HARMONY
La semana siguiente a la cena en casa de Samantha fue un torbellino de actividades. Entre reuniones, agendas ajustadas y las insistentes preguntas de los empleados que buscaban cualquier detalle de mi "relación" con el gran ceo y jefe de la compañía, sentí que apenas tenía tiempo para respirar. Aún así, la actuación debía continuar, y lo peor de todo era que empezaba a perder la línea que separaba mi vida real de la farsa que estábamos construyendo juntos.
Esa mañana, Chasse me había citado en su despacho para hablar sobre un próximo viaje de negocios. Según él, necesitaba que lo acompañara a una cumbre en Aspen.
—¿Aspen? —pregunté, mirando el itinerario que me había entregado.
—Si. Es una reunión importante con posibles inversores. Quieren conocernos en un ambiente más relajado.
—Y "nosotros" ¿incluye a tu asistente? —bromeé, aunque sabía cuál sería su respuesta. Chasse me lanzó una mirada significativa, cruzando los brazos sobre su pecho.
—"Nosotros" incluye a mi prometida. No olvides el papel que estamos interpretando, Harmony. —Me recliné en la silla y suspiré.
—Está bien. ¿Cuánto tiempo estaremos allí? —ya estaba resignada a seguir toda esa farsa, lo que era demasiado fastidioso realmente.
—Cuatro días. Lo suficiente para convencerlos de que somos una pareja feliz y estable.
—Perfecto. Nada como pretender estar enamorada mientras estoy rodeada de desconocidos millonarios en medio de la helada nieve de Aspen. —Él pareció sonreír ligeramente, aunque su expresión seguía siendo seria.
—Sé que no es lo ideal, pero necesitamos que esto funcione. Si logramos cerrar este trato, podríamos asegurarnos años de estabilidad para la empresa.
—Entendido, jefe. ¿Algo más que debía saber? —Chasse dudó por un momento antes de hablar.
—Habrá una cena formal la primera noche. Necesitarás algo adecuado.
— ¿Algo adecuado? ¿Y qué significa eso exactamente? —sabía que mi ropa no era de las mejores marcas, pero siempre tenía la ropa adecuada para cada ocasión.
—Un vestido que destaque. Quiero que todos te recuerden. —rodé los ojos
— ¿Quieres que compren algo específico? —pregunte con un ligero tono de sarcasmo.
—No será necesario. Ya me he encargado de eso. —Arqueé una ceja, desconfiada.
—¿Te has encargado de eso?
—Si. Lo enviaran a tu apartamento esta noche. —No sabía si debía sentirme agradecida o incómoda por su gesto. Sin embargo, decidí no discutir más.
El vuelo a Aspen fue tranquilo, aunque largo. Chasse había reservado un jet privado, lo que hizo que todo se sintiera aún más irreal. Durante el trayecto, revisamos algunos detalles del trato y practicamos respuestas para las preguntas más personales que podrían surgir. Era sorprendente cómo podía hablar de "nosotros" como si fuera algo que realmente existiera desde hace tiempo.
Al llegar al hotel, un lujoso resort enclavado en la montaña, me quedé sin palabras. La vista era impresionante, con picos nevados y bosques de pinos que parecían sacados de una postal. El personal nos recibió con una calidez que contrastaba con el frío exterior, llevándonos a una suite que, para mi sorpresa, tenía solo una cama.
—¿Una cama? —pregunté, girándome hacia Chasse con incredulidad.
—Es lo que se espera de una pareja comprometida, ¿no crees? —maldije mentamente, él tenía razón.
—¿No pudimos haber pedido habitaciones separadas?
—Harmony, estamos aquí para convencerlos de que estamos profundamente enamorados. Si descubren que no compartimos habitación, todo esto será inútil. —Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que la situación fuera menos incómoda.
—Está bien. Pero te advierto que pienso usar todas las almohadas.
—Toma las que quieras —respondió con una sonrisa burlona.
—Y pateo mucho mientras duermo.
—Para eso están las almohadas, amortiguarán tus golpes.
La primera noche llegó más rápido de lo que esperaba. El vestido que Chasse había elegido para mí resultó ser un diseño impresionante de terciopelo azul con detalles plateados que brillaban sutilmente bajo la luz. Me sentí como una princesa al ponermelo, aunque también me recordó que todo esto era parte del show.
Cuando Chasse vino a buscarme a mi habitación, su mirada de aprobación fue inconfundible.
—Te ves… increíble.
—Gracias. No te ves nada mal tú tampoco. —Y era verdad. Con un esmoquin negro perfectamente ajustado, Chasse se veía como alguien que podía dominar cualquier habitación con solo entrar.
—¿Lista? —preguntó, ofreciéndome su brazo.
—Tanto como puedo estarlo.
La cena fue un despliegue de elegancia. Todo, desde las luces cálidas hasta la música en vivo, creaba un ambiente cómodo y exclusivo. Chasse y yo nos movimos entre los invitados, sonriendo y respondiendo preguntas como si realmente fuéramos la pareja perfecta.
Uno de los inversores, un hombre mayor llamado Richard, se mostró especialmente interesado en nuestra historia.
—Es raro ver a alguien tan exitoso como Chasse establecerse —comentó mientras tomaba un sorbo de su whisky—. Debo admitir que estoy intrigado.
—Bueno, Harmony tiene la habilidad de hacer que lo imposible parezca fácil —dijo Chasse, mirándome con una expresión que casi me hizo olvidar que todo era una mentira.
—Y ¿cómo se conocieron? —preguntó Richard. Chasse se adelantó a responder.
—Fue en la oficina. Harmony trabajó tan duro que era imposible no notarla. —Decidí unirme a la conversación.
—Y yo pensaba que Chasse era un jefe demasiado exigente. Pero con el tiempo, descubrí que detrás de esa fachada dura hay un hombre muy… considerado.
—Eso suena como el inicio de una gran historia —dijo Richard con una sonrisa. Sonreí, aunque por dentro sentí que estaba caminando sobre una cuerda floja.
Después de la cena, regresamos a nuestra suite. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente, pero Chasse parecía estar lleno de energía.
—Lo hiciste bien esta noche —dijo mientras se quitaba el esmoquin.
—Gracias. Tú tampoco lo hiciste mal.
— Deberíamos practicar más a menudo. Parecía que realmente creías lo que decías.
—¿Y tú no? —Chasse se quedó en silencio por un momento antes de responder.
—Creo que cada mentira tiene un poco de verdad, ¿no crees? —Lo miré, tratando de descifrar lo que quería decir con eso, pero su rostro era impenetrable.
—Buenas noches, Chasse —dije, dirigiéndome al lado opuesto de la cama.
—Buenas noches, Harmony.
Mientras me acomodaba bajo las sábanas, no podía dejar de pensar en sus palabras. ¿Era posible que hubiera algo de verdad en todo esto? O tal vez, solo tal vez, estaba empezando a desear que lo hubiera.
HARMONY La cumbre en Aspen había llegado a su tercer día, y el ambiente comenzaba a cambiar. Las formalidades del inicio daban paso a conversaciones más casuales, pero también más perspicaces. Cada inversor parecía estar probándonos, intentando encontrar alguna grieta en nuestra fachada. Hasta ahora, habíamos logrado mantenernos impecables. Pero todo en mí sabía que estábamos jugando un juego peligroso, y una sola palabra mal colocada podría derrumbarlo todo.Esa mañana, mientras desayunábamos en el lujoso comedor del resort, Chasse revisaba un informe en su tablet mientras yo intentaba disimular mi creciente nerviosismo. La última noche habría sido un éxito completo si no fuera porque uno de los invitados, Richard, me había mirado con sospecha cada vez que abría la boca. Me sentía como si pudiera ver a través de mí.—Pareces tensa —dijo Chasse, sin levantar la vista de la pantalla.—¿Tensa? ¿Por qué estaría tensa? Solo estamos tratando de engañar a un grupo de multimillonarios que
HARMONY La cumbre llegaba a su último día, y la tensión que había estado acumulándose entre Chasse y yo parecía haberse asentado en el aire como la nieve espesa que cubría los alrededores de Aspen. Aunque habíamos logrado engañar a la mayoría, yo no podía sacarme de la cabeza la sensación de que Richard aún no estaba convencido. Cada mirada que lanzaba en nuestra dirección me hacía dudar. Sabía que debía mantener la compostura, pero fingir durante tanto tiempo me estaba desgastando más de lo que imaginaba.La mañana comenzó con una última reunión, un desayuno formal en el salón principal del resort. Era la despedida oficial, el momento de reforzar las alianzas y cerrar acuerdos. Me vestí con un conjunto elegante pero discreto, algo que reflejara confianza sin llamar demasiado la atención. Chasse me esperaba en la puerta de nuestra suite, luciendo impecable como siempre.—¿Lista para el acto final? —preguntó mientras me ofrecía su brazo.—Tan lista como puedo estar —respondí, tomando
El avión despegó de Aspen dejando atrás la cumbre y, con suerte, las sospechas de Richard. Miré por la ventana mientras las montañas cubiertas de nieve se hacían cada vez más pequeñas. A pesar de que el fin de semana había terminado, no podía ignorar la sensación de inquietud que se había instalado en mi pecho. ¿Cuánto tiempo más podría sostener esta farsa sin que todo colapsara?Chasse estaba sentado a mi lado, completamente inmerso en su laptop, como si nada hubiera pasado. Ese era su superpoder, actuar con una calma inquebrantable incluso en las situaciones más tensas. Yo, por otro lado, tenía un nudo en el estómago que no se deshacía.—¿Crees que Richard se lo creyó? —pregunté, tratando de no sonar tan insegura como me sentía.Chasse no levantó la vista de la pantalla, pero pude notar un leve cambio en su expresión, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Harmony, Richard es un hombre astuto. No sé si se lo creyó por completo, pero sí sé que no tiene pruebas. Eso
La oficina estaba sumida en un silencio que solo se rompía con el sonido constante de los teclados y teléfonos al otro lado del pasillo. Desde mi escritorio, podía ver la puerta cerrada de la oficina de Chasse, lo que me daba un respiro necesario para organizar mis pensamientos. Los días transcurrían entre reuniones, llamadas y el constante recordatorio de que estábamos jugando con fuego. Cada interacción con Chasse se volvía más personal, más íntima, como si la línea entre lo real y lo falso se desdibujara poco a poco.Estaba revisando algunos informes cuando Claire, apareció frente a mí con una carpeta en la mano.—Harmony, el señor Michels necesita que subas esto a su oficina. Tiene una reunión en quince minutos y quiere que revises algunos documentos antes de que llegue.—Claro, se lo llevo enseguida —respondí, intentando no mostrar mi incomodidad. Cada vez que subía a esa oficina, sentía que me adentraba más en un terreno desconocido.Tomé la carpeta y caminé hacia la puerta. La
El amanecer se asomaba por las ventanas de mi departamento, proyectando sombras largas y alargadas sobre el suelo de madera. No había dormido bien. Mi mente no dejaba de repasar la noche anterior, las miradas de Richard, las palabras de Chasse, e incluso la incómoda sensación de que todo estaba a punto de desmoronarse. Era como si estuviera caminando al borde de un precipicio, sin saber si el próximo paso sería seguro o el que me llevaría al vacío.Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. No esperaba a nadie, así que me acerqué con cautela, mirando por la mirilla. Era Chasse. Por supuesto que era él.Abrí la puerta con cierta vacilación. Él estaba ahí, con un café en cada mano y su impecable traje, como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.—¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté, intentando ocultar mi sorpresa.—Sabía que probablemente no dormiste bien —respondió, pasándome uno de los cafés. —Yo tampoco lo hice. Además, tenemos que hablar.—¿De qué? —Me hice a
Un nuevo dia iniciaba, la luz de la mañana entraba a raudales por las ventanas del ático, iluminando los muebles de diseño y la perfección del lugar. Pero por más hermoso que fuera, no podía sentirme cómoda. Todo me parecía frío, como una extensión de la personalidad de Chasse. Desperté temprano, algo inquieta, y decidí prepararme un café antes de enfrentar el día. Mientras lo servía, mis pensamientos giraban en torno a la noche anterior, la reunión, las miradas de Richard, las palabras elegantes y calculadas de Chasse. Habíamos salido airosos, pero una parte de mí sentía que esto no era más que el comienzo de algo más complicado.El sonido de pasos interrumpió mi línea de pensamiento. Chasse apareció en la cocina, ya vestido con un traje impecable, su cabello perfectamente arreglado. Parecía un hombre que nunca tenía un mal día.—¿Madrugando? —comentó, abriendo la nevera para sacar una botella de agua.—No podía dormir más —respondí, sirviéndome una taza de café. —Anoche fue... int
La mañana llegó con un aire pesado, como si incluso el cielo supiera que algo estaba a punto de cambiar. Me desperté temprano, pero me quedé en la cama más tiempo del necesario, observando cómo los rayos del sol luchaban por atravesar las cortinas. Había algo en el ambiente que me hacía sentir incómoda, como si una tormenta silenciosa estuviera acercándose.Finalmente, reuní el valor para levantarme, vestir algo cómodo y enfrentar el día. Sabía que Chasse estaba en su oficina improvisada en el ático; podía escucharlo al teléfono desde mi habitación. Su voz se escuchaba en el espacio, transmitiendo una seguridad que siempre parecía inquebrantable. Pero después de tantos días bajo el mismo techo, había empezado a notar pequeños matices en él: los momentos en que se pasaba la mano por el cabello cuando algo lo frustraba, o cómo su mandíbula se tensaba cuando alguien en la llamada lo interrumpía.Cuando salí de la habitación, ya había preparado café. Entré a la cocina, sintiendo su mirada
Desde el momento en que abrí los ojos, supe que algo iba a cambiar ese día, aunque no podía precisar qué era exactamente. Los días bajo el techo de Chasse se habían convertido en una extraña rutina de estabilidad superficial y emociones contenidas. Pero esta vez, sentía que el equilibrio estaba a punto de romperse.Bajé a la cocina después de ducharme, encontrándome con él de pie junto a la cafetera, vestido impecablemente, como siempre. Su camisa blanca parecía una extensión de su piel, perfectamente ajustada, y el reloj en su muñeca destellaba bajo la luz del sol que entraba por las ventanas. Era una figura intimidante y fascinante al mismo tiempo.—Buenos días, Harmony —saludó sin apartar la vista de su taza de café.—Buenos días —respondí, tomando un vaso de agua y sentándome en el taburete de la isla. Él se giró hacia mí, apoyándose casualmente contra la encimera.—Hoy tengo algo importante que discutir contigo.—¿Algo importante? —pregunté, arqueando una ceja. Sabía que "importa