POV MIALa luz de la mañana entraba suavemente por las ventanas cuando terminé de desayunar. Como siempre, la mesa estaba impecablemente servida, con una variedad de pan, fruta fresca y café. Sin embargo, mi apetito no era el mismo. Tal vez los nervios o la emoción de lo que estaba a punto de hacer me tenían con el estómago revuelto.Después de tantos días debatiéndome entre decirlo o no, había decidido finalmente contarle a mi mamá que estaba embarazada. La noticia no era fácil de procesar para mí misma, mucho menos para ella, que había pasado años preocupándose por mi bienestar, por mis decisiones, por la vida que llevaba. ¿Cómo le explicaría que estaba esperando un hijo de un hombre como Sebastiano? ¿Que nuestra relación no era precisamente convencional?Respiré hondo. No importaba. Lo único que quería era ver su reacción. Sentir su abrazo. Saber que, a pesar de todo, me apoyaría.Dejé la taza de café sobre el plato con un ligero tintineo y me puse de pie.—Gracias por el desayuno
POV MIAEl aire se espesó, denso, cargado de una electricidad mortal. La voz del hombre que pronunció mi nombre seguía resonando en mis oídos como un eco distante, pero el pánico en mi pecho era brutalmente real.Mis piernas temblaban, mi cuerpo entero parecía negarse a obedecer mientras mi mente gritaba una sola orden: ¡Corre!Pero no había a dónde.Los hombres bloqueaban cada salida, sus armas en alto, sus miradas de acero fijas en mí. Afuera, los neumáticos aún humeaban sobre el asfalto, testigos del frenesí con el que habían llegado.No me voy con ellos.No me voy con ellos.Mi corazón latía con tanta fuerza que sentía que iba a reventar dentro de mi pecho.Retrocedí torpemente, buscando cualquier cosa con la que pudiera defenderme, cualquier rincón en el que pudiera meterme para hacerme pequeña, para desaparecer.Pero uno de ellos, el de la cicatriz en la mejilla, se adelantó un paso y mi cuerpo reaccionó antes que mi mente.Tiré la primera cosa que encontré. Una taza de café med
POV SEBASTIANOLa reunión transcurría con el peso de los negocios sobre mis hombros. Alrededor de la enorme mesa de madera oscura, los ejecutivos de mis hoteles discutían estrategias de expansión, analizando gráficos y cifras proyectadas en la pantalla principal. Yo escuchaba, con los dedos entrelazados sobre el escritorio, mi mirada fija en los documentos abiertos frente a mí. Cada palabra que se decía en aquella sala tenía un peso, cada número que se mencionaba tenía el potencial de hacer crecer mi imperio… o de costarme millones.—Si cerramos el trato con los proveedores de Dubai —estaba diciendo uno de los gerentes—, podremos reducir costos de importación y aumentar el margen de ganancia en un doce por ciento para finales de año.Asentí levemente. No era una mala propuesta, pero tampoco algo que considerara fuera de lo ordinario. Mis hoteles ya eran los mejores de América, y lo seguirían siendo con o sin un acuerdo con Dubai. Lo que realmente me interesaba era la posible adquisici
POV MIAEl ruido del motor era ensordecedor, una constante que acompañaba mi angustia, como si el sonido me estuviera aplastando el pecho. Mi cuerpo aún temblaba, mis lágrimas no dejaban de caer, pero lo peor de todo era la sensación de abandono que me envolvía. Sebastiano… mi mente no podía dejar de pensar en él. ¿Estaría buscando? ¿Sabía ya lo que había pasado?Me apreté las manos contra el suelo de la camioneta, como si eso pudiera sostenerme, como si pudiera encontrar algo de fuerza en esa oscuridad que me envolvía. Los golpes en mi rostro y cuerpo ya no eran lo peor. Lo peor era saber que, en ese momento, nadie venía por mí.El hombre que me había golpeado y me había arrastrado hasta el vehículo seguía a mi lado, su presencia era una sombra aterradora. El hedor a sudor y tabaco me invadió mientras se reía, disfrutando de mi sufrimiento.—¿Te gustaría saber lo que va a pasar ahora, princesa? —su voz grave me heló. No pude responder. No tenía fuerzas para hacerlo.Lo único que podí
POV SEBASTIANOLas horas pasaban como si fueran días. La ansiedad me devoraba, y aunque traté de concentrarme en la búsqueda, la incesante necesidad de encontrar a Mia me mantenía al borde de la locura. Cada minuto que pasaba sin saber nada sobre su paradero me hundía más en un abismo de impotencia y rabia.Dario no paraba de llamar, pero las noticias eran siempre las mismas. Los hombres de confianza estaban rastreando cada rincón, cada pista, pero la ubicación de Mia seguía siendo un misterio. Los malditos bastardos que la habían secuestrado no dejaban rastro.La sala de operaciones, donde todo el mundo estaba trabajando frenéticamente, parecía un espacio completamente ajeno a mí. Las voces, las pantallas de los ordenadores, los mapas que se desplegaban con intentos fallidos de localizar el paradero de Mia… Todo me era distante, ajeno. Mi mente se encontraba atrapada en un lugar oscuro, un lugar donde las imágenes de Mia golpeada y aterrada no dejaban de rondar.La memoria del video
POV SEBASTIANOY entonces, el instinto de protección hacia Mia, hacia nuestro hijo, me envolvió. Vi en Agata una traidora, una pieza más en este maldito tablero, y eso me arrancó la última pizca de humanidad que quedaba en mí.Dejé de pensar. Solo actué.Con un movimiento rápido, saqué la pistola de mi chaqueta, el metal frío y pesado contra mi mano. La apunté directamente a su rostro. La miré fijamente, sin mostrar ni el más mínimo indicio de compasión. Ella no esperó esto. Podía ver la sorpresa en sus ojos, la incredulidad que nunca pensé ver.—No voy a pedirte nada más, Agata —dije, mi voz helada, vacía de emociones—. Si no me dices la verdad ahora mismo, si no me dices qué mierda está pasando, juro que te mato. No te estoy amenazando, te estoy advirtiendo. Te mato si no hablas.Sus ojos se agrandaron, y un temblor recorrió su cuerpo. Ella nunca pensó que llegaría tan lejos, que llegaría a este punto. Ni siquiera en sus peores pesadillas se imaginó que yo, su hijo, el que ella siem
POV SEBASTIANOLas calles pasaban como un borrón a medida que conducía sin un destino fijo, con la mandíbula apretada y el corazón golpeando con una furia incontrolable. La confesión de Agata aún resonaba en mi cabeza, cada palabra clavándose como un puñal en mi mente."Solo sé que la llevarían lejos, a las afueras."Eso significaba que Mia seguía viva. Pero ¿por cuánto tiempo? ¿Qué le estaban haciendo en este momento?Mi agarre en el volante se hizo más fuerte. El cuero crujió bajo la presión de mis manos. Había estado al borde de matar a Agata, y no me arrepentía. Si ella no me hubiera dicho lo que sabía, la habría ejecutado allí mismo sin pensarlo dos veces.Pero ahora, el tiempo era mi enemigo.Marqué de nuevo a Dario, impaciente.—¿Tienes algo?—Aún no —respondió con un tono grave—. Estamos revisando las rutas más comunes para el tráfico de personas y las propiedades que podrían estar usando en las afueras de la ciudad. Pero esto va a tomar tiempo.—No tenemos tiempo, Dario —gruñ
POV MIAEl silencio en este lugar era una condena.No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me habían traído aquí. Podían haber sido horas, tal vez días. Solo sabía que cada minuto era una lucha para no caer en la desesperación.Estaba sentada en una silla de madera con las manos atadas a la espalda. El frío del suelo de concreto se filtraba a través de la delgada tela de mi ropa, entumeciendo mis pies. El aire olía a humedad, a encierro, a abandono.La habitación no tenía ventanas, solo una única puerta de metal cerrada con llave. La luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras en las paredes de cemento gris. Esas sombras parecían moverse con vida propia, deformándose con cada parpadeo, alimentadas por mi miedo, por la incertidumbre de lo que vendría después.Mi cabeza aún palpitaba por el golpe que me dieron cuando intenté resistirme. No recordaba mucho después de eso. Solo que me desperté aquí, con las muñecas quemando por la fricción de las cue