Natalie

¿Qué me case con él? ¿Pero qué clase de insolente se cree que es? Claro, como me tiene entre sus manos cree que voy a ceder a cualquier petición absurda que me diga.

Hace tan solo un mes y medio que Michael Reid trabaja para mí, pero tengo que admitir que me pareció atractivo desde la primera vez que lo vi. Sin embargo, eso quedó hasta ahí. Nunca en mi vida me he relacionado con nadie del trabajo y no pienso empezar a hacerlo ahora.

No voy a negar que sus ojos negros y profundos me hipnotizan y su sola cercanía logra ponerme nerviosa de formas que no me gustan. A veces siento que me mira como si yo fuese un pequeño corderito y él, el lobo dispuesto a devorarme en la primera oportunidad. Pero ningún hombre va a intimidarme y si él piensa que puede chantajearme está muy equivocado.

Lo empujo con fuerza lejos de mí y rápidamente me arreglo el vestido.

—¿Quién crees que eres? —vuelvo a preguntar.

—Esa es mi condición, princesa.

—¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves a traspasar la relación profesional que hay entre nosotros?! Si piensas que vas a poder chantajearme solamente porque sabes el secreto de mi hermano estás muy equivocado.

—¿Chantaje? No, esto no es un chantaje, solamente es un beneficio mutuo.

Me echo a reír en su cara.

—¿Qué beneficio mutuo me traería casarme contigo?

—Te propongo algo mejor entonces —dice con voz ronca y acercándose de nuevo a mí, a pesar de que no me interesa tenerlo cerca—. Si dentro de un mes consigo que la ejecución se lleve a cabo sin ningún problema, te casarás conmigo.

Giro los ojos hasta ponerlos en blanco y me vuelvo a alejar. De pronto esta oficina no es lo suficientemente grande para mantenerlo a raya.

—¿No te basta con los cinco millones? ¿Cuánto te gastaste en los burdeles que ya no te queda nada? —acuso.

Él no contesta esa pregunta, pero se echa a reír con cinismo. ¡Dios mío! No lo puedo creer. ¿Quién es este hombre en realidad?

Mi corazón late con fuerza, mezcla de indignación y desconcierto por la propuesta absurda de Michael. ¿Cómo puede atreverse a sugerir algo tan descabellado? Pero, en medio de mi enfado, una parte de mí se ve intrigada por la audacia y el desafío que emana de él.

—No tienes idea de lo que dices, Michael. No pienso casarme contigo, ni ahora ni nunca. Y no te equivoques, no hay beneficio mutuo en esto, solo tu ambición desmedida.

Él me mira con una expresión que no logro descifrar del todo. ¿Acaso hay un destello de arrepentimiento en sus ojos? ¿O es solo una máscara para ocultar sus verdaderas intenciones?

—Estás cometiendo un grave error, señorita Dupont. Piénselo bien antes de rechazar mi oferta. No solo está en juego su reputación, sino también la vida de su hermano.

Su tono es serio, casi amenazante, y por un instante, una sombra de duda atraviesa mi mente. ¿Será capaz de hacer lo que dice? ¿Tendrá realmente el poder para influir en el destino de mi hermano?

—No me intimidas, Michael. Puedes retirarte. Y si intentas algo contra mi familia, te aseguro que pagarás las consecuencias.

Él asiente con gesto serio y se da media vuelta para salir de la oficina. Mientras lo veo alejarse, una sensación de alivio me invade. Pero al mismo tiempo, sé que esta no será la última vez que tenga que enfrentarme a él. Michael Reid es un enigma que ni en mis sueños más locos pudiera haber imaginado.

***

Un mes después…

Jugueteo con mi lapicero entre los dedos para calmar la ansiedad que me provoca esperar por los resultados de la ejecución. Ha pasado un mes desde que Michael me hizo aquella irreverente propuesta, un mes desde que no he sabido nada más de la novia embarazada del hombre que fue a parar en prisión para sustituir a mi hermano menor.

Muerdo mi labio con insistencia, sin darme cuenta de que me he hecho daño hasta que el sabor metálico de la sangre se mezcla con mi saliva.

Cuando escucho al fiscal a cargo del caso hablando, subo el volumen a la televisión.