Michael
Cuando Natalie Dupont hace resonar sus tacones por los pasillos de Synergetech Solutions, no queda una sola alma que no se haga a un lado o entierre sus cabezas en los escritorios con la esperanza de que ella no los note.
Nadie, excepto por mí.
La mujer, con su cuerpo de reloj de arena, un perfecto cabello negro y un rostro tan bello como el de una modelo, entra en el piso de presidencia con la típica imponencia que emana su cargo, y es que ella no es otra que la CEO de la empresa. Hija de su fallecido padre Richard Dupont y quien le dejó todo a su cargo.
Y es que tal vez a otros les intimide ver a semejante monumento entrar siendo la dueña del lugar; porque lo es, pero a mí no. Desde la primera vez que la vi supe que tenía que estar a su lado, aunque solo fuese; por ahora, como un simple asistente.
Natalie pasa por mi lado y ni siquiera me nota, le miro embobado, admirando esas curvas que quisiera tener entre mis manos, hasta que ella se gira de medio lado y se baja los lentes oscuros solo hasta la mitad del puente de su nariz.
—¿Te vas a quedar ahí? Vamos, hay cosas que hacer.
Escucho a mis colegas reírse con disimulo de la forma en la que ella me trata.
—Corre babyface, si no la demonia te va a comer de desayuno —me susurra Karen, una de las secretarias.
No le contesto, solamente sigo a Natalie por el pasillo hasta su oficina. Abre la puerta y la deja devolverse, quizá con la esperanza de que me golpee en la cara. La detengo en medio del trayecto a cerrarse y por pocos milímetros a que me golpee la cara.
A penas tengo un mes y medio trabajando para ella y he de decir que me he divertido como hace mucho no lo hacía.
—Michel, necesito que le lleves estos documentos a Harry, también quiero que vayas al banco para depositar este cheque y ábreme un espacio en la agenda para reunirme con los inversores que vienen de Japón.
Ella ni siquiera levanta la cabeza para mirarme.
—Michael —contesto. Solo ahí me presta algo de atención.
—¿Ah?
—Mi nombre es Michael, no Michel.
—Ah, sí, bueno, como sea. Date prisa, por favor, esto es importante —contesta con indiferencia.
Me siento desconcertado por la actitud indiferente de Natalie. ¿Cómo puede ignorar mi presencia de esta manera? Hay algo en ella que despierta mi curiosidad. Decido seguirle la corriente y cumplir con las tareas asignadas, pero al mismo tiempo, quiero entender qué la hace diferente a las demás mujeres que he conocido.
Mientras preparo los documentos para llevar a Harry, reflexiono sobre la situación. ¿Por qué no le afecta mi encanto? ¿Está cansada de hombres como yo, que esperan que caiga rendida a sus pies con solo una sonrisa? Sé que con ella nunca podría intentar una conquista de manera directa, pero siempre puedo ganarme aunque sea su atención de una manera diferente.
Cuando regreso con los documentos firmados, me acerco a ella con determinación.
—Aquí están los documentos, ¿hay algo más en lo que pueda ayudarte? —pregunto, buscando establecer una conversación más profunda. Ella levanta la mirada y me mira directamente a los ojos, como si estuviera evaluando mis intenciones.
—Gracias, Michael. Por ahora, eso es todo —responde con una leve sonrisa. Tal vez, esta mujer es diferente a todas las demás, y eso me intriga aún más.
Salgo de la oficina y desciendo a la planta baja para tomarme un café. Ni bien me asomo del ascensor los dos idiotas que dicen ser mis amigos ya me estaban esperando con una risita burlona en sus rostros.
—No te mató está vez, ¿eh? No sé cómo la aguantas, es insoportable.
—Cállate Walter, no deberías hablar así de tu jefa —contesto con severidad.
Rick enseguida suelta una carcajada.
—No te metas con la demonia, es cierto. Si te escucha estarás de patitas en la calle.
Hago el amago de ignorarlos, la verdad es que la única razón por la que los tolero es simplemente por trabajar en el mismo lugar.
Miro hacia la entrada del edificio y de pronto diviso la silueta de una mujer embarazada con la mirada perdida y sujetando con fuerza un pequeño bolso como si su vida dependiera de ello. No me hubiera llamado tanto la atención de no ser por su aspecto sucio y andrajoso. La curiosidad hace más ruido en mí cuando veo que el guardia de la entrada detenerla impidiéndole seguir su camino.
Dejo a los dos idiotas hablando solos y me acerco con cautela, solo para saber de qué se trata. Si algo he aprendido en mi pasado es a leer a las personas. Estoy seguro de que esa mujer no está aquí por mera casualidad.
—Por favor, solo necesito hablar con ella un momento —suplica con una voz temblorosa y cortada.
—Sin cita no la puedo dejar pasar —contesta el guardia.
—Dígale que Indira está aquí, ella sabrá quién soy y me dejará pasar.
Automáticamente el guardia suelta una carcajada.
—Señora, no me haga sacarla por la fuerza, por favor. No puede pasar a la empresa. Ahora, retírese.
—Si no me deja hablar con Natalie Dupont ahora mismo voy a hacer un escándalo…
Escuchar la mención de su nombre es mi señal para intervenir. Esto parece mucho más interesante de lo que creí en un principio.
—¿Qué pasa aquí, Patrick?
—Esta mujer dice que quiere hablar con la CEO, pero no tiene cita, además… mírala —susurra eso último con un tono despectivo que me molesta.
—Déjala pasar, yo me encargo.
—Pero…
—Yo me encargo —repito con un tono que no suelo usar en este lugar. Él se queda paralizado y sin poner ninguna resistencia se hace a un lado.
—Venga conmigo, señora —añado.
Con disimulo le conduzco hasta el ascensor del servicio. Nadie parece notarlo y es un alivio, porque algo me dice que a Natalie no le gustaría que lo supiesen.
—Espéreme aquí —le digo a la mujer.
—Muchas gracias, de verdad.
No le contesto, avanzo el camino por el pasillo a toda prisa y entro a la oficina de Natalie, quien levanta la cabeza y me frunce el ceño.
—¿No sabes tocar?
—Lo siento señorita Dupont. Es que hay una mujer embarazada afuera que dice que necesita verla con urgencia.
Su rostro cambia en automático. Se pone tan pálida como un papel y se levanta del asiento cual resorte. Es la primera vez que la veo ponerse así de alterada.
—¿Alguien la vio? ¿Le dijo su nombre a alguien?
—Solo el guardia de seguridad de la entrada.
—Hazla pasar, y encárgate de decirle a Patrick que mantenga la boca cerrada.
—Muy bien.
Llamo a la mujer y la dejo entrar a la oficina a través de la sala de juntas que se encuentra al lado. Me sorprende mucho el secretismo en todo esto, pero no puedo hacer más que quedarme fuera mientras ellas hablan.
Natalie Dupont, ¿qué misterio te traes entre manos?
CAPÍTULO 2: ¿SE ENCUENTRA BIEN, JEFA?Michael—Michael, ¿la jefa está ahí? Tengo que entregarle unos documentos.—No. Vuelve después.—Pero puedo escucharla ahí dentro. Déjame entrar no seas así.—No insistas Georgina, no está disponible, pidió que nadie la interrumpiera.La molesta secretaria se va resoplando como caballo agitado. No tengo idea de cuánto tiempo más pueda mantener a todos alejados de la oficina. Me sorprende que lleve tanto tiempo con esa mujer embarazada allí dentro. Definitivamente algo extraño ocurre aquí, pero no puedo descifrar qué es.Cinco minutos después, otro más se acerca a la oficina, solo que esta vez se trata de Wade Kaulitz, uno de los miembros de la junta directiva. Verlo me hace recordar que se supone que hoy tienen una reunión.—Buenos días, señor Kaulitz, ¿en qué puedo ayudarlo? —pregunto con amabilidad.—¿Dónde está Natalie? La junta empieza en diez minutos.—Ya mismo le avisaré, descuide.El hombre asiente y se da media vuelta sin siquiera darme la
Michael La conexión casi mágica entre los dos se rompe de forma abrupta cuando ella me separa de su cuerpo a toda prisa. Carraspea su garganta y con las mejillas tan rojas que estoy seguro de que podría quemarme la mano solo de rozar su piel. —Mmm, y-yo… —De nada —contesto con galantería. —Por favor, retírate —me pide con tono severo. No le digo nada más, tan solo camino hasta la salida, no obstante, ella me detiene antes de que salga de la oficina. —Espera un momento. —Dígame, señorita Dupont. —La sonrisa se me borra de los labios cuando la veo con la computadora encendida y la página todavía ahí. —Lo has visto, ¿verdad? Dime, ¿ya lo sabes todo? —cuestiona enarcando una ceja. La verdad es que fácilmente puedo hacerme el desentendido, pero esta es una de esas oportunidades que solo aparecen una vez en la vida. ¿Qué posibilidades hay de acercarme más a ella que pretendiendo que sé de lo que me habla? Después de todo, yo solo vi un nombre desconocido y lo de la prisión. Y aunqu
Michael Amanezco la mañana siguiente con el sonido de mi celular reventándome los oídos. Estoy a punto de apagarlo, pero al ver el número contesto de inmediato. —Axel, ¿tienes la información que te pedí? —Por supuesto, pero a tu padre no le gustó nada que dieras señales de vida después de todos estos meses. Chasqueo la lengua, no tengo tiempo para preocuparme por mi padre ahora mismo. —Solo dímelo. —Está bien. El nombre que me diste es de un tipo condenado a muerte, se encuentra en la prisión estatal esperando el día de la ejecución. Al parecer cometió un asesinato por omisión contra la hija de un fiscal importante de California. —¿Asesinato? ¿Y qué relación tiene con los Dupont? —Eso no lo sé, no se esclarece muy bien, pero todo este asunto está muy raro. El hombre no tiene ningún antecedente, simplemente de pronto apareció en el sistema. —¿Sabes cómo fue el homicidio? —Sobredosis. —Bien, iré hoy mismo a la prisión a darle una visita al tal Cristhian Carter, prepara todo p
CAPÍTULO 5: CASATE CONMIGO, JEFA Michael —E-está bien, le contaré todo señor Reid —me dice el hombre luego de saber quién soy—. Pe-pero, prométame que me sacará de aquí. Niego lentamente con la cabeza y chasqueo la lengua repetidas veces. —Eso dependerá de la información que me des. Él traga en seco y suspira profundo. —Bien, empezaré. ¿Usted conoce al hermano de la señorita Natalie Dupont? —No. —Maddox Dupont, es un pequeño ricachón hijo de mami. Él sabía de la condición de mi familia porque nos conocimos en el bar donde yo trabajaba. Parecía buen chico al principio, pero me di cuenta pronto de que solo era un dr0gadicto. —Bien, pero ¿qué tiene que ver el hermano de la señorita Dupont con esto? —pregunto apoyando mis codos sobre la mesa. —Él fue quien mató a esa chica, a la hija del fiscal. Su nombre era Tatiana West. También fue una chica muy dulce, pero se juntó con la gente equivocada. La confesión me deja realmente sorprendido. No puede ser que este hombre esté diciendo
Natalie¿Qué me case con él? ¿Pero qué clase de insolente se cree que es? Claro, como me tiene entre sus manos cree que voy a ceder a cualquier petición absurda que me diga.Hace tan solo un mes y medio que Michael Reid trabaja para mí, pero tengo que admitir que me pareció atractivo desde la primera vez que lo vi. Sin embargo, eso quedó hasta ahí. Nunca en mi vida me he relacionado con nadie del trabajo y no pienso empezar a hacerlo ahora.No voy a negar que sus ojos negros y profundos me hipnotizan y su sola cercanía logra ponerme nerviosa de formas que no me gustan. A veces siento que me mira como si yo fuese un pequeño corderito y él, el lobo dispuesto a devorarme en la primera oportunidad. Pero ningún hombre va a intimidarme y si él piensa que puede chantajearme está muy equivocado.Lo empujo con fuerza lejos de mí y rápidamente me arreglo el vestido.—¿Quién crees que eres? —vuelvo a preguntar.—Esa es mi condición, princesa.—¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves a traspasar la relació
Natalie —Quiero informar al público en general que hoy se llevó a cabo la ejecución del señor Cristhian Carter, quien fue encontrado culpable del asesinato por omisión de Tatiana West, hija única del fiscal Norman West. Como recordarán, Tatiana se encontró sin vida después de una sobredosis en el bar del señor Carter, donde se determinó que él le suministró una excesiva y variada cantidad de drogas que habrían causado su muerte. La ejecución se llevó a cabo sin incidentes y en cumplimiento con la ley estatal. Esperamos que esta ejecución brinde un poco de paz y justicia a la familia West en este momento tan difícil.Mis manos tiemblan al escuchar las palabras del fiscal. Por un lado, siento un alivio al saber que todo salió como debía salir, sin embargo, no puedo dejar de preguntarme cómo demonios fue que Michael logró convencer a ese hombre de continuar con su ejecución.Aquel día en que esa mujer vino a verme, me rogó que dejara ir a su novio, que no sabía cómo iba a poder seguir a
MichaelAbro la puerta de mi oficina en la mañana como cualquier otro día, sin embargo, las cosas no están como siempre. Una caja negra y grande se encuentra sobre el escritorio. Cierro la puerta con cuidado y me acerco lentamente hasta poder verla bien.Un listón negro en la esquina me hace pensar que se trata de un regalo, pero ¿de quién?—¿Será que mi pequeña jefa ha decidido al fin su respuesta? —digo para mí mismo.Es eso, o los hijos de puta que me están buscando me han encontrado.Abrir una caja así en este lugar podría ser un error garrafal, pero me tomo el riesgo y acabo levantando la tapa con sumo cuidado. No me doy cuenta de que estoy conteniendo la respiración hasta que termino de sacarla por completo y descubro que no hay nada de qué temer. No a menos de que seas alérgico al gabán y el buen gusto.Un traje negro y muy elegante se encuentra dentro. Solo de tocar la tela siento como si estuviera rozando algo divino. Esto es evidentemente muy costoso. Con el sueldo que gano
MichaelLas horas se pasan volando. El trabajo que me ha mandado a hacer es pesado. Cotejar datos, revisar documentos y que estén en orden, acomodar los errores que haya en los contratos o ver que todos los miembros de la junta hayan firmado acerca del negocio con Japón. Mi padre debería aprender un poco de esta empresa, estoy seguro de que las cosas le irían mucho mejor.Acabo el trabajo todavía con veinte minutos de sobra para alistarme con el traje que me ha regalado. Me miro al espejo y me ajusto la corbata, tratando de lucir lo mejor posible para ella. Quiero que esta noche Natalie Dupont caiga rendida a mis pies.Salgo del baño y me dirijo a su oficina. Con delicadeza toco la puerta para anunciarme; no me conviene que se enoje conmigo ahora mismo. Escucho su delicada voz decirme que pase y así lo hago.Es entonces cuando, por un momento, el único que se queda estupefacto soy yo. Si su objetivo era darme un infarto lo está consiguiendo, porque mi corazón no para de palpitar acele