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06.Un Secreto Bajo Cero

HARMONY 

La semana siguiente a la cena en casa de Samantha fue un torbellino de actividades. Entre reuniones, agendas ajustadas y las insistentes preguntas de los empleados que buscaban cualquier detalle de mi "relación" con el gran ceo y jefe de la compañía, sentí que apenas tenía tiempo para respirar. Aún así, la actuación debía continuar, y lo peor de todo era que empezaba a perder la línea que separaba mi vida real de la farsa que estábamos construyendo juntos.

Esa mañana, Chasse me había citado en su despacho para hablar sobre un próximo viaje de negocios. Según él, necesitaba que lo acompañara a una cumbre en Aspen.

—¿Aspen? —pregunté, mirando el itinerario que me había entregado.

—Si. Es una reunión importante con posibles inversores. Quieren conocernos en un ambiente más relajado.

—Y "nosotros" ¿incluye a tu asistente? —bromeé, aunque sabía cuál sería su respuesta. Chasse me lanzó una mirada significativa, cruzando los brazos sobre su pecho.

—"Nosotros" incluye a mi prometida. No olvides el papel que estamos interpretando, Harmony. —Me recliné en la silla y suspiré.

—Está bien. ¿Cuánto tiempo estaremos allí? —ya estaba resignada a seguir toda esa farsa, lo que era demasiado fastidioso realmente.

—Cuatro días. Lo suficiente para convencerlos de que somos una pareja feliz y estable.

—Perfecto. Nada como pretender estar enamorada mientras estoy rodeada de desconocidos millonarios en medio de la helada nieve de Aspen. —Él pareció sonreír ligeramente, aunque su expresión seguía siendo seria.

—Sé que no es lo ideal, pero necesitamos que esto funcione. Si logramos cerrar este trato, podríamos asegurarnos años de estabilidad para la empresa.

—Entendido, jefe. ¿Algo más que debía saber? —Chasse dudó por un momento antes de hablar.

—Habrá una cena formal la primera noche. Necesitarás algo adecuado.

— ¿Algo adecuado? ¿Y qué significa eso exactamente? —sabía que mi ropa no era de las mejores marcas, pero siempre tenía la ropa adecuada para cada ocasión.

—Un vestido que destaque. Quiero que todos te recuerden. —rodé los ojos

— ¿Quieres que compren algo específico? —pregunte con un ligero tono de sarcasmo. 

—No será necesario. Ya me he encargado de eso. —Arqueé una ceja, desconfiada.

—¿Te has encargado de eso?

—Si. Lo enviaran a tu apartamento esta noche. —No sabía si debía sentirme agradecida o incómoda por su gesto. Sin embargo, decidí no discutir más.

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El vuelo a Aspen fue tranquilo, aunque largo. Chasse había reservado un jet privado, lo que hizo que todo se sintiera aún más irreal. Durante el trayecto, revisamos algunos detalles del trato y practicamos respuestas para las preguntas más personales que podrían surgir. Era sorprendente cómo podía hablar de "nosotros" como si fuera algo que realmente existiera desde hace tiempo.

Al llegar al hotel, un lujoso resort enclavado en la montaña, me quedé sin palabras. La vista era impresionante, con picos nevados y bosques de pinos que parecían sacados de una postal. El personal nos recibió con una calidez que contrastaba con el frío exterior, llevándonos a una suite que, para mi sorpresa, tenía solo una cama.

—¿Una cama? —pregunté, girándome hacia Chasse con incredulidad.

—Es lo que se espera de una pareja comprometida, ¿no crees? —maldije mentamente, él tenía razón. 

—¿No pudimos haber pedido habitaciones separadas?

—Harmony, estamos aquí para convencerlos de que estamos profundamente enamorados. Si descubren que no compartimos habitación, todo esto será inútil. —Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que la situación fuera menos incómoda.

—Está bien. Pero te advierto que pienso usar todas las almohadas.

—Toma las que quieras —respondió con una sonrisa burlona.

—Y pateo mucho mientras duermo. 

—Para eso están las almohadas, amortiguarán tus golpes. 

La primera noche llegó más rápido de lo que esperaba. El vestido que Chasse había elegido para mí resultó ser un diseño impresionante de terciopelo azul con detalles plateados que brillaban sutilmente bajo la luz. Me sentí como una princesa al ponermelo, aunque también me recordó que todo esto era parte del show.

Cuando Chasse vino a buscarme a mi habitación, su mirada de aprobación fue inconfundible.

—Te ves… increíble.

—Gracias. No te ves nada mal tú tampoco. —Y era verdad. Con un esmoquin negro perfectamente ajustado, Chasse se veía como alguien que podía dominar cualquier habitación con solo entrar.

—¿Lista? —preguntó, ofreciéndome su brazo.

—Tanto como puedo estarlo.

La cena fue un despliegue de elegancia. Todo, desde las luces cálidas hasta la música en vivo, creaba un ambiente cómodo y exclusivo. Chasse y yo nos movimos entre los invitados, sonriendo y respondiendo preguntas como si realmente fuéramos la pareja perfecta.

Uno de los inversores, un hombre mayor llamado Richard, se mostró especialmente interesado en nuestra historia.

—Es raro ver a alguien tan exitoso como Chasse establecerse —comentó mientras tomaba un sorbo de su whisky—. Debo admitir que estoy intrigado.

—Bueno, Harmony tiene la habilidad de hacer que lo imposible parezca fácil —dijo Chasse, mirándome con una expresión que casi me hizo olvidar que todo era una mentira.

—Y ¿cómo se conocieron? —preguntó Richard. Chasse se adelantó a responder.

—Fue en la oficina. Harmony trabajó tan duro que era imposible no notarla. —Decidí unirme a la conversación.

—Y yo pensaba que Chasse era un jefe demasiado exigente. Pero con el tiempo, descubrí que detrás de esa fachada dura hay un hombre muy… considerado.

—Eso suena como el inicio de una gran historia —dijo Richard con una sonrisa. Sonreí, aunque por dentro sentí que estaba caminando sobre una cuerda floja.

Después de la cena, regresamos a nuestra suite. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente, pero Chasse parecía estar lleno de energía.

—Lo hiciste bien esta noche —dijo mientras se quitaba el esmoquin.

—Gracias. Tú tampoco lo hiciste mal.

— Deberíamos practicar más a menudo. Parecía que realmente creías lo que decías.

—¿Y tú no? —Chasse se quedó en silencio por un momento antes de responder.

—Creo que cada mentira tiene un poco de verdad, ¿no crees? —Lo miré, tratando de descifrar lo que quería decir con eso, pero su rostro era impenetrable.

—Buenas noches, Chasse —dije, dirigiéndome al lado opuesto de la cama.

—Buenas noches, Harmony.

Mientras me acomodaba bajo las sábanas, no podía dejar de pensar en sus palabras. ¿Era posible que hubiera algo de verdad en todo esto? O tal vez, solo tal vez, estaba empezando a desear que lo hubiera.

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