La puerta se abrió y una desconsolada Jazleen se mostró ante la mirada de Jaqueline, por primera vez desde que conoció a su prima, la vio vulnerable, asustada, preocupada, casi al borde de la histeria, debió haberse puesto mal al escuchar que su padre había tenido un infarto.
—Jaz...—dijo Jaqueline cuando se levantó de su lugar, su prima levantó la mirada.
— ¿Qué? —la cara de Jazleen se transformó al darse cuenta que Jaqueline era quien la llamó. Jaqueline detuvo su camino al ver que regresó la Jazleen de siempre.
Jaqueline se cruzó de brazos.
—Nada. —contestó, Jazleen no dijo nada más, se limpió ambas mejillas con ira sin dejar la mirada de su prima, y luego se retiró por dónde habían llegado. Jaqueline la miró irse, y sintió lástima, Jodie la había alimentado de odio contra ella, aun no entendía el motivo, ¿Quizás porque Damián la había protegido?
—Jaqueline—Mónica le llamó, ella se giró hacia a ella, y vio que Jodie estaba cerrando la puerta de la habitación de Damián.
Jodie levantó la mirada al cerrar por completo la puerta, vio a Jaqueline, arqueó una ceja y levantó su barbilla, lista para lanzarse a la yugular.
—Mi esposo quiere verte. —le dijo Jodie con desprecio.
Jaqueline no dijo nada, solo hizo un movimiento de barbilla, se acercó a la puerta y antes de que tocara el picaporte con su mano, Jodie la detuvo.
—Jodie—dijo Jaqueline apretando su mandíbula al sentir el agarre de su muñeca. Jaqueline le miró. —Suéltame. —Jodie la miró con tanto odio, que para Jaqueline no era nuevo.
—Eres una...—Jaqueline le miró con furia, se soltó de su agarre bruscamente.
—No te pedí tu opinión..."tía"... —remarcó con sarcasmo la última palabra, Jodie estaba a punto de explotar, pero no era el momento.
—No me vuelvas a decir tía. No lo soy. —se retiró Jodie maldiciendo entre dientes mientras se dirigía por dónde había llegado con su hija.
Jaqueline cerró la puerta detrás de ella y vio en el centro de la habitación VIP, la cama de su tío.
—Hija—susurró Damián, sintió alivio al ver a su pequeña Jaqueline. Aunque ya no era la pequeña que había llegado a su casa, ya no era la niña callada y tímida, para él seguía siendo su pequeña sobrina, había tanto de su madre en ella, que cada veía, le daba felicidad. Jaqueline con los ojos cristalinos, se acercó a toda prisa a su lado para atrapar la mano que Damián le extendió.
—Tío...—Jaqueline se quebró, lloró cubriendo su rostro con ambas manos, el temor de solo pensar perderlo, fue grande y el sentimiento era indescriptible.
La mano de Damián acarició el cabello castaño de Jaqueline, ella salió de su escondite, sus ojos marrones claros, estaban rojizos.
—Tranquila, estoy aún aquí...—se miró en sus ojos. —Tienes tanto de tu madre, ¿Ya te lo he dicho? —ella asintió intentando limpiar su rostro.
—Muchas veces...—Damián sonrió. Jaqueline hasta el día de hoy no sabía por qué su madre los había abandonado a su padre y a ella. —Aunque ella nos abandonó...—Damián presionó sus labios, sabía el dolor del abandono, incluso a él aun le dolía, el ver a su hermano hecho pedazos, hundido en la depresión, le había costado la vida. Damián con cuidado se hizo a un lado y le hizo señas de que se recostara con él, Jaqueline lo hizo sin pensar, se acurrucó a su lado, dejando su oreja contra el pecho de él, Damián descansó su barbilla en la cabeza de Jaqueline.
—No pretendo cambiar ni limpiar la imagen de tu madre, pero cuando la conocí...—Damián no pudo evitar sonreír. —...era muy simpática, humilde, de corazón grande, luego, conoció a tu padre—soltó un suspiro. —Él la amó, más cuando supo que le daría el mejor regalo del mundo...una pequeña Jaqueline.
— ¿Entonces por qué nos dejó, tío? —Damián miró la pared frente a ellos.
—No lo sé...—soltó un discreto suspiro. —Aun no lo sé...
Un mes después.
Burak abrió sus ojos, lo primero que vio en la mesa de noche fue la foto de Kerem y él, reían de algo, lucían alegres en la terraza de su casa en Estambul, el atardecer a la espalda de ambos. Sintió la opresión en su pecho, el solo pensar que no estaba vivo, se le retorció con fiereza el corazón. Cerró sus ojos de nuevo. No quería sentir el dolor por un momento, no quería sentir su ausencia.
Burak había estado inquieto, pero sabía por qué. No se atrevía aun a ir al departamento de él, aun no estaba listo. ¿Cuándo se está listo para algo así?
—Burak, vamos. Levántate. —después de hacer la rutina, se encerró en su despacho, como lo había hecho después de regresar de su viaje a Estambul con el cuerpo de Kerem y de haberle dado un funeral en su tierra, pero regresó para finiquitar los asuntos que él había dejado, como por ejemplo, Kerem había pagado dos años de renta en un local que estaba preparando para abrir en un futuro, se había pasado las tardes pensando en que hacer, ¿Cumplir el sueño de Kerem? ¿Abrir el restaurante? ¿Pagar a alguien capacitado para que lo trabaje? Burak soltó la pluma de punta fina y elegante sobre los documentos, miró de nuevo hacia la ventana a su lado derecho, le mostraba desde esa altura, el panorama perfecto de una atardecer de la ciudad de New York.
— ¿Qué hago, Kerem? —la imagen de Kerem cocinando con pasión, en la cocina, su sonrisa expandiéndose cuando fue pillado. —Entonces...así será.
Jaqueline colgó el teléfono de su oficina con molestia, hace un mes que no podía localizar a Kerem, no sabía de él desde esa vez que lo vio en el estacionamiento, recordó el estar investigando si aún estaba su hermano en el edificio, pero parecía que se había esfumado ambos, el móvil estaba apagado, su auto no estaba en el departamento de él, y todos los días iba y tocaba aquella puerta, investigó con el gerente del edificio por él, pero nadie tenía alguna noticia, sabía solamente que venía de Estambul, que estaba a punto de renunciar para emprender en el ramo de la comida, pero no sabía en qué lugar se encontraba aquel negocio. Se cubrió el rostro con sus manos, luego masajeó, miró la lista de teléfonos en Estambul que mostraba el apellido: "Badem", revisó una y otra vez su solicitud de empleo, había hablado a los únicos empleos pero ellos solo sabían lo que Jaqueline, chico turco, amable, educado, buen porte y con sueños de tener su propio restaurante.
— ¿Dónde estás Kerem? ¿Por qué has desaparecido?
—Aquí tiene la llave, señor. —el gerente del edificio estaba consternado al escuchar al hombre intimidante frente a él que el joven Kerem había fallecido, recordó a la mujer que todos los días iba, el hombre ya se iba cuando este lo detuvo. —Perdone, —Burak se giró hacia el hombre—Ha venido una mujer a buscarlo todos los días, —Burak arrugó su ceño, intrigado.— ¿Ha dejado su nombre? —el señor se queda pensativo.—Solo hace una firma, pero no pone su nombre completo, se lo enseño. —Burak se acercó a recepción, el hombre le acercó una bitácora.—Aquí está, supongo que no sabe que el joven Kerem ha fallecido, por qué ha estado preguntando por él todos los días por él, ha estado esperando alrededor de diez minutos y luego se ret
Jaqueline colgó una llamada que le hizo que el dolor de cabeza empeorara.Dejó sus codos en la superficie y escondió su rostro entre las palmas de sus manos, sintió algo tenso en el centro de su estómago, miles de cosas pasaron por su cabeza, "¿Dónde estás, Kerem?" Salió de su escondite, levantó su mirada hacia el frente y se encontró con Jazleen y su intención de entrar. Abrió la puerta la mujer rubia y entró sin esperar a que le diese permiso Jaqueline.— ¿Ya te contó mi padre? —Jaqueline arrugó su ceño.— ¿De qué? —Jazleen sonrió, caminó hasta quedar frente al escritorio de Jaqueline, lució un traje elegante de alguna marca italiana muy famosa, se cruzó de brazos y soltó un breve suspiro.—Voy a trabajar en la empresa. —Jaqueline n
Jaqueline estacionó el auto en el cajón de estacionamiento que le correspondía, aun su mente estaba vagando en las posibles teorías de la ausencia de Kerem. Abrió la puerta, a lo lejos escuchó un auto estacionarse a su lado, pero no prestó atención, alcanzó su bolso, abrió la puerta y cuando bajó se encontró con una figura alta e intimidante, Jaqueline soltó un jadeo de sorpresa.Sus ojos marrones claros, se quedaron prendados por un momento en los de Burak, se sintió la electricidad entre los dos, Jaqueline se repuso inmediatamente.—Lo siento, no lo vi. —Burak sintió su corazón agitarse al escuchar su voz, ¿Qué le estaba pasando con esta mujer?—Lo siento yo, no me di cuenta cuando abrió la puerta, espero no haber hecho algún daño a su auto.—No, no, —Jaqueline se p
Burak miró a través de la pared de cristal la silueta de Jaqueline, lucía un conjunto oscuro que le hacía ver elegante y sofistica, su corazón se aceleró de nuevo como últimamente pasaba cuando la veía, pero en esta ocasión...había un motivo, un poderoso motivo: Kerem.— ¿Señor Burak Arap? —preguntó una mujer morena de piernas largas en traje ejecutivo, Burak salió de su trance, miró a la mujer quien parecía curiosa, miró hacia dónde él había regresado su mirada, vio a la sobrina de don Ward, a la dulce Jaqueline. —Lo estaba esperando. La reunión es en la sala de juntas, sígame por favor. —Burak se repuso inmediatamente intentando mostrar indiferencia y evitar que se viera...pillado. Siguió a la mujer, abrió una puerta y le cedió el paso educadamente, Burak le dio la
Jaqueline levantó la mirada y notó a los dos caballeros mirando hacia el interior de la oficina del otro lado del vidrio, hablaban de algo por lo que notó, se concentró en su llamada en ese momento, el ver a Burak la tenía tensa, la forma de como la miró en la sala de juntas, la tenía sintiéndose extraña.—Sí, claro, necesito el equipo de diseño mañana a las tres de la tarde, gracias. —Jaqueline colgó, Damián le hizo señas a Burak para que entrara a la oficina, se abrió la puerta, ella levantó la mirada arrugando se ceño, según ella ya habían hablado lo que tenían que hablar en la sala de juntas, se levantó por educación y esperó a que Burak y su tío entraran.Lo hicieron, pero Damián se disculpó cuando su asistente le llamó y le informó que te
Damián le retiró la silla a Jaqueline para que tomara lugar en la mesa, ella agradeció con una sonrisa, él aflojó la corbata al sentir un poco de sofoco, ella lo notó mientras puso su servilleta de tela en su regazo.— ¿Estas bien? —Damián desvió la mirada hacia la entrada del restaurante, luego miró a Jaqueline quien estaba hermosa como siempre, le recordó a su madre, se aclaró la garganta y asintió.—Tendremos un invitado en nuestra mesa, hija.Jaqueline arrugó su ceño.— ¿Invitado? ¿Quién? —preguntó.—Buenas noches, —la pregunta de Jaqueline fue contestada al escuchar aquella voz tan masculina, tan intimidante y al mismo tiempo seductora, giró su rostro lentamente y lo levantó al ver a Burak a su lado, mostrando una sonrisa que podría deci
―Dios mío...―murmuró Jaqueline mientras miró su armario, había vestidos colgados, pero no se decidió por ninguno, quizás, llamaría a Burak y le diría que no iría, que se sentía mal, quizás un dolor de cabeza intenso. Se sentó en la alfombra, y dejó sus codos en los muslos, recargó su rostro contra sus manos.― ¿Qué pasa, niña? ―escuchó Jaqueline a su espalda, salió de su escondite y giró su rostro hacia la entrada del armario, era Mónica, sonrió divertida mientras se retiró los tirantes del mandil que cubría su cuerpo.―No quiero ir. ―se sinceró Jaqueline mientras vio como Mónica se detuvo a un lado de dónde empezaban los vestidos. ―No tengo ganas de una mala noche.―Si no vas, Damián se pondrá triste, aparte le darás la victoria a Jodie y a
Jaqueline intentó concentrarse en el tráfico de la noche, Burak de vez en cuando la miraba de reojo, notó a la mujer que manejaba muy nerviosa, intentó aligerar el momento.― ¿Y de quién es la fiesta?―preguntó mirando hacia a ella, Jaqueline se detuvo en un semáforo en rojo, miró al hombre de esmoquin a su lado, incluso, tuvo que bajar por un momento el vidrio ya que su aroma se había colado en su sistema.―De Jazleen. Hija de Damián.¿No te lo dije antes? ―Burak negó lentamente.― ¿Y por qué siento que lo que menos quieres es llegar a la fiesta?―preguntó Burak intrigado.―Por qué no soy bienvenida en esa casa.―siguió el camino cuando el semáforo cambió a verde, Burak intentó acomodarse en aquel pequeño auto, Jaqueline intentó no sonreír al ver la insistencia