Podía ver cierta sorpresa en los ojos de Zahid, aunque casi no se veía, pues noté cierto cambio en su mirada.
— Nunca me han importado las habladurías de los demás y sé bien que en el fondo eres una buena persona, pero esta sociedad te ha hecho pasar por alguien malo, todo por culpa de la forma como te concibieron. Ya sé bien lo que Farís le hizo a tu madre y lamento mucho que las cosas se dieran así.
— Interesante, quién diría que la princesa llorona tiene el valor de tocar un tema que es un tabú en el medio por el que te mueves. Pensé que solo eras una llorona que se lamentaba porque un idiota no la ama de la forma que ella lo ama.
— En definitiva, contigo no se puede hablar con cortesía, en fin. Es cierto que me duele el hecho de que Selim no me quiere de la manera que yo lo quiero; sin embargo, no ando llorando y, aunque así fuera, no creo que tenga algo de malo. Todos en cierto punto necesitamos llorar y tú no eres la excepción. Si acaso algún día necesitas un hombro para llorar, cuenta conmigo.
— ¿Yo? ¿Llorar? Por favor princesita, las lloronas son ustedes y no nosotros. Así que deja de decir absurdos porque nunca voy a derramar una sola lágrima por nadie, menos por una mujer.
— Nunca digas nunca, tú mismo lo has dicho. Si tienes glándulas lagrimales puedes llorar, lo que pasa que la sociedad dice que los hombres no lloran y considero eso algo absurdo.
Me fui de donde estaban mis padres después de despedirme de ellos. Conforme avanzaba podía sentir la mirada de Zahid en mi espalda, no entendía por qué se obstinaba tanto en hacerme perder la paciencia que tenía.
Subí al carro y, mientras iba a medio camino, empezó a llover. Aún faltaba un buen trecho para llegar a la carretera, me di prisa en manejar, ya que aquí se ponía el camino impasable. Al final corrí con la mala suerte de que mi coche se quedó estancado en el lodo.
— ¡Maldición! — Golpee el volante — ¡No puedo creerlo!
Escuché que venía alguien, así que bajé la ventana y saqué la cabeza. Una moto se detuvo a mi lado. El conductor iba vestido todo de negro y su casco no era la excepción.
— Disculpe, quería saber si me podía ayudar. Como puede ver me encuentro…
No terminé la frase, ya que él se quitó el casco, por un demonio. ¡Qué tonta que fui al pensar que era otra persona si aquí no venía nadie!
— ¿Necesitas ayuda, princesita? — Zahid habló con burla — vamos, solo dilo. Querido Zahid, necesito de tu maravillosa ayuda porque fui una torpe en meter un carro a este camino en una temporada de lluvias y no tiene las llantas necesarias.
— Olvídalo y vete — respondí resoplando —. Prefiero quedarme aquí, a subir en esa moto contigo. Hasta el momento solo lo he hecho con Selim, ya que es sumamente cuidadoso. No sé si a ti se te va a meter el chamuco y vas a acelerar solo para asustarme.
— Muy bien, entonces llama a tu querido Selim — él se puso el casco y se levantó el vidrio —. Eso sí, vamos a ver si la loca esa lo suelta. Te recomiendo que salgas aquí antes de que oscurezca. Nunca se sabe qué clase de animales salvajes puede traer la lluvia y al ver tu piel tan tierna, van a ver carne fresca. Ya te imagino en primera plana y en todos los titulares, Princesa del Zoco perece en los colmillos de un tigre, de un leopardo, de un león, de una hiena. En fin, tanta fauna que puede servirse de una presa tan suave.
Zahid se fue con una sonrisa burlona en su rostro, al mirar mi celular vi que no tenía casi pila y con la mala suerte que no tenía ningún cable para cargarlo con el coche. Al final no tuve más opción que sacar la cabeza y buscar a ese tonto que solo había hecho que me asustara.
— ¡Demonios, ya se fue! ¡Eres una genio, Kenna! Solo a ti se te ocurre correrlo cuando estás en medio de la nada y…
— ¿Acaso buscabas a alguien, princesa?
Di un grito fuerte y miré que en la otra ventana se encontraba Zahid, él sonrió ladinamente mientras quería matarlo con mis propias manos.
— No es conveniente que me mates aquí mismo, no tendrías a alguien que te lleve a la civilización de la que viniste huyendo.
— Puedo robar tu moto y llegar a la ciudad.
— ¡Huy, quién diría que la princesita se iba a querer ensuciar las manos con sangre! ¿Acaso piensas matarme? ¿No tienes miedo del qué dirán? Recuerda que tienes una reputación que mantener.
— ¡Déjate de boberías y ayúdame! Por favor — dije esto último en tono suplicante — tengo una salud frágil aunque no aparente y mi cuerpo sufre con las temperaturas extremas.
Zahid arrancó en su moto y por un microsegundo pensé que me había dejado ahí, pero sabía que no era capaz de hacer eso. Él solo dio la vuelta y dejó la moto a cierta distancia.
— Ven aquí — abrió la puerta de mi coche y miré sus botas llenas de lodo —. No tengo una alfombra roja, pero mis brazos son fuertes para sostenerla, princesita.
Lo miré con reproche, pero no dije nada. En el momento en que mis pies iban a tocar el lodo, él me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo.
— ¿Qué clase de perro sería si permitiera que la princesa toque con sus delicados pies el inmundo lodo?
Intenté reclamar, pero no lo hice, al final estaba siendo considerado a su manera.
Él me colocó en su espalda y sin ninguna dificultad me subió en su moto.
— Ten — Zahid me pasó un casco — no tengo otro extra, así que toma el mío.
— Muchas gracias — lo tomé y antes de ponérmelo miré a Zahid —. ¿A qué se debe tanta amabilidad?
— Si quieres que sea un bestia, pues solo dilo — él habló burlonamente mientras me veía hacia atrás con el rabillo de su ojo — anda, ponte el casco que no quiero que me vean contigo, solo problemas me vas a traer.
Zahid arrancó una vez que me puse el casco y le di mi dirección, a duras penas pude sostenerme de su chaqueta y sentí como el aire se cortaba en mi piel.
Las curvas me pusieron los pelos de punta y me tuve que sostener más fuerte de su chaqueta, cerré los ojos con todas mis fuerzas y los abrí cuando sentí que la moto se detuvo.
— Estás servida, princesa — él dijo en tono burlón y abrí mis ojos — ¿Qué esperas para bajar de mi moto? Si crees que te voy a bajar estás equivocada.
— No necesito hacerlo, al parecer te haces el ciego cuando te demuestro que soy capaz de hacer muchas cosas sin necesidad de ayuda.
— Eso no parecía cuando estabas allá en tu coche. Incluso estabas asustada pensando que ibas a ser la cena de algún animal salvaje, no te preocupes, princesa, por estos lados no hay en libertad esa clase de bichos por aquí, todos están en el zoológico que tú financiaste.
Me bajé sin ayuda de la moto y él me quedó mirando de pies a cabeza cuando le entregué el casco, su sonrisa ladina me enojó demasiado así que decidí confrontarlo.
— ¿Qué tanto me miras? Ya vete que te di tu casco.
— Ten — él se quitó su chaqueta y me la dio —. No creo que quieras que alguien dentro de la casa vea tu sostén y por ende tus pechos. Por cierto, vaya que usas lencería atrevida.
Cuando él dijo eso fue que me di cuenta de que la blusa estaba mojada y pegada a mi cuerpo. Rápidamente, me puse la chaqueta y miré a Zahid con reproche.
— ¡¿Por qué no has dicho nada antes y ahora sí?!
— Porque ya vi lo que me interesaba y no quiero que nadie más miré lo redondos que son tus pechos.
No me dio oportunidad de reclamarle, él arrancó y el viento ahogó la risa sarcástica que salió de esa m*****a boca.
— No puedo creerlo, juro que ningún hombre me había vuelto tan loca como él. En fin, al menos ya estoy en casa y lo mejor es ir a cambiarme antes que me resfríe.
Entré a casa y no había nadie. En cuanto llegué a mi cuarto, puse mi celular a cargar. Luego de darme un baño con agua caliente, fui a la cama y encendí mi teléfono. Tenía varias llamadas perdidas, pensé que eran de Selim, pero de él solo tenía una llamada pérdida, el resto eran de Aramis y de Zhara.
— Hermanito, me encuentro en casa — le regresé la llamada — ¿Puedes venir ya? Sabes que no me gusta la lluvia.
“Voy en camino, ya iba a hacer un reporte de la princesa desaparecida — él rio y yo también — ¿Todo está bien?”
— Sí, fui a ver a mamá y a papá. Necesito que envíes una grúa, ya que el carro se quedó estancado.
“¿En serio? ¿Y cómo has llegado a casa? El camino se pone intransitable y dudo mucho que vinieras caminando desde allá.”
— Digamos que tuve cierta ayuda, solo date prisa, que no quiero estar sola.
Colgué y miré la chaqueta de cuero de Zahid, ¿Por qué se empeñaba en dar esa imagen de chico malo? No era así. Sinceramente, mejor dejo de querer entenderlo porque solo voy a complicarme la vida, además a mí qué me importa si da una mala imagen, al final es muy su asunto.
— Hola, Selim — decidí llamarlo para distraer la mente — ¿Qué sucede?
“Hola, Kenna. Es para decirte que quiero celebrar tu regreso, es en la casa de la playa, ¿Puedes o no?”
Vaya, esa invitación, sí que no me la esperaba. ¿Será buena idea ir? Mmm, no lo sé. Se supone que iba a estar aquí por un corto tiempo y ahora estoy festejando como si me viniera a vivir aquí.“¿Puedes o no? Sé bien que te gusta la playa a pesar de todo. Entiendo que eres una mujer ocupada, pero no todo es trabajo y lo sabes bien.— Lo sé, está bien, hay que ir. Supongo que Aramis y Zhara vienen con nosotros, porque dudo mucho que la invitación sea dirigida solo para mí. ¿O me equivoco?“Claro que no, ellos también vienen — Selim respondió a toda prisa y la pequeña esperanza que tenía se vio esfumada por completo — de eso quería hablar. Viene también Anna.”— Ya salió el peine, entonces lo lamento, pero no podré asistir. Sabes bien que la novia que has escogido me detesta sin motivo aparente y hace un romance entre nosotros que solo existe en su cabeza.“Por favor no hagas esto, se supone que es para celebrar tu regreso y si faltas tú, ¿Qué se puede festejar?”— Lo siento, pero no, si
Pude ver la decepción en los ojos de Farís, sonreí porque sabía bien que ella no haría tal cosa. Devika era la única persona con la que me llevaba bien de esa familia, era una buena chica.—Entonces ya sabes la condición, Farís —abrí la puerta de mi apartamento —adiós, ni se te ocurra hacer un escándalo porque voy a llamar a la policía. Te recuerdo que tienes una orden de restricción y no te puedes acercar a mí.La puerta se cerró y él insistió un poco más, pero después se lo llevó su adorado hijo-sobrino. Así que el viejo se encuentra casi en la quiebra y queriendo concretar un matrimonio con la Princesa del Zoco, vaya que es interesante.Esa chica me encantaba fastidiarla, verla enojada era bastante tierno e incluso cuando maldecía. Al recordar el sostén que usaba y todos esos tirantes en forma de cruz sobre su pecho… Demonios… Tenía que reconocer que la deseaba y vaya que mucho.—Maldición — sentí un dolor punzante en mi entrepierna — ¿Es en serio? Pareces un conejo hormonal, no pu
La princesa del Zoco se encontraba de compras y era acompañada por su asistente personal, ellas veían unos trajes de baño que se veían bastante reservados. ¿Así que piensan ir a la playa o a la piscina? Será interesante verla con este tipo de prendas, ya me la imagino cubriéndose con sus brazos o con una camiseta oversize.— ¿Hermano? — Devika habló y sonreía con picardía — se te van a ir los ojos. Si tanto te interesa esa bella señorita deberías acercarte a ella.— ¿Sabes quién es esa bella señorita? — Devika negó — vaya, ¿En qué clase de cueva vivías o te tenían? Todo mundo en esta ciudad sabe bien que ella es la princesa del Zoco.— Así que esa es la mujer que puede salvar a mi familia de la ruina, ¿Con ella te ibas a casar? Pues tengo que reconocer que tienes buen gusto, es hermosa.— No pensaba casarme con ella, te recuerdo que para un matrimonio tienen que estar de acuerdo ambas partes y este no es el caso. A duras penas me tolera y a mí me encanta fastidiarla demasiado, ya sabe
Terminamos las compras y luego las invité a comer un helado, estábamos sentados en una mesa de la planta baja cuando varias personas se acercaron para tomarse una foto con la princesa del Zoco. En fin, las cosas que tenía que soportar.— Adiós — ella les sonrió amablemente — que tengan un buen día.— “Adiós” — sonreí con burla mientras movía mis pestañas — “que tengan un buen día.”— ¡Eres un idiota! — Ella me dio un golpe — ¿Por qué te encanta fastidiarme tanto? Desde que nos conocimos, eres así.— Es porque he encontrado un nuevo juguete y no lo quiero soltar, espera princesa que tienes un poco de helado en tu rostro.Me acerqué y pasé mi lengua cerca de sus labios, el rojo carmesí en sus mejillas fue enormemente satisfactorio para mí y luego me recosté en mi silla.— Listo, ¿Por qué estás roja, princesita? — puse mi frente con la suya y nuestros ojos se encontraron — vaya, al parecer tienes fiebre. Deberías guardar reposo si estás enferma y no andar de compras.— ¡Qué fiebre ni qué
Ella abrió y cerró la boca varias veces, quería decir algo, pero no podía. En sus manos se encontraba un pastel que sostenía con mucha fuerza; lo tomé y se lo entregué a una de las empleadas.Saqué mi celular, ya que seguía con la misma expresión chistosa, y le tomé una foto.—Te juro que pareces un pescado intentando respirar fuera del agua. ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —¡Es lo que yo tengo que preguntar! ¡Te has mudado al lado de mi casa! —Ella reaccionó finalmente —¡No puedo creer hasta donde ha llegado tu cinismo!—Necesitaba una casa más grande y esta se encontraba disponible, además es un sitio bastante seguro y como puedes imaginar soy hermano soltero.—Eres un idiota, yo me largo de aquí. Espero que disfruten el pastel, a pesar de todo, es delicioso.Pude escuchar cómo ella resopló molesta, cerré la puerta y al ver en el comedor miré a Devika comiendo el postre de tres leches.—Es divino, ¿Quién lo ha traído? Pude haber jurado que escuché a Kenna, ella es muy buena
Ella se encontraba tan enojada que sus pómulos se miraban un tanto más rojos que de costumbre y había cierta chispa en su mirada.—¿Sabes? No lo había pensado, pero en definitiva es una idea genial — alcé mis pulgares — felicidades, princesa del Zoco, al parecer tienes la cabeza para algo más que para cargar esas feas greñas.— ¡Te detesto! Eres un barro en el…— ¿En el? — puse mi mano detrás de mi oreja — ¿Por qué la princesita del Zoco se ha quedado a medias? Vamos, dilo. ¡Eres un barro en el culo!— Ya tú lo dijiste, no veo la necesidad de estarlo repitiendo — miré que ella tomó una bolsa — por cierto, ten esto.Ella arrojó la bolsa y al sacar la prenda que estaba dentro, miré mi chaqueta de cuero. La misma que le había dado para que se cubriera, al parecer la había mandado a lavar, ya que se veía limpia.— Esa chaqueta estaba inmunda, no puedo creer lo descuidado que eres con tus cosas. No es nada complicado de hacer, en especial si…— Gracias — le dije de forma sincera e interrum
— Y pensar que soy la hermana menor, ni yo llego a tanto narcisismo como tú.Devika me dio un codazo y seguí manejando. Luego de un buen rato llegamos a la playa y la propiedad en la que nos íbamos a quedar no me sorprendió, al final se trataba de la casa de la princesa del Zoco.— Aramis, la piscina no se encuentra techada. Pensé que lo iba a estar para estas fechas. Disculpa, si estoy siendo muy melindrosa, pero ya sabes mi problema con el sol.— Lo siento, hermanita. Hubo unas complicaciones y preferí priorizar la piscina de la casa, puesto que ahí vas a pasar más tiempo.— No te preocupes, sé bien que hiciste tu mayor esfuerzo — ella le dio un beso a su hermano en la mejilla — además traje protector solar. Solo lo dejaré aquí abajo para no olvidarlo en mi cuarto.Ella sacó su protector solar y miré que era de alta protección, después de eso una empleada llegó a darnos la bienvenida y se acercó a la princesa para decirle algo al oído. Luego de esto se fue con una gratitud de su jef
Estaba hirviendo y el termómetro mostraba que tenía 39 grados. Me sentí furioso, así que bajé nuevamente en busca de ese tipo. Él abrazaba a su novia y esto fue lo que hizo que me pusiera peor.—Escucha — empujé a Anna y lo sostuve por la camiseta —en estos momentos la mujer que consideras una amiga se encuentra pidiendo por ti. No es por su hermano, por Devika o por mí; es por ti exclusivamente. Así que vas a dejar a esta loca de lado e irás a ver a la Princesa del Zoco, no es algo que se encuentre a discusión.—Selim no tiene ninguna responsabilidad de estar cuidando a esa mujer, su deber es estar a mi lado.—Tú cállate y ve a nadar.La empujé a la piscina y el agua nos salpicó, justo por eso era que no me gustaba juntarme con las personas. Habían algunas que eran más que brutas y aquí tenemos el perfecto ejemplo.—Ve a ver a esa mujer que se encuentra en cama por la loca que te has conseguido como novia. Si pidiera por alguien más, créeme que no estaría acá.—Pero…—Suficiente, tra