Jaqueline subió la última caja a su Ranger Rover gris, cerró la puerta y soltó un largo suspiro, miró hacia la gran mansión en la que creció, había aprendido a diferenciar el bullyng, la burla, la hipocresía, y él "no eres bienvenida", sintió un nudo al recordar el día que había llegado a esa casa, la única persona que la trató como familia, es Damián, su tío, tenía tantas cosas en común, que no sintió tanto la ausencia de la falta de su padre, quien se había sumido en la depresión y la misma que lo llevó a tener el accidente. El personal de la casa, la trataban con distancia, por órdenes de Jodie y Jazleen, pero cuando no estaban ellas, el personal la consentía en secreto.
— ¿Tienes todo? —preguntó su tío, quien lucía ojeroso, cansado y triste, no quería que Jaqueline se fuese de su casa, era quien lo mantenía con el ánimo arriba, se acercó a ella y la abrazó, ella correspondió el abrazo.
—Sí, tengo todo, promete que te cuidarás, tomarás tus medicamentos y si te sientes mal, —se separó del abrazo para mirarlo. —Me llamarás, vendré inmediatamente. ¿Lo prometes?
Damián sintió un nudo en la garganta que, por un momento, no lo dejó hablar, solo hizo un movimiento con su cabeza, afirmando en respuesta, Jaqueline se sintió mal por dejarlo.
—Anda, ten cuidado al manejar, yo estaré bien. —Jaqueline sintió una opresión en su pecho, estaba demasiado apegada a Damián. Este acarició su mejilla lentamente, recordando a su padre y a su madre, tenía todo de ella. —Eres igual a tu madre.
Jaqueline sonrió nostálgica.
—Lo sé, siempre lo dices.
—Anda, no tarda en anochecer. —la puerta se abrió y apareció Jazleen, llevaba su bolso y las llaves de su auto deportivo último modelo.
—Vaya, ¿Interrumpo? —dijo déspota.
—Ve—le dijo Damián a Jaqueline para evitar hacer corajes. —Pórtate bien. —Jaqueline se despidió y subió a su auto. Mientras avanzaba miró por el retrovisor y estaba Damián de pie en dónde estaba el auto hace unos momentos y agitaba su mano en despedida. Las lágrimas de Jaqueline se deslizaron por sus mejillas, llegó a la salida de la mansión de los Ward, presionó el botón del cerco eléctrico y finalmente cerró detrás de ella, temía ya que desde años siempre había estado cerca de Damián, se sentía protegida, ahora, era hora que viviera aparte de todos y sola.
—Tranquila, Jaqueline—apretó el volante con fuerza. —Todo saldrá bien.
Jaqueline dejó la mayoría de las cajas en la entrada principal, se había cansado de cargar y de desempacar, se dio un respiro, se sentó en el sillón de la sala y aun con su ropa deportiva, se quedó dormida plácidamente. A media noche, despertó desorientada, caminó hacia el gran pasillo que la llevaría a su habitación, aun olía a muebles nuevos, abrió la ventana y se recostó en la cama, por un momento en la oscuridad, se quedó prendada del movimiento de las cortinas blancas que bailaban por el aire que entraba a la habitación, su baile hipnótico, la arrulló, llevándola a un sueño extraño, un sueño dónde había gritos, lágrimas y dolor, la imagen de su madre apareció en aquel sueño, dónde ella besaba su pequeña frente, le susurraba que la amaba y que algún día entendería todo. Despertó agitada, sudando, su corazón latía a toda prisa, se llevó su mano a su corazón, como si eso lo fuese a calmar, miró hacia la ventana y notó que no tardaba en amanecer. Se dejó caer de regreso a la cama y cerró sus ojos, pensando que algún día llegarían las respuestas que tanto anhelaba en silencio a todas sus preguntas.
Jaqueline era de las personas que automáticamente despertaba temprano, hacía todo lo que tenía que hacer, tranquila, sin prisas, tenía ahora todo el tiempo para ella, su espacio, su privacidad, eso le llenó de tranquilidad, cuando terminó de ducharse, de secarse el cabello y ponerse un cambio de ropa cómodo, salió de la habitación, miró a su alrededor y se dio cuenta que tenía mucho que hacer, mucho que desempacar y bajar por el resto de las cajas.
—Primero un café...—se dijo a sí misma, lo que más le había encantado del departamento, aparte de la vista, era la cocina, adoraba cocinar, le recordaba el tiempo que pasó con su madre, el hornear galletas, hacer pasteles y otras comidas. Se sentó en la butaca de la isla mirando el lugar, en silencio, su mente era una revolución, estaba viendo lo que necesitaría el lugar, finalmente compraría la lámpara que tanto le había gustado pero que ahora se daría ese gusto, así como unos cuadros con muchos colores, otro color de pared, miro el suelo, era un mármol negro, lo cambiaría por piso de madera en un tono más claro...
El timbre se escuchó por todo el lugar.
Despegó lentamente sus labios de la taza de café, arrugó su ceño, pensando que se habrían equivocado de departamento, al no volver a escucharlo, regresó sus labios a la taza para dar un largo sorbo a su café, miró de nuevo hacia la gran sala, pero fue interrumpida por el timbre, de nuevo. Dejó la taza en la isla, se bajó de su butaca y caminó hacia la puerta, se asomó por el pequeño hoyo de la puerta para mirar quien estaba del otro lado.
—No.…—susurró con mucha sorpresa. Abrió la puerta y miró a la mujer que estaba frente a ella. — ¿Mónica? —era el ama de llaves de la casa de Damián, era una señora que había querido mucho a Jaqueline desde que había llegado, ella fue testigo del mal trato que le daban Jodie y Jazleen, en sus manos llevaba un contenedor de vidrio y una sonrisa se expandió al ver a su Jaqueline sorprendida.
—Sí, soy yo. ¿Me vas a dejar pasar? —Jaqueline sonrió ampliamente.
—Sí, sí, sí, pasa. —Mónica entró y se quedó con la boca abierta al ver el gran espacio, tenía mucha luz, a pesar de ser muy temprano, mucha luz iluminaba cada rincón.
—Tendrás que comprar las ventanas oscuras como las que dejaste en la mansión. —Jaqueline sonrió divertida al comentario de Mónica, quien le entregaba el contenedor de vidrio. Se paseó por el lugar en lo que Jaqueline iba a la cocina.
—Hablaré con mi contacto, quiero que todo lo cubra, es mucha luz.
—Sí, lo sé, demasiada luz...
Mónica alcanzó a Jaqueline en la isla de la gran cocina.
— ¡Que rico huele, Moni! ¡Gracias! —Jaqueline miró el contenedor de vidrio y descubrió su desayuno favorito: Panqueques y unos vasos pequeños con miel, mantequilla y mermelada. Jaqueline rodeó la isla y la abrazó. —Apenas ayer me he ido, y ya te extraño. —Mónica casi se ponía a llorar al escuchar su voz casi rota. Al separarse, Mónica le limpió las mejillas y la hizo sonreír.
—Yo también y por eso he venido—comenzó a hablar cuando Jaqueline regresó al lugar dónde había dejado el contenedor de vidrio, buscó un tenedor y comenzó a pellizcar. Levantó la mirada al escuchar detenidamente aquellas palabras.
— ¿Qué pasó? —dejó el tenedor a medio camino de su boca.
—Come. Un café no es desayuno. —Mónica tomó aire y se preparó para lo que iba a decir. Jaqueline se llevó el trozo del panqueque a su boca, esperando a que ella hablara. —He renunciado anoche.
Jaqueline abrió sus ojos mucho. Se apuró en pasar la comida y finalmente habló.
— ¿Qué? ¿Qué pasó? —Mónica no le iba a decir que discutió con Jodie cuando la pilló en la antigua habitación de Jaqueline junto con Jazleen y destrozaban el lugar, Mónica había entrado con mucho coraje, les había dicho sus verdades, se quitó el mandil de servicio y se los tiró en la cara, recordó y eso le hizo sonreír, había hecho sus maletas, Damián le había dado la dirección de Jaqueline para que se fuese con ella y Mónica...encantada, Ya que tenía una promesa que cumplir con Jaqueline.
—Estaba harta, —Mónica arqueó una ceja. —Sabes que estaba a punto de estallar con ellas.
Jaqueline dejó el tenedor al lado del contenedor al escuchar el "Ellas", se imaginó que algo le habían hecho.
— ¿Que te hicieron? —preguntó Jaqueline, ya sonrojada de la molestia. —Dime.
—Nada, solo que la casa no iba a ser igual sin ti, ¿Para qué quedarme? ¿No ocupas un ama de llaves? —a Jaqueline se le desapareció la molestia y sonrió al escuchar la pregunta de Mónica.
—Contratada. —Mónica se emocionó y se limpió la orilla de sus ojos.
—Donde sea me acomodo, Jaqueline, no pido el sueldo que me daban en la mansión, solo lo necesario para vivir dignamente.
—Tú no te preocupes por el dinero. Es lo que sobra en estos momentos. ¿Tendrías que ir a algún lugar por tus cosas? —Mónica asintió.
—Tu tío me ayudó a guardarlas en su almacén privado de la mansión. Dormí con una amiga...
—Bueno, en el día iremos por ellas y te instalas. Empiezas el lunes, así que bienvenida...—Mónica se levantó de su lugar y fue a abrazar a Jaqueline, finalmente estaba lejos del ambiente tóxico de la mansión.
Jaqueline bajó la puerta de la cajuela de su auto, se inclinó para cargar la última caja de mudanza, un mechón cayó entre sus ojos y sopló para retirarlo, cuando se levantó y se giró bruscamente hacia el edificio con la caja en sus brazos, se topó con un cuerpo alto, de pecho duro, el olor a menta fresca inundó el pequeño momento, inmediatamente un gruñido soltó él entre dientes. —Lo siento, lo siento—se disculpó Jaqueline, cuando levantó su mirada, se encontró con unos ojos grises cargados de molestia e irritación, sus labios se entreabrieron para tomar aire. —Tenga más cuidado—él hombre alto exclamó en un tono gélido, era de presencia intimidante, enfundado en un traje elegante, se quedó por un momento prendado de la mirad
—Mucho gusto señor. —él arrugó su ceño en la forma que lo llamó.— ¿Señor? Bueno tengo mis años pero...—Burak se dio cuenta que estaba dando explicación a una mujer completamente extraña, pero que de alguna manera, le nació de la nada hacerlo.—Que tenga buen día—Jaqueline se mordió el labio antes de girarse para cortar la charla demasiado extraña con el hombre, Burak retrocedió y dejó que las puertas se cerraran, arqueó una ceja, intrigado. Muchas mujeres siempre querían hablar con él, y parece ser que en esta primera vez, ella no quería hablar."No es Estambul, Burak"—Estás perdiendo el encanto, Burak. —murmuró para sí mismo mientras miró como los números le anunciaron casi la llegada al ático.Jaqueline c
Burak se ajustó su corbata de marca cara e italiana. Estaba preparándose para acompañar a Kerem a conocer a su prometida, hace un par de días atrás, había entregado el anillo de compromiso, era el anillo de la abuela y tenía demasiado curiosidad, ya que aún no sabía el nombre de su futura cuñada, Kerem quería mantener todo bajo perfil hasta el día de hoy, hoy finalmente sabría quién es la misteriosa mujer.Burak bajó los escalones de la segunda planta de su nuevo ático.—Señor Arap-Badem—Burak vio a su ama de llaves. —Acaban de informar que el chófer está esperando en el lobby para llevarlo.—Gracias—Burak alcanzó su móvil, presionó el botón del elevador privado y bajó al lobby. Caminó mientras miró su móvil, estaba leyendo los posib
Burak estaba en total shock, arrugó su ceño confundido, pensó por un momento que se habían equivocado, que no era su Kerem el que le estaban anunciando de su muerte, sintió una opresión en su pecho.— ¿Qué? —fue lo primero que dijo Burak. Negó a toda prisa. —Es imposible. Yo...—sus palabras se evaporaron.—Hemos encontrado su cuerpo dentro de su auto, estaba estacionado delante de un local, uno de los que hacen guardia en el área notaron sospechoso, entonces...—Es imposible...—Burak sintió su corazón latir a toda prisa, se llevó su mano a su rostro, miró al policía. —Él... ¿Fue atacado? ¿Fue asaltado? —preguntó con dificultad.—Han informado que ha sido una sobredosis. —Burak sintió que el piso se abría debajo de él, "Kerem,
La puerta se abrió y una desconsolada Jazleen se mostró ante la mirada de Jaqueline, por primera vez desde que conoció a su prima, la vio vulnerable, asustada, preocupada, casi al borde de la histeria, debió haberse puesto mal al escuchar que su padre había tenido un infarto.—Jaz...—dijo Jaqueline cuando se levantó de su lugar, su prima levantó la mirada.— ¿Qué? —la cara de Jazleen se transformó al darse cuenta que Jaqueline era quien la llamó. Jaqueline detuvo su camino al ver que regresó la Jazleen de siempre.Jaqueline se cruzó de brazos.—Nada. —contestó, Jazleen no dijo nada más, se limpió ambas mejillas con ira sin dejar la mirada de su prima, y luego se retiró por dónde habían llegado. Jaqueline la miró irse, y sintió lástima, Jodie la habí
—Aquí tiene la llave, señor. —el gerente del edificio estaba consternado al escuchar al hombre intimidante frente a él que el joven Kerem había fallecido, recordó a la mujer que todos los días iba, el hombre ya se iba cuando este lo detuvo. —Perdone, —Burak se giró hacia el hombre—Ha venido una mujer a buscarlo todos los días, —Burak arrugó su ceño, intrigado.— ¿Ha dejado su nombre? —el señor se queda pensativo.—Solo hace una firma, pero no pone su nombre completo, se lo enseño. —Burak se acercó a recepción, el hombre le acercó una bitácora.—Aquí está, supongo que no sabe que el joven Kerem ha fallecido, por qué ha estado preguntando por él todos los días por él, ha estado esperando alrededor de diez minutos y luego se ret
Jaqueline colgó una llamada que le hizo que el dolor de cabeza empeorara.Dejó sus codos en la superficie y escondió su rostro entre las palmas de sus manos, sintió algo tenso en el centro de su estómago, miles de cosas pasaron por su cabeza, "¿Dónde estás, Kerem?" Salió de su escondite, levantó su mirada hacia el frente y se encontró con Jazleen y su intención de entrar. Abrió la puerta la mujer rubia y entró sin esperar a que le diese permiso Jaqueline.— ¿Ya te contó mi padre? —Jaqueline arrugó su ceño.— ¿De qué? —Jazleen sonrió, caminó hasta quedar frente al escritorio de Jaqueline, lució un traje elegante de alguna marca italiana muy famosa, se cruzó de brazos y soltó un breve suspiro.—Voy a trabajar en la empresa. —Jaqueline n
Jaqueline estacionó el auto en el cajón de estacionamiento que le correspondía, aun su mente estaba vagando en las posibles teorías de la ausencia de Kerem. Abrió la puerta, a lo lejos escuchó un auto estacionarse a su lado, pero no prestó atención, alcanzó su bolso, abrió la puerta y cuando bajó se encontró con una figura alta e intimidante, Jaqueline soltó un jadeo de sorpresa.Sus ojos marrones claros, se quedaron prendados por un momento en los de Burak, se sintió la electricidad entre los dos, Jaqueline se repuso inmediatamente.—Lo siento, no lo vi. —Burak sintió su corazón agitarse al escuchar su voz, ¿Qué le estaba pasando con esta mujer?—Lo siento yo, no me di cuenta cuando abrió la puerta, espero no haber hecho algún daño a su auto.—No, no, —Jaqueline se p