —respondió Chasse, con una sonrisa que casi parecía genuina.
La reunión continuó sin problemas. Hainsworth parecía encantado con nuestra supuesta relación, haciéndonos preguntas sobre cómo nos habíamos conocido y nuestros planes para el futuro. Respondimos con una sincronía sorprendente, como si hubiéramos ensayado.
—Y, díganme, ¿ya tienen fecha para la boda? —preguntó Hainsworth, mirándonos con curiosidad. Sentí que el corazón se me detenía. No habíamos hablado de eso.
—Estamos pensando en algo íntimo, tal vez el próximo verano —respondió Chasse sin titubear.
—Oh, maravilloso. Una boda íntima siempre es la mejor opción.
Cuando terminó la reunión, Hainsworth parecía más satisfecho. Nos despidió con un apretón de manos y una sonrisa amplia.
—Ha sido un placer conocerla, Harmony. Estoy seguro de que tendrán un futuro maravilloso juntos.
—Gracias, señor Hainsworth —respondí, tratando de no dejar ver mi nerviosismo.
Cuando salimos de la sala, solté un suspiro de alivio.
—Eso fue... intenso —dije, mirando a Chasse.
—Lo hiciste excelente. Gracias, Harmony.
—Espero que esto haya solucionado tu problema, porque no pienso volver a hacerlo. —Chasse no respondió de inmediato. Me miró con una expresión que no super interpretaba.
—No te preocupes. Esto es solo el principio.
No sabía lo que quería decir con eso, pero algo en su tono me hizo sospechar que esta mentira estaba lejos de terminar.
Después de aquella reunión, pensé que mi vida volvería a la normalidad. Había cumplido con mi parte del trato y esperaba que Chasse dejara atrás su improvisada mentira de una vez por todas. Pero, con él, nada era tan sencillo como parecía.Al día siguiente, estaba en mi escritorio revisando su agenda cuando lo vi salir de su oficina con una expresión que mezclaba determinación y preocupación.—Harmony, necesito hablar contigo. Ahora. —Su voz, aunque calmada, tenía ese tono autoritario que no admitía réplicas.Dejé mi trabajo a un lado y lo seguí al interior de su oficina. Una vez dentro, cerró la puerta y se cruzó de brazos frente a mí.—¿Todo bien? —pregunté, tratando de sonar casual. Pero por la forma en que me miraba, supe que no iba a ser una charla común.—Hainsworth quedó impresionado ayer —comenzó, caminando hacia su escritorio—. La reunión salió mejor de lo que esperaba.—Me alegra escuchar eso —respondí con cautela.—Sin embargo —dijo, y ahí supe que venía algo más—, me pidió
El día después de aquella conversación con Chasse, apenas pude dormir. Mi mente no dejaba de dar vueltas a lo que estaba ocurriendo: yo, Harmony Phillips, asistente ejecutiva y defensora de una vida ordenada y predecible, estaba considerando participar en un plan absurdo que no tenía ni pies ni cabeza. Todo por un contrato que él prometía sería "temporal".Entré en la oficina temprano esa mañana, decidida a poner límites. Si iba a aceptar algo más, debía quedarme tranquila sabiendo que mi reputación y mi vida personal no se verían comprometidas.Cuando llegué, Chasse ya estaba en su oficina. La luz de su pantalla iluminaba su rostro mientras revisaba algunos documentos con una intensidad que me resultaba casi intimidante. Me armé de valor, toqué la puerta y, sin esperar respuesta, entré.—Tenemos que hablar —anuncié, cruzándome de brazos frente a su escritorio. —Él levantó la mirada, y una leve sonrisa apareció en sus labios, como si ya supiera lo que iba a decir.—Buenos días para ti
El eco de los tacones se escuchaba por el amplio pasillo mientras me dirigía hacia la oficina de Chasse al día siguiente de la gala. A pesar de los nervios iniciales, todo había salido sorprendentemente bien. Sin embargo, la aparición de Samantha y la interacción que tuvieron siguieron rondando mi mente durante toda la noche. Había algo en su tono, en la forma en que lo miraba, que no terminaba de convencerme.Cuando entré a la oficina de Chasse, él estaba sentado detrás de su escritorio, inmerso en una llamada. Sus ojos se levantaron apenas crucé la puerta, y me indicó con un gesto que tomara asiento.Aproveché el tiempo para observarlo. Vestía un traje gris oscuro que complementaba perfectamente su porte imponente. Siempre parecía tan seguro de sí mismo, como si nada pudiera afectarlo. Pero yo sabía que bajo esa fachada había un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger lo que había construido.Colgó la llamada y me miró directamente.—Gracias por venir. ¿Quieres café? —
HARMONY Mi nerviosismo iba en aumento mientras me preparaba para la cena en casa de Samantha. No podía dejar de pensar en lo que ella podría estar tramando. Conociendo su actitud en la gala, estaba claro que no iba a hacerme la vida fácil. En lugar de una cena, sentía que iba a testificar en un juicio.Me encontraba frente al espejo, ajustando el elegante vestido negro que había elegido para la ocasión. Era sencillo pero lo suficientemente cómodo para una cena como esta. Mis tacones brillaban con el leve resplandor de la lámpara de mi habitación, y me aseguré de que mi maquillaje fuera impecable.Un golpe en la puerta me sobresaltó. Era Chasse. Al abrir, lo encontré vestido con un traje azul marino que le quedaba perfectamente. Su mirada recorrió mi atuendo de arriba abajo antes de que una leve sonrisa asomara en sus labios.—Te ves bien, Harmony.—Gracias. Tú tampoco estás nada mal.—¿Estás lista?—Tan lista como puedo estar para algo así.Caminamos juntos hacia el auto que nos espe
HARMONY La semana siguiente a la cena en casa de Samantha fue un torbellino de actividades. Entre reuniones, agendas ajustadas y las insistentes preguntas de los empleados que buscaban cualquier detalle de mi "relación" con el gran ceo y jefe de la compañía, sentí que apenas tenía tiempo para respirar. Aún así, la actuación debía continuar, y lo peor de todo era que empezaba a perder la línea que separaba mi vida real de la farsa que estábamos construyendo juntos.Esa mañana, Chasse me había citado en su despacho para hablar sobre un próximo viaje de negocios. Según él, necesitaba que lo acompañara a una cumbre en Aspen.—¿Aspen? —pregunté, mirando el itinerario que me había entregado.—Si. Es una reunión importante con posibles inversores. Quieren conocernos en un ambiente más relajado.—Y "nosotros" ¿incluye a tu asistente? —bromeé, aunque sabía cuál sería su respuesta. Chasse me lanzó una mirada significativa, cruzando los brazos sobre su pecho.—"Nosotros" incluye a mi prometida.
HARMONY La cumbre en Aspen había llegado a su tercer día, y el ambiente comenzaba a cambiar. Las formalidades del inicio daban paso a conversaciones más casuales, pero también más perspicaces. Cada inversor parecía estar probándonos, intentando encontrar alguna grieta en nuestra fachada. Hasta ahora, habíamos logrado mantenernos impecables. Pero todo en mí sabía que estábamos jugando un juego peligroso, y una sola palabra mal colocada podría derrumbarlo todo.Esa mañana, mientras desayunábamos en el lujoso comedor del resort, Chasse revisaba un informe en su tablet mientras yo intentaba disimular mi creciente nerviosismo. La última noche habría sido un éxito completo si no fuera porque uno de los invitados, Richard, me había mirado con sospecha cada vez que abría la boca. Me sentía como si pudiera ver a través de mí.—Pareces tensa —dijo Chasse, sin levantar la vista de la pantalla.—¿Tensa? ¿Por qué estaría tensa? Solo estamos tratando de engañar a un grupo de multimillonarios que
HARMONY La cumbre llegaba a su último día, y la tensión que había estado acumulándose entre Chasse y yo parecía haberse asentado en el aire como la nieve espesa que cubría los alrededores de Aspen. Aunque habíamos logrado engañar a la mayoría, yo no podía sacarme de la cabeza la sensación de que Richard aún no estaba convencido. Cada mirada que lanzaba en nuestra dirección me hacía dudar. Sabía que debía mantener la compostura, pero fingir durante tanto tiempo me estaba desgastando más de lo que imaginaba.La mañana comenzó con una última reunión, un desayuno formal en el salón principal del resort. Era la despedida oficial, el momento de reforzar las alianzas y cerrar acuerdos. Me vestí con un conjunto elegante pero discreto, algo que reflejara confianza sin llamar demasiado la atención. Chasse me esperaba en la puerta de nuestra suite, luciendo impecable como siempre.—¿Lista para el acto final? —preguntó mientras me ofrecía su brazo.—Tan lista como puedo estar —respondí, tomando
El avión despegó de Aspen dejando atrás la cumbre y, con suerte, las sospechas de Richard. Miré por la ventana mientras las montañas cubiertas de nieve se hacían cada vez más pequeñas. A pesar de que el fin de semana había terminado, no podía ignorar la sensación de inquietud que se había instalado en mi pecho. ¿Cuánto tiempo más podría sostener esta farsa sin que todo colapsara?Chasse estaba sentado a mi lado, completamente inmerso en su laptop, como si nada hubiera pasado. Ese era su superpoder, actuar con una calma inquebrantable incluso en las situaciones más tensas. Yo, por otro lado, tenía un nudo en el estómago que no se deshacía.—¿Crees que Richard se lo creyó? —pregunté, tratando de no sonar tan insegura como me sentía.Chasse no levantó la vista de la pantalla, pero pude notar un leve cambio en su expresión, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Harmony, Richard es un hombre astuto. No sé si se lo creyó por completo, pero sí sé que no tiene pruebas. Eso