Capítulo 5

¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba casada? se cuestionó Zoé, pero sobre todo ¿porqué se preguntaba cosas tan ridículas?

Estaba claro que su jefe iba a resolverlo. A él tampoco le gustaba la idea de casarse con alguien que para nada era de su nivel, por lo tanto, solo era cuestión de esperar.

Algo totalmente equivocado porque para Rafael las cosas iban muy distintas.

__ ¿Como que no se puede anular el matrimonio? - rugió.

__ No, o sea sí. Se puede, pero requiere un proceso que...

__ ¿Se puede o no?

__ Sí, señor. Solo tiene que firmar un...

__ Entonces, hazlo. Ya de por sí esto es un problema, no lo quiero extender. - masculló viéndose enfadado por el suceso.

No deseaba que por ningún motivo eso llegara a oídos de su hija o se hiciera más grande de lo que ya era.

Soltó un bufido de solo pensar en quien era la chica a quien lo ligaban en esos momentos.

Insoportable con su habladera a cada segundo, preguntona, una irrespetuosa y...

¿Que le importaba a él como era Zoé? Ni siquiera debía pensar en ella, pero ahí estaba recordando todos los motivos por los que se convenció que no quería a alguien tan parlanchín cerca suyo.

Pero ver como la noticia rondó por todos los medios le hizo doler la cabeza, lo cual se intensificó al ver el número de Theo O'kelly en la pantalla de su móvil.

Podía ignorarlo y esperar a que todo se revolviera para dar una respuesta más acertada. Sin embargo, sabía que hacerlo solo haría que fuera a su casa o de perdida...

__ ¿Quieres saber que es lo que me dijo Sammy cuando la recogí de la escuela? - cuestionó un Theo divertido. - Que tú tienes una novia.

__ ¿De dónde sacó esa...

__ Y ¿Sabes cuál es el punto más divertido? - este guardó silencio. - Que cuando estaba en el cierre de un negocio, mi cliente me dijo que te felicitara por tu boda, ingresé a internet y ya sabrás lo que encontré.

__ Theo, eso es algo...

__ Ahora debo soportar a una niña que dice que quiere ir a verte para presentarse como es debido a la mujer que es la reina de tu palacio...

__ Tráela. Necesito explicarle que eso solo es un error de los medios. - le dijo para no entrar en detalles.

Le molestó el solo imaginar a su soñadora hija creyendo que podría fallarle a su madre de esa forma. No habia manera en que deseara pasar la vida con alguien que no haya sido Samantha, enojado hasta por las noticias mal informadas.

Vio a Zoe con el chaleco azul, el cual le quedaba grande al ser alguien tan diminuto a la par de quienes solían trabajar en eso.

La chica se alzó sobre sus puntillas para limpiar la parte más alta del vidrio, dejando ver el short de pijama de nuevo.

Sus piernas quedaron a la vista y él dejó de verla, pero se dió cuenta que no era el único que la estaba mirando. Lo que lo hizo ir a donde se encontraba y pasar la mano por su cintura para bajarla de donde estaba.

__ ¡Óyeme, bruto! - gritó ella pataleando, pero en su brazo solo podía moverse como una muñequita diminuta. - ¡Animal! ¡Idiota! Te voy a...

__ Absténgase de darme motivos para despedir a esos imbéciles. - replicó con molestia. - Suficiente tengo con tener que despedirlos por incompetentes, como para mandarlos con la nariz rota.

__ ¿Que le ocurre? Estoy trabajando porque tengo un jefe idiota que si alguien camina por donde no debe le descuenta su sueldo, imagínese lo que me hará si no hago mi trabajo. - recalcó con enojo. Aún tenía mucho porqué odiar a su jefe.

__ Para alcanzar lugares altos use una escoba o algo que no la haga mostrar lo que...¿Que carajos estoy diciendo?

__ Y yo que sé. - respondió ella. - Si no usted se entiende, menos yo. Hágase a un lado y déjeme trabajar.

__ Irrespetuosa. - farfulló.

__ Bipolar. - le dijo Zoé sin nada de paciencia. Suficiente tenía con las malas caras que le hacían todos, de seguro por saber la novedad de que se casó con su jefe, sin saber que ella era lo último que deseó.

__ ¡Papi! - gritó una niña que la hizo voltear para ver a la chiquilla con tutú correr hacia su padre con gran emoción.

Este cambió su semblante en un nanosegundo, viéndose como el sujeto más agradable que podía existir en la faz de la tierra, regaló una enorme sonrisa a su pequeña y la besó de la mejilla.

__ ¡Hoy pude dar una voltereta completa! - celebró.

Su padre no comprendió mucho de que exactamente le habló, pero festejó con ella. Todo lo que su hija creyera importante, para él también lo era, no cometería el error que con su madre y por ello se alejó para llevarla a su oficina, donde sabía estaban esas galletas que le gustaban tanto a su hija.

La sentó sobre su escritorio y la escuchó hablar de su día en sus clases de ballet, mientras le bajó una caja con galletas para que tomar las dos que le permitían siempre.

__ ¿Recuerdas como funciona nuestra familia? - entró al tema de conversación que quería con ella. La niña movió la cabeza.

__ Tenemos dos reinos. Una donde el rey es mi papi Theo y su reina, mi mami Blanca. Mi hermano y yo somos los príncipes. - dijo la pequeña, que por muy fantasiosa que era, sabía entender a su modo. - Y nuestro reino, donde solo hay un rey, tú y tu princesa, yo con un hermano príncipe.

Rafael suspiró ya que pensó no había captado eso.

__ Pero ahora tenemos una reina también. - se adelantó Sammy.

__ No, linda. Es a lo que quería llegar. - se apresuró a decir Rafael. - No hay ninguna reina. Esos solo son...

__ Pero yo la quiero conocer. - dijo meciendo los pies al quedar colgando. - ¿Y si no le caigo bien? ¿Y si es como la madrastra de cenicienta?

__ Tú le caes bien a todo mundo. - le recordó su padre. - Pero lo que se dice en el periódico no es cierto. No tengo una esposa, esos rumores son falsos. Así que no tienes que preocuparte por si es una madrastra malvada. - la hizo reír al picarle las costillas.

__ Pero si quería tener una...

__ Sammy. - dijo en tono de advertencia.

__ Papi, te quiero. - articuló la niña con una risa pícara al saber que por más que se esforzara no podría enojarse con ella.

Su padre caía ante esas palabras, tal como hacía Theo con ella o su hermano.

__ No voy a discutir contigo. Es un caso perdido. - se levantó de su silla. - ¿Tienes hambre?

__ ¡Una hamburguesa! - se levantó, poniéndose de pie sobre el escritorio para poder colgarse del cuello de Rafael.

Su padre no tuvo más alternativa que ir a un restaurante de comida rápida para poder hacer que su hija comiera algo. Compró solo una soda para él y se sentó con una enorme sonrisa, la cual se esfumó al mismo tiempo que la de Zoé, en la mesa contigua.

¿Acaso no podía tomar su almuerzo en paz? ¿Tenía que estar su jefe ahí también?

Dejó de comer y se llevó todo para hacerlo en otro sitio, pero cuando llegó a la calle, alguien al golpeó al pasar como si el mundo le perteneciera.

__ ¿Gerard? - preguntó Zoé al ver a su hermano en ese lugar.

__ ¿Zoé, que haces aquí? ¿No me digas que sigues trabajas de...

__ Debería darte vergüenza preguntar. - espetó ella enojada. - Papá necesita ayuda con...

__ No voy a aguantar la misma pataleta. - se dió la vuelta. Sacó cien dólares y se los lanzó a la cara. - Espero que con eso baste.

__ Eres un imbécil, Gerard. Es tu papá también, nos necesita.

__ No, le pagué la casa donde vive, con eso debería darse por bien servido. - dijo su arrogante hermano.

__ Pues no es suficiente. Pudo haber mu...

__ Pero no lo hizo. Sigue vivo. Toma el dinero y deja de molestarme.

Casi la empujó para pasar. Lo oyó hablar por teléfono para que lo esperaran en la fiesta de esa noche, mientras llevaba una bolsa con ropa o algo que se veía costoso.

Claro, ella luchando por cuidar de su padre y su hermano gastando grandes cantidades de dinero, ignorando abiertamente todo.

Señaló que le llevaran las cosas a su Ferrari y ella suspiró.

__ Claro, estaré ahí. ¿Llevo algo?

Para las fiestas claro que tenía dinero, pero para sus padres no.

Quiso golpearlo. Darle un puñetazo, el más fuerte que pudiera.

Por lo que tomó la llave que tenía en la mano y se dirigió a aquel lindo Ferrari que estaba aparcado.

Deslizó la punta de la llave desde la puerta hasta el capó. Escribió la palabra "desobligado" en las ventanillas y no le bastó, volvió a pasar la llave formando líneas de un lado a otro sin bastarle.

__ ¿Me puede decir que carajos le hizo mi auto para que le haga eso? - preguntó esa voz que la congeló por completo.

No, no, no. Ese no era el auto de su hermano. Se giró y encontró otro casi igual atrás de su jefe, quien la veía con ganas de querer desaparecerla.

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