Las notas de «Uptown Funk by Bruno Mars» retumbaban en las bocinas de aquella exclusiva y famosa discoteca en Boston.
Luces centellantes de varios colores iluminaban los cuerpos de los jóvenes que se encontraban apostados en aquel lugar disfrutando de la última fiesta de la facultad.
Un par de chicas muy sensuales bailaban sobre unas mesas, mientras que parejas disfrutaban de la música en medio de besos y caricias, otros bebían sin parar en la barra de la discoteca.
Una hermosa mujer caminando sobre altas sandalias de tacón de aguja, enfundada en un sensual vestido de lentejuelas plateadas de falda corta y escote discreto, entró al lugar captando la atención de la mayoría de los caballeros.
Los brillantes ojos azules de aquella bella muchacha empezaron a buscar a su novio, miró el reloj y aunque ella había llegado tarde veinte minutos, se le hizo extraño que él no estuviera, enseguida se abrió paso en medio de las parejas que bailaban en la pista y miró que alguien le levantó la mano.
—¡Por aquí Juliana! —gritó su amiga Margaret.
Juliana Zapata Duque, estaba por cumplir veintidós años, y a pocos días de celebrarse su ceremonia de graduación de la universidad de Harvard, luego de eso regresaría a su natal Colombia para empezar a trabajar junto a su madre y hacer realidad uno de sus sueños, sustituirla y ser la presidenta del Consorcio colombiano de café alma mía.
Juliana saludó con varios compañeros enseguida Margaret, le brindó una botella con cerveza.
—Hola— saludó Juliana con todos sus amigos, y de inmediato le dio un sorbo a su bebida. —¿Has visto a Bruno? —preguntó y enseguida, giró su cabeza buscando a su novio.
—Creo que fue al baño, te estaba esperando, se veía impaciente —Maggi se corrió varios lugares y se sentó junto a su amiga—. Hoy estás muy bella y sensual, ¿le entregarás tu tesorito a Bruno? —indagó.
Juliana se mordió los labios, conocía a Bruno Villamizar desde que eran niños, además fueron compañeros todos los años de universidad en la escuela de negocios en Harvard y se iban a graduar juntos. Hace seis meses atrás, ella le había dado el sí que él tanto había esperado y desde ese entonces se hicieron novios.
Juliana había decidido avanzar al siguiente nivel en su relación, y pensó que esa noche era la indicada, porque ya luego no tendrían tiempo de estar a solas con todos los preparativos de la graduación que era en dos días y con la llegada de los padres de ambos para la ceremonia ya no podrían estar juntos como antes, ninguno había anunciado su noviazgo a su familia; sin embargo, a ella se le hizo extraño no ver a su novio esperándola, él era muy puntual, y se suponía que estaba ahí en la discoteca.
—Pues sí, creo que ha llegado el momento —contestó Juliana respondiendo la pregunta de su fiel amiga.
Margaret aplaudió y sonrió.
—Ya era hora de que te decidieras, por fin vas a dar el siguiente paso y Bruno, te va a quitar las telarañas que debes de tener ahí abajo.
Juliana soltó una sonora carcajada al escuchar a su amiga; sin embargo, tenía un mal presentimiento, una extraña sensación que le recorría la piel, seguía buscando a Bruno y él no aparecía.
*****
—Entra en razón, ya te dije que esto no puede continuar. —Una acalorada discusión de pareja en un oscuro callejón contiguo a la discoteca se escuchaba—. Yo amo a Juliana, ella se convertirá en mi futura esposa, tienes que olvidar lo que pasó entre nosotros —advirtió con firmeza Bruno, zarandeó a la mujer que le hacía reclamos, y miró a los ojos de la hermosa rubia que estaba frente a él.
La bella chica frunció el ceño y sintió cómo su corazón se resquebrajaba en miles de pedacitos al escucharlo.
—Si tanto la amas como dices, no te hubieras acostado conmigo. —Se soltó del agarre de Bruno—, te hiciste novio de ella a pesar de que sabías mis sentimientos y te aprovechaste de mí —reclamó con los ojos llorosos.
Bruno soltó un resoplido, mantenía el ceño fruncido.
—Yo jamás me aproveché de ti, siempre fui sincero, te dije que estaba enamorado de Juliana, sin embargo, tú insististe, me provocaste y yo soy un hombre, respondí como tal, pero ahora no quiero más problemas, te ordeno que te alejes de mi vida —vociferó.
La chica no se pudo contener sabía que esa era la última noche que iba a estar junto a él, entonces se aproximó y lo sorprendió besándolo.
Bruno agarró de las mejillas a la muchacha y la separó de golpe.
—¡Ya no más!, ¡Esto se terminó! ¡Entiéndelo!
Pero Anne no entendía las razones, estaba perdidamente enamorada de Bruno, y no se iba a dar por vencida tan fácilmente, estaba dispuesta a dar batalla, así que una vez más volvió a besarlo a pesar del rechazo de él, su mano lentamente bajó por la entrepierna del joven.
Bruno soltó un gruñido al sentir como los dedos de Anne acariciaban su erguido miembro, su falo de inmediato aumentó de tamaño, entonces agarró a la chica le dio vuelta y la recargó contra la pared.
Anne soltó un fuerte jadeó, y sonrió en su interior había logrado su propósito seducirlo y estar con él una vez, enredó su larga pierna en la pelvis del hombre, y empezó a restregar sus caderas en la firme virilidad de Bruno, los besos se volvieron intensos, las caricias fueron apasionadas, la chica le abrió la correa y le bajó el pantalón al hombre, mientras él hacía un lado las bragas de la chica y se hundía en ella de una sola estocada.
*****
Juliana se sentía impaciente, miraba a todo lado, casi no ponía atención a la charla de sus amigos, hasta que Bruno apareció, se abrió paso en medio de la muchedumbre que había en la pista, y llegó hacia donde estaba su novia, la contempló con la mirada brillante.
Juliana esbozó una amplia sonrisa, se puso de pie, las pupilas de Bruno se dilataron, esa noche su novia estaba más hermosa y sensual que de costumbre, él la recorrió con los ojos, la desnudó con la mirada, ella se mordió los labios y sonrío.
—¿En dónde estabas metido? —reclamó Juliana.
La respuesta de Bruno fue un apasionado beso, la dejó sin aliento, cuando la agarró por la cintura y la pegó a su cuerpo.
— Lo siento, cariño tuve que atender una llamada de mi mamá, y ya la conoces, ella habla sin parar —mintió.
Juliana ladeó los labios, le acarició la mejilla.
—No te preocupes, estaba por salir a buscarte, pero qué bueno que ya llegaste.
—¿Y para mí no hay una cerveza? —preguntó Bruno. Enseguida uno de sus amigos le entregó una, el joven bebió media botella de golpe.
—¿Todo en orden? —preguntó Juliana lo notó algo asustado y nervioso.
—Sí un poco angustiado por la llegada de mis papás, sabes que desde que se divorciaron, ellos no se pueden ni ver, además con mi padre, últimamente no he tenido mucho contacto.
Juliana lo abrazó.
—Tranquilo, son nervios por la graduación, también me siento bastante ansiosa, por la llegada de los míos, ya estoy acostumbrada a ser independiente.
Bruno la atrapó entre sus fuertes brazos, él era alto, atractivo, de piel trigueña, cabello y ojos oscuros, poseía unas largas pestañas rizadas naturales que enloquecían a las chicas, además en todos los años, fue buen estudiante, un chico responsable, alegre, y nunca estuvo metido en líos de faldas, y por esas cualidades logró convencer a Juliana de convertirse en su novia.
—Bueno disfrutemos de la noche —propuso él, arrastró a la pista a su novia y se pusieron a bailar.
Desde la barra Anne miraba sintiendo como la sangre se le encendía al ver como Bruno besaba y tocaba a Juliana.
Agarró a un compañero, lo llevó a la pista, y se puso a bailar. Bruno notó la presencia de Anne, se tensó, la sonrisa se le borró del rostro, palideció.
—¿Qué te pasa? —preguntó Juliana al notar que él se quedó estático.
—Vamos a sentarnos, por aquí anda la loca de Anne y sabes bien que esa mujer me acosa.
Juliana frunció el ceño, volteó y sus ojos se clavaron en los verdes de la rubia, la chica colombiana la observó amenazante.
—¿Quieres que la ponga en su lugar?
—No, claro que no, tú eres una dama, y ella… —Soltó un bufido—, mejor vamos a sentarnos.
Anne gruñó al ver que se alejaron, pero claro no era tan tonta para armar un escándalo. Bruno y Juliana volvieron a la mesa junto a sus amigos, empezaron a beber, tragos iban y venían, más tarde bailaban en la pista, Juliana y Bruno se daban besos apasionados, coqueteaban entre ellos, había discretas caricias y provocaciones por parte de ambos.
Cuando Bruno notó que su amante había abandonado la discoteca se sintió aliviado, pensó que lo mejor que había hecho era ponerle un alto por fin a esa relación clandestina, Anne había prometido no volverlo a molestar jamás, entonces la fiesta continuó, el licor no faltó tanto Juliana como Bruno se sentían ya bastante mareados.
—Es hora de ir al apartamento —propuso le susurró al oído de Juliana—, esta noche serás completamente mía —sentenció y le dejó un beso en el cuello.
Advertencias:
“Esta es una obra de ficción. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, o hechos reales, es pura coincidencia”
Esta obra ha sido registrada en Safe Creative: 14/04/2024 bajo el código: 24041XXXXX102
Está en proceso de registro en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador.
Es de completa autoría de: ©Angellyna Merida, 2024.
Por lo que no se aceptan plagios, copias, adaptaciones, ni la distribución y venta ilegal de este libro, si esto ocurre pondré en conocimiento del equipo legal que me representa y de la plataforma que son quiénes tienen los derechos de distribución.
Nota importante:
En libros anteriores el hijo del señor Villamizar era Esteban, yo tengo problemas y enredo los nombres de los personajes, no recordé que uno de los hijos de Miguel y Lu, es Juan Esteban por eso le cambié a Bruno. Pido disculpas por mi error.
“Este libro toca temas sensibles, será un triángulo amoroso, intenso, mi intención no es dar lecciones de vida, no tengo esa capacidad, simplemente mi fin es contar una historia, sin embargo, si no te agradan estas historias, tengo otras en mi perfil que pueden ser de tu agrado"
Juliana sintió un estremecimiento que recorrió su columna, estaba bastante mareada casi se tambaleaba, asintió.Ambos salieron de la discoteca, y tomaron un taxi, instantes después llegaron al apartamento en donde vivía Bruno.Entraron abrazados, tambaleándose, en el ascensor tropezaron y casi cayeron de rodillas. Bruno logró sostenerse de las barras de hierro que rodeaban el elevador, y pudo sujetar a su novia, ambos soltaron una carcajada y después empezaron a besarse desaforadamente.—Aquí no —susurró Juliana—, hay cámaras.Bruno soltó un gruñido. —Tienes razón —advirtió Bruno y enseguida cuando el elevador se detuvo en el piso del apartamento salieron sin parar de reír, entraron a la estancia, él recargó a su novia contra un muro, empezó a besarla, y sus manos le levantaron la falda, y acariciaron los suaves muslos de Juliana. —¡Me encantas! —susurró él con voz ronca. —También tú a mí —contestó ella. Entonces se dirigieron a la alcoba, ambos empezaron a besarse y a quitarse la
Juliana observó a Alfredo con ojos suplicantes.—Por favor, no le diga que soy yo —balbuceó, susurrando llena de angustia, la chica sentía que su corazón iba a estallar de un momento a otro, la situación que estaba viviendo en ese momento jamás pasó por su mente. Alfredo apenas estaba reaccionando de toda esa hecatombe que ella provocó, sacudió su cabeza, se tenía que inventar algo, no podía permitir que su hijo supiera que estaba con Juliana, aunque no sabía a ciencia cierta qué relación mantenía con la bella chica, no podía delatarla, él era un caballero. —¿Papá? —volvió a preguntar Bruno, tocó a la puerta. —¿Estás bien?Alfredo salió de la cabina, se envolvió con una toalla de la cintura para abajo, entreabrió la puerta del baño.—Sí hijo, todo en orden estoy con una amiga —mintió se aclaró la voz, ladeó los labios intentando convencer a su hijo de que estaba acompañado por una mujer y así sacarlo del apartamento—. Será mejor que vuelvas más tarde, me comprendes.Bruno arrugó el
Ambos se sentían confundidos, lo que habían experimentado en esos cortos minutos que estuvieron juntos, jamás les había pasado eso con nadie. En Juliana sentir ese aturdimiento era más comprensivo, ella no era una mujer de tener s3xo porque sí, además todavía era virgen. En cambio, Alfredo, era un hombre hecho y derecho y no se dejaba llevar por las pasiones ni los bajos instintos, sin embargo los ardientes besos de Juliana le habían nublado todo el pensamiento y se dejó llevar como si fuera un jovencito.Alfredo se cambió de ropa, tenía que aclarar las cosas, no podía permitir que la muchacha se fuera sin que ellos hablaran de lo sucedido, en el pasillo cuando abrió la puerta se encontró con la chica.Juliana se volvió a sobresaltar y sintió que su corazón daba un brinco.—Lo lamento, no quise asustarte.Alfredo la contempló con discreción, ella lucía un vestido en tela de mezclilla que le llegaba hasta la rodilla, la falda era campanada, su estrecha cintura estaba ceñida por una
Maryluz separó sus labios, parpadeó varias veces, el rostro se le llenó de seriedad, invitó a su prima a tomar asiento en las sillas de mimbre que había en la terraza y la miro con atención. —No puedes estar hablando en serio, explícame exactamente qué fue lo que hiciste.Juliana con la voz temblorosa y con las mejillas encendidas, le narró a su prima, lo que pasó en la ducha con Alfredo. —Lo confundí, pensé que era Bruno, nos besamos, nos tocamos, y casi…pasó. Maryluz se puso de pie de un solo golpe. —¿Con el señor Villamizar? —cuestionó anonadada. —¿Estás hablando del mismo hombre que fue tu gran amor platónico, el mismo al cual besaste cuando cumpliste la mayoría de edad? Juliana sintió un estremecimiento en el corazón. —Sí hablo del mismo hombre, del papá de mi novio, ese hombre me hizo sentir cosas que jamás en la vida había imaginado. Maryluz sonrió, luego se cubrió con su mano, la boca sorprendida, y a la vez la mirada le brilló. A ella no le caía muy bien Bruno no sabía
El beso accidental entre Alfredo, el padre del novio, y su futura nuera había dejado un rastro de tensión en el aire, una tensión que ninguno de los dos podía ignorar, y que se intensificó cuando Bruno besó a Juliana. Ella se tensó visiblemente, incapaz de disimular su nerviosismo. Mientras tanto, Alfredo sintió un pinchazo en el corazón, una pizca de celos que le hizo desviar la mirada, aclarándose la garganta en un intento de aliviar la incómoda situación.—Hola Juliana, años sin verte —expresó el señor Villamizar. Luego que su hijo abandonara los dulces labios de la novia.Juliana soltó el aire que contenía.—Buenas tardes, señor Villamizar —mencionó con voz suave.Él plantó su profunda mirada en los ojos de ella. Juliana desvió la vista.—Juliana está un poco nerviosa —comentó Bruno, hablando por su novia.Alfredo se aclaró la voz.—No debería, nos conocemos de casi toda la vida. —Abrió una silla para que ella se sentara, y su hijo la soltara, no le agradó esa forma tan posesiva de
Alfredo y Juliana se separaron rápidamente, tratando de disimular la intensidad del momento que acababan de compartir. Pero sabían, en el fondo de sus corazones, que aquel instante había cambiado algo entre ellos, algo que ya no podían ignorarJuliana y Alfredo se pusieron de pie como un resorte apenas Bruno los sorprendió; la mano de Juliana temblaba visiblemente. Alfredo, quien tenía el móvil de la chica entre sus dedos, se lo entregó con un rápido movimiento.—Aquí tienes tu teléfono, Juliana —le dio una breve revisión, se lo entregó, cruzó sus ojos con los de ella, pero la chica centró su vista en el artefacto, eludiendo la mirada de él—. Espero que no le haya pasado nada.Juliana soltó el aire que tenía contenido; la tensión en el ambiente era palpable, un profundo silencio se hizo entre ellos a pesar del murmullo que existía a su alrededor. El corazón de Juliana latía desbocado, temiendo el juicio de Bruno.Bruno los miraba atentos a ambos, con una expresión de seriedad en el ro
La brisa de la tarde jugueteaba con los pliegues del vestido de Juliana mientras caminaba con elegancia por los jardines de la universidad. Sus padres estaban en otro auditorio, en el de la escuela de leyes, en la graduación de Maryluz, que empezó horas antes.Juliana buscaba con sus ojos a Bruno, pero no lo encontraba, transitó por un corredor.Alfredo también andaba en la búsqueda de su hijo, el joven había ido al hotel por su madre, ya debía estar en la universidad, pero no llegaba, caminaba mirando el móvil, digitando el contacto de Bruno.Juliana salía de un corredor sin darse cuenta rozó el hombro de un caballero, cuando ese hombre alzó su mirada sus ojos se encontraron.—¡Señor Villamizar! —jadeó ella, sintió un estremecimiento de pies a cabeza.Alfredo contuvo el aliento al reconocer a Juliana, la novia de su hijo. Sus ojos se centraron en la delicada figura de la joven, quien se veía absolutamente hermosa. Enfundada en un elegante vestido negro de seda, su figura se destacaba
Entre tanto, Alfredo no podía apartar la mirada de Juliana. Aunque intentaba disimularlo, sentía una atracción irresistible hacia ella. Mientras Antonia, enfundada en un vestido color champán, con detalles de encaje, además de lentejuelas que resplandecían, deslumbrando la vista de los asistentes, se movió en medio de las sillas y llegó hacia donde estaba Alfredo.El hombre se tensó al verla, frunció la nariz.—Hola, Alfredo. ¿Cómo estás? —preguntó, con un brillo desafiante en sus ojos—. ¡Qué hermosa ceremonia, ¿verdad?! ¿No te parece? —insistió.—Sí, es un momento muy especial —respondió Alfredo, con una frialdad que cortaba el aire.Antonia observaba la escena con una sonrisa falsa en los labios. Estaba decidida a hacerse notar por Alfredo, a toda costa.—Nuestro hijo, todo un profesional, hicimos un buen trabajo. —Su voz resonó con un tono de superioridad.Alfredo apretó los puños, soltó un resoplido cargado de resentimiento.—¿Hicimos? —susurró, con un destello de amargura en sus o