4: Corriente y vulgar

Me sentí enfadada al escuchar la manera como esa loca se refería a Selim.

— Qué corriente suena eso, “mi hombre”, por favor, trata de tener un poco más de clase porque al abrir la boca solo te pones en evidencia.

— Te crees mucho, ¿No es así? Vienes a pisar a los demás solo porque tienes dinero.

— Querida, no me creo mucho, soy mucho. El hecho de que tú te sientas inferior a mí, es tu asunto, no el mío. Además, te pregunto, ¿De qué otra forma voy a tratar a una persona que solo me ha sabido insultar y agredir?  

— Anna, quiero que le pidas disculpas a Kenna por haberla herido — Selim habló firme y autoritario —. Ella tiene la razón en todo lo que dice, no es mi amante y también es la dueña de la casa en la que vivimos. Agradecida deberías estar, ya que finalmente estás en una propiedad que cumple con todas tus expectativas, ¿Tienes una puta idea lo que cuesta vivir en un sitio así? Es una fortuna, créeme que si nos cobrará la renta, ni siquiera pagándonos por cuidar la propiedad, nos alcanzaría para pagarle el alquiler.

— Pero Selim — ella se mostró sorprendida —. ¿En serio quieres humillarme de esta forma? No puedo creerlo, soy tu mujer.

— ¡Deja de decir eso! Suena corriente, tal como lo está diciendo Kenna. Eres mi novia y realmente te amo, pero, no me gustan las injusticias y lo sabes bien.

Escucharle decir a Selim que amaba a esa mujer hizo que mi corazón doliera, a pesar de esto mantuve mi mejor sonrisa.

— Mi hermana no se encuentra indefensa — Aramis dio un paso al frente —. Ten por seguro que es más probable que tú vayas detenida, antes que ella. Digamos que la mujer que tienes de frente es altamente respetada porque puso a esta ciudad en el mapa. Todas las donaciones que ha hecho junto con las inversiones en diferentes sectores son algo que le da una especie de impunidad. Agradecida deberías estar que no saliste linchada al haberla atacado. Más de uno quiere de tal forma a esta mujer, que estoy seguro de que entre ellos te van a querer dar una paliza.

— ¿Qué has dicho? — Anna miró a Aramis con tanta rabia que sabía bien que estaba entre decepcionada y enfadada por cómo las cosas se habían dado — no te creo, seguramente lo que estás diciendo es para proteger a la zorra esta.

— Ay, Dios mío, seguimos con los insultos. Bueno, dado que no crees en lo que mi hermano te está diciendo, revisa las redes sociales y pon mi nombre. Estoy segura de que más de algo vas a encontrar, para mi pesar.

Ella, tratando de desmentir supuestamente a Aramis, hizo lo que le dije y en cuestión de minutos fue que la tez que tenía cambió completamente de color a una pálida.

— Bueno, entonces ahora ya sabes que no soy nada de lo que has dicho. Ni siquiera te recomiendo que vayas en mi contra porque vas a salir perdiendo, créeme, alguien antes de ti lo intentó y solo perdió el tiempo en vano.

— ¿Qué has dicho? ¿Acaso te has metido con más hombres que tienen mujer?

Lancé un suspiro pesado mientras movía mi cabeza de un lado hacia el otro. No podía creer que siguiera esta mujer pensando en algo así, ¿Realmente Selim es inteligente solo para la ingeniería y para el resto de cosas que trae la vida, esto no aplica?

— No, pero si me he topado con una loca que piensa que si y no eres solo tú. Ahora vete, no pienso correrlos de mi casa y tampoco levantar una denuncia. La próxima vez trata de pensarlo antes de insultarme porque no respondo de mí, por esta ocasión es que lo he dejado pasar y también por la amistad que une a Selim con mi hermano. 

— Si esta es la segunda vez que se te acusa de algo así, es porque es cierto. ¿No crees?

— No, simplemente es que en el camino me encuentro con pura loca y aprovechada. Desgraciadamente, me rodeo de personas que tienen m****a en la cabeza e inventan cualquier cosa que se les ocurra para poder perjudicar a los demás.

— Kenna — Selim habló y me miró — te prometo que nada de esto va a volver a pasar, hablaré con ella y te ofrezco disculpas por la actitud que tiene. Anna, pídele, disculpas tú también si no quieres que me enoje contigo.

— Yo nunca pido disculpas por decir la verdad. No puedo creer que hagas que me rebaje tanto delante de tu amante.

— Selim, hay, déjala, con gusto recibo las que tú me has dado. Aunque me pida disculpas, es algo que no lo va a hacer con sentimientos genuinos, solo lo va a hacer porque tú se lo estás pidiendo. Quiero que se vayan a resolver sus asuntos y eso es todo, deseo descansar en sana paz. 

— Lo entiendo, Kenna. Nuevamente, disculpa por haber hecho semejante escándalo y ten por seguro que vamos a hablar sobre el asunto. Si acaso llegan a planear algo para celebrar tu llegada a la ciudad y todavía me aceptan en su grupo, pues me avisan.

— No te preocupes que así va a ser, aunque sea algo breve. Espero que Anna se nos una para estar evitando este tipo de escándalos y también su actitud cambie mucho.

Ellos se fueron y yo pude respirar con tranquilidad. Miré las tres leches que me habían obsequiado en el restaurante y las tomé, también abrí el refrigerador en donde encontré una jarra de mimosas.

— Sabía que las ibas a necesitar, pero no tan pronto — Aramis habló con una copa y un vaso en una mano y con whiskey en la otra — sabes que lo mío es un poco más fuerte, esa mujer me pone los pelos de punta.

— Bueno, vamos a beber — quité mis zapatos y sonreí —. Ven con nosotros, Zhara. Sé bien que no puedes beber, así que revisa si hay algo para ti en el refrigerador y lo tomas sin problema.

— Señorita, le agradezco la oportunidad, pero en este momento tengo trabajo que hacer. Recuerde que me pidió que confirmara su asistencia con el señor Farís y también es necesario preparar todo para la reunión de mañana con el señor Delacroix. 

— Está bien, te dejo ir porque sé que así es que te sientes cómoda. Pero toma algo de la refrigeradora y ya luego me dices las novedades en caso de que las tengas.

Zhara se fue y nosotros fuimos a la piscina, recogí mi vestido largo para poder meter los pies y después de eso me senté al lado de Aramis.

— Ahora quiero que me digas de qué jodido manicomio sacó Selim a la tal Anna. Te juro que no puedo creer que tuviera tan mal gusto para escoger, habiendo tantas mujeres en la ciudad y alrededor del mundo, tuvo que escogerla a ella. Me sorprende ya que él es un hombre muy inteligente, gana sumamente bien, es bueno, cariñoso, se preocupa por las personas que quiere, si estás enferma llega a tu lado a cuidarte, sabe cocinar, no es para nada machista, si le pides algo te lo da, si intuye que quieres algo aunque no se lo digas te lo da, no olvida ninguna fecha especial, cuando quiere lo hace con todo su ser y muchas otras cosas.

— No querrás decir, existiendo tú, hermanita — aparté avergonzada mi rostro —. No me apartes la mirada, sabes bien que lo sé y ni siquiera intentes negar tus sentimientos porque no te van a funcionar. Mira todo lo que has dicho de él, haces que cualquiera se enamore, incluso yo.

Aramis dijo lo último con cierto toque afeminado, me reí, ya que sabía que esas eran sus ocurrencias y detrás de eso no habían sentimientos ocultos.

— Sabes bien que cuentas con mi total apoyo en caso de que quieras salir del clóset, el asunto aquí es que seas feliz sin importar si escoges una mujer o un hombre.

— ¡Cállate estúpida! — Aramis movió su mano de forma afeminada y cubrió con su otra mano su boca — ya, hablando en serio. ¿Hasta cuándo vas a seguir enamorada de Selim? Es más que obvio que él no te quiere de esa forma y no puedes hacer nada para remediarlo, en el corazón no se manda.

— Me alejé de esta ciudad, de este país, de todo lo que me recordaba a Selim justo por eso. Créeme que lo intenté, pero todos los esfuerzos fueron inútiles. Incluso mi abuelo me presentó posibles candidatos para maridos; sin embargo, ninguno de ellos fue capaz de entrar en mi corazón de ninguna forma, ya que sabía muy bien que esos hombres únicamente querían el dinero de mi familia.

— Hermanita, eres mucho más que eso y sé bien que lo sabes. Pero sinceramente no creo que puedas encontrar a alguien que te haga feliz, si aún en tu corazón se encuentra Selim, debes permitirle a alguien que se acerque a ti, pero con el cuidado de que no se quiere aprovechar de ti.

— Es más fácil encontrar una aguja en…

— El pajar, ya lo sé.

— No, en mi caso diría que es en el desierto y en plena tormenta de arena — nosotros reímos y brindamos — pensar que hay personas que desean tener el dinero que tenemos y ni siquiera saben que detrás de todo ese lujo hay muchas personas queriendo destruirte y tratando de acercarse a ti con segundas intenciones.

— Al menos tenemos la ventaja de que podemos llorar en un crucero y no en nuestro cuarto compartido con los hermanos.

— En eso tienes toda la razón, pero a veces quisiera ser de clase media y que no me hagan falta las cosas básicas. Quizás de esa forma alguien se fijaría en mí de otra forma que no sea una jugosa fortuna que me va a sacar en caso de que lleguemos al divorcio.

— ¿Y si finges ser pobre? Sí, tiene sentido. ¡Funciona en las películas! Así encuentras al amor de tu vida y después le revelas que eres una rica heredera billonaria que casi es trillonaria.

— Deja de decir tonterías — le di un zape en la cabeza y reí —. Esto no es una película, tampoco una novela. Todo el mundo sabe bien quién soy y los billones o trillones que represento. Dios, qué obsesión se tienen las personas con tener tanto dinero que es imposible gastarlo todo en esta vida.

— Ya sabes, lo que abunda no daña. La excepción son las deudas, esas si dañan y perjudican seriamente.

— Eres un tonto — nosotros brindamos — veré qué tal está el postre de tres leches.

— Oh, es tu favorito. Vamos a ver si dan con el sabor que tanto te gusta, al menos por una vez…

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