28)

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Una tobillera cómoda, lentes de sol, una gorra negra, jeans ajustados, camiseta y una chaqueta de cuero negro. Lista. Me miro en el espejo, satisfecha con el trabajo de Iris, que sigue absorta en su teléfono con el ceño fruncido.

—Estos bastardos no pierden el tiempo. Ya subieron una foto nuestra entrando al hospital... y del abuelo Renzo también —gruñe, fastidiada—. Las redes están llenas de preguntas y especulaciones. ¿Es que no tienen vida?

—Sabía que pasaría —agarro mi bolso y me vuelvo hacia ella—. Deja eso y vámonos. Evander debe estar esperándote.

—Sí, a mí, no a ti, tonta. Como me regañe más fuerte por haberte dejado salir así, ya verás —me señala con el dedo antes de salir juntas de la habitación.

Al bajar las escaleras, decido pasar de largo. Ignorar a todos en esta casa ya es costumbre. Como siempre, están reunidos en el comedor, desayunando con Felicity, como si fuera la única señora aquí. Me da igual.

—Tú, detente ahí —la voz de mi suegra me retiene. Freno y Iris hace
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