POV: Cole Harrington Doy por terminada la junta directiva y regreso a mi oficina, agotado y más exhausto de lo normal. Mi mente no deja de divagar. Felicity sigue enojada conmigo, y su cumpleaños se acerca. Dudo que cualquier regalo sirva para contentarla. En realidad, ni siquiera espero su perdón. Algo así no se olvida fácilmente. Será difícil que vuelva a confiar en mí.Voy hasta mi licorera privada y me sirvo un trago, esperando que el alcohol alivie un poco la jaqueca que se instala en mi cabeza. Me dejo caer en la silla detrás de mi escritorio, mirando al vacío.Mis labios hormiguean. Otra vez. Todo este maldito día ha sido igual cada vez que pienso en ese beso. Todavía siento la presión de su boca, la textura de sus labios, el roce de su lengua. El fuerte aroma a coco que la envuelve. Cierro los ojos, tratando de recordar algo más de esa noche, alguna imagen de ella y yo en la cama, pero no encuentro nada más que un abismo de oscuridad.Miro hacia abajo y maldigo entre dientes.
POV: Zara Caldwell —Iris… —gimoteo al teléfono—. Me torcí el tobillo. Creo que…—¿¡Qué!? —exclama al otro lado—. ¿De qué hablas, Zara? ¿Cómo que…? Oh, Dios, no. Dime qué pasó.—Ven a verme.—¿Estás llorando?—Solo ven —insisto y cuelgo, dejando caer el teléfono sobre la cama.Intento apoyar el pie en el suelo, pero apenas lo rozo, un dolor punzante me arranca un gemido y las lágrimas vuelven a brotar. Está hinchado, enrojecido por el maltrato que recibió. Solo ruego que no sea un esguince.Cuando Cole me empujó con tanta brusquedad, caí y el tacón hizo que mi tobillo se doblara de forma antinatural. Ni siquiera se dignó a mirar atrás, mucho menos a preocuparse o disculparse. ¿Cómo puede alguien ser tan cruel y despiadado? Solo tiene ojos para esa mujer. Y lo que más me desconcierta es cómo Zara pudo enamorarse de alguien tan ruin.No solo Felicity me atacó con esa mordida hasta lastimarme, también mi suegro me golpeó y, para colmo, Cole me empujó hasta dejarme en este estado. Pero lo
°°°—Por suerte, no es un esguince ni una fractura, solo una distensión en los ligamentos. Hay algo de inflamación, así que necesitarás reposo durante unos días. Evita apoyar demasiado el pie y usa calzado cómodo —explica el doctor antes de abandonar la sala, dejándonos a solas.A mi lado, Iris deja escapar una gran exhalación de alivio, desplomándose en la silla. Cierra los ojos un instante y luego los abre con pesadez.—Al menos algo salió bien —murmura, agotada—. Solo es cuestión de días. Evander lo entenderá.—Estoy segura —respondo, observando mi pie envuelto en una venda elástica para estabilizar el tobillo y reducir la hinchazón. Debo aplicar hielo varias veces al día y mantenerlo elevado mientras descanso.—Voy por unos...—Iris se interrumpe cuando la puerta se abre bruscamente y Renzo entra, agitado y con el ceño fruncido—. Oh, señor...—¡Princesa! —exclama al verme. Se acerca de inmediato y me sujeta por los hombros, examinando con ojos alarmados los parches en mi mejilla y
°°°Una tobillera cómoda, lentes de sol, una gorra negra, jeans ajustados, camiseta y una chaqueta de cuero negro. Lista. Me miro en el espejo, satisfecha con el trabajo de Iris, que sigue absorta en su teléfono con el ceño fruncido.—Estos bastardos no pierden el tiempo. Ya subieron una foto nuestra entrando al hospital... y del abuelo Renzo también —gruñe, fastidiada—. Las redes están llenas de preguntas y especulaciones. ¿Es que no tienen vida?—Sabía que pasaría —agarro mi bolso y me vuelvo hacia ella—. Deja eso y vámonos. Evander debe estar esperándote.—Sí, a mí, no a ti, tonta. Como me regañe más fuerte por haberte dejado salir así, ya verás —me señala con el dedo antes de salir juntas de la habitación.Al bajar las escaleras, decido pasar de largo. Ignorar a todos en esta casa ya es costumbre. Como siempre, están reunidos en el comedor, desayunando con Felicity, como si fuera la única señora aquí. Me da igual.—Tú, detente ahí —la voz de mi suegra me retiene. Freno y Iris hace
°°°Evander me sigue observando con impasibilidad, pero por un instante detecto un destello de incredulidad en su mirada, aunque se esfuerza en reprimirlo.—¿De qué hablas? —se aleja un paso, frunciendo el ceño—. ¿Ahora te has vuelto loca?—Te estoy diciendo la verdad —insisto con seriedad—. La razón detrás de todos estos cambios es solo esa. El día de mi boda me desmayé, me golpeé la cabeza y, cuando desperté, no sabía quién era, dónde estaba ni por qué me estaba casando. No recuerdo nada hasta ahora. Todo lo que sé, me lo ha contado Iris.Su ceño se frunce aún más. Abre la boca para responder, pero la cierra de inmediato, atrapado entre la confusión y el desconcierto. Me observa de pies a cabeza como si fuera una extraña. ¿Cómo reaccionaría si le dijera la verdad… que no soy Zara?—¿No recuerdas nada? —pregunta, incrédulo—. ¿Estás segura? ¿Cómo sé que no me estás tomando el pelo?—No lo hago. Te lo juro. ¿Por qué crees que he practicado en lugar de modelar como antes? Porque no teng
°°°Durante todo el camino, ignoro las preguntas de Iris. Mi mente sigue perdida en el recuerdo de ese beso: la textura de sus labios, la firmeza de sus brazos, su aroma... Dios, todo en él me tiene atrapada. Mi cabeza solo gira en torno a Evander.Pero regreso a la realidad cuando recuerdo sus palabras entre ese hechizo en el que me sumió. ¿Lo de ir a su residencia… no era una broma?Me enderezo en el asiento, alejándome de la ensoñación. No solo fue el beso, sino también todo lo que hablamos antes. Evander me creyó. Y más allá de la sorpresa o la confusión, lo sentí... ¿satisfecho? ¿Aliviado?Además, no solo aceptó mi historia, sino que también se ofreció a ayudarme personalmente con el modelaje. En su casa. Nosotros dos. Solos.¡Virgen santísima! ¿Y yo acepté? ¿Cómo es que apenas ahora lo asimilo?Siento culpa por lo que pasó, pero al mismo tiempo mi corazón se acelera el triple de lo normal con solo recordarlo. Él está comprometido. Por todos los santos, ¿cómo puedo siquiera consi
(Nuestro Secreto)*"¡Susi! Esto fue una locura.Las manos me tiemblan mientras escribo. Todo pasó demasiado rápido. ¡Apenas somos universitarios!Siempre imaginé este día de otra manera… Frente a una playa, en mi luna de miel, después de haberme casado con el hombre indicado. Pero no fue así. Y ahora es un secreto entre nosotras, Susi.Me acosté con Cole en su cumpleaños. Solo pasó.Esa noche fue increíble. Nos divertimos como nunca. Cole estaba más cariñoso de lo normal, me hacía reír y no dejaba de presumirme ante sus amigos como si de verdad fuera su novia. Me encantaba que lo hiciera. Nos escapábamos en medio de la multitud para estar solos, escondiéndonos de las miradas curiosas, disfrutando de nuestro pequeño mundo. ¿No es mágico? Un amor secreto, solo nuestro… aunque después dejaría de serlo.La fiesta se celebró en su casa. Todo era perfecto. Entre música, risas y copas brindando, sentía que Cole y yo flotábamos en nuestra propia burbuja. Y en algún momento, sin planearlo, ter
°°°Termino de leer el diario y me quedo mirando a la nada, dudando hasta de mi propia existencia, con un nudo pesadísimo oprimiéndome el pecho.Me pongo de pie y voy al tocador, revolviendo entre los cajones hasta encontrar un bolígrafo. Me siento frente al diario, dispuesta a armar todas las piezas, porque mi mente no deja de girar en círculos.Primero: Cole y Zara se conocían desde la universidad. Pero el detalle importante aquí es que no fue Zara quien estuvo detrás de él —como todos creen—, sino que fue el mismo Cole quien la conquistó, comportándose como todo un Romeo con ella. Hasta ahí, todo de maravilla.Segundo: la chica nueva. La mustia de Felicity. Desde el principio esa rubia simplona actuaba raro. En el diario, Zara cuenta que Felicity la miraba de una forma extraña todo el tiempo, con esos ojitos de mosquita muerta que le daban escalofríos. Hasta Iris desconfiaba de ella. ¿Y quién se les acercó primero con la excusa de ser amigas? La mustia, por supuesto. Esa misma que