Zoé, desde que comenzó a trabajar con su esposo en el casino se hizo cargo de todo el personal. Una organización mejor a la que había, pues ahora todo era revisado por ella para asegurarse que no se perdiera el funcionamiento de todos. Los empleados agradecieron rendirle cuentas a alguien tan amable como ella, que al malhumorado Rafael, a quien todos prefirieron evadir algunas veces. Pues la única que sabía como controlarlo era su mujer. Desde que salió de su oficina, Zoé se robó algunas miradas. Una mujer de una figura como la suya, mirada auténtica y sonrisa sublime siempre se llevaría la atención en ese lugar, además que la rubia ahora se veía más atractiva, sensual y con un porte sinigual. Pero esos suspiros eran detenidos en cuanto se daban cuenta de lo que ahora decoraba su hombro. Todos bajaron la mirada, apartaron los ojos o se vieron con el corazón acelerado al probar ese sabor a prohibido que ahora se había realzado. Rafael levantó la mirada desde la mesa en la que se en
__ Ya estoy harto de su incapacidad para acoplarse al ambiente de trabajo. - manifestó el hombre que reprendió a la chica por defenderse de su agresor. - Aquí no hacemos advertencias, señorita. Comete un error y se va.El jefe de Zoé no iba a dar su brazo a torcer. Para él si no generaba ganancias, no volvían a trabajar. No le importó saber que la chica necesitaba dinero, estaba despedida y ya. Dicen que todo lo cura el tiempo, pero para Zoé no fue así jamás. A ella parecía que le llovía sobre mojado, puesto que el mismo día que perdió su trabajo encontró sus cosas afuera de su apartamento. Cuando quiso entrar descubrió que la llave había sido cambiada. «¿Que mas puede pasarme?» Pensó en ese momento.«Todo», quiso responderse, pues su madre le llamó para decirle que necesitaba del dinero que le enviaba todos los meses para subsistir la medicación de su padre. Quería darse por vencida. Poder decirle que no lo tenía, que había perdido su trabajo por no dejar que le faltaran el respe
Rafael pensaba en las, una y mil maneras de sacar a esa entrometida de su casino. No quería verla más, aunque a la vez una curiosidad nació en él. No sabía porqué, pero en su mirada notó algo ya conocido, algo que veía a diario en el espejo, pero en ella, adquirió un poco más de profundidad.__ Lamento mi forma de tratarlo. - se disculpó Zoé, en verdad, lo hacía. La vergüenza por haber soltado su lengua la llenó, cubriendo las mejillas de un color rojo que quiso desaparecer. - Pero no he tenido un buen día...de seguro no puede entender si...solo ofrezco disculpas, señor...__ Solo retírese. - graznó el hombre de mirada fría, los cuales acuchillaron sus esperanzas con esa crueldad que la hizo flaquear. __ Sí...solo...Lo lamento. No había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Ella lo sabía por eso salió de ese lugar, cabizbaja y con menos voluntad de la que tenía cuando llegó. ¿Como podía ser posible que lo echara a perder así? ¿Porqué no podía quedarse en silencio una vez? Con cad
__ ¿Yo? ¿Como cree, jefe? - Zoé se hizo la desentendida. Tomo su escoba, su cubeta y retrocedió. - Dije que soltara ese animal, al hamster, que yo me haría cargo. Pero resuelto todo, me retiro.Dio su mejor sonrisa cerrando la puerta atrás de ella con gran rapidez. Soltó el aire de sus pulmones, aliviada por haberse salvado del motivo perfecto para ser despedida.No podía perder ese empleo. Se retiró esa noche antes que las puertas del casino abrieran, su horario ya había terminado. Mientras Rafael también abandonó el sitio, ya que esa noche pasaría junto a su hija. Gustándole que ella se haya acoplado a su vida y a él rápidamente. Esperó a que la pequeña Sammy, quien contaba con casi seis años se durmiera para él encargarse de sus asuntos. Necesitaba tiempo afuera. No quería más estrés. Con su abogado repitiendo el favor que uno de sus socios le había pedido. Para mantener el control de sus casinos por completo, le sugirió casarse con su hija mayor, ya que estaba con una enferme
Zoé desayunaba tranquilamente, mirando un canal de televisión en donde presentaban un nuevo parque de atracciones. Le encantaría ir, pero no contaba con la facilidad de dejar un día libre y poder salir a divertirse. Algo que no se reprochaba, se había acostumbrado a que fuera de esa forma. De todas formas, desde sus dieciséis comenzó a trabajar, estudiando hasta que sus responsabilidades la dejaron.Ahora un decepción no representaba tanto como en esos años. Al menos fue lo que siempre se repitió para no sentirse tan mal por tener una vida llena de todo menos sus sueños. Se metió una cucharada de cereal a la boca y suspiró, al tiempo la puerta de su habitación fue golpeada formándose una lluvia de voces cerca, solo que no lograba distinguir que decían.Se vio extrañada. ¿Quien podría ser? Ella no esperaba a nadie. No la conocía ninguno en realidad y el hotel donde se hospedó no era precisamente uno donde estuvieran pendientes de su comodidad. Se limpió la boca y abrió la puerta, en
¿Cómo iba a decirle a su padre que estaba casada? se cuestionó Zoé, pero sobre todo ¿porqué se preguntaba cosas tan ridículas? Estaba claro que su jefe iba a resolverlo. A él tampoco le gustaba la idea de casarse con alguien que para nada era de su nivel, por lo tanto, solo era cuestión de esperar. Algo totalmente equivocado porque para Rafael las cosas iban muy distintas.__ ¿Como que no se puede anular el matrimonio? - rugió.__ No, o sea sí. Se puede, pero requiere un proceso que...__ ¿Se puede o no?__ Sí, señor. Solo tiene que firmar un...__ Entonces, hazlo. Ya de por sí esto es un problema, no lo quiero extender. - masculló viéndose enfadado por el suceso. No deseaba que por ningún motivo eso llegara a oídos de su hija o se hiciera más grande de lo que ya era. Soltó un bufido de solo pensar en quien era la chica a quien lo ligaban en esos momentos. Insoportable con su habladera a cada segundo, preguntona, una irrespetuosa y...¿Que le importaba a él como era Zoé? Ni siqui
¿Como se pudo haber equivocado? No contenta con las decisiones poco coherentes que había tomado esos días ¡le había dañado el auto a su jefe! ¿Que más podía pasarle? se hizo la pregunta una y otra vez, pero le tuvo miedo a la respuesta porque lo hizo una vez y terminó con la cerradura de la puerta de su apartamento cambiada. __ ¿Y bien? __ Verá, es algo realmente...__ No me diga. Se equivocó de nuevo. Creyó que era alguien más y...__ Sí sucedió así. - se excusó. - Aunque no me lo crea.__ Claro que no le creo. Usted hace cada cosa que no me sorprende nada, pero...va a pagar por esto. __ Tómelo de mi indemnización por casarme con usted. - declaró por nervios. No dijo eso, trató de convencerse que no lo había dicho, pero la O formada en los labios de la niña reflejó que en efecto, su lengua la metió en problemas de nuevo..__ ¿Que dij...__ ¡Es ella! ¡Papá, ella es mi...__ No, cariño. Esta lo...ella no es nada más que mi empleada. - le explicó Rafael. - ¿Cierto, señorita?Zoé mo
__ Ya está. - dijo Rafael con la boca seca, su garganta le pidió beber algo, pero no un líquido para refrescarlo, sino de los labios humedecidos y...Se alejó de ella de inmediato. ¿Que le pasaba? Esa mujer era insoportable ¿como podía querer...__ El cierre no sirve ya, y no creo que hayan más chalecos que le queden más o menos a su talla. - aclaró su voz. - Enviaré a confeccionar unos cuantos junto a otras cosas que necesito, pero puede tardar al menos una semana en que mi pedido este listo. __ Está bien, señor. Esperaré los chalecos. - afirmó ella sin más alternativa.__ Pero no la traje aquí para eso, sino para que firme esto. - recobró el sentido, tomando el documento que tenía sobre el escritorio. - Es un acuerdo donde usted acepta que no pedirá ninguna indemnización por habernos casado accidentalmente.__ Nunca se me pasó siquiera por la mente. - alegó Zoé sintiéndose ofendida por insultarla de esa forma. - Deme un bolígrafo.__ ¿No va a leer las condiciones? - la cuestionó a