El sol cae detrás de mí mientras conduzco mi auto por la autopista ochenta y dos, de regreso a casa, repasando los eventos del día de hoy. En la radio suena la canción Can’t stop the feeling y efectivamente así me siento, no puedo controlar la emoción. Que Adriana haya aceptado la oferta ha sido la mejor noticia que me han dado en mucho tiempo y todo gracias a mi amigo Andrés. Me conoce demasiado bien, ya que ha sido mi mejor amigo desde que nos conocimos en la universidad. Nuestro encuentro no fue el más prometedor de todos: el primer día de clases nos peleamos porque a ambos nos ubicaron en la misma habitación. Yo había llegado primero y tenía marcado mi territorio, pero él quería la cama que ya había escogido para mí. Al principio nos dijimos un par de insultos, y llegamos al punto de iniciar una pelea, propio de las hormonas e inmadurez de la edad,
Narra Adriana: Luego de una jornada escolar dura, donde no tuve más que media hora de receso en todo el día, he llegado a casa a continuar trabajando. Por suerte, esta noche me han cancelado el show que tenía agendado y aunque, haré menos dinero, me complace saber que por lo menos no tendré que estar bailando hasta las tantas. Mi madre por suerte ha mejorado luego de su episodio de ayer y ahora está descansando en su habitación, dado que las pastillas la han ayudado mucho. Cierro la puerta de su habitación con cuidado de no despertarla. Me cambio la ropa de trabajo por una vieja camiseta de la universidad con unos shorts que parecen más ropa interior, me recojo el pelo en un moño desordenado y con mis audífonos puestos, empiezo la tarde de limpieza. En mi lista de reproducción hay de todo así que las canciones van desde las más viejitas y lentas, hasta las más movidas y modernas. En vista de mi apretada agenda, generalmente limpio dos o tres
Narra Jeremiah: Me anudo la corbata roja frente al espejo de cuerpo completo de mi habitación para ver qué tal me queda con el traje gris que he escogido para esta noche, pero el resultado no me gusta el y decido dejarla sin importar que no cumpla la regla de la formalidad. Miro mi aspecto y asiento con aprobación, me veo bien. Mi cabello está húmedo y alborotado tras secarlo con la toalla, pero me gusta cómo se ve, así que, tras peinarme la barba con las manos salgo de mi habitación en dirección al estacionamiento de mi edificio. He quedado con Adriana de que la recogería a las siete en punto y como vive al otro lado de la ciudad, debo salir una hora antes de casa para que lleguemos a tiempo a la cena. Esta noche es el inicio de lo que podría ser toda una aventura, porque, aunque no me gusta la idea del matrimonio, estoy seguro de que este acuerdo puede tener sus beneficios placenteros, como la oportunidad de meterla en mi cama. No es que
Narra Jeremiah: —Daniela, ¿Qué haces aquí? — pregunto sorprendido porque después de nuestra aventura hace más de un año, no nos vemos más que una que otra vez en las oficinas. —Buenas noches, Jemmy — me sonríe y no me pasa desapercibido el escaneo visual que me hace — ¿Por qué tan arisco? He venido a traerle unos documentos a tu abuelo. ¿Está por aquí? —Perdona, es que no creo que sea buen momento, estamos algo ocupados. —¿Por qué no? Prometo que seré breve, pero como no ha estado en la oficina estos días y tú te fuiste temprano ayer y hoy, he tenido que pasar por aquí para poder recibir la aprobación del presupuesto de nómina. Suspiro y me aparto para dejarla pasar, en parte porque es mi culpa y sé que faltan dos días para la fecha de pago, si algo es serio en nuestra empresa, son los empleados. Entramos y sus tacones repican en el suelo mientras ella me sigue con gracia. No me hace falta verla para saber qu
Narra Adriana:Nunca se me ha dado bien ocultar mis emociones, de hecho, desde pequeña mi madre podía leer a través de mis ojos cómo me sentía, cuándo esta triste o asustada, sin necesidad de abrir la boca y eso no cambió con el tiempo. Por eso, al tener a Jeremiah de rodillas frente a mí, con un semejante pedrusco entre las manos y una pedida de mano que parece sacada de una novela empalagosa, no puedo fingir el asombro. Con los ojos abiertos de par en par, me quedo viéndole, pasmada.Sí, habíamos hablado de que nos casaríamos, sí, habíamos hablado de que de ahora en adelante nos tendríamos que dejarnos ver en público y sí, digamos que esta “al tanto” de lo que iba a suceder, pero una cosa es con violín y otra con guitarra. Todo ha ocurrido tan deprisa entre nosotros dos que a penas he tenido tiempo para di
Narra Jeremiah:La mañana en la oficina pasa volando, ajetreado con los afanes del fin de semana. No sé en qué va ello, pero cuando llega el viernes todo el mundo tiene cierta prisa para hacer todos los pendientes que no se lograron durante la semana, haciendo que el estrés y la presión aumenten descomunalmente. En mi caso, no es diferente, dado que ahora a cargo de todo, la responsabilidad es mucho mayor, aunque debo admitir que eso me gusta.Sin embargo, cuando mi estómago se queja a eso de las dos de la tarde, es que me caigo en cuenta en que no he comido y estoy muriendo de hambre. Dejo el ordenador a un lado y decido bajar al comedor. Como iniciativa de mi abuelo, en las oficinas administrativas, así como en cada una de las sucursales de los supermercados, hay disponible un comedor para los empleados, así las personas tienen la seguridad de estar bien alimentados, sin importar la hor
Narra Adriana:Mi madre y yo hemos pasado un sábado intenso entre citas médicas y análisis. Como los sábados no tengo clases y ya no estoy trabajando como bailarina, he dispuesto de todo el día para estar con ella y llevarla al hospital. Las noticias han sido no muy alentadoras, pero no perdemos la esperanza. Tengo fe de que, siguiendo los tratamientos al pie de la letra y con algo de suerte, ella pronto podrá recibir la llamada de que hay un donante para ella. Ahora estamos en casa, son casi las seis, así que empiezo a alistarme para la cita de esta noche. Soy una cobarde, porque en todo el día a su lado, acompañándola, haciéndole reír en la diálisis, no he sido capaz de decirle lo que traigo entre manos, ni siquiera me he atrevido a decirle de la existencia de Jeremiah y no sé qué espero para contarle, dado que pronto estará aquí y
Narra Jeremiah: Llego a la casa de Adriana dos minutos antes de la hora acordada, en parte porque amo ser puntual y en parte porque me muero de ganas por verla. Tras una noche tan fatídica como la de anoche, donde no pudimos compartir casi nada, no hay nada más alentador para mí que una velada a su lado, además de que esta noche podría tener algo de suerte con ella y… quién sabe.Después de un día intenso en la oficina que, a pesar de ser sábado, estuvo bastante cargado dado la lista de pendientes que tenía por resolver, llegué a casa, me di un baño rápido y aquí estoy. Usualmente no voy a la oficina en fines de semana, pero lo de hoy fue un asunto extracurricular que no pude evadir. Con unas flores en la mano y una bolsa de chocolates en la otra, toco el timbre y espero, impaciente a que me abran. Sé que este día es decisivo
Narra Adriana: El ambiente en el interior del auto de Jeremiah es ligero desde que salimos de casa. Está de buen humor y nos la hemos pasado bromeando sobre su abuelo y mi madre, cada uno, adorable a su manera.—¿A dónde dices que iremos? — pregunto cuando se detiene en uno de los semáforos del centro.—A un lugar especial — es todo lo que responde.—Espero estar vestida para la ocasión — digo dudando de si mi atuendo es muy informal, aunque el suyo es parecido, en los hombres todo pasa desapercibido.—Estás perfecta — me sonríe — ¿Tienes hambre?—Todo el tiempo, hoy solo he comido un sándwich.—Ah, pues pronto solucionaremos eso — promete conduciendo con soltura.Debo admitir que su auto nada tiene que ver con el mío. El comfort es del cielo a la tierra, sin co