6: Mi primer beso

Pensé en resistirme, en empujarlo y en hacer muchas cosas. Sin embargo, no lo hice y solamente correspondí a ese beso que era tan demandante que me costaba seguirle el ritmo, en especial porque era la primera vez que besaba a alguien. Mis manos se sujetaron de sus brazos, estos eran tonificados y lo suficientemente fuertes como para apoyarme en ellos sin ningún tipo de problema.

— Vaya, princesa del Zoco. Así que tomas pesado, aunque tengo que reconocer que es un whisky bastante bueno el que has bebido — él habló de tal forma que solo yo lo pude escuchar — no esperaba menos de ti.

Él me soltó y me mantuve en pie con bastante dificultad, tuve que apoyarme de la mesa para poder recuperar un poco la compostura. Una vez que pude aterrizar, miré que varias personas me veían y todos sin excepción estaban con la boca abierta.

— Creo que la junta puede seguir después, ofrezco disculpas por lo sucedido — miré al resto — ¿Ustedes que están esperando para irse? Desde ya les digo que no quiero chismes acerca de esto.

Todos ellos se fueron y sabía bien que a pesar de lo que estaba diciendo, mi petición simplemente sería desechada por uno de ellos.

— Sabes bien que las habladurías se van a incrementar ahora, ¿Verdad? — Aramis se acercó y me habló al oído —. Me sorprendes, hermanita, no por el hecho de que alguien te besara, ya que más de uno lo ha querido hacer. Si no porque lo has permitido e incluso correspondido, ¿Puede ser este el comienzo de una historia de amor? No se lo pierdan en el siguiente episodio a las ocho de la noche por el canal de Aramis Delacroix, se va a transmitir en vivo y directo.

— Ya cállate y vete, tengo que hablar con este hombre que vino de esta forma a la empresa — miré con reproche a Aramis — ¡Vamos!

Él se fue y una vez que estuvimos solos en la sala de juntas, me lancé a la silla para poder procesar todo lo que había pasado.

— No seas tan exagerada, solo fue un beso y más nada. No es como si te estuviera pidiendo matrimonio para tener hijos, un maldito golden retriever y una casa con cerca blanca.

— ¿Por qué has hecho eso? Sinceramente, tu actitud me sorprende demasiado.

— No he sido solo yo quien ha besado, tú has correspondido y vaya que bastante bien. Si lo hice es porque no quiero deberte nada, el gerente del restaurante me ha dicho que pagaste mi cuenta y sinceramente eso de andar debiéndole a las personas como la bella princesa del Zoco es algo que no me apetece en absoluto.

— ¿A qué te refieres con eso con personas como yo? Además, deja de decirme princesa del Zoco, que es algo que solo mi hermano hace y no me gusta en absoluto. Tengo un nombre y es Kenna Rizik por si no lo sabes, algo que dudo demasiado.

— Bueno, si tanto lo pides, Kenna. Al referirme a personas como tú, digo chicas que se sienten tocadas por el mismísimo Dios. Y todo porque son queridas por los demás y también solicitadas por demasiadas personas para unirse en matrimonio, eso es algo patético. Pero lo peor de esto es que sienten lástima de las personas como yo que son los rechazados de la sociedad y con los que te dicen que no te debes juntar, pero tú lo haces de igual forma, ya que quieres incorporar a todos en tu maldito mundo mágico cuando la realidad es que a mí no me interesa entrar ahí, es ridícula la postura que tomas al querer adoptar a todos los animalitos del bosque. Pues yo soy un perro del desierto en el que nadie se interesa y no pienso ser tu puta obra social para la comunidad, así que déjame en paz.

— ¿Disculpa? Ni siquiera me conoces, no puedes decir que soy esa clase de persona. Además, no te tengo lástima como dices, simplemente te buscaba porque quería agradecerte de una mejor forma el acto tan valiente que has hecho ayer en el restaurante y también regresarte tu pañuelo. Pero al parecer eres la clase de persona que se autocompadece porque los demás vienen a rechazarlo por el hecho de ser diferente y estoy segura de que aunque dices que no te importa nada de lo que ellos opinen, si te interesa demasiado, ya que si no fuera así, no te estarías quejando en absoluto. 

Miré que en mi bolso tenía el pañuelo, este para mi mala suerte tenía sangre. Lo tomé y fui al baño de mi oficina, empecé a quitar la mancha roja y una vez que lo hice, lo puse en el secador de manos. El ruido que hacía era muy grande, pero poco a poco se fue secando y al final estuvo listo.

— Ten — lo entregué limpio y bien doblado — ahora ya no tengo nada que agradecerte y tampoco un motivo por el cual verte. Quiero que te vayas de mi empresa y no te me acerques, realmente eres fastidioso y para sumarle no tienes ninguna diferencia contra esas personas que juzgan por las apariencias, pensé tontamente que quizás eras diferente cuando realmente eres idéntico a los demás.

La sorpresa en su rostro, al ver la manera como le había hablado, no pasó desapercibida para mí. Simplemente, le extendí el pañuelo y al ver que no lo iba a aceptar, decidí ponerlo en la mesa que estaba ahí. Salí de mi oficina y miré a un montón de personas afuera.

— ¿Qué se supone que están haciendo? ¿Acaso quieren que los invite a tomar cafecito con galletas para contarle lo que ha pasado? Vamos, tienen mucho trabajo que hacer para estar perdiendo el tiempo aquí fuera.

Los empleados se desperdigaron como unas hormigas cuando alguien llega a destruir su nido, iba caminando cuando alguien se me acercó.

— ¡He dicho que vayan a trabajar! No puede ser que se atreven incluso a seguirme todo para saber el chisme.

— Soy yo, señorita Rizik — Zhara habló apenada — disculpe que la tenga que molestar, pero soy su asistente personal y pues…

— No te preocupes y disculpa. Vamos a mi oficina para hablar.

Nos fuimos a mi oficina y ahí me lancé a la silla, estaba enfadada, detestaba que las personas pensaran que soy alguien falsa y que mira a los demás por encima del hombro cuando no es así.

— Kenna — Aramis tocó la puerta de mi oficina con sumo cuidado — ¿Qué ha pasado? He escuchado cómo regañaste a los empleados y es algo poco común en ti.

— Pasó el perro del desierto — hablé con enfado y me sentí mal al ver que lo llamé así — lo siento, no debí decir eso. Es solo que Zahid me hizo enfadar, mil disculpas por lo que pasó en la sala de juntas. Dame cinco minutos para recuperarme y continuar con la reunión.

— Vaya, nunca te había visto tan molesta — Aramis se sentó delante de mí — al parecer Zahid es capaz de lograr lo imposible, nadie había logrado hacerte enfadar, ni siquiera Anna y vaya que decir eso es mucho.

— Sabes bien que detesto que los demás me juzguen por las apariencias. Estoy cansada de que crean que soy una especie de santa o de deidad cuando la realidad es que soy igual de humana que los demás. Si puedo llorar, enfadarme, cansarme, si me cortan, pues sangro, me da hambre, me da sed y muchas otras cosas que le suceden a las personas. El hecho de que me guste ayudar, no significa que miré a los demás por encima del hombro.

— Ya salió el peine — Aramis sonrió victorioso al ver el motivo por el cual estaba molesta —, así que el dragón del desierto le dijo a la princesa del Zoco que miraba a los demás por encima del hombro, ¿Qué más te dijo?

— Por ese bendito apodo es que los demás piensan que soy sumamente delicada y una fresa en todo su esplendor — le lancé a Aramis una pluma — detesto que me digas así y lo sabes.

— Entonces deja de ser tan trabajadora y muestra tu lado humano, solamente sabes trabajar y realmente es admirable, pero cuando ya solo vives para hacer esto, es muy preocupante.

— Sabes bien que el trabajo me ayuda a distraerme de lo que siento por Selim — respondí con tristeza — ¿Qué estará pensando de lo que pasó con Zahid? Espero que no se enfade.

— Selim no está enfadado por lo que sucedió con Zahid, incluso lo escuché hablando por celular con su loca. ¿Crees que te digo todo lo que te digo por querer hacerte sufrir? No, estás equivocada, no quiero que sigas perdiendo tu tiempo en algo que es inútil, he visto como ese tonto que es mi mejor amigo ha cortado y ha vuelto con su tóxica infinidad de veces, tú mereces algo mejor.

— ¿Algo mejor cómo Zahid Iqbal? — Arqueé mis cejas — no seas terco, ya te quiero ver cuándo te enamores de alguien, ahí vas a comprenderme un poco.

— Espero que el amor no me haga volverme tan obstinado como tú. 

Sabía bien que Aramis tenía la razón al decirme que me olvidara de Selim, sinceramente quería hacerlo, pero era algo imposible de lograr. Solo quería que un día me despertara y mi primer pensamiento no fuera el mejor amigo de mi hermano.

A pesar de desearlo tanto, era algo que no se había cumplido en absoluto, llevaba años aferrada a una mínima esperanza y pensaba que quizás yo era la excepción a todo esto que trataba del amor no correspondido. En mis adentros existía esa pequeña esperanza de que el corazón de Selim tuviera un cambio y me eligiera a mí.

— Por mucho que pienses las cosas, no tienes oportunidad — Aramis se acercó a mí y tomó mis manos — te amo, hermanita. Eres una mujer increíble y con un alma pura, justo por eso es que quiero verte feliz.

Aramis me dio un beso en la frente y sonrió. Tocaron la puerta y después de eso entró Selim. Mi corazón dolió al verlo, pero como siempre, tenía que ser fuerte.

— La reunión va a continuar dentro de unos minutos, ¿O se te ofrece algo más?

— De hecho, sí, he venido a hablar de lo que ha pasado con Zahid Iqbal. No tenía idea de que ustedes eran novios o algo por el estilo.

— No somos nada, simplemente me quiso besar y eso fue todo — Selim se sorprendió — me gustaría dejar de lado ese asunto, al menos por el momento. Me urge ver los retrasos que se han tenido con los planos, así que vamos a reunirnos en este momento.

Fuimos a la sala de juntas y ahí fue donde miré los planos. Realmente él era bueno al momento de hacer su trabajo, justo por eso es que me sorprendía ver que no había avanzado prácticamente nada. Si no lo conociera lo suficiente, diría que está siendo flojo; sin embargo, estaba segura de que no era el caso…

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