Juliana reaccionó de golpe, apartándose y rompiendo aquel beso. Observó a Alfredo con una mezcla de incertidumbre y perturbación en sus ojos, mientras sus manos temblaban ligeramente a los costados.Alfredo, estático y sin aliento, se quedó desconcertado ante la reacción de Juliana, frunció el ceño y la miró fijamente.—Si está buscando una aventura, conmigo se equivocó, señor Villamizar —espetó Juliana, respirando agitada, manteniendo su distancia.Alfredo negó con la cabeza, intentando comprender la situación.—¿Una aventura? ¿Por qué piensas eso? —indagó, sin moverse de su lugar, con gesto de confusión.—¿Qué más puede buscar un hombre maduro como usted en una mujer joven como yo? —preguntó Juliana, con determinación en su voz, sin apartar la mirada de los ojos del señor Villamizar.Alfredo, con sinceridad en su tono, declaró:—Jamás tendría una aventura con una mujer que podría ser mi hija, además la que inició todo este juego fuiste tú.Juliana separó los labios, sorprendida por
Marypaz frunció los labios. —Pero no comprendo, ¿por qué no pueden tener una relación? —cuestionó—. Bruno no se merece tanta consideración, siempre me ha caído mal, se creía el dueño absoluto de la hacienda de su papá, era odioso, y lo sigue siendo. Juliana resopló, dejó caer su cuerpo en un sillón. —Alfredo es el padre del que fue mi novio. ¿Si comprendes eso? —preguntó. —Él no quiere hacerle daño a su hijo, por eso… nosotros no podemos…—¡Por tontos!—¡Marypaz! —recriminó Juliana. Marypaz alzó sus hombros. —Es la verdad, yo vi los besotes que se dieron, y escuché las cosas que te dijo, y estos ojitos hermosos notaron la forma en la que él te miraba, ese señor se derrite por ti —avisó con sinceridad, su corazón latía emocionado—, si a mí me hubieran dicho esas cosas, yo me lo hubiera comido a besos, es más lo esposaba y lo llevaba al altar, y me casaba con él. Juliana no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar las locuras de su prima. —Me haces reír, quisiera tener tu ent
Malú asintió mientras veía la carretera.—Parece que el padre de Alfredo y el antiguo dueño de nuestra finca, nunca hicieron las mediciones correctas, y parece que ellos tienen plantaciones de café en nuestra parte de la hacienda.Juliana se llevó la mano al pecho.—¿Qué piensan hacer? ¿Qué dicen los Villamizar?Malú sonrió al notar el interés de su hija en los asuntos de la hacienda, no sabía que aparte de eso tenía motivos personales.—Alfredo está dispuesto a que se hagan las mediciones correspondientes, el problema es que no podemos desalojar sus parcelas, tendremos que llegar a un acuerdo, quizás que nos venda el café que ha sembrado, claro que le afectaría, porque es como media hectárea.Juliana separó los labios, sintió una opresión en el pecho, conocía bien a su mamá, era una mujer justa, pero para ella, los negocios eran negocios.—Ojalá todo se resuelva.****En la hacienda de los Villamizar, Alfredo recibía la visita de Abel.—Mi equipo de trabajo hizo las respectivas medic
Alfredo recobró la compostura, Malú los observaba a ambos como si intentara descubrir algún misterio.—No, ninguno, solo que pensé que el problema lo resolverías tú. —Alfredo, miró a María Luisa con seriedad.—Considero a Juliana capacitada para el cargo. No te preocupes, sé que llegarán a un acuerdo. —Asintió la madre de la chica.Juliana no decía nada, cuando pensó en alejarse de él, parecía que el destino se empeñaba en volvernos a unir, intentaba decir algo coherente pero no lograba coordinar las ideas. Hasta que pudo hablar:—Resolveremos esto de la mejor manera —balbuceó.Alfredo la observó con atención, estaba bellísima ese día, con un atuendo impecable que reflejaba su determinación y profesionalismo. Juliana lucía un traje sastre de color negro, con una chaqueta entallada que resaltaba su figura y pantalones rectos que caían con elegancia hasta el tobillo. La blusa blanca de seda que llevaba debajo aportaba un toque de sofisticación, mientras que un fino collar de perlas adorn
«El vino es mejor en tu boca. "Te amo" es más tierno en tu voz. La noche en tu cuerpo es más corta. Estoy enfermando de amor»Las melodiosas notas de "Amarte es un placer" de Luis Miguel se mezclaban con el crepitar del fuego en la chimenea, iluminando la estancia con una luz dorada y creando una atmósfera romántica.Juliana contemplaba cómo Alfredo se movía con gracia hacia el bar de madera y descorchaba el vino. Los muebles de estilo colonial, tapizados en ricos tonos de terciopelo, rodeaban la chimenea, ofreciendo un refugio cálido y acogedor.Una alfombra persa cubría el suelo de parqué, mientras que los amplios ventanales enmarcaban la vista del jardín iluminado por la luz de la luna, añadiendo un toque de serenidad a la atmósfera interior.— Espero te sientas como en tu casa —dijo Alfredo, mientras le señalaba hacia uno de los sofás que rodeaban la chimenea—. Por favor, siéntate.Juliana asintió con gratitud, sintiendo el calor reconfortante del fuego en su rostro mientras se ac
Juliana caminaba con paso decidido por los pasillos del consorcio, moviendo el folder con la propuesta entre sus manos temblorosas. Desde que había asumido la responsabilidad de resolver el conflicto de linderos entre la finca de sus padres y la propiedad de Alfredo, sentía una presión constante en sus hombros. Pero hoy, estaba decidida a enfrentar el desafío de frente. Con cada paso, su determinación se reflejaba en la firmeza de su andar.Finalmente llegó a la sala de juntas donde su madre, sus tíos y demás miembros del consejo directivo se hallaban reunidos con Alfredo. El señor Villamizar revisaba algunos documentos con expresión concentrada, mientras que los demás intercambiaban comentarios en voz baja.—Buenos días —expresó Juliana con un suspiro para tranquilizar sus nervios, moviéndose hacia el centro de la sala.Alfredo levantó los párpados al verla entrar, y su rostro se iluminó, ladeó levemente una sonrisa al verla. Ella apretó los labios, cruzaron un par de miradas llenas
Al día siguiente.La tarde caía con una suavidad dorada sobre la vasta extensión de la hacienda de Alfredo. Con el sol hundiéndose lentamente en el horizonte, él se encontraba en los preparativos para la llegada de Juliana.Encendió el reproductor de música, una cálida melodía captó su atención.«Qué distintos los dos. Tu vida empieza, y yo voy ya por la mitad del día. Tú ni siquiera vives todavía, y yo ya de vivir tengo pereza…» Las suaves notas entonadas por Julio Jaramillo le acariciaban el alma. Pensó en Juliana en la diferencia de edad, cosa que había pasado a segundo plano, ella había llegado a iluminar sus días grises, llenos de soledad. También ansiaba que Bruno en Europa se olvidara de ella, y consiguiera una nueva ilusión, así él podría vivir plenamente su romance con Juliana.«Persisto con afán, tu compañía, para que des, calor a mi tristeza»Más tarde satisfecho con los preparativos, Alfredo se detuvo un momento para admirar la belleza de la sala iluminada por la chimenea,
Juliana se estremeció, se recargó en el pecho de él, cerró sus ojos, percibiendo el calor de sus fuertes manos en su cuerpo. La voz ronca y sensual de él, le acarició la piel a manera de un estremecimiento. La calidez de su bienvenida llenó su corazón de gratitud y felicidad, y una sonrisa radiante iluminó su rostro.—Me encanta todo lo que has preparado. ¿Lo hiciste solo? —preguntó, volteó para encontrarse con la mirada de él.Alfredo le brindó una cálida sonrisa.—Así es, pase toda la tarde decorando el entorno.Juliana se sintió como la princesa en un cuento de hadas. Por eso es que le gustaban los hombres maduros, por el romanticismo que a ella le fascinaba, los de su edad, ya no tenían esos detalles, a los jóvenes se les había olvidado como cortejar a su dama, ella siempre vivió rodeada de caballeros, su abuelo, su padre, sus tíos.—Todo es maravilloso, gracias —respondió y su gratitud fue demostrada con un suave beso sobre los labios de él.Alfredo la atrapó por la cintura, corre