Narra Jeremiah: Como de costumbre, la detective Kim afirma que esta vez si podrá encargarse de la situación, a pesar de que no tengo nada de fe en ella. Sin embargo, no puedo tomar la ley en mis manos, al menos, no sin avisarle. De mi parte, ya le he dado a ella y al sistema demasiadas oportunidades para que resarzan sus daños y demuestren que son ellos la autoridad, sin embargo, en cada caso han fallado estrepitosamente, peor que en la anterior, así que esta vez estoy cumpliendo con avisarles para que no aleguen ignorancia luego, pero mi plan es hacer la justicia que merezco y ponerle fin a los enemigos que me roban mi paz y la de mi esposa. Tras ponerme en contacto con Kim, me ha pedido que me presente en el destacamento, cosa lo que me ha parecido una verdadera pérdida de tiempo, pero igual he aceptado para parecer más colaborador.Heinz está sentado a mi lado, acompañándome, en lo que la detective se digna en aparecer. Aprovecho el momento para escribirle a Andrés de la situación
Narra Adriana: Cierro los ojos y reposo mi cabeza sobre la incómoda madera que me sostiene, incapaz de contener ya el dolor. Todo mi cuerpo está resentido a causa de los latigazos recibidos y por lo visto, la loca de Daniela tenía razón cuando dijo que pensaba divertirse conmigo porque eso ha hecho. Ella y mi padre se han turnado para azotarme como si se tratara de un animal terco en medio de la sabana. Después del latigazo número veinte he perdido la cuenta. Toda la piel de mi torso arde como si tuviera fuego en ellas y siendo el escozor de alguna que otra herida que me ha dejado a su paso. Siento la sangre y el sudor que me corren por la espalda que es donde más golpes he recibido y ya no resisto. No creí que Daniela se atreviera a tanto, no creí que sufriría tanto, pero su nivel de crueldad sobrepasada las expectativas. Me ha convertido en su muñeco de tortura y ya no aguanto más- En mi vida he tenido días duros, demasiado duros, pero ninguno como este.—Por favor —ruego con los o
Narra Jeremiah: Levanto la mirada para ver a Teresa parada en la puerta, con un vaso de café en la mano y una bolsa de donuts en la otra. Le sonrío sin mucho ánimo y se acerca hasta mí.—Hola, pequeño. ¿Cómo estás? —pregunta, haciendo entrega de su ofrenda comestible, la cual agradezco mucho.—Ahí vamos, el doctor ha dicho que despertaría en cualquier momento, pero lleva casi veinticuatro horas inconsciente —digo, preocupado.Ella me pone la mano en el hombre y me masajea suavemente para darme ánimos. Sabe que mi vida entera está en esta habitación de hospital y si Adriana no logra rebasar esto, no podré reponerme nunca de su pérdida. Le doy un sorbo al café, más por necesidad que por deleite, dado que no como desde ayer.—Se va a recuperar. Ella no es de las que se rinden —me asegura.—Eso espero, Tere. No sé vivir sin ella —confieso y los ojos se me llenan de lágrimas.Cuando la encontré en ese furgón en el muelle, sentí que mi corazón volvió a la vida, sin embargo, tras ver las h
JEREMIAH—Andy, ¡¿estás seguro de que este lugar es de fiar?! — le grito a mi mejor amigo tratando de que mi voz sobrepase el sonido elevado de la música que ahoga cualquier otro ruido.La canción que resuena por los altavoces es conocida: I Can’t Get Not Satisfaction de los Rolling Stones, sin embargo, su volumen es tan elevado que las paredes de cristal del negocio, retumben. Estoy sorprendido por el sitio que Andrés ha escogido esta noche.—Cálmate, Jeremiah. ¿A caso ahora me saldrás santurrón? — se mofa de mí.Mientras saluda con una sonrisa a
El abuelo George, Gogo, como le digo, ha sido mi padre, mi amigo y mi mentor. Por eso mi corazón ha estado en un hilo tan pronto escuché la noticia de boca de su asistente Teresa. Tras veinte minutos de camino, llego al hospital Saint Bartolomé. Es uno de los mejores centros del estado y eso me da paz, porque sé que será bien atendido. Me estaciono en un lugar cercano a la puerta y entro por el área de emergencias a la estación de enfermería.—Buenos días — saludo a la enfermera de piel morena que se encuentra llenando una plantilla detrás del mostrador.Me escanea de arriba abajo y hay aprobación en su mirada. No la puedo culpar, no puedo decir que soy un tipo desagradable a los ojos. Incluso hoy que tomé lo primero de mi armario: un suéter rojo de lana un tanto holgado y un pantalón negro jean con botas oscuras, sé que no me veo tan mal. Mido un
Luego de varios tragos, mi estado de ánimo ha cambiado bastante, ahora me siento menos molesto, aunque sí más triste. No pensé nunca que mi Gogo fuera capaz de hacerme algo así. Es como si me estuviera coaccionando a casarme sin querer, bueno, técnicamente es lo que está haciendo y me ha tomado con la guardia baja. Nunca antes habíamos hablado al respecto, y que ahora, en el ocaso de su vida me salga con semejante condición, me ha decepcionado demasiado.Le hago una seña al chico que está sirviendo bebidas detrás de la barra y se me acerca con la botella. No me dice nada más, porque luego de ladrarle que se metiera en sus asuntos tras querer recomendarme que dejara de beber, no se ha atrevido a hablarme. Pena debería de darme, se ve que el joven no es más que un chico de algunos veintipico, que seguro le pagan una miseria y su ingreso mayor es de las propinas. Sin embargo
El restaurante en el que la hermana de Andrés ha concordado la cita queda al otro extremo de la ciudad, por lo que he tenido que salir una hora antes de las siete. Luego de una hora y media de tránsito insoportable, llego solo cinco minutos después de las ocho. No está tan mal. Salgo del auto apresurado, porque si lo pienso mucho, terminaré arrepintiéndome de toda esta farsa y regresaré a mi casa. En cualquier otro escenario, no me habría importado en lo más mínimo involucrarme en una noche de aventura con una desconocida, es más: esa es mi naturaleza. Sin embargo, desde que he recibido la tremenda noticia de mi abuelo, tengo que andar con paso fino, porque tengo poco tiempo como para estar tonteando con cualquiera. Necesito a alguien dispuesta a hacer negocios conmigo. Por otro lado, está el hecho de que la maestra es amiga de la hermana de mi amigo… En conclusión, es complicado, porqu
La señorita Rodriguez es sencillamente deliciosa. Tiene un no sé qué me hace incapaz de apartar la mirada de ella. Es como si fuera una flor, y yo una abeja, imposible de resistirme al llamado de su néctar. Tiene una sensualidad especial que le sale de manera natural. Para mí, que he estado con un número incontable de mujeres, no pasa desapercibido: ella diferente al resto. El color rojo brillante de su vestido, en contraste con su piel de tono caramelo, la hace ver preciosa.—Es un placer volver a verte otra vez — confieso sin apartar mis ojos de ella.—¿Cómo que otra vez? — se defiende un tanto nerviosa — Si esta es la primera vez que le veo, señor Johnson.Escucharla llamarme por mi apellido logra ganarme una erección que hasta a mí me sorprende. Mis dedos hormiguean por tocarla, mi boca seca por probar sus labios rosados.—¡Auch! &mda