Una gran idea.

Luego de varios tragos, mi estado de ánimo ha cambiado bastante, ahora me siento menos molesto, aunque sí más triste. No pensé nunca que mi Gogo fuera capaz de hacerme algo así. Es como si me estuviera coaccionando a casarme sin querer, bueno, técnicamente es lo que está haciendo y me ha tomado con la guardia baja. Nunca antes habíamos hablado al respecto, y que ahora, en el ocaso de su vida me salga con semejante condición, me ha decepcionado demasiado.

Le hago una seña al chico que está sirviendo bebidas detrás de la barra y se me acerca con la botella. No me dice nada más, porque luego de ladrarle que se metiera en sus asuntos tras querer recomendarme que dejara de beber, no se ha atrevido a hablarme. Pena debería de darme, se ve que el joven no es más que un chico de algunos veintipico, que seguro le pagan una miseria y su ingreso mayor es de las propinas. Sin embargo aquí estoy yo, desquitándome quizás con él, la frustración que siento.  

Soy un desgraciado. Lo sé. Soy un donjuán que se acuesta con las mujeres una noche y no las vuelve a mirar, porque tengo miedo. Miedo al compromiso, miedo a enamorarme y ser herido. Un pobre diablo atrapado en una realidad que no quiero asumir. No quiero casarme, no quiero estar atado a la misma mujer por el resto de mi vida, sin embargo, por más que me empeñe en querer hacerme el duro, tampoco quiero dejar en manos de unos idiotas, lo que tanto esfuerzo le costó a mi abuelo. Si solo hace falta verlo hablar acerca de su negocio, para saber que eso es lo más importante que tiene en la vida. Tremenda encrucijada en la que estoy metido, entre ceder a sus deseos, o rechazar a todo lo que he conocido y aprendido.

—¿A caso piensas beberte todo el vodka del bar? — una voz familiar me saca de mis pensamientos.

—Es whisky, de hecho — replico en tono agrio a Andy, quien se sienta a mi lado en la barra.

—Te he llamado un montón de veces y no has contestado. Estuve en tu casa y no había nadie. Casi me atreví a llamar a tu abuelo, pero no quise preocuparle, así que imaginé que estarías aquí — me explica.

 Pide un trago con un gesto.

—Por lo visto no has venido solo por mí — digo señalando su atuendo de conquistador que lleva puesto.

—¿Me vas a decir qué es lo que te ha pasado o tengo que adivinarlo? — finalmente va al grano, tan directo como siempre.

—¿Por dónde empezar, Andy? — digo incapaz de poder expresar en voz alta lo abatido que me siento.

—¿Qué tal si empiezas por el principio? — sugiere dando un trago a su bebida, sin quitarle los ojos a un par de jovencitas que se han acercado a la barra.

Parecen universitarias, jóvenes, divertidas, intrépidas. Todo lo que yo busco para mis aventuras, pero esta noche no estoy de ánimos, así que niego con la cabeza.

—Gogo ha tenido un infarto esta mañana — decido iniciar con lo más fácil.

—¡¿Qué?! — me mira preocupado — ¿Está bien? No me digas que él…

Se nota el dolor en sus ojos, prueba del buen amigo que es. Para él, sé que también soy un hermano y que yo pierda a mi abuelo, sería como si él perdiese el suyo, a pesar de que él sí ha tenido una familia normal de padres, una hermana mayor y un pequeño sobrino.

—Está bien, bueno… Está delicado, porque podría sufrir otro ataque en cualquier momento. El doctor ha dicho que debe cuidarse y él no quiere hacerlo, pero hasta la fecha, está tan fresco como un clavel — le saco de dudas y Andrés asiente.

—Como una rosa — me corrige y ambos soltamos una carcajada al mismo tiempo, porque esas serían las palabras que usaría mi muy ingenioso abuelo.

Ahora me siento más relajado y un tanto somnoliento- 

—Lo siento mucho, Jemmy — me responde ahora más serio — espero que se recupere y se quede con nosotros mucho más tiempo.

—Sí, aunque eso es sólo el inicio de la noticia.

Me mira confundido y yo me bebo lo que queda de mi trago.

—Gogo me ha puesto un ultimátum: si no me caso con alguien en menos de seis meses, pierdo derecho legal sobre la herencia.

Andrés me mira, se queda en silencio durante unos minutos y luego suelta otra carcajada.

—Vamos, amigo, dime algo que sea cierto.

—No bromeo, Andy. Es en serio. Lo he leído hasta en su testamento. Me quitará el derecho legal si no le obedezco en tremenda solicitud.

—Pero… ¿Por qué? ¿A qué viene eso?

—Porque el abuelo sabe que esa es la única manera para que siente cabeza. Yo no soy de los que formalizan y mucho menos de los que quiere hijos, pero él piensa que obligándome a contraer matrimonio, le daré el placer de continuar la descendencia de la familia Johnson.

—¿Y cuál es el problema? — pregunta como si aún no viera el problema.

—¡Te atreves a preguntarlo! Yo no quiero casarme — digo con algo de dificultad, mi lengua adormecida por el alcohol — Quiero ser libre, quiero estar con quien yo quiera y donde yo quiera. Y sobretodo, quiero manejar los supermercados Harris and Lou. Tengo muchos planes para ellos, y bueno… mi vida es una locura y todo se irá a la borda con semejante condición. 

—Ay, Jemmy… — coloca su mano en mi hombro y niega con la cabeza.

—¿Qué? — digo abatido, sin saber qué hacer.

—¿Qué harías sin mí? — se ríe-

—¡Ja! ¿De qué estás hablando, tonto? Pareces estar más ebrio que yo.

—Es simple y te lo resumiré en tres palabras: Matrimonio por conveniencia — concluye riendo.

—¿De qué demonios estás hablando? — pregunto más alerta, pero interesado en su idea.

—¿Cómo no se te ocurrió, tonto? Si tu abuelo lo que quiere es que te cases, vamos a cumplirle su deseo. Busquemos una chica linda, decente y que se adapte al perfil de esposa amorosa, se la presentas a tu abuelo y te casas con ella, pero… Lo que él no sabrá es que tendrás un contrato previo, en el que no tendrá derecho legal sobre tus bienes, si no que le darás una cantidad cuantiosa de dinero hasta que logres ser el heredero de todo — concluye levantando las manos para hacer énfasis de sus palabras.

—¡Eres un puto genio, Andy! — me acerco a abrazarle emocionado.

—Lo sé, lo sé, por eso soy ingeniero — concluye y ambos reímos.

Me siento mucho mejor ahora que tengo esperanzas.

                                                                           ******* 

Toc, toc, toc. Unos nudillos contra la puerta de madera oscura de mi oficina me llaman la atención, sin embargo, no levanto la mirada, concentrado por completo en el informe que tengo ante mí.

—¡Adelante! — grito desde el asiento de mi escritorio.

Es lunes, son las cinco y treinta y dos de la tarde. Casi todo el mundo ya debe haberse ido, salvo uno que otro empleado que haya decidido dar la milla extra.

—¡Vaya con que eres aplicado! ¿Eso es para convencer a Gogo de que eres la mejor opción para la empresa?

Andrés como siempre de gracioso, me molesta a modo de saludo.

—Ja, ja — río sarcásticamente — ¿Qué te trae por aquí?

Lleva puesto el uniforme de la compañía para la cual trabaja: K and K Electronic, empresa encargada instalar servicios eléctricos para las casas. Aunque Andy trabaja más con planos y distribución, igual le hacen usar el feo trae gris con el logo de la empresa.

—¿No puede uno ya pasar a ver a su amigo después del trabajo? — dice en tono dolido, pero sé que está bromeando.

Se deja caer sobre el sofá de piel oscura que tengo como parte de la decoración de mi oficina.

—Es obvio que sí, solo que me gustaría saber qué te trae hasta acá hoy lunes.

Me reclino en mi cómodo sillón y espero que me responda. Se quita la mochila negra marca Naútica que tiene puesta y la deja junto a él, en el suelo, sube los pies sobre la mesita, y cuando está bien acomodado, procede a hablar.

—Creo que tengo una candidata para ti.

—¿Ah sí? — me echo a reír — Antes de que me digas los detalles, debo decir que eres un vago si viniste desde tu oficina hasta aquí para decirme eso.

—Eso es para que veas lo buen amigo que soy. Me deberás una grande que pienso cobrarte luego.

—Por favor… — replico rodando los ojos.

Envuelvo una hoja de papel en una bola y se la arrojo.

—Además, hoy mismo tendrás una cita con ella.

—¿No debería por lo menos verla, antes de programarme una cita a ciegas? — le reprocho — Es cierto que debo casarme y tengo poco tiempo, pero tampoco es que pienso tomar lo primero que encuentre.

—No seas llorica y prepárate para esta noche.

—¿De quién se trata?

—Pues mi querida y adorada hermana mayor se ha tomado la tarea de conseguirme novia.

—Ajá — contesto para que siga.

—Y me ha coordinado a una cita con la maestra de mi sobrino Ian.

No doy crédito a lo que oigo y una carcajada inevitable se me escapa. Incorporándome en la silla, apoyo los codos en el escritorio y le pregunto:

—Déjame ver si te entiendo… Stacey te ha agendado una cita a ciegas con una maestra de kínder y tú, por alguna extraña razón, no quieres ir y piensas enviarme a mí y encima, quieres que le hable del matrimonio por conveniencia al que debo involucrarla.

—Exacto — sonríe desde el sofá.

—¡ESTÁS LOCO! ¿Por qué demonios haría eso? Ve tú y ten tu cita con tu anciana del kínder. Ya me buscaré yo a mi socia / esposa.

—Nooo, necesito que vayas, primero porque ya le dije que iría y sabes lo pesada que es mi hermana.

—Dile que no, Andy, cancélalo y no vayas.

—No puedo decir que no, además, Stacey me ha dicho que es muy guapa.

—¿Por qué no quieres ir tú? ¿Qué problema hay con salir con la “guapa” maestra de tu sobrino? — hago énfasis en las comillas, porque dudo mucho que sea cierto que sea atractiva.

—Yo no puedo porque… — se mira las uñas avergonzado.

—¡Andy, no me digas que sientes vergüenza de contarme algo! — lo miro incrédulo.

—He empezado a salir con Gina.

Abro mucho los ojos sorprendido. Mi amigo el donjuán está viendo a alguien y no me lo había dicho. Aunque debo admitir que su compañera de trabajo está de ataque. Tiene alrededor de veinticinco, es canadiense, rubia hasta las pestañas y es muy guapa.

—¡Enhorabuena, amigo! Nunca creí que sentarías cabeza — digo en broma mientras me levanto a estrecharle la mano.

—Ella es especial. Es divertida, tierna y bueno… Llevamos saliendo casi dos semanas, pero no te lo había dicho por miedo a que te burlaras de mí o que pensaras que soy un tonto por querer estar con una sola mujer.

—Andy, eres mi mejor amigo y nunca me burlaría de lo que es importante para ti. Así que puedes contarme lo que sea, estoy feliz de que estés iniciando algo con Gina — y lo digo en serio.

—Gracias, Jemmy, gracias en verdad. No sé qué dirá mi familia acerca de ella. Sabes que son especiales…— me cuenta un tanto preocupado.

—Tranquilo. Creo que primero deberías formalizar las cosas con ella. Tómate tu tiempo y conózcanse. Ya luego podrás pensar en tu familia.

—Tienes razón, será mejor que lo haga. Gracias por aceptar ir a la cita, ya luego le diré a Stacey porqué no fui.

—Hmm. Sería bueno — digo mirándome a los ojos — y más te vale que la maestra esté buena, porque de lo contrario me deberás una muy grande.

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