El día siguiente a la fiesta de compromiso fue una de esas mañanas en las que el sol parecía brillar con una intensidad incómoda. Como si el universo estuviera empeñado en recordarme la farsa en la que me encontraba atrapada. No pude evitar pensar en la mentira que estábamos vendiendo al mundo, una mentira que, por extraño que pareciera, parecía estar calando cada vez más profundo en mí. Y aunque intentaba convencerme de que todo esto era solo parte del trato, había algo en las acciones de Chasse que me decía lo contrario.Me desperté temprano, como de costumbre, con una sensación de incomodidad en el pecho. Ya no podía engañarme a mí misma. El beso de la noche anterior, esa cercanía, había removido algo dentro de mí, algo que no quería enfrentar. Lo que era un simple contrato de conveniencia había comenzado a parecer mucho más. Pero no podía dejarme arrastrar por esas emociones. No podía.Bajé las escaleras de la “mansión” de Chasse con la esperanza de despejarme. Necesitaba una ruti
Después de la reunión y la conversación en el jardín, mi cabeza no había parado de dar vueltas. Cada palabra de Chasse resonaba como un eco persistente, recordándome lo complicado que se estaba volviendo esto. Si bien me había dicho que todo formaba parte del trato, sus ojos, su tono, e incluso su proximidad, me gritaban otra cosa. Y, lo peor, era que parte de mí deseaba creer en ello.Aquella mañana, el sonido de la alarma fue un alivio. Me levanté de la cama sintiéndome más cansada que cuando me había acostado. El sol entraba tímidamente por las ventanas, y las cortinas blancas ondeaban suavemente con la brisa. Por un momento, la tranquilidad del ambiente me dio la ilusión de que todo estaba bien, pero la realidad golpeó rápidamente.Bajé al comedor para desayunar, esperando encontrarme a Chasse inmerso en una llamada de trabajo o en sus múltiples correos, como era habitual. En cambio, lo encontré esperándome, sentado en la cabecera de la mesa, con una taza de café y el periódico en
Desperté al día siguiente con una sensación de inquietud instalada en el pecho. La conversación con Chasse la noche anterior seguía rondando mi mente. Cada palabra, cada mirada suya, parecía haber dejado huellas que no podía borrar. Por más que intentara racionalizarlo, algo dentro de mí estaba cambiando, y no sabía si era para bien o para mal.Me levanté con la esperanza de que la rutina del día me ayudara a despejar mi cabeza. Sin embargo, apenas salí de mi habitación, me encontré con Chasse en el pasillo, esperándome como si supiera perfectamente a qué hora iba a salir.—Buenos días —dijo con una sonrisa despreocupada, como si todo lo que había ocurrido entre nosotros fuera perfectamente normal.—Buenos días —respondí, intentando que mi tono no delatara la confusión que sentía.—Pensé que podríamos desayunar juntos antes de la reunión de esta mañana —continuó.Lo miré con escepticismo. ¿Desde cuándo era tan… atento? Sabía que su amabilidad no era gratuita; siempre había un motivo d
La cafetería parecía más pequeña de lo que recordaba. Tal vez era la presencia de Ethan lo que comprimía el espacio, haciéndolo más claustrofóbico de lo que debería. Me removí en mi silla, buscando una postura cómoda, pero el peso invisible de su mirada hacía que cada intento de relajarme fuera inútil.—He estado pensando mucho en nosotros, Harmony. En lo que teníamos y en cómo lo arruiné —murmuró, su voz era apenas un susurro.Mis manos se tensaron sobre la mesa, y un torrente de recuerdos indeseados invadió mi mente. Ethan y yo habíamos compartido algo que en su momento parecía sólido, pero que terminó siendo frágil. Y, después de tanto tiempo, él volvía como si pudiera reescribir el final.—¿De verdad? —pregunté, incapaz de ocultar el sarcasmo en mi tono—. ¿Qué fue lo que arruinaste exactamente, Ethan? ¿Las mentiras o el hecho de que nunca te detuviste a pensar en cómo me afectaba todo? —Sus ojos se oscurecieron, y una chispa de arrepentimiento pareció cruzar su rostro. Aunque part
El reloj marcaba las nueve de la noche cuando finalmente llegué a mi departamento. Cerré la puerta detrás de mí, pero no fue suficiente para que mi mente dejara de repetir las palabras de Chasse durante la reunión de esa tarde. Su insistencia, su manera de afirmar que todo lo que me pasaba era asunto suyo… Era como si estuviera tratando de ponerme en una jaula sin que yo me diera cuenta.Me dejé caer en el sofá, soltando un suspiro pesado. Había escapado a mi apartamento para no ver a Chasse mientras las cosas se estaban complicando más de lo que esperaba. Ethan había vuelto con sus promesas vacías, y Chasse parecía cada vez más posesivo, aunque tratara de disimularlo bajo su fachada profesional.Saqué mi teléfono y me quedé mirando la pantalla en blanco por un momento, sopesando si debía llamarlo. No quería hablar con Chasse, pero tampoco quería enfrentarme al caos que había dejado Ethan a solas. Antes de decidir, el sonido del timbre me sobresaltó.—¿Quién será a esta hora? —murmuré
Mi cabeza era un torbellino de pensamientos mientras miraba por la ventana de mi oficina. Las nubes grises que cubrían el cielo parecían reflejar el caos que se había instalado en mi interior desde el enfrentamiento de ayer. Ethan y Chasse en la misma sala… era una bomba de tiempo que no quería volver a presenciar. Pero, ¿cómo podía evitarlo cuando ambos parecían decididos a estar en mi vida, aunque yo no lo pidiera?El ruido del teléfono interrumpió mi ensimismamiento. Lo tomé de mala gana.—Harmony Phillips, ¿en qué puedo ayudarte? —La voz de Chasse al otro lado de la línea hizo que mi estómago se revolviera. Su tono era frío y formal, pero sabía que debajo de esa fachada había emociones contenidas.—Necesito que vengas a mi oficina ahora mismo —dijo sin más.—¿Ahora? —pregunté, mirando los documentos que tenía pendientes en mi escritorio.—No es una solicitud, Harmony. Es una instrucción —respondió antes de colgar.Suspiré y dejé el teléfono sobre la mesa con algo de fuerza. Había
El aire en mi oficina parecía más denso de lo habitual. Había intentado concentrarme en los informes que tenía pendientes, pero cada vez que mi mente vagaba, volvía al enfrentamiento con Chasse. Sus palabras se repetian una y otra vez en mi cabeza: “No voy a permitir que algo o alguien interfiera con lo que estamos construyendo.” ¿Qué estábamos construyendo exactamente? ¿Un matrimonio falso o algo real que ambos temíamos admitir?Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Antes de que pudiera contestar, la puerta se abrió y, como había sospechado, Chasse apareció en el umbral. Su semblante era serio, y sus ojos azules me miraban con algo que no reconocí inmediatamente.—¿Tienes un minuto? —preguntó, aunque su tono indicaba que no aceptaría un no por respuesta.—Claro —respondí, dejando el informe que apenas había comenzado a leer.Chasse cerró la puerta tras de sí y se acercó a mi escritorio. No se sentó, sino que se quedó de pie, con las manos en los bolsillos de su impecabl
El día comenzó como cualquier otro en la oficina, con un desfile de correos electrónicos urgentes y reuniones interminables. Pero había algo en el aire que hacía que todo se sintiera distinto, como si las piezas invisibles de un rompecabezas comenzaran a encajar lentamente.Chasse había estado inusualmente callado desde la conversación sobre Ethan. Aunque se había mostrado comprensivo y hasta alentador, su distancia emocional en los días siguientes me hacía pensar que algo más lo preocupaba. Sabía que, con él, siempre había más de lo que se veía en la superficie.Estaba terminando de revisar un informe cuando la puerta de mi oficina se abrió sin previo aviso. No era necesario mirar para saber quién era. Solo Chasse tenía la audacia de irrumpir así.—Harmony, necesito hablar contigo —dijo. Levanté la vista y lo encontré apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable en el rostro.—¿Es algo urgente? —pregunté, aunque sabía que lo era. Con Chasse,