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Capítulo 8. Buscando

La puerta se abrió y una desconsolada Jazleen se mostró ante la mirada de Jaqueline, por primera vez desde que conoció a su prima, la vio vulnerable, asustada, preocupada, casi al borde de la histeria, debió haberse puesto mal al escuchar que su padre había tenido un infarto.

—Jaz...—dijo Jaqueline cuando se levantó de su lugar, su prima levantó la mirada.

— ¿Qué? —la cara de Jazleen se transformó al darse cuenta que Jaqueline era quien la llamó. Jaqueline detuvo su camino al ver que regresó la Jazleen de siempre.

Jaqueline se cruzó de brazos.

—Nada. —contestó, Jazleen no dijo nada más, se limpió ambas mejillas con ira sin dejar la mirada de su prima, y luego se retiró por dónde habían llegado. Jaqueline la miró irse, y sintió lástima, Jodie la había alimentado de odio contra ella, aun no entendía el motivo, ¿Quizás porque Damián la había protegido?

—Jaqueline—Mónica le llamó, ella se giró hacia a ella, y vio que Jodie estaba cerrando la puerta de la habitación de Damián.

Jodie levantó la mirada al cerrar por completo la puerta, vio a Jaqueline, arqueó una ceja y levantó su barbilla, lista para lanzarse a la yugular.

—Mi esposo quiere verte. —le dijo Jodie con desprecio.

Jaqueline no dijo nada, solo hizo un movimiento de barbilla, se acercó a la puerta y antes de que tocara el picaporte con su mano, Jodie la detuvo.

—Jodie—dijo Jaqueline apretando su mandíbula al sentir el agarre de su muñeca. Jaqueline le miró. —Suéltame. —Jodie la miró con tanto odio, que para Jaqueline no era nuevo.

—Eres una...—Jaqueline le miró con furia, se soltó de su agarre bruscamente.

—No te pedí tu opinión..."tía"... —remarcó con sarcasmo la última palabra, Jodie estaba a punto de explotar, pero no era el momento.

—No me vuelvas a decir tía. No lo soy. —se retiró Jodie maldiciendo entre dientes mientras se dirigía por dónde había llegado con su hija.

Jaqueline cerró la puerta detrás de ella y vio en el centro de la habitación VIP, la cama de su tío.

—Hija—susurró Damián, sintió alivio al ver a su pequeña Jaqueline. Aunque ya no era la pequeña que había llegado a su casa, ya no era la niña callada y tímida, para él seguía siendo su pequeña sobrina, había tanto de su madre en ella, que cada veía, le daba felicidad. Jaqueline con los ojos cristalinos, se acercó a toda prisa a su lado para atrapar la mano que Damián le extendió.

—Tío...—Jaqueline se quebró, lloró cubriendo su rostro con ambas manos, el temor de solo pensar perderlo, fue grande y el sentimiento era indescriptible.

La mano de Damián acarició el cabello castaño de Jaqueline, ella salió de su escondite, sus ojos marrones claros, estaban rojizos.

—Tranquila, estoy aún aquí...—se miró en sus ojos. —Tienes tanto de tu madre, ¿Ya te lo he dicho? —ella asintió intentando limpiar su rostro.

—Muchas veces...—Damián sonrió. Jaqueline hasta el día de hoy no sabía por qué su madre los había abandonado a su padre y a ella. —Aunque ella nos abandonó...—Damián presionó sus labios, sabía el dolor del abandono, incluso a él aun le dolía, el ver a su hermano hecho pedazos, hundido en la depresión, le había costado la vida. Damián con cuidado se hizo a un lado y le hizo señas de que se recostara con él, Jaqueline lo hizo sin pensar, se acurrucó a su lado, dejando su oreja contra el pecho de él, Damián descansó su barbilla en la cabeza de Jaqueline.

—No pretendo cambiar ni limpiar la imagen de tu madre, pero cuando la conocí...—Damián no pudo evitar sonreír. —...era muy simpática, humilde, de corazón grande, luego, conoció a tu padre—soltó un suspiro. —Él la amó, más cuando supo que le daría el mejor regalo del mundo...una pequeña Jaqueline.

— ¿Entonces por qué nos dejó, tío? —Damián miró la pared frente a ellos.

—No lo sé...—soltó un discreto suspiro. —Aun no lo sé...

Un mes después.

Burak abrió sus ojos, lo primero que vio en la mesa de noche fue la foto de Kerem y él, reían de algo, lucían alegres en la terraza de su casa en Estambul, el atardecer a la espalda de ambos. Sintió la opresión en su pecho, el solo pensar que no estaba vivo, se le retorció con fiereza el corazón. Cerró sus ojos de nuevo. No quería sentir el dolor por un momento, no quería sentir su ausencia.

Burak había estado inquieto, pero sabía por qué. No se atrevía aun a ir al departamento de él, aun no estaba listo. ¿Cuándo se está listo para algo así?

—Burak, vamos. Levántate. —después de hacer la rutina, se encerró en su despacho, como lo había hecho después de regresar de su viaje a Estambul con el cuerpo de Kerem y de haberle dado un funeral en su tierra, pero regresó para finiquitar los asuntos que él había dejado, como por ejemplo, Kerem había pagado dos años de renta en un local que estaba preparando para abrir en un futuro, se había pasado las tardes pensando en que hacer, ¿Cumplir el sueño de Kerem? ¿Abrir el restaurante? ¿Pagar a alguien capacitado para que lo trabaje? Burak soltó la pluma de punta fina y elegante sobre los documentos, miró de nuevo hacia la ventana a su lado derecho, le mostraba desde esa altura, el panorama perfecto de una atardecer de la ciudad de New York.

— ¿Qué hago, Kerem? —la imagen de Kerem cocinando con pasión, en la cocina, su sonrisa expandiéndose cuando fue pillado. —Entonces...así será.

Jaqueline colgó el teléfono de su oficina con molestia, hace un mes que no podía localizar a Kerem, no sabía de él desde esa vez que lo vio en el estacionamiento, recordó el estar investigando si aún estaba su hermano en el edificio, pero parecía que se había esfumado ambos, el móvil estaba apagado, su auto no estaba en el departamento de él, y todos los días iba y tocaba aquella puerta, investigó con el gerente del edificio por él, pero nadie tenía alguna noticia, sabía solamente que venía de Estambul, que estaba a punto de renunciar para emprender en el ramo de la comida, pero no sabía en qué lugar se encontraba aquel negocio. Se cubrió el rostro con sus manos, luego masajeó, miró la lista de teléfonos en Estambul que mostraba el apellido: "Badem", revisó una y otra vez su solicitud de empleo, había hablado a los únicos empleos pero ellos solo sabían lo que Jaqueline, chico turco, amable, educado, buen porte y con sueños de tener su propio restaurante.

— ¿Dónde estás Kerem? ¿Por qué has desaparecido?

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