Burak abrió la puerta del auto blindado, le extendió la mano a Jaqueline para ayudarle a bajar del auto.
—Gracias—dijo Jaqueline con una gran sonrisa, se le veía otro semblante.
Cerró la puerta y puso su mano en la espalda baja de ella para guiarla por el muelle. Ella se ajustó sus lentes de sol, la brisa de la mañana le encantó, se sintió un poco relajada. Los hombres detrás de Burak, cargaron las maletas de ambos. Burak tomó de la mano a Jaqueline y entrelazó sus dedos con los de ella, esta sonrió y se sonrojó.
— ¿No iremos a desayunar? —preguntó Jaqueline al ver que no se dirigieron al restaurante, Burak sonrió sin mirarla.
—Vamos a desayunar—Jaqueline siguió caminando y miró los barcos anclados—…pero ahí—señaló un catamarán a lo lej
El chef a bordo, preparó los mejores filetes que Jaqueline pudo probar, estaban exquisitos, había comido un poco más de lo normal, pensó que podría ser la última vez que podría saborear la comida de Charles, un chef francés muy reconocido. Después de probar el postre, bolas de chocolate con fresas, se quedaron por un momento callados, mirando hacia el mar, la brisa le agradó mucho a Jaqueline, pero cayó en cuenta de algo, el muelle ya no se podía ver, miró hacia todos lados, luego por un momento, pero breve momento, pensó que podría ser parte del plan de Burak, no le había contado nada, giró su rostro hacia a él, se encontraron sus miradas, él dio un sorbo a su copa.— ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó Jaqueline hacia a él.—Ya la hiciste…—Jaqueline soltó una ri
Dos semanas después de navegar, Burak y Jaqueline disfrutaron de las bellezas de ambas islas, habían dormido en una villa que era de los padres de él, luego de nadar, de pasear en bicicleta por los lugares, de saborear los platillos, habían llegado finalmente al aeropuerto de la última isla. El avión privado de las empresas de Burak estaba esperando en aquella pista. Jaqueline se sostuvo con fuerza del sombrero que tenía sobre su cabeza para que no se lo llevase el aire, Burak reía al ver que ella no paraba de reír, ya que con la otra mano intentaba que su falda plisada, no se levantara, él se acercó para ayudarle. — ¡Gracias, cariño! —agradeció divertida Jaqueline cuando finalmente llegaron al pie de la escalera del avión, parecía un matrimonio disfrutando de los placeres de la luna de miel. Al subir, el personal los saludó, luego tomaron lugar, Jaqueline se retiró el sombrero, luego se comenzó a arreglar el cabello con sus dedos, miró a Burak que habló por u
Burak se acomodó del lado que siempre duerme en esa cama, Jaqueline del otro lado, él tenía la espalda recargada en el respaldo de cuero, Jaqueline tenía su rostro en el costado desnudo de él, ambos miraron la televisión frente a ellos.—Dormiré, no aguanto el sueño…—susurró Jaqueline, cerrando sus ojos, Burak la acomodó en la almohada, luego la arropó.Por la mañana, tenía listo el auto en el que se moverían, Burak quería manejar, al terminar de desayunar, él se sorprendió al ver a Jaqueline cubierta con un sala, -cubre el cabello, y se fija en los hombros- Burak abrió sus ojos mucho más de lo normal.—Jaqueline—intentó decir algo, pero ella se detuvo frente a él.—Investigué un poco, no soy de tu religión, sé qué no eres m
Jaqueline se dejó caer en la orilla de la cama de aquella habitación, tenía estantes de muñecas de porcelana, con roles rubios y perfectos, le recordó aquella historia que su madre le contaba antes de dormir, la niña de risos que se comía la comida de los osos en una casa que encontró en el bosque; sus ojos se movieron de un lugar a otro, tenía curiosidad y mucha. Su madre se había marchado sin decir nada, su padre estuvo noches llorando en su habitación, sin decirle más, Jaqueline no quería preguntar de nuevo ya que a su padre se le cristalizaban los ojos, luego la dejaba sola en la mesa para irse a encerrar al baño y llorar, ella sospechaba, pero no quería decirlo en voz alta: su madre los había abandonado. —No toques mis muñecas con tus manos sucias—dijo aquella niña de cabe
—Tienes que acomodar bien a las modelos, esto no es un programa de chisme caliente, ¡Y ya deja de cuchichear! —exclamó impaciente un hombre alto, de cuerpo fornido y con una cámara profesional a su ayudante, este comenzó a disparar el flash, moviendo de un lado a otro, para obtener varias fotos para la publicidad del comercial. Jaqueline apareció detrás de él. — ¿Qué andas de mal humor? —el hombre sin girar y detenerse con la cámara, sonrió, la melodiosa voz de Jaqueline, le agradaba escuchar por las mañanas. —No, es solo que mi tiempo corre y es preciado y él no me está ayudando—se quejó de su asistente, terminó de tomar las fotos, cuando este se giró hacia la mujer que estaba observando como trabajaba. Se impresionó
Jaqueline terminó de revisar los pendientes que tenía que finiquitar ese día, tocaron la puerta de cristal, levantó la mirada y vio a Kerem, su asistente de hace dos años, era alto, fornido, siempre vistiendo impecablemente, de origen turco, anteriormente había trabajado como un chef en un restaurante, a Jaqueline le sorprendía ya que no tenía nada que ver el puesto, pero sus estudios lo avalaban, le dio un mes de prueba y durante ese tiempo, se destacó y lo hizo oficialmente su asistente de vicepresidencia. —Jaqueline, tienes una cita a las seis con el asesor de bienes raíces. Aun tienes tiempo para llegar, o ¿Quieres que cancele y lo paso a mañana? —ella negó inmediatamente. —Necesito salir de esa casa, si es posible mañana mudarme. —Kerem se sorprendió
Jaqueline subió la última caja a su Ranger Rover gris, cerró la puerta y soltó un largo suspiro, miró hacia la gran mansión en la que creció, había aprendido a diferenciar el bullyng, la burla, la hipocresía, y él "no eres bienvenida", sintió un nudo al recordar el día que había llegado a esa casa, la única persona que la trató como familia, es Damián, su tío, tenía tantas cosas en común, que no sintió tanto la ausencia de la falta de su padre, quien se había sumido en la depresión y la misma que lo llevó a tener el accidente. El personal de la casa, la trataban con distancia, por órdenes de Jodie y Jazleen, pero cuando no estaban ellas, el personal la consentía en secreto. — ¿Tienes todo? —preguntó su tío, q
Jaqueline bajó la puerta de la cajuela de su auto, se inclinó para cargar la última caja de mudanza, un mechón cayó entre sus ojos y sopló para retirarlo, cuando se levantó y se giró bruscamente hacia el edificio con la caja en sus brazos, se topó con un cuerpo alto, de pecho duro, el olor a menta fresca inundó el pequeño momento, inmediatamente un gruñido soltó él entre dientes. —Lo siento, lo siento—se disculpó Jaqueline, cuando levantó su mirada, se encontró con unos ojos grises cargados de molestia e irritación, sus labios se entreabrieron para tomar aire. —Tenga más cuidado—él hombre alto exclamó en un tono gélido, era de presencia intimidante, enfundado en un traje elegante, se quedó por un momento prendado de la mirad