Zoé no tenía explicación que dar, más bien también pedía una, porque ella no tenía la intención de golpear a nadie cuando se despertó esa mañana, pero tampoco era de las que aplicaban lo de poner la otra mejilla. Fue la desconocida quien dio el primer golpe, sin razón alguna, así que ella le hizo probar el dolor triplicado. __ ¿Alguna va a hablar? - volvió a preguntar Rafael al ver que ninguna se dignó a responder su pregunta.__ Yo necesito una explicación aquí. - se alteró Greta. - Esperé por días el compromiso que ya habías aceptado, planeé la boda como una estúpida presumiendo que eras mi...__ Envié un correo a tu padre, no lo acepté, dije que lo pensaría. - esclareció Rafael mirando a Zoé, la cual aún tenía la mano en la mejilla. - Además eso no te da derecho para venir a golpear a mis...__ ¿La estás defendiendo? - cuestionó más enojada que cuando llegó. - Ella es tu empleada ¡Y la hiciste tú esposa! __ ¡Un momento! - exclamó Zoé.__ Esto no es contigo. __ Pues parece que s
Rafael saludó a los clientes más habituales con un movimiento de cabeza, y a los nuevos con un apretón de manos. Aquellos que conocía sabían que era su manera de ser. Muy expresivo no era, por lo que en cuanto se aburrió de otra noche igual subió al segundo nivel donde vio que en unos minutos darían las nueve. La tormenta no se veía con intención de detenerse. Hacia algo de frío, hasta para él que le gustaba el clima así, prefirió ponerse un gabán que lo mantuviera abrigado. Vio a las chicas moverse por el lugar, a los meseros atender a sus clientes y cada uno saber sus tareas a las que no faltar. Evitaba a toda costa el licor, aún cuando se lo invitaban los clientes nuevos para quedar bien con él. Lo rechazaba porque una vez dependió de él y por más que pasaron los años, creyó que si lo probaba una vez caería de nuevo de esos momentos que tanto se esforzó en salir. __ No soy de apostar, pierde o gane, se me fue el interés. - dijo Theo O'kelly llegando a su sitio con unas fichas
Zoé no tenía ni idea de por qué estaba recibiendo tantas visitas últimamente, pero no se negó a recibir los arreglos florales, además que no tenía opción. Simplemente los colocaban en alguna mesita y se disculpaban con ella sin saber la razón del por qué lo hacían. Miró una vez más a la puerta y ahí estaba uno más de sus compañeros de trabajo . Quizá no era una buena forma de reaccionar, pero nunca había recibido tanta atención.Terminó por asustarse. __ Puede salir hoy. - le respondió el médico cuando ella lo preguntó. - Solo encárguese de tomar los medicamentos y todo lo que receté. De otra manera, sus defensas seguirán bajas y no será muy grato para usted volver a este lugar. A menos que ame los hospitales.Ella arrugó la cara y el médico se rió divertido al verla hacerlo. La chica solo movió la cabeza en señal de afirmación, pero dentro suyo aún había la duda de cómo haría para comprar lo que él médico dijo. No bastando el tener que costear el tratamiento de su padre que sufría
__ No es lo que quise decir. - se retractó Zoé. - Sé cuánto le molesta el tema, solo se me ocurrió decirlo, pero no fue para incomodar. Lo lamento. Rafael cayó en cuenta que era cierto. Recordó la razón del porqué esa palabra estaba prohibida en su vocabulario y se aclaró la voz. __ Si lo molesté con...__ No importa, déjelo así. - vocalizó yendo a la salida. - Descanse, señorita Johnson. Su espalda fue lo último que vio, antes de que la puerta se cerrara, Zoé tuvo el impulso de disculparse de nuevo, pero ¿porque lo haría? Solo fue un comentario que salió de la nada. Tampoco lo hizo con malicia, ni que con eso le hubiera dicho que quería tres hijos, un perro y dos gatos como su familia. Tampoco que iba a gustarle despertar con él pegado a su...¡Por Dios! ¿como se imaginaba eso? Jamás estaría en un matrimonio real con ese hombre. A ella le gustaba alguien divertido, que sonriera todo el tiempo y que guerra detallista. No un hombre de casi dos metros, con cara de haber recibido mal
El pecho de Zoé retumbó de una forma tan anormal que la terminó por asustar. Se aferró a ese cuerpo tan fuerte y cálido que no deseó separarse de él jamás. Escuchó pasos alejándose y se hundió entre los brazos que la sostuvieron, mientras el armonioso sonido que tenía en la oreja, siguió dándole esa paz que tanto buscó. Sintió unos labios presionandose sobre su cabeza y aunque la sorpresa para ella fue mucha, lo fue aún más para Rafael, el cual no supo que hacer al darse cuenta de lo que ocurrió. Lo hizo por metro instinto, al menos se trató de convencer de eso, era necesario que lo hiciera. __ Te voy a cargar ¿está bien? - le dijo en un susurro que ella correspondió con un asentimiento de cabeza, dándole a Rafael el permiso de tocarla.Este no esperó más, poniéndose de pie para llevarla a un lugar donde no viera el desastre que tenían en la sala.Escuchó la puerta de su dormitorio se abierta y no entendió porqué confió en su jefe si apenas lo conocía desde unas semanas antes.Pero
¡La estaba besando! Claro que lo hacía y Zoé no colaboró en nada para separarlo, estaba perdido en el movimiento posesivo de los labios que se adueñaron de su voluntad tanto como de su boca. No había una sola señal de querer quitarlo, y se culpó gritando que lo hiciera, pero sus manos solo acariciaron el cabello de su jefe, quien la elevó con una sola mano, mientras con la otra sostuvo su cabeza para seguir besándola. Era la primera vez que besaba a alguien luego de...La soltó de forma inmediata al recordado su coherencia. Su pecho se movió con rapidez y sus ojos se crisparon con una culpa que Zoé creyó era para él, pero este con sumo cuidado la dejó de nuevo en el suelo. __ Te juro que no sé...Lo siento, Zoé. No quise incomodarte con...- frotó la mano en su barbilla. - Debo irme. __ La puerta está ahí. - dijo la chica sin ninguna preocupación o prisa. Rafael quiso preguntar porqué no estaba alarmada o gritándole como solía hacerle. Pero aún no entendía que para Zoé las cosas er
Zoé sonrió emocionada al ver los caballos, pues con su boleto en la mano, que pagó Carl al menos podía disfrutar de ese momento en el hipódromo. Gritó llena de emoción y no le importó verse como camionero, solo quiso ser feliz. Se lo merecía, nadie más que ella merecía ser feliz. Vio la fila de caballos y el suyo tomó la delantera, sacando toda la alegría que para uno de los espectadores representó la confusión de no desear dejar de verla. Se inclinó, pidiendo que llegara, pero al final otro le ganó por una minúscula parte. La decepción la hizo hacer una mueca que hizo reír a Rafael, mientras bajó la mirada. Carl se decía experto en caballos, pero en realidad, nunca le atinó a ninguno. Solo quienes asistieron con él a lugares así lo sabían, pero con las mujeres era el método que más le funcionó. __ Por aquí, papi. - le dijo Sammy tirando de su brazo para hacerlo caminar. - Soy la única que no tenía a su papá con ella, y tengo dos. Rafael se rió. Su hija siempre le discutía por t
Ella estaba ahí, a dos centímetros de sus labios, olía extremadamente dulce, sabía que ese era el sabor de sus labios, pues desde que los probó no había podido dejar de pensar en hacerlo de nuevo. Deseó con todas sus fuerzas poder contenerse, pero no pudo hacer nada cuando ella se acercó y posó sus labios sobre los suyos, con esa suavidad que le hizo perder la cabeza. Su corazón tuvo un palpito salvaje que oyó retumbando contra su caja torácica. Rafael podía engañar a otros , pero no a él mismo cuando eso sucedía. Movió sus labios sobre los de Zoé, siendo ella quien solo disfrutó de ese tacto único que un hombre que siendo un completo amargado con todo el mundo, en ese momento le hizo conocer la delicadeza que podía tener. En tanto este sintió que el mismo aire se volvió como una gelatina en la cual no pudo nadar. Los ojos de la chica se abrieron cuando al fin se separaron y ese destello lo sumió una vez más. ¿Como podía existir algo tan hermoso? La pregunta la quiso hacer a la cau