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Capítulo 2. “Hogar, dulce hogar”

     Jaqueline terminó de revisar los pendientes que tenía que finiquitar ese día, tocaron la puerta de cristal, levantó la mirada y vio a Kerem, su asistente de hace dos años, era alto, fornido, siempre vistiendo impecablemente, de origen turco, anteriormente había trabajado como un chef en un restaurante, a Jaqueline le sorprendía ya que no tenía nada que ver el puesto, pero sus estudios lo avalaban, le dio un mes de prueba y durante ese tiempo, se destacó y lo hizo oficialmente su asistente de vicepresidencia.

     —Jaqueline, tienes una cita a las seis con el asesor de bienes raíces. Aun tienes tiempo para llegar, o ¿Quieres que cancele y lo paso a mañana? —ella negó inmediatamente.

     —Necesito salir de esa casa, si es posible mañana mudarme. —Kerem se sorprendió.

     — ¿Te han corrido? —ella negó, soltó un largo suspiro de cansancio y se dejó caer en el respaldo de la silla de cuero color rojo sangre.

     —Necesito independencia total.

     —Me parece bien. La esposa del señor Ward, te hace la vida miserable. —ella asintió.

     —Demasiado, hace dos días pasé a la tintorería por mis trajes, los dejé colgados en mi armario, al llegar en la noche no los encontré, luego di con ellos en la lavandería, manchados de cloro, —Kerem se horrorizó por eso.

     —Por Al-lāh. No entiendo por qué tanto odio. —Jaqueline suspiró de nuevo.

     —Por ocupar un espacio en su casa, supongo.

     —Deberías de mudarte ya. —ella asintió.

     —Lo sé, y es horrible estar pensando con que te vas a encontrar en tu habitación cuando llegues, no puedo contarle todo lo que me han hecho a mi tío ya que no puede recibir malas noticias o hacer corajes por su corazón, además, sé qué soy una intrusa.

     —No, ahí no te doy la razón, eres una buena persona, no eres una intrusa, eres su sobrina, eres su familia. —se quedaron en silencio por un momento.

     —Bueno, —se separó del respaldo. —...Cuéntame.

Kerem se sonrojó, sabía a dónde iba.

     — ¿Que te cuento? —Jaqueline sonrió.

     —Te pusiste colorado. —Kerem negó con una sonrisa que no pudo evitar.

     —Es solo que...no suelo hablar de mi vida privada y las veces que lo he hecho es contigo.

     —Cuéntame, ¿Qué pasa? —Kerem tomó aire y lo soltó lentamente.

     —La mujer, —Kerem hizo un gesto. —...ya sabes la chica que conocí hace un año, estoy listo ya para hacerle la proposición esta noche.

     Jaqueline se emocionó.

     —Entonces, ¿Cuándo me dirás su nombre? —él se tensó.

     —Todavía no, pero será pronto...—Kerem se emocionó. —...Ya que tenga su anillo de compromiso en su dedo, entonces podremos gritarlo a los cuatro vientos.

     Jaqueline se emocionó mucho más.

     —Me encanta, tienes que decirme con anticipación lo de la boda, podría estar en medio de un viaje fuera del país, tú sabes cómo es esto.

     —Lo sé, no te preocupes.

     — ¿Y seguirás trabajando para la empresa? —preguntó curiosa, Jaqueline.

     —No, recuerda que avisé con anticipación mi renuncia, además, ahora tengo un pequeño negocio de comida los fines de semana y sé qué será un hit más adelante, con eso, podré mantenerla y darle lo que necesite. No quiero que le falte nada.

     —Se me hace tan bien, tus ojos se iluminan cuando hablas de ella y el futuro de ambos...en serio te felicito... —Jaqueline sintió un hueco en el centro de su estómago, ¿Dónde están los hombres como él? Kerem sonrió.

     —Estoy enamorado. Muy enamorado. —se sinceró con un nudo en la garganta. —Ella es mi vida.

     —Espero pronto conocer a la mujer que te hace tan feliz. ¿Y tienes planeado como pedírselo?

     —Sí, hoy a la noche, en el negocio de comida, le mostraré lo que puedo hacer por ella...quiero que lo vea con sus propios ojos.

     —Súper romántico...tienes que contarme que tal, toma foto y vídeo, quiero ver su reacción cuando se lo propongas—Jaqueline sonrió y felicitó a su amigo.

     Jaqueline miró el reloj mientras esperaba en su auto al asesor de bienes raíces, el auto se detuvo en la acera de enfrente, bajó y llamó, Jaqueline supo inmediato que era él el asesor, bajó del auto ella y lo alcanzó.

     —Soy Jaqueline King. —el hombre se presentó.

     —Mucho gusto, señorita King. Mi nombre ya lo sabe, soy Abraham Lorens. Pase le mostraré el primer departamento de tres. —lo sigue, le explica amablemente el primero, que se encuentra en un bloque de treinta departamentos, está totalmente amueblado. Se movieron de nuevo y el segundo, lo odió Jaqueline, no tiene espacio para la cocina y tiene vecinos muy ruidosos. Llegaron al tercero, está en el piso cuarenta y nueve, es un muy amplio piso y muy iluminado por el día, Jaqueline piensa que se lo puede pagar cómodamente, estaba amueblado, tenía toques minimalistas en color blanco, negro y dorados, le contó Abraham que era de un famoso hijo de un artista plástico. Es simplemente hermoso, grandes ventanales de un lado que mostraba uno que otros edificios vecinos, pero podía verse a lo lejos el mar y el cielo...simplemente hermoso.

Jaqueline decide.

     —Te mostraría el ático de arriba, pero lo acaba de adquirir hoy por la mañana el señor Arap. —Jaqueline arrugó su ceño. —Te hubieses enamorado del espacio, es de dos plantas y tiene helipuerto, gimnasio privado, alberca y una terraza impresionante, puedes ver la ciudad casi en su mejor esplendor cada mañana.

     — ¿Es extranjero? Es la primera vez que escucho ese apellido. —Abraham sonrió de oreja a oreja.

     —Sí, es un hombre mayor, maduro, digo que camino a los cuarentas, de barba de candado, porte elegante, impresionante figura intimidante, es un empresario turco.

     Jaqueline sintió más curiosidad.

     — ¿Y dices que compró el ático? —Abraham asintió.

     —Sí, no pasó diez minutos recorriendo el piso e inmediato lo compró, casi sin parpadear.

     —Oh, qué bien. —Jaqueline miró de nuevo el departamento. —Bueno, no quiero que me ganen esta belleza, así que lo voy a comprar.

     — ¿Comprar? —Abraham se impresionó, pero ella se confundió por su reacción.

     —Sí... ¿Por qué suena sorprendido? —Abraham se sonrojó.

     —Perdona, pensé que lo rentarías...—Jaqueline sonrió.

     —Puedo pagarlo. He trabajado muchos años para poder comprarme finalmente algo propio y no desaprovecharé.

     —Perfecto, cerramos el trato, si le parece bien...pasemos al comedor y haré la documentación de compra—venta. —Jaqueline asintió con emoción.

     Finalmente tendría su propio espacio al cual llamarle..."Hogar".

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