Gracias por darle la oportunidad a este libro, espero les haya gustado, queda pendiente el epílogo y un extra.
El embarazo de Juliana avanzaba con serenidad y felicidad. A medida que su vientre crecía, también lo hacía su amor y anticipación por el bebé que estaba por llegar. Alfredo estaba a su lado en cada paso del camino, cuidándola y apoyándola en todo lo que necesitaba.La hacienda de Alfredo, ahora también de Juliana, se llenaba de vida y actividad. Juliana se había adaptado rápidamente a su nuevo rol como dueña. Sus conocimientos sobre la tierra y su pasión por el café la hacían destacar en la gestión de las plantaciones. Trabajaba codo a codo con los empleados, aprendiendo de ellos y compartiendo su entusiasmo por mejorar y optimizar la producción.—Eres increíble, Juliana. La hacienda nunca ha estado tan bien gestionada —comentaba Alfredo con orgullo, observándola mientras supervisaba las cosechas.—Gracias, amor. Estoy feliz de poder contribuir y hacer crecer nuestra hacienda —respondía Juliana, sonriendo mientras acariciaba su creciente vientre.Además de su trabajo en la hacienda, J
El embarazo de Anne avanzaba con serenidad. A pesar de las dificultades y el peso de las decisiones pasadas, estaba decidida a darle a su hijo la mejor vida posible. Cada mes, llevaba las ecografías y las actualizaciones del estado del bebé a Bruno en la cárcel. A pesar de todo, él mostraba un interés genuino por su hijo, y esos momentos de conexión, aunque breves, le daban a Anne un rayo de esperanza.Anne trabajaba en el consorcio cafetero junto a Juliana, quien también estaba embarazada de Alfredo. A medida que sus vientres crecían, las dos mujeres encontraron en su experiencia compartida un lazo de apoyo mutuo. Anne tenía dos meses más de embarazo que Juliana, y juntas compartían sus anécdotas y preocupaciones sobre la maternidad.Una mañana, Anne llegó al consorcio con una nueva ecografía en la mano, ansiosa por mostrarle a Bruno las imágenes de su bebé. Había pedido permiso para visitarlo, y aunque las visitas eran breves, cada segundo era valioso. Enseguida salió rumbo a la cár
Tres años habían pasado desde que Bruno fue encarcelado, y durante ese tiempo, había trabajado arduamente para mejorar su comportamiento y demostrar que estaba listo para una segunda oportunidad. Su esfuerzo no pasó desapercibido, y finalmente, por buen comportamiento, Bruno obtuvo la libertad anticipada.El día de su liberación, Bruno sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Había soñado con este momento durante tanto tiempo, pero ahora que estaba aquí, no podía evitar sentirse ansioso por el futuro. Con la ayuda de Alfredo, había organizado su regreso de manera discreta, queriendo sorprender a Anne y a su hijo Mateo.Bruno se dirigió al apartamento donde Anne y Mateo vivían. Con cada paso que daba, su corazón latía con más fuerza. Finalmente, llegó a la puerta y respiró hondo antes de tocar el timbre.Anne, que estaba en la cocina preparando el almuerzo, escuchó el timbre y frunció el ceño. No estaba esperando a nadie. Se secó las manos y se dirigió a la puerta, abriéndola con cu
Las notas de «Uptown Funk by Bruno Mars» retumbaban en las bocinas de aquella exclusiva y famosa discoteca en Boston. Luces centellantes de varios colores iluminaban los cuerpos de los jóvenes que se encontraban apostados en aquel lugar disfrutando de la última fiesta de la facultad.Un par de chicas muy sensuales bailaban sobre unas mesas, mientras que parejas disfrutaban de la música en medio de besos y caricias, otros bebían sin parar en la barra de la discoteca.Una hermosa mujer caminando sobre altas sandalias de tacón de aguja, enfundada en un sensual vestido de lentejuelas plateadas de falda corta y escote discreto, entró al lugar captando la atención de la mayoría de los caballeros. Los brillantes ojos azules de aquella bella muchacha empezaron a buscar a su novio, miró el reloj y aunque ella había llegado tarde veinte minutos, se le hizo extraño que él no estuviera, enseguida se abrió paso en medio de las parejas que bailaban en la pista y miró que alguien le levantó la man
Juliana sintió un estremecimiento que recorrió su columna, estaba bastante mareada casi se tambaleaba, asintió.Ambos salieron de la discoteca, y tomaron un taxi, instantes después llegaron al apartamento en donde vivía Bruno.Entraron abrazados, tambaleándose, en el ascensor tropezaron y casi cayeron de rodillas. Bruno logró sostenerse de las barras de hierro que rodeaban el elevador, y pudo sujetar a su novia, ambos soltaron una carcajada y después empezaron a besarse desaforadamente.—Aquí no —susurró Juliana—, hay cámaras.Bruno soltó un gruñido. —Tienes razón —advirtió Bruno y enseguida cuando el elevador se detuvo en el piso del apartamento salieron sin parar de reír, entraron a la estancia, él recargó a su novia contra un muro, empezó a besarla, y sus manos le levantaron la falda, y acariciaron los suaves muslos de Juliana. —¡Me encantas! —susurró él con voz ronca. —También tú a mí —contestó ella. Entonces se dirigieron a la alcoba, ambos empezaron a besarse y a quitarse la
Juliana observó a Alfredo con ojos suplicantes.—Por favor, no le diga que soy yo —balbuceó, susurrando llena de angustia, la chica sentía que su corazón iba a estallar de un momento a otro, la situación que estaba viviendo en ese momento jamás pasó por su mente. Alfredo apenas estaba reaccionando de toda esa hecatombe que ella provocó, sacudió su cabeza, se tenía que inventar algo, no podía permitir que su hijo supiera que estaba con Juliana, aunque no sabía a ciencia cierta qué relación mantenía con la bella chica, no podía delatarla, él era un caballero. —¿Papá? —volvió a preguntar Bruno, tocó a la puerta. —¿Estás bien?Alfredo salió de la cabina, se envolvió con una toalla de la cintura para abajo, entreabrió la puerta del baño.—Sí hijo, todo en orden estoy con una amiga —mintió se aclaró la voz, ladeó los labios intentando convencer a su hijo de que estaba acompañado por una mujer y así sacarlo del apartamento—. Será mejor que vuelvas más tarde, me comprendes.Bruno arrugó el
Ambos se sentían confundidos, lo que habían experimentado en esos cortos minutos que estuvieron juntos, jamás les había pasado eso con nadie. En Juliana sentir ese aturdimiento era más comprensivo, ella no era una mujer de tener s3xo porque sí, además todavía era virgen. En cambio, Alfredo, era un hombre hecho y derecho y no se dejaba llevar por las pasiones ni los bajos instintos, sin embargo los ardientes besos de Juliana le habían nublado todo el pensamiento y se dejó llevar como si fuera un jovencito.Alfredo se cambió de ropa, tenía que aclarar las cosas, no podía permitir que la muchacha se fuera sin que ellos hablaran de lo sucedido, en el pasillo cuando abrió la puerta se encontró con la chica.Juliana se volvió a sobresaltar y sintió que su corazón daba un brinco.—Lo lamento, no quise asustarte.Alfredo la contempló con discreción, ella lucía un vestido en tela de mezclilla que le llegaba hasta la rodilla, la falda era campanada, su estrecha cintura estaba ceñida por una
Maryluz separó sus labios, parpadeó varias veces, el rostro se le llenó de seriedad, invitó a su prima a tomar asiento en las sillas de mimbre que había en la terraza y la miro con atención. —No puedes estar hablando en serio, explícame exactamente qué fue lo que hiciste.Juliana con la voz temblorosa y con las mejillas encendidas, le narró a su prima, lo que pasó en la ducha con Alfredo. —Lo confundí, pensé que era Bruno, nos besamos, nos tocamos, y casi…pasó. Maryluz se puso de pie de un solo golpe. —¿Con el señor Villamizar? —cuestionó anonadada. —¿Estás hablando del mismo hombre que fue tu gran amor platónico, el mismo al cual besaste cuando cumpliste la mayoría de edad? Juliana sintió un estremecimiento en el corazón. —Sí hablo del mismo hombre, del papá de mi novio, ese hombre me hizo sentir cosas que jamás en la vida había imaginado. Maryluz sonrió, luego se cubrió con su mano, la boca sorprendida, y a la vez la mirada le brilló. A ella no le caía muy bien Bruno no sabía