¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué tal la confesión de Juliana?
Bruno la miraba incrédulo, como si no pudiera comprender cómo algo así podía estar sucediendo. Sus ojos brillaban con una mezcla de confusión y dolor, y su expresión se volvió más dura mientras procesaba las palabras de Juliana.—¿Qué quieres decir con que ya no sientes lo mismo? ¿Quién es ese tipo? ¿Desde cuándo esto estás saliendo con él? —preguntó, su voz temblaba con una mezcla de rabia y angustia.Juliana sabía que las cosas se estaban saliendo de control, pero no podía retroceder. Respiró hondo y se enfrentó a Bruno con determinación.—Bruno, por favor, trata de entender. No puedo seguir en esta relación sabiendo que no es lo que quiero. No es justo para ninguno de los dos —explicó, tratando de mantener la calma a pesar del torbellino de emociones que la embargaba—. No tengo nada con ese hombre, es un amor del pasado, que ha removido sentimientos —declaró.La tensión en el jardín era palpable, como si el entorno mismo estuviera cargado de electricidad. De repente, en un estallid
Entonces alguien de la mesa, decidió sacarlos de ese momento lleno de tensión.—Hiciste bien en dejarlo, a mí no me agrada, es bastante odioso —rebatió Marypaz, metiéndose a la boca un bocadillo, apenas tenía diecisiete años en ese entonces—, el amor no se puede forzar, debe caerte de manera inesperada, como un meteorito del cielo, y debes sentir mariposas en el estómago y escuchar el sonido del campanario. —Suspiró profundo.—Espero que no hayas sentido eso Marypaz —advirtió su padre. La miró con seriedad.La chica carcajeó.—Tranquilo, claro que no, creo que nadie de nosotros aún ha sentido eso, o ¿me equivoco? —Miró a sus primos mayores.Juliana apretó los labios, todo ese cosquilleo, esa chispa de la cual hablaba Marypaz sí lo había sentido, y no precisamente con Bruno, sino con el padre de él.Joaquin por su parte, se quedó en silencio, en Italia había conocido a la mujer de sus sueños: Francesca, estaba perdidamente enamorado de esa mujer, solo esperaba la ceremonia de graduació
Y mientras Juliana se sentía culpable, y le dolía haberle causado sufrimiento a Bruno, él disfrutaba junto a Anne.Anne se deslizó bajo las sábanas, su cuerpo ardiente anhelaba el contacto con Bruno. Él se acercó, sus manos recorriendo su piel con urgencia. Pero mientras sus cuerpos se unían en un frenesí carnal, Bruno estaba lejos en su mente.Mientras Anne gemía de placer, Bruno luchaba por mantener a raya los pensamientos de Juliana. Su imagen, su risa, su aroma se colaban en su mente, eclipsando el momento presente. Cada beso, cada caricia de Anne, era un recordatorio doloroso de lo que estaba perdiendo.Por otro lado, Juliana se sentía atrapada en un remolino de culpa y dolor. Sabía que estaba lastimando a Bruno, pero por más que intentaba sacarse de la mente a Alfredo, le era imposible. Cada vez que cerraba los ojos, recordaba la escena de la ducha.«¿Por qué tenía que pasarme eso, precisamente con Alfredo? ¿Será verdad una señal de que Bruno no me convenía? ¡Me siento tan mal p
Alfredo contuvo el aliento por unos segundos; sin embargo, se obligó a reaccionar.—Buenos días, Juliana. ¿Podemos hablar? —preguntó con su voz suave, y varonil a la vez, mientras se ajustaba el cuello de la camisa, nervioso.Juliana sintió un estremecimiento de pies a cabeza. Asintió, luego volteó y miró a sus primas.—Al frente venden unas hamburguesas deliciosas —advirtió, jugueteando con un mechón de su cabello castaño.Marypaz y Dafne se miraron a los ojos, ambas apenas tenían diecisiete años, pero la una era demasiado avispada, y la otra tenía una inteligencia superior a los demás. Maryluz, en cambio, sabía todo el enredo, pero no dijo nada. Se puso de pie.—Vamos niñas —solicitó, levantándose con agilidad y ajustándose la falda con un gesto rápido.—Buenos días, don Alfredo —saludó Marypaz con su vecino, haciendo un ligero gesto con la cabeza, cuando llegaron a la puerta. Las demás chicas también lo saludaron.—Hola, señorita Duque. ¿Logró conseguir más tierras? —indagó esbozan
Juliana reaccionó de golpe, apartándose y rompiendo aquel beso. Observó a Alfredo con una mezcla de incertidumbre y perturbación en sus ojos, mientras sus manos temblaban ligeramente a los costados.Alfredo, estático y sin aliento, se quedó desconcertado ante la reacción de Juliana, frunció el ceño y la miró fijamente.—Si está buscando una aventura, conmigo se equivocó, señor Villamizar —espetó Juliana, respirando agitada, manteniendo su distancia.Alfredo negó con la cabeza, intentando comprender la situación.—¿Una aventura? ¿Por qué piensas eso? —indagó, sin moverse de su lugar, con gesto de confusión.—¿Qué más puede buscar un hombre maduro como usted en una mujer joven como yo? —preguntó Juliana, con determinación en su voz, sin apartar la mirada de los ojos del señor Villamizar.Alfredo, con sinceridad en su tono, declaró:—Jamás tendría una aventura con una mujer que podría ser mi hija, además la que inició todo este juego fuiste tú.Juliana separó los labios, sorprendida por
Marypaz frunció los labios. —Pero no comprendo, ¿por qué no pueden tener una relación? —cuestionó—. Bruno no se merece tanta consideración, siempre me ha caído mal, se creía el dueño absoluto de la hacienda de su papá, era odioso, y lo sigue siendo. Juliana resopló, dejó caer su cuerpo en un sillón. —Alfredo es el padre del que fue mi novio. ¿Si comprendes eso? —preguntó. —Él no quiere hacerle daño a su hijo, por eso… nosotros no podemos…—¡Por tontos!—¡Marypaz! —recriminó Juliana. Marypaz alzó sus hombros. —Es la verdad, yo vi los besotes que se dieron, y escuché las cosas que te dijo, y estos ojitos hermosos notaron la forma en la que él te miraba, ese señor se derrite por ti —avisó con sinceridad, su corazón latía emocionado—, si a mí me hubieran dicho esas cosas, yo me lo hubiera comido a besos, es más lo esposaba y lo llevaba al altar, y me casaba con él. Juliana no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar las locuras de su prima. —Me haces reír, quisiera tener tu ent
Malú asintió mientras veía la carretera.—Parece que el padre de Alfredo y el antiguo dueño de nuestra finca, nunca hicieron las mediciones correctas, y parece que ellos tienen plantaciones de café en nuestra parte de la hacienda.Juliana se llevó la mano al pecho.—¿Qué piensan hacer? ¿Qué dicen los Villamizar?Malú sonrió al notar el interés de su hija en los asuntos de la hacienda, no sabía que aparte de eso tenía motivos personales.—Alfredo está dispuesto a que se hagan las mediciones correspondientes, el problema es que no podemos desalojar sus parcelas, tendremos que llegar a un acuerdo, quizás que nos venda el café que ha sembrado, claro que le afectaría, porque es como media hectárea.Juliana separó los labios, sintió una opresión en el pecho, conocía bien a su mamá, era una mujer justa, pero para ella, los negocios eran negocios.—Ojalá todo se resuelva.****En la hacienda de los Villamizar, Alfredo recibía la visita de Abel.—Mi equipo de trabajo hizo las respectivas medic
Alfredo recobró la compostura, Malú los observaba a ambos como si intentara descubrir algún misterio.—No, ninguno, solo que pensé que el problema lo resolverías tú. —Alfredo, miró a María Luisa con seriedad.—Considero a Juliana capacitada para el cargo. No te preocupes, sé que llegarán a un acuerdo. —Asintió la madre de la chica.Juliana no decía nada, cuando pensó en alejarse de él, parecía que el destino se empeñaba en volvernos a unir, intentaba decir algo coherente pero no lograba coordinar las ideas. Hasta que pudo hablar:—Resolveremos esto de la mejor manera —balbuceó.Alfredo la observó con atención, estaba bellísima ese día, con un atuendo impecable que reflejaba su determinación y profesionalismo. Juliana lucía un traje sastre de color negro, con una chaqueta entallada que resaltaba su figura y pantalones rectos que caían con elegancia hasta el tobillo. La blusa blanca de seda que llevaba debajo aportaba un toque de sofisticación, mientras que un fino collar de perlas adorn