Después de la conversación con Bruno, Alfredo y Juliana decidieron aprovechar su tiempo en el hospital para confirmar el embarazo y que la revisaran adecuadamente. Aunque el ambiente seguía cargado de emociones, ambos sabían que era importante asegurar la salud de ella y del bebé que esperaban.Alfredo sostuvo la mano de Juliana mientras caminaban por los pasillos del hospital, buscando el consultorio de obstetricia. La preocupación y la incertidumbre se mezclaban con una leve sensación de esperanza.—Recuerda que estoy contigo, aquí a tu lado —mencionó Alfredo, apretando suavemente la mano de Juliana.Juliana le sonrió, sintiéndose reconfortada por su apoyo.—Gracias, Alfredo. Estoy nerviosa, pero también emocionada por saber más sobre nuestro bebé —respondió, con voz suave y una inmensa ilusión en el corazón. Finalmente, llegaron al consultorio y fueron recibidos por una amable doctora, quien les pidió que pasaran y tomaran asiento.—Buenos días. Soy la doctora Rodríguez. Entiendo
La noticia fue recibida con una mezcla de asombro y alegría. Los ojos de María Paz se llenaron de lágrimas de felicidad, mientras que Juan Andrés y Paula sonreían, felices por la nueva vida que estaba en camino.—¡Felicidades, Juliana y Alfredo! —exclamó Majo, levantando su copa en señal de celebración.—Gracias, tía Majo. Este bebé es un milagro en medio de todo lo que hemos pasado —expresó Juliana, sonriendo.—Al menos ya no tuve que insistir en comprar las tierras de los Villamizar —advirtió Marypaz—. Ya Juliana se encargó de que todo quedará en familia. Bien hecho prima —bromeó. Todos carcajearon. Abel y Malú, los padres de Juliana, se miraron sorprendidos. Abel frunció el ceño, claramente afectado por la noticia, mientras Malú intentaba procesar toda la información.—Juliana, esto es... inesperado —susurró Abel, con voz seria—. Queremos lo mejor para ti y para tu futuro.Malú se llevó la mano al pecho. —¡No lo puedo creer! ¡Seré abuela por partida doble! —exclamó y bebió un gr
El sol brillaba con fuerza sobre la hacienda de La Momposina, iluminando los vastos cafetales que rodeaban el lugar. La familia y amigos se habían reunido para celebrar la boda de Juliana y Alfredo, un evento que marcaba un nuevo comienzo en sus vidas. La hacienda estaba decorada con flores frescas y luces que añadían un toque mágico al ambiente.Habían pasado dos meses desde el juicio y la condena de Bruno y Antonia. Durante este tiempo, Juliana y Alfredo habían encontrado la paz y la felicidad mientras se preparaban para su boda. El embarazo de Juliana era ahora visible, y ella mostraba con orgullo su pequeño vientre, símbolo de la nueva vida que estaban creando juntos.Juliana estaba en una habitación de la hacienda, preparándose para su gran día. Su vestido blanco, sencillo pero elegante, realzaba su belleza natural y acentuaba su pequeño vientre. Mientras se miraba en el espejo, una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios. No podía creer que finalmente estaba a punto de casarse c
El embarazo de Juliana avanzaba con serenidad y felicidad. A medida que su vientre crecía, también lo hacía su amor y anticipación por el bebé que estaba por llegar. Alfredo estaba a su lado en cada paso del camino, cuidándola y apoyándola en todo lo que necesitaba.La hacienda de Alfredo, ahora también de Juliana, se llenaba de vida y actividad. Juliana se había adaptado rápidamente a su nuevo rol como dueña. Sus conocimientos sobre la tierra y su pasión por el café la hacían destacar en la gestión de las plantaciones. Trabajaba codo a codo con los empleados, aprendiendo de ellos y compartiendo su entusiasmo por mejorar y optimizar la producción.—Eres increíble, Juliana. La hacienda nunca ha estado tan bien gestionada —comentaba Alfredo con orgullo, observándola mientras supervisaba las cosechas.—Gracias, amor. Estoy feliz de poder contribuir y hacer crecer nuestra hacienda —respondía Juliana, sonriendo mientras acariciaba su creciente vientre.Además de su trabajo en la hacienda, J
El embarazo de Anne avanzaba con serenidad. A pesar de las dificultades y el peso de las decisiones pasadas, estaba decidida a darle a su hijo la mejor vida posible. Cada mes, llevaba las ecografías y las actualizaciones del estado del bebé a Bruno en la cárcel. A pesar de todo, él mostraba un interés genuino por su hijo, y esos momentos de conexión, aunque breves, le daban a Anne un rayo de esperanza.Anne trabajaba en el consorcio cafetero junto a Juliana, quien también estaba embarazada de Alfredo. A medida que sus vientres crecían, las dos mujeres encontraron en su experiencia compartida un lazo de apoyo mutuo. Anne tenía dos meses más de embarazo que Juliana, y juntas compartían sus anécdotas y preocupaciones sobre la maternidad.Una mañana, Anne llegó al consorcio con una nueva ecografía en la mano, ansiosa por mostrarle a Bruno las imágenes de su bebé. Había pedido permiso para visitarlo, y aunque las visitas eran breves, cada segundo era valioso. Enseguida salió rumbo a la cár
Tres años habían pasado desde que Bruno fue encarcelado, y durante ese tiempo, había trabajado arduamente para mejorar su comportamiento y demostrar que estaba listo para una segunda oportunidad. Su esfuerzo no pasó desapercibido, y finalmente, por buen comportamiento, Bruno obtuvo la libertad anticipada.El día de su liberación, Bruno sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Había soñado con este momento durante tanto tiempo, pero ahora que estaba aquí, no podía evitar sentirse ansioso por el futuro. Con la ayuda de Alfredo, había organizado su regreso de manera discreta, queriendo sorprender a Anne y a su hijo Mateo.Bruno se dirigió al apartamento donde Anne y Mateo vivían. Con cada paso que daba, su corazón latía con más fuerza. Finalmente, llegó a la puerta y respiró hondo antes de tocar el timbre.Anne, que estaba en la cocina preparando el almuerzo, escuchó el timbre y frunció el ceño. No estaba esperando a nadie. Se secó las manos y se dirigió a la puerta, abriéndola con cu
Las notas de «Uptown Funk by Bruno Mars» retumbaban en las bocinas de aquella exclusiva y famosa discoteca en Boston. Luces centellantes de varios colores iluminaban los cuerpos de los jóvenes que se encontraban apostados en aquel lugar disfrutando de la última fiesta de la facultad.Un par de chicas muy sensuales bailaban sobre unas mesas, mientras que parejas disfrutaban de la música en medio de besos y caricias, otros bebían sin parar en la barra de la discoteca.Una hermosa mujer caminando sobre altas sandalias de tacón de aguja, enfundada en un sensual vestido de lentejuelas plateadas de falda corta y escote discreto, entró al lugar captando la atención de la mayoría de los caballeros. Los brillantes ojos azules de aquella bella muchacha empezaron a buscar a su novio, miró el reloj y aunque ella había llegado tarde veinte minutos, se le hizo extraño que él no estuviera, enseguida se abrió paso en medio de las parejas que bailaban en la pista y miró que alguien le levantó la man
Juliana sintió un estremecimiento que recorrió su columna, estaba bastante mareada casi se tambaleaba, asintió.Ambos salieron de la discoteca, y tomaron un taxi, instantes después llegaron al apartamento en donde vivía Bruno.Entraron abrazados, tambaleándose, en el ascensor tropezaron y casi cayeron de rodillas. Bruno logró sostenerse de las barras de hierro que rodeaban el elevador, y pudo sujetar a su novia, ambos soltaron una carcajada y después empezaron a besarse desaforadamente.—Aquí no —susurró Juliana—, hay cámaras.Bruno soltó un gruñido. —Tienes razón —advirtió Bruno y enseguida cuando el elevador se detuvo en el piso del apartamento salieron sin parar de reír, entraron a la estancia, él recargó a su novia contra un muro, empezó a besarla, y sus manos le levantaron la falda, y acariciaron los suaves muslos de Juliana. —¡Me encantas! —susurró él con voz ronca. —También tú a mí —contestó ella. Entonces se dirigieron a la alcoba, ambos empezaron a besarse y a quitarse la