El eco de los tacones se escuchaba por el amplio pasillo mientras me dirigía hacia la oficina de Chasse al día siguiente de la gala. A pesar de los nervios iniciales, todo había salido sorprendentemente bien. Sin embargo, la aparición de Samantha y la interacción que tuvieron siguieron rondando mi mente durante toda la noche. Había algo en su tono, en la forma en que lo miraba, que no terminaba de convencerme.
Cuando entré a la oficina de Chasse, él estaba sentado detrás de su escritorio, inmerso en una llamada. Sus ojos se levantaron apenas crucé la puerta, y me indicó con un gesto que tomara asiento.
Aproveché el tiempo para observarlo. Vestía un traje gris oscuro que complementaba perfectamente su porte imponente. Siempre parecía tan seguro de sí mismo, como si nada pudiera afectarlo. Pero yo sabía que bajo esa fachada había un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa para proteger lo que había construido.
Colgó la llamada y me miró directamente.
—Gracias por venir. ¿Quieres café? —Negué con la cabeza.
—No. Solo quiero saber por qué estoy aquí. —Chasse esbozó una ligera sonrisa antes de cruzar las manos sobre el escritorio.
—Directa al grano, como siempre.
—No estoy aquí para charlas casuales, Michels.
—Bien, porque tengo algo importante que discutir contigo. —Me incliné hacia adelante, esperando que continuara.
—Samantha Lowell se quedó preguntando mucho sobre ti después de la gala.
—Y eso ¿qué tiene que ver conmigo?
—Samantha es una persona influyente entre nuestros socios. Si sospecha algo extraño, puede poner en riesgo los acuerdos que estamos trabajando. —Fruncí el ceño, intentando procesar lo que decía.
—Entonces, ¿quieres que la convenza de que somos una pareja perfecta?
—Algo así. —Solté un suspiro y me recliné en la silla.
—Chasse, no puedo controlar lo que la gente piensa.
—No te estoy pidiendo que lo hagas. Pero debemos asegurarnos de que esto parezca real, no solo en eventos públicos, sino en cualquier interacción que tengamos.
—¿Y qué sugieres? ¿Que vayamos a almorzar juntos todos los días? ¿Que publiquemos fotos nuestras en todas nuestras redes sociales? —Él se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con determinación.
—Exactamente, aunque no había pensado lo de las fotos, es una excelente idea.
—¿Qué? —dije, sorprendida.
—Harmony, este acuerdo no se trata solo de mantener las apariencias en eventos. Debemos construir una imagen de pareja creíble, y eso incluye mostrar un poco más de cercanía en nuestra vida diaria.
—¿Y cómo planeas hacerlo sin que sea completamente ridículo? —me regaló una sonrisa boba, como si ya hubiera anticipado mi reacción.
—Podemos empezar con un almuerzo juntos hoy. Después, veremos cómo manejamos el resto. —Rodé los ojos, pero no pude evitar notar que ya no tenía muchas opciones.
—Está bien. Pero solo el almuerzo.
Horas más tarde, estamos sentados en un restaurante elegante cerca de la oficina. El lugar estaba lleno de ejecutivos y empresarios, el tipo de público que Chasse frecuentaba. Me sentí fuera de lugar entre tanto lujo, pero él parecía perfectamente cómodo.
—¿Siempre viene a lugares como este? —pregunté mientras miraba el menú.
—Cuando el tiempo lo permite, sí.
—Debe ser agradable ser tú. —Él levantó la mirada de su carta y me dio una mirada extraña.
—¿Por qué dices eso?
—Porque siempre pareces tener el control de todo. —Su sonrisa se desvaneció un poco, y algo en sus ojos cambió.
—Eso es lo que la gente ve. La realidad es muy diferente.
—Ah, ¿sí? ¿Cómo es realmente? —Antes de que pudiera responder, el mesero llegó para tomar nuestro pedido. Chasse pidió un filete, y yo opté por una ensalada, más por la incomodidad del lugar que por hambre.
Cuando el mesero fue, él retomó la conversación.
—El éxito no es lo que parece, Harmony. Siempre hay un precio que pagar.
—¿Y tú lo pagaste?
—Todos los días. —Su tono era tan serio que decidió no presionar más. En su lugar, cambie de tema.
—Y ¿qué piensas hacer con Samantha? —Chasse apoyó los codos en la mesa y entrelazó los dedos.
—Asegurarme de que no interfiera. Ella siempre ha sido curiosa, pero sabe cuándo retroceder.
—Parecía más que curiosa anoche. —Él soltó una breve carcajada.
—Samantha y yo tenemos historia, pero es solo eso: historia.
—¿Seguro? Porque no parecía que ella lo viera de esa manera. —Chasse me miró con una mezcla de diversión e irritación.
—¿Estás celosa, Harmony?
—¿Celosa? —Me reí, sacudiendo la cabeza—. Por favor.
—Entonces, no tienes nada de qué preocuparte. —No respondí, pero algo en su actitud me hacía querer desafiarlo. No estaba celosa, pero tampoco podía ignorar la sensación de que Samantha no iba a desaparecer tan fácilmente.
Después del almuerzo, volvimos a la oficina. Apenas había entrado en mi escritorio cuando mi teléfono vibró con una notificación. Era un mensaje de Lucy.
"¿Cómo va tu nueva vida como 'prometida?" Rodé los ojos y le respondí rápidamente.
"Complicada, como era de esperarse." Lucy no tardó en responder.
"Llámame si necesitas ayuda con algo, o si decides que quieres escapar a las Bahamas. Estoy a una llamada de distancia." Sonreí ante su mensaje, agradecida de tenerla en mi vida.
Sin embargo, mi momento de tranquilidad se vio interrumpido cuando Chasse salió de su oficina.
—Harmony, ¿puedes venir un momento? —Me levanté de mi escritorio y lo seguí de nuevo. Esta vez, cerró la puerta detrás de mí y se cruzó de brazos.
—Tenemos un problema.
—¿Ahora qué? —Él me lanzó una mirada seria antes de hablar.
—Samantha quiere organizar una cena en su casa para conocerte mejor.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque no confía en lo que vio anoche.
—¿Y qué espera lograr con eso?
—No lo sé, pero no podemos rechazar la invitación. —Solté un suspiro frustrado.
—Esto se está complicando más de lo que imaginaba, Chasse.
—Lo sé, y lamento ponerte en esta posición. Pero no tenemos opción. —Lo miré, tratando de evaluar si realmente estaba arrepentido. Su expresión era seria, incluso vulnerable, algo que no era común en él.
—Está bien —dije finalmente—. Iré a esa cena.
—Gracias, Harmony.
—Pero necesito algo a cambio. —Él levantó una ceja, curioso.
—¿Qué quieres?
—Un fin de semana libre. Sin llamadas, sin correos, sin ti. —Una sonrisa divertida apareció en su rostro.
—Trato hecho.
Esa noche, mientras caminaba hacia mi apartamento, no podía dejar de pensar en todo lo que estaba ocurriendo. Mi vida se había vuelto un caos, y no estaba segura de cuánto tiempo podría mantener todo bajo control. Sin embargo, había algo en Chasse que me hacía querer intentarlo. Quizás era su determinación, o tal vez su vulnerabilidad oculta.
Cualquiera que fuera la razón, sabía que esto era solo el comienzo.
HARMONY Mi nerviosismo iba en aumento mientras me preparaba para la cena en casa de Samantha. No podía dejar de pensar en lo que ella podría estar tramando. Conociendo su actitud en la gala, estaba claro que no iba a hacerme la vida fácil. En lugar de una cena, sentía que iba a testificar en un juicio.Me encontraba frente al espejo, ajustando el elegante vestido negro que había elegido para la ocasión. Era sencillo pero lo suficientemente cómodo para una cena como esta. Mis tacones brillaban con el leve resplandor de la lámpara de mi habitación, y me aseguré de que mi maquillaje fuera impecable.Un golpe en la puerta me sobresaltó. Era Chasse. Al abrir, lo encontré vestido con un traje azul marino que le quedaba perfectamente. Su mirada recorrió mi atuendo de arriba abajo antes de que una leve sonrisa asomara en sus labios.—Te ves bien, Harmony.—Gracias. Tú tampoco estás nada mal.—¿Estás lista?—Tan lista como puedo estar para algo así.Caminamos juntos hacia el auto que nos espe
HARMONY La semana siguiente a la cena en casa de Samantha fue un torbellino de actividades. Entre reuniones, agendas ajustadas y las insistentes preguntas de los empleados que buscaban cualquier detalle de mi "relación" con el gran ceo y jefe de la compañía, sentí que apenas tenía tiempo para respirar. Aún así, la actuación debía continuar, y lo peor de todo era que empezaba a perder la línea que separaba mi vida real de la farsa que estábamos construyendo juntos.Esa mañana, Chasse me había citado en su despacho para hablar sobre un próximo viaje de negocios. Según él, necesitaba que lo acompañara a una cumbre en Aspen.—¿Aspen? —pregunté, mirando el itinerario que me había entregado.—Si. Es una reunión importante con posibles inversores. Quieren conocernos en un ambiente más relajado.—Y "nosotros" ¿incluye a tu asistente? —bromeé, aunque sabía cuál sería su respuesta. Chasse me lanzó una mirada significativa, cruzando los brazos sobre su pecho.—"Nosotros" incluye a mi prometida.
HARMONY La cumbre en Aspen había llegado a su tercer día, y el ambiente comenzaba a cambiar. Las formalidades del inicio daban paso a conversaciones más casuales, pero también más perspicaces. Cada inversor parecía estar probándonos, intentando encontrar alguna grieta en nuestra fachada. Hasta ahora, habíamos logrado mantenernos impecables. Pero todo en mí sabía que estábamos jugando un juego peligroso, y una sola palabra mal colocada podría derrumbarlo todo.Esa mañana, mientras desayunábamos en el lujoso comedor del resort, Chasse revisaba un informe en su tablet mientras yo intentaba disimular mi creciente nerviosismo. La última noche habría sido un éxito completo si no fuera porque uno de los invitados, Richard, me había mirado con sospecha cada vez que abría la boca. Me sentía como si pudiera ver a través de mí.—Pareces tensa —dijo Chasse, sin levantar la vista de la pantalla.—¿Tensa? ¿Por qué estaría tensa? Solo estamos tratando de engañar a un grupo de multimillonarios que
HARMONY La cumbre llegaba a su último día, y la tensión que había estado acumulándose entre Chasse y yo parecía haberse asentado en el aire como la nieve espesa que cubría los alrededores de Aspen. Aunque habíamos logrado engañar a la mayoría, yo no podía sacarme de la cabeza la sensación de que Richard aún no estaba convencido. Cada mirada que lanzaba en nuestra dirección me hacía dudar. Sabía que debía mantener la compostura, pero fingir durante tanto tiempo me estaba desgastando más de lo que imaginaba.La mañana comenzó con una última reunión, un desayuno formal en el salón principal del resort. Era la despedida oficial, el momento de reforzar las alianzas y cerrar acuerdos. Me vestí con un conjunto elegante pero discreto, algo que reflejara confianza sin llamar demasiado la atención. Chasse me esperaba en la puerta de nuestra suite, luciendo impecable como siempre.—¿Lista para el acto final? —preguntó mientras me ofrecía su brazo.—Tan lista como puedo estar —respondí, tomando
El avión despegó de Aspen dejando atrás la cumbre y, con suerte, las sospechas de Richard. Miré por la ventana mientras las montañas cubiertas de nieve se hacían cada vez más pequeñas. A pesar de que el fin de semana había terminado, no podía ignorar la sensación de inquietud que se había instalado en mi pecho. ¿Cuánto tiempo más podría sostener esta farsa sin que todo colapsara?Chasse estaba sentado a mi lado, completamente inmerso en su laptop, como si nada hubiera pasado. Ese era su superpoder, actuar con una calma inquebrantable incluso en las situaciones más tensas. Yo, por otro lado, tenía un nudo en el estómago que no se deshacía.—¿Crees que Richard se lo creyó? —pregunté, tratando de no sonar tan insegura como me sentía.Chasse no levantó la vista de la pantalla, pero pude notar un leve cambio en su expresión, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Harmony, Richard es un hombre astuto. No sé si se lo creyó por completo, pero sí sé que no tiene pruebas. Eso
La oficina estaba sumida en un silencio que solo se rompía con el sonido constante de los teclados y teléfonos al otro lado del pasillo. Desde mi escritorio, podía ver la puerta cerrada de la oficina de Chasse, lo que me daba un respiro necesario para organizar mis pensamientos. Los días transcurrían entre reuniones, llamadas y el constante recordatorio de que estábamos jugando con fuego. Cada interacción con Chasse se volvía más personal, más íntima, como si la línea entre lo real y lo falso se desdibujara poco a poco.Estaba revisando algunos informes cuando Claire, apareció frente a mí con una carpeta en la mano.—Harmony, el señor Michels necesita que subas esto a su oficina. Tiene una reunión en quince minutos y quiere que revises algunos documentos antes de que llegue.—Claro, se lo llevo enseguida —respondí, intentando no mostrar mi incomodidad. Cada vez que subía a esa oficina, sentía que me adentraba más en un terreno desconocido.Tomé la carpeta y caminé hacia la puerta. La
El amanecer se asomaba por las ventanas de mi departamento, proyectando sombras largas y alargadas sobre el suelo de madera. No había dormido bien. Mi mente no dejaba de repasar la noche anterior, las miradas de Richard, las palabras de Chasse, e incluso la incómoda sensación de que todo estaba a punto de desmoronarse. Era como si estuviera caminando al borde de un precipicio, sin saber si el próximo paso sería seguro o el que me llevaría al vacío.Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. No esperaba a nadie, así que me acerqué con cautela, mirando por la mirilla. Era Chasse. Por supuesto que era él.Abrí la puerta con cierta vacilación. Él estaba ahí, con un café en cada mano y su impecable traje, como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.—¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté, intentando ocultar mi sorpresa.—Sabía que probablemente no dormiste bien —respondió, pasándome uno de los cafés. —Yo tampoco lo hice. Además, tenemos que hablar.—¿De qué? —Me hice a
Un nuevo dia iniciaba, la luz de la mañana entraba a raudales por las ventanas del ático, iluminando los muebles de diseño y la perfección del lugar. Pero por más hermoso que fuera, no podía sentirme cómoda. Todo me parecía frío, como una extensión de la personalidad de Chasse. Desperté temprano, algo inquieta, y decidí prepararme un café antes de enfrentar el día. Mientras lo servía, mis pensamientos giraban en torno a la noche anterior, la reunión, las miradas de Richard, las palabras elegantes y calculadas de Chasse. Habíamos salido airosos, pero una parte de mí sentía que esto no era más que el comienzo de algo más complicado.El sonido de pasos interrumpió mi línea de pensamiento. Chasse apareció en la cocina, ya vestido con un traje impecable, su cabello perfectamente arreglado. Parecía un hombre que nunca tenía un mal día.—¿Madrugando? —comentó, abriendo la nevera para sacar una botella de agua.—No podía dormir más —respondí, sirviéndome una taza de café. —Anoche fue... int