24)

—¿Qué haces con eso? —espeto, acercándome aún más a la mustia—. ¿De dónde lo sacaste?

—Es mío —responde, llevándose la mano al dije y ocultándolo como si fuera su posesión más preciada—. ¿También quieres quitármelo, Zara?

—Eso no te pertenece —frunzo el ceño, sintiendo rabia. Algo dentro de mí grita que ese objeto es mío—. Dame eso, Felicity.

Ella sonríe de una manera tan perturbadora que me revuelve el estómago. Sus ojos han perdido cualquier rastro de inocencia, su expresión... da miedo.

Sin sostener esa panza que tanto protege, da un paso hacia mí, es escalofriante.

—Deberías estar muerta —sus palabras me sacuden hasta los huesos—. ¿Por qué sigues viva, Zara? En este preciso momento, deberías estar ardiendo en el infierno.

—¿Qué...? —me quedo congelada, el aire se atora en mi garganta.

Sus pupilas se dilatan de manera antinatural, su piel está cubierta de un sudor frío y una vena late con furia en su cuello y sien. Sonríe de manera espeluznante, con los dientes tan apretados que el
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP