Grecia rió al ver regresando a Logan con su hija en brazos y un oso de peluche totalmente lleno de pintura, el cual pegado a su ropa causó un desastre en su saco.__ Era el día padre e hija del que hablaba. - exclamó riéndose aún. - Aparte de la pintura que más hicieron? __ Diversión. - elevó la voz su pequeña hija. - Mucha, mucha.__ Esta vez no fue su culpa, sino de los otros niños. - contestó Logan colocándola en el suelo. - Comenzaron a jugar con globos llenos de agua. Pero a alguien se le ocurrió llenarlos con pintura, le lanzaron el primero y ella respondió... me usó como escudo. La risa de su esposa se hizo aun mayor. No podía creer que ese era su marido. El serio y no tan sociable Logan Santini, siendo usado como muro de contención a su padre. __ Espero que cuando sea grande no lo vea como opción. - se quitó la camisa, viendo como su hija la ocupó para sentarse en el suelo. - Me ocupará de algo peor. __ Pudiste haberte quitado. - le recordó su mujer, sentándose en su regaz
Nota: Creo que este es un extra que estaban pidiendo y pues aquí lo tienen. Espero que lo disfruten ;)..Emma se vio en el espejo una vez más, admirando lo que tenía en el hombro, desde que lo vio lo amó y no comprendió como fue que antes no lo tuvo si se veía genial en su piel. Se planteó si de verdad tenía que ir al casino , porque conocía a su esposo más que nadie y por más calmado que estuviera o fuera ahora podía simplemente olvidarse de que su vestido sobreviviría. Se cubrió con el abrigo cuando escuchó los pasos pesados de Max, el cual fue interceptado por la mano de Emma al solo entrar al dormitorio. __ ¿Que haces aquí? Nos agarraron las prisas, deberías estar esperando en el auto, no en la casa. - lo empujó de regreso. __ Fue lo que estaba haciendo. Pero llevo casi media hora allá, tiempo que debería haber ocupado para follar y no estar con el cul0 plantado en la silla de un vehículo. - llegó hasta las escaleras, deteniéndose frente a ella. - ¿Cuál era la prisa para hace
Zoé, desde que comenzó a trabajar con su esposo en el casino se hizo cargo de todo el personal. Una organización mejor a la que había, pues ahora todo era revisado por ella para asegurarse que no se perdiera el funcionamiento de todos. Los empleados agradecieron rendirle cuentas a alguien tan amable como ella, que al malhumorado Rafael, a quien todos prefirieron evadir algunas veces. Pues la única que sabía como controlarlo era su mujer. Desde que salió de su oficina, Zoé se robó algunas miradas. Una mujer de una figura como la suya, mirada auténtica y sonrisa sublime siempre se llevaría la atención en ese lugar, además que la rubia ahora se veía más atractiva, sensual y con un porte sinigual. Pero esos suspiros eran detenidos en cuanto se daban cuenta de lo que ahora decoraba su hombro. Todos bajaron la mirada, apartaron los ojos o se vieron con el corazón acelerado al probar ese sabor a prohibido que ahora se había realzado. Rafael levantó la mirada desde la mesa en la que se en
__ Ya estoy harto de su incapacidad para acoplarse al ambiente de trabajo. - manifestó el hombre que reprendió a la chica por defenderse de su agresor. - Aquí no hacemos advertencias, señorita. Comete un error y se va.El jefe de Zoé no iba a dar su brazo a torcer. Para él si no generaba ganancias, no volvían a trabajar. No le importó saber que la chica necesitaba dinero, estaba despedida y ya. Dicen que todo lo cura el tiempo, pero para Zoé no fue así jamás. A ella parecía que le llovía sobre mojado, puesto que el mismo día que perdió su trabajo encontró sus cosas afuera de su apartamento. Cuando quiso entrar descubrió que la llave había sido cambiada. «¿Que mas puede pasarme?» Pensó en ese momento.«Todo», quiso responderse, pues su madre le llamó para decirle que necesitaba del dinero que le enviaba todos los meses para subsistir la medicación de su padre. Quería darse por vencida. Poder decirle que no lo tenía, que había perdido su trabajo por no dejar que le faltaran el respe
Rafael pensaba en las, una y mil maneras de sacar a esa entrometida de su casino. No quería verla más, aunque a la vez una curiosidad nació en él. No sabía porqué, pero en su mirada notó algo ya conocido, algo que veía a diario en el espejo, pero en ella, adquirió un poco más de profundidad.__ Lamento mi forma de tratarlo. - se disculpó Zoé, en verdad, lo hacía. La vergüenza por haber soltado su lengua la llenó, cubriendo las mejillas de un color rojo que quiso desaparecer. - Pero no he tenido un buen día...de seguro no puede entender si...solo ofrezco disculpas, señor...__ Solo retírese. - graznó el hombre de mirada fría, los cuales acuchillaron sus esperanzas con esa crueldad que la hizo flaquear. __ Sí...solo...Lo lamento. No había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Ella lo sabía por eso salió de ese lugar, cabizbaja y con menos voluntad de la que tenía cuando llegó. ¿Como podía ser posible que lo echara a perder así? ¿Porqué no podía quedarse en silencio una vez? Con cad
__ ¿Yo? ¿Como cree, jefe? - Zoé se hizo la desentendida. Tomo su escoba, su cubeta y retrocedió. - Dije que soltara ese animal, al hamster, que yo me haría cargo. Pero resuelto todo, me retiro.Dio su mejor sonrisa cerrando la puerta atrás de ella con gran rapidez. Soltó el aire de sus pulmones, aliviada por haberse salvado del motivo perfecto para ser despedida.No podía perder ese empleo. Se retiró esa noche antes que las puertas del casino abrieran, su horario ya había terminado. Mientras Rafael también abandonó el sitio, ya que esa noche pasaría junto a su hija. Gustándole que ella se haya acoplado a su vida y a él rápidamente. Esperó a que la pequeña Sammy, quien contaba con casi seis años se durmiera para él encargarse de sus asuntos. Necesitaba tiempo afuera. No quería más estrés. Con su abogado repitiendo el favor que uno de sus socios le había pedido. Para mantener el control de sus casinos por completo, le sugirió casarse con su hija mayor, ya que estaba con una enferme
Zoé desayunaba tranquilamente, mirando un canal de televisión en donde presentaban un nuevo parque de atracciones. Le encantaría ir, pero no contaba con la facilidad de dejar un día libre y poder salir a divertirse. Algo que no se reprochaba, se había acostumbrado a que fuera de esa forma. De todas formas, desde sus dieciséis comenzó a trabajar, estudiando hasta que sus responsabilidades la dejaron.Ahora un decepción no representaba tanto como en esos años. Al menos fue lo que siempre se repitió para no sentirse tan mal por tener una vida llena de todo menos sus sueños. Se metió una cucharada de cereal a la boca y suspiró, al tiempo la puerta de su habitación fue golpeada formándose una lluvia de voces cerca, solo que no lograba distinguir que decían.Se vio extrañada. ¿Quien podría ser? Ella no esperaba a nadie. No la conocía ninguno en realidad y el hotel donde se hospedó no era precisamente uno donde estuvieran pendientes de su comodidad. Se limpió la boca y abrió la puerta, en
¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba casada? se cuestionó Zoé, pero sobre todo ¿porqué se preguntaba cosas tan ridículas? Estaba claro que su jefe iba a resolverlo. A él tampoco le gustaba la idea de casarse con alguien que para nada era de su nivel, por lo tanto, solo era cuestión de esperar. Algo totalmente equivocado porque para Rafael las cosas iban muy distintas.__ ¿Como que no se puede anular el matrimonio? - rugió.__ No, o sea sí. Se puede, pero requiere un proceso que...__ ¿Se puede o no?__ Sí, señor. Solo tiene que firmar un...__ Entonces, hazlo. Ya de por sí esto es un problema, no lo quiero extender. - masculló viéndose enfadado por el suceso. No deseaba que por ningún motivo eso llegara a oídos de su hija o se hiciera más grande de lo que ya era. Soltó un bufido de solo pensar en quien era la chica a quien lo ligaban en esos momentos. Insoportable con su habladera a cada segundo, preguntona, una irrespetuosa y...¿Que le importaba a él como era Zoé? Ni siqui