Dos razas que se odian a muerte, Dos almas gemelas, Una Futura Reina y Un Futuro Alfa, Un Lobo y Una Vampiro. e El fruto de un amor prohibido en medio de sangre, dolor, odio y muerte. Un amor imposible... Una historia de amor única en que terminará? Podrá el amor vencer al odio?
Leer másZilana se había desmayado después de haber recibido un fuerte golpe en su cabeza. Isan la despreciaba estaba claro. Había mandado a mudar Zilana a una celda en específico, decidió cambiarla de lugar porque la otra celda era más grande, además de que el aplastacabezas ya estaba allí. Pero no sólo se quedó con esas herramientas de tortura, había mandando a buscar unas cuántas, la celda en cuestión había sido modificada, había una gran mesa en el centro, que no era para comer, era una mesa con base de cemento y yeso, y arriba estaba cubierta de metal, tenía unas pequeñas azas, que eran usadas para amarrar a las víctimas, también tenía otras herramientas pequeñas, era obvio que no las iba a usar todas con ella, pues sabía que Zilana no resistiría mucho. También estaba el hecho de que todas esas herramientas debieron haber sido quemadas hace muchos años, fue una orden del consejo, después de aquella guerra atroz que casi acaba con todos los lobos y vampiros. La orden del consejo había s
Mazmorras ( Castillo Sangre y Fuego) Isan levantó su mano y con su dedo índice la señaló. -Fuiste un adorno en este castillo por años, pero estos últimos meses te volviste un grano en el culo, ahora, ahora mismo pasas por insolente, quién mierdas te crees tu para golpearme? Me pase de bondadoso contigo, pero siempre, siempre se pueden corregir los errores. - Y que hay de los tuyos? - Aún te crees con derecho a opinar? A ver, mejor hablemos de lo que dijiste. ¿Quién, quién me va a traicionar? ¿Quién desea mi caída? - Yo, yo deseo tu caída. Isan entrecerró los ojos y comenzó a reír. La verdad era que se veía bastante desquiciado y esa horrorosa y maquiavélica forma de reír erizaba la piel de cualquiera. - ¿Crees que puedas ver mi caída? Si es que eso llegara a pasar. O mejor dicho, ¿Crees que podrás salir de aquí? Los ojos de la vampiro se cristalizaron, debía usar cualquier información que le permitirá salir de tan horrible lugar, pero con Isan nada estaba claro, pod
Castillo - Clan Sangre y Fuego - Vamos, apresúrate. - Isan, estás seguro que no hay problema con que me quede aquí? - ¿Por qué habría problemas? - Por tu esposa. El rey rio divertido. - Yo no tengo que rendirle cuentas a nadie, soy el rey, estás son mis tierras. Betzabet se quedó en silencio, pero la verdad era que estaba feliz. Amaba a Isan, lo amaba con locura y el hecho de que le ordenara quedarse en el castillo significaba mucho. Le preocupaba un poco la reacción de la esposa, sabía que era algo a lo que no tenía que darle importancia pero lo hacía, era la mujer con la que vivía hacia muchos años. Llegaron al castillo e inmediatamente fueron recibidos por él mayordomo y la servidumbre del castillo. - Mi Rey, Zac vino y nos dió su mensaje también trajo el equipaje, están terminando de ordenar la habitación de huéspedes aquí abajo. - No se quedará abajo, prepara la habitación de arriba. Una voz que hizo sobresaltar a la servidumbre sonó desde arriba. - Para quién
Los ojos de Alana se abrieron como platos, fueron de la loba al vampiro. Su cabeza comenzó a doler de una forma inimaginable, sus ojos se cristalizaron. - Ohhh, no me digas, vas a llorar? Alana no pudo hablar, sentía un nudo en su garganta. Y por si fuera poco todo aquello que estaba sintiendo, su mente comenzó nublarse. * No, no es el jodido momento de dormir* Cerró sus ojos con fuerza y una lágrima corrió por su mejilla. - No era necesario decirlo. - ¿Por qué, no? Que ibas a esperar? - ¿Es cierto? Stella rio. - Crees que mentiría? - Cállate Stella, no estoy hablando contigo. Se acercó a Alana y puso su dedo índice en su frente de forma despectiva y molesta - Mucho cuidado con la forma en que me hablas. No estás en la jodida manada. Alana buscó los ojos de Gastón y cuando sus miradas se cruzaron pudo sentir la frialdad con la que la miró. Fue imposible no sentirse como una estúpida, la habían engañado. Su labio inferior tembló. - Entonces, es cierto. Me mentiste. ¿Por qué l
- De verdad no puedo estar con ella? O eso sólo lo inventaste para que no deje de estar contigo? La mano de la loba fue hasta los labios del vampiro. - Crees que me pondría celosa? - Acaso, no tienes sentimientos Stella? Una sonora risa brotó de sus labios. - Jajajaja- Claro que los tengo, pero los cuido más que a nada. - Te han hecho sufrir o, no? - Digamos que, alguien me rechazó por Alana y soy una loba que nunca pierde. - No me digas- Respondió Gastón con Sarcasmo La loba se acercó y le dió un casto beso en los labios. - Vamos, debes vestirte. Alana no debe sospechar nada, aún no se puede enterar. - Cada día es más insoportable estar con ella. Me asfixia estar junto a ella. Quiere que la tome a cómo de lugar. Y yo. - Y, tu qué? - Soy hombre Stella, tengo poca fuerza de voluntad. - Bueno, ya te dije lo que debías hacer. No es por celos, es que no sabemos cómo va a reaccionar en cuánto sus poderes comiencen a aparecer, puede ser peligroso para ti. - Tienes razón. Pe
Alana Se despertó sobresaltada, sentía su corazón latir desbocado. Había dormido mucho, mucho como hacía tiempo que no lo hacía. No supo en qué momento se durmió, porque había comido junto a Gastón y cuando se fue a la habitación a bañarse, a prepararse porque pensó que estarían juntos y se quedó dormida a penas y pudo terminar de bañarse. Todo fue extraño, cuando se durmió eran más o menos las nueve de la noche. Se sentó en la cama, con la mano en el pecho como si eso la fuera a tranquilizar un poco, estaba sudada y sobresaltada como si hubiera tenido una pesadilla miró a su alrededor y estaba sóla en la habitación, pero hubo algo que le llamó la atención y fue ese olor, uno que podía reconocer con facilidad y que ahora era mucho más fuerte, tanto que molestaba un poco en su nariz, era el olor de Gastón. Se levantó para buscarlo, pero primero fue al baño se lavó la cara y salió del baño cuando pasó por la ventana la abrió y todavía era de noche. * Que raro, entonces no dormí
Ziara sentía como su corazón latía con fuerza en su pecho, no fue hasta que salieron de las tierras de su padre que puedo respirar con tranquilidad. Sintió que le estaba dando un ataque de pánico. No sabía porqué su padre había actuado de tal forma pero no era por nada bueno, nunca era bueno con nadie. Por qué lo sería con Alian. -Ziara- Le habló Alian tocandola por el hombro. La vampiro se sobresaltó un poco y miró a su alrededor. - ¿Estás bien? Te ves algo extraña. - Ehh, si, si. Es sólo que me asusté mucho al saber que estabas allá, no lo hagas nunca más. - ¿ Por qué? Tu padre no se ve tan malo después de todo. * Eso crees, si no te mató es porque trama algo más.* - Estaba preocupado por ti, por eso fui. - Yo no pude ir, me sentía un poco mal, no podía ni levantarme de la cama. - Es hora de que veamos un médico, veré si Tadeo puede verte. - No es necesario. Me vió uno en el castillo. Mintió porque le aterraba saber que sucedía con ella. Tu padre sabe que fuist
Ziara Hacía dos días que había tomado las últimas infusiones de Betzabet, fueron cuatro esta vez, hubo un sabor extraño, algo que no le gustó. Pero no podía negarse a probarlo, tenía dos días con dolor en su vientre, podía ser su periodo tal vez, pero el dolor era muy fuerte, no había podido ir a la manada y era algo que la tenía muy preocupada. El no saber nada de Alian le alteraba los nervios, su dolor era tan fuerte que no se podía levantar. Su papá tenía un plan y no le agradaba la idea de que la utilizara de nuevo, no sabía que haría esta vez pero sabía que sería algo muy malo. Su papá nunca hacía nada bueno. Todo se había vuelto tan extraño después de que comenzó a tomar todas esas cosas, qué, lo más seguro era que le estuvieran haciendo daño. Había escuchado decir que era algo para que no saliera embarazada y aunque no quería tener hijos ahora, los quería en un futuro y eso era otra cosa que martirizaba su mente, que tal si nunca podía tenerlos? Ese dolor que tenía pod
Healy... Sus cejas se levantaron con confusión y miró a los lados para saber si era ella la que se había equivocado, pero no. La dirección estaba bien, eran ellos los que habían tomado otro rumbo. - ¿A dónde vamos? Preguntó confundida - A mi casa. - Pero, esta no es la dirección que le diste a mi padre Gastón puso los ojos en blanco. Estaba exhausto de cargar esa maleta, que pesaba como si en vez de llevar ropa llevara piedras.- Ah sí, creo que de los nervios me confundí. - Pero ¿cómo sabrán dónde vivimos? - Enviaré un recado con el chófer, al parecer es de confianza. Alana lo pensó un poco, si tal vez había sido la euforia del momento, la felicidad de saber que ya podían estar juntos. Levantó sus hombros y restándole importancia al asunto siguió caminando detrás de él. Llegaron a un sitio donde habían algunos taxis. - Espérame allí, ya vuelvo. Y se acercó a un taxi para hablar con él conductor. Alana no podía escuchar lo que hablaban pero se imaginaba que seguramente le