__ ¿Yo? ¿Como cree, jefe? - Zoé se hizo la desentendida. Tomo su escoba, su cubeta y retrocedió. - Dije que soltara ese animal, al hamster, que yo me haría cargo. Pero resuelto todo, me retiro.
Dio su mejor sonrisa cerrando la puerta atrás de ella con gran rapidez. Soltó el aire de sus pulmones, aliviada por haberse salvado del motivo perfecto para ser despedida.No podía perder ese empleo.Se retiró esa noche antes que las puertas del casino abrieran, su horario ya había terminado.Mientras Rafael también abandonó el sitio, ya que esa noche pasaría junto a su hija. Gustándole que ella se haya acoplado a su vida y a él rápidamente.Esperó a que la pequeña Sammy, quien contaba con casi seis años se durmiera para él encargarse de sus asuntos.Necesitaba tiempo afuera. No quería más estrés. Con su abogado repitiendo el favor que uno de sus socios le había pedido.Para mantener el control de sus casinos por completo, le sugirió casarse con su hija mayor, ya que estaba con una enfermedad que no le daba mucho tiempo de vida. Por ello él accedió, aunque no convencido del todo por hacer tal cosa.Le prometió a su difunto amor no volver a casarse, y ahora le pedían un favor como ese.Incluso le enviaron el documento para hacer oficial el matrimonio. Pensó en los contras, solo en los contras.¿Como podría faltarle a la promesa que le hizo a Samantha? ¿Como le daría la cara a su pequeña hija? No podía, por mucho que fuera un favor para su socio, se rehusó a hacer algo como eso.Decidió que no, definitivamente no haría algo como eso. No podría convivir con alguien de nuevo, por ello se contuvo años enteros, se rehabilitó y atrás dejó años enteros donde las adicciones tenía un gran poder sobre él.Nadie merecía sus demonios, como tampoco él estaba dispuesto a compartirlos.Cerró la carpeta, la dejó a un lado y tomó la que tenía los sueldos de sus empleados.Él mismo se encargaba de esa parte, aún cuando fuera complicado, le gustaba mantener su cabeza ocupada, era una forma de no pensar en ese pasado que lo atormentaba por las noches.Revisó las faltas de cada uno, no iba a pagar algo que no merecían, el sueldo de cada uno era muy bueno para que hicieran mal trabajo, por lo cual debía ser óptimo. Les restó lo que pensó no se habían ganado, total si era conocido como alguien cruel, era porque tenían sustento.Se sorprendió mucho al ver que la única que no tuvo un solo error fue su reciente empleada. La única que no soportaba en realidad, era, irónicamente quien no le había fallado.Pero se fijó en que no tenía sus documentos en regla. No tenía un contrato de silencio firmado, ni ninguno de los acuerdos que les hacía firmar a sus empleados.Solo negó y los colocó sobre el fólder amarillo.Firmó todos los demás y el lunes a primera hora salió de su oficina en búsqueda de Zoé. Recorrió los pasillos y no la encontró por lo que también se aseguró de llamar a su abogado para que fuera a llevarse esos documentos que ya no quería cerca. Pero no contestó, por lo que sabía que solo era cuestión de esperar para que este devolviera la llamada.__ Al fin. - dijo al ver a Zoé limpiando una de las ventanas.__ Dígame, señor. - exclamó esta bajando el trapo con el cual quitó toda mancha que encontró.__ Necesito que me firme unos documentos para realizarle su pago. - el corazón de Zoé saltó de emoción, ¡Por fin! Podría enviar el dinero para sus padres y cumpliría con su promesa. Rafael tuvo que atender el llamado de su abogado interrumpiendo su mandato. - Firmelos, están en la carpeta amarilla que está en mi escritorio.Zoé no perdió el tiempo y prácticamente corrió a la oficina de su jefe, entre más rápido lo firmara, obtendría el dinero.Llegó al escritorio, vio tres carpetas amarillas, por lo que no sabía si debía hurgar entre estos. Quiso preguntarle a su jefe, pero Rafael se veía ocupado en su llamada que no quiso enojarlo, seguramente le quitaría su sueldo o algo, todo podía esperarse de ese tipo, se dijo o más bien no sabía a ciencia cierta que le vendría encima.Así que hurgó en una y vió varias facturas a nombre de su jefe, todos con servicios pagados, eso no era. La puso a un lado, pero al tomar la siguiente con gran descuido los dejo caer, revolviéndolos todos.Vio a su jefe distraído y se apresuró a juntarlos. Arrugados en su mano se regañó a sí misma por ser tan torpe, los puso uno sobre otros.Los puso sobre la mesa y leyó el que le había quedado fuera, ¡ese era! Tenía su nombre.Así que solo se agachó para recoger los restantes tirándolos sobre el escritorio revolviéndolos nuevamente, cayendo fuera uno que no tenía nada que ver con lo suyo.Juntó el desorden, los acomodó y volvió a guardar.Vio a su jefe dirigirse a ella y con esa cara de que no estaba contento por tardarse tanto, supo que debía ser rápida.Ubicó los documentos que estaban engrapados, tomando otro sin querer. Estampó su firma y la información que se pedía en el primero y segundo, el tercero y el cuarto solo pedían su firma y el último apenas tenía una ralla que medio leyó pero también firmó.Se alejó y sonrió.__ Listo, señor.- antes que preguntara respondió. - Con permiso, necesito seguir con mi trabajo.Rafael la dejó ir porque tampoco le interesaba tenerla ahí. Algo en ella era tan llamativo que lo odiaba, no tenía ninguna razón de porqué querer indagar más.Era simple, como cualquier mujer. No tenía que ocupar ni una mínima parte de sus pensamientos, así que se dispuso a trabajar antes de abrir de nuevo el casino. Estampando su firma en los documentos que su empleada había dejado minutos antes, fijándose en casi todos.Su abogado no tardó en llegar, queriendo llevar una respuesta a los Dupont cuanto antes.__ Llévalos a donde tengas que llevarlos. Ahí tienes mi respuesta. - esclareció leyendo las facturas que recibió.__ Claro, señor.Rebuscó entre la pila de documentos que encontró, pues no quiso preguntar al verlo así de malhumorado.Lo encontró entre tantos y lo leyó.__ ¿Está seguro de esto? - le preguntó al ver el documento.__ Más que seguro. - declaró.__ Lo pregunto porque si no me equivoco es una de sus...__ No me importa quién sea, mi decisión es esa y listo. No hay vuelta atrás. - tomó las facturas que tenía en la mano y las dejó a un lado. - Y sí eso te queda grande cumplirlo, dime para conseguir un abogado que sí sirva.— Claro que puedo hacerlo, señor. - exclamó el abogad. - ¿Quiere que le avise a...__ Debes hacerlo. Di que mi decisión es inalterable.El abogado quiso preguntar más, pero sabía del carácter que tenía su jefe, no podía llevarle la contraria, sus órdenes fueron claras y con eso salió de ese sitio. Dispuesto a cumplir con su trabajo, aunque estuviera captando la idea equivocada de lo que en realidad se quería.Zoé terminó su día laboral y se volvió a sentar, esperando que las malas miradas de todos no existieran en su hora de la comida, pero sí fue asi, era la chica de la limpieza, no le tomaban importancia, como tampoco valía la pena tratarla bien, después de todo estaban en un rango mayor al suyo.Pero a la chica no le importó, solo continuó su trabajo, entrando a la oficina de su jefe para limpiar al último antes de marcharse. Estaba vacía, así no tendría esos roces con él que para nada le agradaba.__ Que ordenado. - aduló al ver que no había nada como siempre, pero aún así pasó el trapo para limpiar la superficie del escritorio. - Es un buen material, es resistente.Se apoyó con las manos y le gustó sentir esa calidad, después de todo su padre se dedicaba a trabajar con muebles de ese tipo en sus ratos libres y ella aprendió un poco de él.__ La mejor forma de ponerlo a prueba es subiéndose a él. - replicó las palabras de su padre. - Pero si me subo y no resiste, me lo cobrarán de mi sueldo. - se rió sola.- Zoé deja esos pensamientos, te servirán solo para meterte en problemas.__ Aparte de entrometida, loca. - murmuró su jefe saliendo de la nada. Rafael tenía varios segundos escuchandola. - Y para que lo sepa, su sueldo le alcanzaría para pagarlo en seis meses mínimo. Así que piense muy bien antes de tocarlo.__ Si piensa en cobrarlo es porque sabe que no sirve. - susurró ella girando los ojos.__ Repítalo, esta vez en un tono más claro. - la desafió Rafael.Ella se reprochó el no quedarse callada jamás.__ No es una ofensa, quizá solo necesite de algunos detalles para ser más resistente.__ ¿Quiere probar la resistencia? - Rafael dejó el libro de contabilidad que cargaba y la tomó de la cintura, con la forma abrupta Zoé gritó al ser elevada desde su trasero para obligarla a sentarse en el escritorio. - No se rompe y con movimientos bruscos tampoco.__ ¿Quien le dió permiso de tocarme, aprovechado? - se exaltó ella. - Degenerado. Bruto. Apro...__ Lo hice para que viera lo que tanto quería. - le dijo Rafael. - Ni atractiva la veo para pensar en tocarla de esa forma.__ Entonces aléjese para que pueda bajarme. - lo empujó.__ Por supuesto que sí. Ni que quisiera estar cerca de una mal pensada que cree que yo me fijaría en ella. - la mano de Zoé quedó en el aire, estando a punto de golpear a su jefe, el cual alzó la ceja para verla.__ ¡Caramba! ¡Usted es exasperante! - tomó su trapo. - Agradezca que necesito este trabajo, de no ser así...__ Me golpearía por decirle la verdad. - le dijo Rafael sin nada de paciencia. - Salga de mi oficina, porque si pasa un segundo más aquí, en lugar de su pago recibirá su liquidación.__ No sé preocupe, tampoco querría estar cerca suyo. - se encaminó a la salida.Era mejor calmarse. Estando alterada jamás podría hacer algo beneficioso para ella,Lo único que pasó por la mente de ambos era que lo mejor era evitarse y jamás volver a tratarse más que para algo estrictamente necesario, cosa que no pasaría. Incluso el pago, Zoé lo recibió por un tercero, dando saltitos de alegría por ver esa cantidad entre sus manos. ¡Lo había logrado!Festejó sola, con una soda y un trozo de pizza que en su cama disfrutó hasta dormirse y pensar que había sido un buen día, salvo por algunos incidentes.Pero a la mañana siguiente no fue como lo esperaron, nadie supondría que por los periódicos rondara la novedad del momento.Más para Rafael, quien tomó su diario junto a la taza con café, mirando en primera plana su rostro con un encabezado que lo hizo escupir su preciado café.Incrédulo lo extendió por completo, leyendo cada palabra de lo que ahí decía.Él estaba casado. ¡Que tontería! Él jamás se casaría con...__ ¿Zoé Johnson? Ella es...¡Era su empleada! Pero que cosa más ridícula, pensó.Solo que cuando vio un acta de matrimonio en donde figuraba su firma y la de Zoé notó que era real. Pero ¿Como había sucedido eso?Zoé desayunaba tranquilamente, mirando un canal de televisión en donde presentaban un nuevo parque de atracciones. Le encantaría ir, pero no contaba con la facilidad de dejar un día libre y poder salir a divertirse. Algo que no se reprochaba, se había acostumbrado a que fuera de esa forma. De todas formas, desde sus dieciséis comenzó a trabajar, estudiando hasta que sus responsabilidades la dejaron.Ahora un decepción no representaba tanto como en esos años. Al menos fue lo que siempre se repitió para no sentirse tan mal por tener una vida llena de todo menos sus sueños. Se metió una cucharada de cereal a la boca y suspiró, al tiempo la puerta de su habitación fue golpeada formándose una lluvia de voces cerca, solo que no lograba distinguir que decían.Se vio extrañada. ¿Quien podría ser? Ella no esperaba a nadie. No la conocía ninguno en realidad y el hotel donde se hospedó no era precisamente uno donde estuvieran pendientes de su comodidad. Se limpió la boca y abrió la puerta, en
¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba casada? se cuestionó Zoé, pero sobre todo ¿porqué se preguntaba cosas tan ridículas? Estaba claro que su jefe iba a resolverlo. A él tampoco le gustaba la idea de casarse con alguien que para nada era de su nivel, por lo tanto, solo era cuestión de esperar. Algo totalmente equivocado porque para Rafael las cosas iban muy distintas.__ ¿Como que no se puede anular el matrimonio? - rugió.__ No, o sea sí. Se puede, pero requiere un proceso que...__ ¿Se puede o no?__ Sí, señor. Solo tiene que firmar un...__ Entonces, hazlo. Ya de por sí esto es un problema, no lo quiero extender. - masculló viéndose enfadado por el suceso. No deseaba que por ningún motivo eso llegara a oídos de su hija o se hiciera más grande de lo que ya era. Soltó un bufido de solo pensar en quien era la chica a quien lo ligaban en esos momentos. Insoportable con su habladera a cada segundo, preguntona, una irrespetuosa y...¿Que le importaba a él como era Zoé? Ni siqui
¿Como se pudo haber equivocado? No contenta con las decisiones poco coherentes que había tomado esos días ¡le había dañado el auto a su jefe! ¿Que más podía pasarle? se hizo la pregunta una y otra vez, pero le tuvo miedo a la respuesta porque lo hizo una vez y terminó con la cerradura de la puerta de su apartamento cambiada. __ ¿Y bien? __ Verá, es algo realmente...__ No me diga. Se equivocó de nuevo. Creyó que era alguien más y...__ Sí sucedió así. - se excusó. - Aunque no me lo crea.__ Claro que no le creo. Usted hace cada cosa que no me sorprende nada, pero...va a pagar por esto. __ Tómelo de mi indemnización por casarme con usted. - declaró por nervios. No dijo eso, trató de convencerse que no lo había dicho, pero la O formada en los labios de la niña reflejó que en efecto, su lengua la metió en problemas de nuevo..__ ¿Que dij...__ ¡Es ella! ¡Papá, ella es mi...__ No, cariño. Esta lo...ella no es nada más que mi empleada. - le explicó Rafael. - ¿Cierto, señorita?Zoé mo
__ Ya está. - dijo Rafael con la boca seca, su garganta le pidió beber algo, pero no un líquido para refrescarlo, sino de los labios humedecidos y...Se alejó de ella de inmediato. ¿Que le pasaba? Esa mujer era insoportable ¿como podía querer...__ El cierre no sirve ya, y no creo que hayan más chalecos que le queden más o menos a su talla. - aclaró su voz. - Enviaré a confeccionar unos cuantos junto a otras cosas que necesito, pero puede tardar al menos una semana en que mi pedido este listo. __ Está bien, señor. Esperaré los chalecos. - afirmó ella sin más alternativa.__ Pero no la traje aquí para eso, sino para que firme esto. - recobró el sentido, tomando el documento que tenía sobre el escritorio. - Es un acuerdo donde usted acepta que no pedirá ninguna indemnización por habernos casado accidentalmente.__ Nunca se me pasó siquiera por la mente. - alegó Zoé sintiéndose ofendida por insultarla de esa forma. - Deme un bolígrafo.__ ¿No va a leer las condiciones? - la cuestionó a
Rafael estaba absorto en los papeles que revisaba, debía tener las cuentas al día. Algo que últimamente se le estaba dificultando y no sabía por qué, no había un motivo en específico simplemente perdía la cabeza de un momento a otro, yéndose en dirección de un tema que quería olvidar.Porque el abogado prometió sacarlo de ese embrollo y hasta el momento no le había dado resultados buenos. Se frotó la cara con las manos y soltó los documentos, en verdad necesitaba relajarse. Se puso de pie asomándose a la ventana y ahí pudo vislumbrar el causante de todos sus males, en este caso, la causante de sus males.Pellizcó el puente de su nariz ¿Como podía recordar a que olía? ¿Que lo llevaba a sentir su toque de nuevo? ¿Como carajos estaba recordando lo que había sentido en el momento en que la tocó? Porque esa sensación regresaba cada vez que la veía. Definitivamente tenía que alejarse de ella lo más que pudiera. Enviarla a la conchinchina si era necesario, pero había un problema. Algo lo
__ ¿Lo hiciste? - preguntó Gerard cuando Zoé se dió la vuelta para salir rumbo a su trabajo. - ¿Lo convenciste? __ Otra vez tú. - blanqueó los ojos. - Lo intenté, no se dió y no pienso insistir en eso. Continuó su camino, pero su hermano la siguió __ Te doy mil dólares más. - ofreció y Zoé frenó sus pasos. - Once mil dólares si llevas a tu jefe a la cena de hoy en mi casa. __ Ni siquiera conozco tu casa, no seas idiota. - reprochó. - Además vengo muy cansada del trabajo, tengo que enviarle el dinero a mamá de las medicinas de papá, no tengo tiempo.__ ¡Zoé, por Dios! ¿cuánto le enviarás? ¿quinientos? hagamos algo. - sacó la billetera de su bolsillo. - Te doy mil ahorita, lo envías a mamá. - tomó su mano para poner los billetes en la palma de la chica. - ¿Como crees que se sentirá? Va a estar feliz, no le hagas esto. Zoé no era tonta, notó la manipulación en su hermano. Como sabía que al plasmar una imagen así sería un buen punto para presionarla. __ Está bien. - dijo, dandose la
Zoé no tenía explicación que dar, más bien también pedía una, porque ella no tenía la intención de golpear a nadie cuando se despertó esa mañana, pero tampoco era de las que aplicaban lo de poner la otra mejilla. Fue la desconocida quien dio el primer golpe, sin razón alguna, así que ella le hizo probar el dolor triplicado. __ ¿Alguna va a hablar? - volvió a preguntar Rafael al ver que ninguna se dignó a responder su pregunta.__ Yo necesito una explicación aquí. - se alteró Greta. - Esperé por días el compromiso que ya habías aceptado, planeé la boda como una estúpida presumiendo que eras mi...__ Envié un correo a tu padre, no lo acepté, dije que lo pensaría. - esclareció Rafael mirando a Zoé, la cual aún tenía la mano en la mejilla. - Además eso no te da derecho para venir a golpear a mis...__ ¿La estás defendiendo? - cuestionó más enojada que cuando llegó. - Ella es tu empleada ¡Y la hiciste tú esposa! __ ¡Un momento! - exclamó Zoé.__ Esto no es contigo. __ Pues parece que s
Rafael saludó a los clientes más habituales con un movimiento de cabeza, y a los nuevos con un apretón de manos. Aquellos que conocía sabían que era su manera de ser. Muy expresivo no era, por lo que en cuanto se aburrió de otra noche igual subió al segundo nivel donde vio que en unos minutos darían las nueve. La tormenta no se veía con intención de detenerse. Hacia algo de frío, hasta para él que le gustaba el clima así, prefirió ponerse un gabán que lo mantuviera abrigado. Vio a las chicas moverse por el lugar, a los meseros atender a sus clientes y cada uno saber sus tareas a las que no faltar. Evitaba a toda costa el licor, aún cuando se lo invitaban los clientes nuevos para quedar bien con él. Lo rechazaba porque una vez dependió de él y por más que pasaron los años, creyó que si lo probaba una vez caería de nuevo de esos momentos que tanto se esforzó en salir. __ No soy de apostar, pierde o gane, se me fue el interés. - dijo Theo O'kelly llegando a su sitio con unas fichas