__ Ya estoy harto de su incapacidad para acoplarse al ambiente de trabajo. - manifestó el hombre que reprendió a la chica por defenderse de su agresor. - Aquí no hacemos advertencias, señorita. Comete un error y se va.
El jefe de Zoé no iba a dar su brazo a torcer. Para él si no generaba ganancias, no volvían a trabajar. No le importó saber que la chica necesitaba dinero, estaba despedida y ya.Dicen que todo lo cura el tiempo, pero para Zoé no fue así jamás.A ella parecía que le llovía sobre mojado, puesto que el mismo día que perdió su trabajo encontró sus cosas afuera de su apartamento. Cuando quiso entrar descubrió que la llave había sido cambiada.«¿Que mas puede pasarme?» Pensó en ese momento.«Todo», quiso responderse, pues su madre le llamó para decirle que necesitaba del dinero que le enviaba todos los meses para subsistir la medicación de su padre.Quería darse por vencida. Poder decirle que no lo tenía, que había perdido su trabajo por no dejar que le faltaran el respeto, que estaba sin donde dormir también, pero no pudo. Guardó ese nudo en su garganta y sonrió como si todo estuviera bien.__ El pago se me retrasó unos días, mami. Si puedes pedirlo prestado, es mucho mejor. Te lo pasaré en diez días como máximo.Negociar siempre fue lo suyo. Aunque ser una traductora también, el cual había sido la carrera que abandonó para poder trabajar, entre otras cosas que tuvo que aprender con cursos en línea en el tiempo libre que podía tener.__ Creo que mi vecina puede prestarme. — dijo su madre a la vez que le informó de la mejoría que su padre había tenido.Esas eran buenas noticias para Zoé. Tanto como para su madre, era la única de sus hijos que se esforzaba por acompañar a sus padres, puesto que su hermano mayor se había olvidado de ellos por completo.__ Bueno mami, te dejo, mi jefe me está llamando. — se excusó la chica que sonrió ligeramente para apaciguar la preocupación de su madre por ella.Solo quería quitarle peso a sus problemas porque para Zoé, los de otros, en ocasiones tenían más gravedad que los suyos.Pero en ese momento sí quiso llorar. Desahogarse por primera vez, lo necesitaba tanto que le pareció una buena opción, pero no se lo permitió, de nuevo. No siquiera había un lugar donde encerrarse para que nadie la viera hacerlo.Solo tenía 167 dólares en su bolso, quizá otros 200 en su tarjeta, pero no era suficiente. No lo era ni de cerca.Observó sus cosas cubiertas por una de sus mantas y se preguntó qué podría vender o que conservar.En ese punto de su vida, solo requería dinero.Recordó a algunos de sus vecinos que siempre le preguntaron por algunas cosas que ella tenía y supo que podría sacar algo de ahí, a la vez que aminorar lo que debía cargar era algo esencial.Ofreció todo lo que consideró vendible. Aunque con las rebajas que tuvo que hacer, solo logro juntar poco más de quinientos, siendo que al comprarlas fueron más del doble. Pero no pensaría más en eso, solo la haría ver el fracaso que le hicieron pensar que podía ser.Cargó las cajas entre sus manos, ya que pagar un taxi era algo que por el momento no podía permitirse. Caminó y caminó lo que sus pies la dejaron, lo único rescatable era que no había llovido. Odiaba los días lluviosos, siempre traían melancolía a su vida y por ello no eran de su agrado. Sobre todo en ese momento.Retrocedió cuando en la entrada de un casino o "lugar de mala muerte" como su madre los había catalogado, estaba un anuncio de "se necesita empleada"«¿Será mi destino que empieza a mejorar?» se dijo esperanzada en que la respuesta fuera un positivo. No era un lugar donde supiera moverse, lo tenía claro.Aún así, dejó las cajas en el suelo y arregló su imagen, un poco al menos. Ensayó su sonrisa y volvió a levantar las cajas para buscar a alguien que la atendiera, aunque todo se veía vacío. Salvo por la chicas que limpiaban.Le preguntó a una y a otra por quien era el encargado y todas coincidieron en su respuesta. Bajaría luego de unos minutos.Esperó un poco, aburriendose luego de un momento en el mismo lugar donde no sabía que hacer. Se sintió fuera de lugar, pero no podía irse sin saber si la contratarían.Un hombre vestido de traje salió de una puerta con un par de documentos en las manos, Zoé se apresuró a él y lo abordó directamente alegando estar en ese lugar por el anuncio del trabajo.__ Sí, entiendo. Solo que no es conmigo con quien debe tratar. — justificó el sujeto.__ ¿Como no? ¿Acaso no es el jefe? — preguntó ella.El tipo no tuvo tiempo de responder cuando Rafael, en voz alta maldijo. Pateó el par de cajas que lo habían hecho tropezar, ese no había sido su mejor día y caerse por culpa de algún inepto que dejó cosas espacidas por su camino solo empeoró su humor.__ ¡Quiten este estorbo de aquí! — soltó en un rugido que tensó a muchos que ya conocían su carácter poco paciente.__ ¡Oigame!, Deje de ser tan delicado. Hay mejores maneras de hablar. — le discutió Zoé. — Maleducado.Rafael se quedó en silencio viendo como una desconocida lo estaba regañando, peor aún, ¡frente a sus empleados! ¿Que atribuciones pensó que tenía para hablarle así?__ ¿Y quien se cree para hablarme de esa manera!__ Una persona amable. — se veía realmente molesta. - No amargada como usted. Insolente.Rafael solo entornó los ojos.__ Hay gente insoportable y luego usted. — refunfuñó ella.El hombre de treinta años le dió una mirada llena de hastío, si se quedaba más tiempo no sabía lo que saldría de su boca, así que prefiero ignorar antes de pasar de ella.¿Quien se creía esa mujer ahí? Hablarle de esa forma no era modo de referirse a él.Por ello, la dejó atrás ignorando por completo lo ocurrido. Tenía asuntos más importantes que tratar que quedarse a discutir con una insignificante, se dijo.Zoé respiró y quiso alcanzar al hombre de antes, ya que ese empleo debía ser suyo a como diera lugar. Entró a la misma puerta donde lo vio cerrarla y sin pedir permiso, cruzó el umbral, arrepintiéndose de inmediato al ver al sujeto maleducado estar sin camisa, Rafael se la había quitado porque alguien le había tirado comida encima y no tenía tiempo de ir hasta su casa, pero no esperó que la misma mujer irrumpiera su lugar privado.__ Lo lamento, solo vine a buscar a tu jefe, creo. —añadió dándose la vuelta para darle más privacidad, según ella. —¿Viste que se hizo?__ Puede salir, por favor. — Rafael se contuvo para no ser más grosero.__ Sí, solo necesito hablar con tu jefe. — añadió de nuevo.El hombre estaba a punto de perder la paciencia. Le sacaba de quicio el entrometimiento de las personas y con alguien desconocido, aún peor.__ El que no desea...__ ¡Señor, al fin! — el rostro se le iluminó a Zoé al ver a quien buscaba.— Quería hablar con usted sobre el trabajo de...__ Señorita, ya le dije que no soy quién decide eso. — justificó él. — Lo trata directamente con el jefe.__ Entonces lléveme con su jefe. — pidió ella.__ Ahí lo tiene. — apuntó el sujeto al hombre que sostenido de su escritorio y sin camisa la observaba con un gesto fríamente y lleno de hastío. A Zoé se le erizó la piel y las esperanzas se le cayeron al piso.Difícilmente le darían el trabajo. Todo por no saber quedarse callada.Rafael pensaba en las, una y mil maneras de sacar a esa entrometida de su casino. No quería verla más, aunque a la vez una curiosidad nació en él. No sabía porqué, pero en su mirada notó algo ya conocido, algo que veía a diario en el espejo, pero en ella, adquirió un poco más de profundidad.__ Lamento mi forma de tratarlo. - se disculpó Zoé, en verdad, lo hacía. La vergüenza por haber soltado su lengua la llenó, cubriendo las mejillas de un color rojo que quiso desaparecer. - Pero no he tenido un buen día...de seguro no puede entender si...solo ofrezco disculpas, señor...__ Solo retírese. - graznó el hombre de mirada fría, los cuales acuchillaron sus esperanzas con esa crueldad que la hizo flaquear. __ Sí...solo...Lo lamento. No había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Ella lo sabía por eso salió de ese lugar, cabizbaja y con menos voluntad de la que tenía cuando llegó. ¿Como podía ser posible que lo echara a perder así? ¿Porqué no podía quedarse en silencio una vez? Con cad
__ ¿Yo? ¿Como cree, jefe? - Zoé se hizo la desentendida. Tomo su escoba, su cubeta y retrocedió. - Dije que soltara ese animal, al hamster, que yo me haría cargo. Pero resuelto todo, me retiro.Dio su mejor sonrisa cerrando la puerta atrás de ella con gran rapidez. Soltó el aire de sus pulmones, aliviada por haberse salvado del motivo perfecto para ser despedida.No podía perder ese empleo. Se retiró esa noche antes que las puertas del casino abrieran, su horario ya había terminado. Mientras Rafael también abandonó el sitio, ya que esa noche pasaría junto a su hija. Gustándole que ella se haya acoplado a su vida y a él rápidamente. Esperó a que la pequeña Sammy, quien contaba con casi seis años se durmiera para él encargarse de sus asuntos. Necesitaba tiempo afuera. No quería más estrés. Con su abogado repitiendo el favor que uno de sus socios le había pedido. Para mantener el control de sus casinos por completo, le sugirió casarse con su hija mayor, ya que estaba con una enferme
Zoé desayunaba tranquilamente, mirando un canal de televisión en donde presentaban un nuevo parque de atracciones. Le encantaría ir, pero no contaba con la facilidad de dejar un día libre y poder salir a divertirse. Algo que no se reprochaba, se había acostumbrado a que fuera de esa forma. De todas formas, desde sus dieciséis comenzó a trabajar, estudiando hasta que sus responsabilidades la dejaron.Ahora un decepción no representaba tanto como en esos años. Al menos fue lo que siempre se repitió para no sentirse tan mal por tener una vida llena de todo menos sus sueños. Se metió una cucharada de cereal a la boca y suspiró, al tiempo la puerta de su habitación fue golpeada formándose una lluvia de voces cerca, solo que no lograba distinguir que decían.Se vio extrañada. ¿Quien podría ser? Ella no esperaba a nadie. No la conocía ninguno en realidad y el hotel donde se hospedó no era precisamente uno donde estuvieran pendientes de su comodidad. Se limpió la boca y abrió la puerta, en
¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba casada? se cuestionó Zoé, pero sobre todo ¿porqué se preguntaba cosas tan ridículas? Estaba claro que su jefe iba a resolverlo. A él tampoco le gustaba la idea de casarse con alguien que para nada era de su nivel, por lo tanto, solo era cuestión de esperar. Algo totalmente equivocado porque para Rafael las cosas iban muy distintas.__ ¿Como que no se puede anular el matrimonio? - rugió.__ No, o sea sí. Se puede, pero requiere un proceso que...__ ¿Se puede o no?__ Sí, señor. Solo tiene que firmar un...__ Entonces, hazlo. Ya de por sí esto es un problema, no lo quiero extender. - masculló viéndose enfadado por el suceso. No deseaba que por ningún motivo eso llegara a oídos de su hija o se hiciera más grande de lo que ya era. Soltó un bufido de solo pensar en quien era la chica a quien lo ligaban en esos momentos. Insoportable con su habladera a cada segundo, preguntona, una irrespetuosa y...¿Que le importaba a él como era Zoé? Ni siqui
¿Como se pudo haber equivocado? No contenta con las decisiones poco coherentes que había tomado esos días ¡le había dañado el auto a su jefe! ¿Que más podía pasarle? se hizo la pregunta una y otra vez, pero le tuvo miedo a la respuesta porque lo hizo una vez y terminó con la cerradura de la puerta de su apartamento cambiada. __ ¿Y bien? __ Verá, es algo realmente...__ No me diga. Se equivocó de nuevo. Creyó que era alguien más y...__ Sí sucedió así. - se excusó. - Aunque no me lo crea.__ Claro que no le creo. Usted hace cada cosa que no me sorprende nada, pero...va a pagar por esto. __ Tómelo de mi indemnización por casarme con usted. - declaró por nervios. No dijo eso, trató de convencerse que no lo había dicho, pero la O formada en los labios de la niña reflejó que en efecto, su lengua la metió en problemas de nuevo..__ ¿Que dij...__ ¡Es ella! ¡Papá, ella es mi...__ No, cariño. Esta lo...ella no es nada más que mi empleada. - le explicó Rafael. - ¿Cierto, señorita?Zoé mo
__ Ya está. - dijo Rafael con la boca seca, su garganta le pidió beber algo, pero no un líquido para refrescarlo, sino de los labios humedecidos y...Se alejó de ella de inmediato. ¿Que le pasaba? Esa mujer era insoportable ¿como podía querer...__ El cierre no sirve ya, y no creo que hayan más chalecos que le queden más o menos a su talla. - aclaró su voz. - Enviaré a confeccionar unos cuantos junto a otras cosas que necesito, pero puede tardar al menos una semana en que mi pedido este listo. __ Está bien, señor. Esperaré los chalecos. - afirmó ella sin más alternativa.__ Pero no la traje aquí para eso, sino para que firme esto. - recobró el sentido, tomando el documento que tenía sobre el escritorio. - Es un acuerdo donde usted acepta que no pedirá ninguna indemnización por habernos casado accidentalmente.__ Nunca se me pasó siquiera por la mente. - alegó Zoé sintiéndose ofendida por insultarla de esa forma. - Deme un bolígrafo.__ ¿No va a leer las condiciones? - la cuestionó a
Rafael estaba absorto en los papeles que revisaba, debía tener las cuentas al día. Algo que últimamente se le estaba dificultando y no sabía por qué, no había un motivo en específico simplemente perdía la cabeza de un momento a otro, yéndose en dirección de un tema que quería olvidar.Porque el abogado prometió sacarlo de ese embrollo y hasta el momento no le había dado resultados buenos. Se frotó la cara con las manos y soltó los documentos, en verdad necesitaba relajarse. Se puso de pie asomándose a la ventana y ahí pudo vislumbrar el causante de todos sus males, en este caso, la causante de sus males.Pellizcó el puente de su nariz ¿Como podía recordar a que olía? ¿Que lo llevaba a sentir su toque de nuevo? ¿Como carajos estaba recordando lo que había sentido en el momento en que la tocó? Porque esa sensación regresaba cada vez que la veía. Definitivamente tenía que alejarse de ella lo más que pudiera. Enviarla a la conchinchina si era necesario, pero había un problema. Algo lo
__ ¿Lo hiciste? - preguntó Gerard cuando Zoé se dió la vuelta para salir rumbo a su trabajo. - ¿Lo convenciste? __ Otra vez tú. - blanqueó los ojos. - Lo intenté, no se dió y no pienso insistir en eso. Continuó su camino, pero su hermano la siguió __ Te doy mil dólares más. - ofreció y Zoé frenó sus pasos. - Once mil dólares si llevas a tu jefe a la cena de hoy en mi casa. __ Ni siquiera conozco tu casa, no seas idiota. - reprochó. - Además vengo muy cansada del trabajo, tengo que enviarle el dinero a mamá de las medicinas de papá, no tengo tiempo.__ ¡Zoé, por Dios! ¿cuánto le enviarás? ¿quinientos? hagamos algo. - sacó la billetera de su bolsillo. - Te doy mil ahorita, lo envías a mamá. - tomó su mano para poner los billetes en la palma de la chica. - ¿Como crees que se sentirá? Va a estar feliz, no le hagas esto. Zoé no era tonta, notó la manipulación en su hermano. Como sabía que al plasmar una imagen así sería un buen punto para presionarla. __ Está bien. - dijo, dandose la