POV SEBASTIANOLa reunión transcurría con el peso de los negocios sobre mis hombros. Alrededor de la enorme mesa de madera oscura, los ejecutivos de mis hoteles discutían estrategias de expansión, analizando gráficos y cifras proyectadas en la pantalla principal. Yo escuchaba, con los dedos entrelazados sobre el escritorio, mi mirada fija en los documentos abiertos frente a mí. Cada palabra que se decía en aquella sala tenía un peso, cada número que se mencionaba tenía el potencial de hacer crecer mi imperio… o de costarme millones.—Si cerramos el trato con los proveedores de Dubai —estaba diciendo uno de los gerentes—, podremos reducir costos de importación y aumentar el margen de ganancia en un doce por ciento para finales de año.Asentí levemente. No era una mala propuesta, pero tampoco algo que considerara fuera de lo ordinario. Mis hoteles ya eran los mejores de América, y lo seguirían siendo con o sin un acuerdo con Dubai. Lo que realmente me interesaba era la posible adquisici
POV MIAEl ruido del motor era ensordecedor, una constante que acompañaba mi angustia, como si el sonido me estuviera aplastando el pecho. Mi cuerpo aún temblaba, mis lágrimas no dejaban de caer, pero lo peor de todo era la sensación de abandono que me envolvía. Sebastiano… mi mente no podía dejar de pensar en él. ¿Estaría buscando? ¿Sabía ya lo que había pasado?Me apreté las manos contra el suelo de la camioneta, como si eso pudiera sostenerme, como si pudiera encontrar algo de fuerza en esa oscuridad que me envolvía. Los golpes en mi rostro y cuerpo ya no eran lo peor. Lo peor era saber que, en ese momento, nadie venía por mí.El hombre que me había golpeado y me había arrastrado hasta el vehículo seguía a mi lado, su presencia era una sombra aterradora. El hedor a sudor y tabaco me invadió mientras se reía, disfrutando de mi sufrimiento.—¿Te gustaría saber lo que va a pasar ahora, princesa? —su voz grave me heló. No pude responder. No tenía fuerzas para hacerlo.Lo único que podí
POV SEBASTIANOLas horas pasaban como si fueran días. La ansiedad me devoraba, y aunque traté de concentrarme en la búsqueda, la incesante necesidad de encontrar a Mia me mantenía al borde de la locura. Cada minuto que pasaba sin saber nada sobre su paradero me hundía más en un abismo de impotencia y rabia.Dario no paraba de llamar, pero las noticias eran siempre las mismas. Los hombres de confianza estaban rastreando cada rincón, cada pista, pero la ubicación de Mia seguía siendo un misterio. Los malditos bastardos que la habían secuestrado no dejaban rastro.La sala de operaciones, donde todo el mundo estaba trabajando frenéticamente, parecía un espacio completamente ajeno a mí. Las voces, las pantallas de los ordenadores, los mapas que se desplegaban con intentos fallidos de localizar el paradero de Mia… Todo me era distante, ajeno. Mi mente se encontraba atrapada en un lugar oscuro, un lugar donde las imágenes de Mia golpeada y aterrada no dejaban de rondar.La memoria del video
POV SEBASTIANOY entonces, el instinto de protección hacia Mia, hacia nuestro hijo, me envolvió. Vi en Agata una traidora, una pieza más en este maldito tablero, y eso me arrancó la última pizca de humanidad que quedaba en mí.Dejé de pensar. Solo actué.Con un movimiento rápido, saqué la pistola de mi chaqueta, el metal frío y pesado contra mi mano. La apunté directamente a su rostro. La miré fijamente, sin mostrar ni el más mínimo indicio de compasión. Ella no esperó esto. Podía ver la sorpresa en sus ojos, la incredulidad que nunca pensé ver.—No voy a pedirte nada más, Agata —dije, mi voz helada, vacía de emociones—. Si no me dices la verdad ahora mismo, si no me dices qué mierda está pasando, juro que te mato. No te estoy amenazando, te estoy advirtiendo. Te mato si no hablas.Sus ojos se agrandaron, y un temblor recorrió su cuerpo. Ella nunca pensó que llegaría tan lejos, que llegaría a este punto. Ni siquiera en sus peores pesadillas se imaginó que yo, su hijo, el que ella siem
POV SEBASTIANOLas calles pasaban como un borrón a medida que conducía sin un destino fijo, con la mandíbula apretada y el corazón golpeando con una furia incontrolable. La confesión de Agata aún resonaba en mi cabeza, cada palabra clavándose como un puñal en mi mente."Solo sé que la llevarían lejos, a las afueras."Eso significaba que Mia seguía viva. Pero ¿por cuánto tiempo? ¿Qué le estaban haciendo en este momento?Mi agarre en el volante se hizo más fuerte. El cuero crujió bajo la presión de mis manos. Había estado al borde de matar a Agata, y no me arrepentía. Si ella no me hubiera dicho lo que sabía, la habría ejecutado allí mismo sin pensarlo dos veces.Pero ahora, el tiempo era mi enemigo.Marqué de nuevo a Dario, impaciente.—¿Tienes algo?—Aún no —respondió con un tono grave—. Estamos revisando las rutas más comunes para el tráfico de personas y las propiedades que podrían estar usando en las afueras de la ciudad. Pero esto va a tomar tiempo.—No tenemos tiempo, Dario —gruñ
POV MIAEl silencio en este lugar era una condena.No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me habían traído aquí. Podían haber sido horas, tal vez días. Solo sabía que cada minuto era una lucha para no caer en la desesperación.Estaba sentada en una silla de madera con las manos atadas a la espalda. El frío del suelo de concreto se filtraba a través de la delgada tela de mi ropa, entumeciendo mis pies. El aire olía a humedad, a encierro, a abandono.La habitación no tenía ventanas, solo una única puerta de metal cerrada con llave. La luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras en las paredes de cemento gris. Esas sombras parecían moverse con vida propia, deformándose con cada parpadeo, alimentadas por mi miedo, por la incertidumbre de lo que vendría después.Mi cabeza aún palpitaba por el golpe que me dieron cuando intenté resistirme. No recordaba mucho después de eso. Solo que me desperté aquí, con las muñecas quemando por la fricción de las cue
POV MIAEl sonido de la cerradura girando me alertó antes de que la puerta se abriera bruscamente. Mi cuerpo entero se tensó, esperando otro golpe, otra amenaza, otra tortura.Pero esta vez, no fue el hombre de antes quien entró.Fue ella.ALESSANDRA CONTI.La reconocí al instante, aunque nunca la había visto tan de cerca. Su elegancia seguía ahí, incluso en este lugar asfixiante. Su cabello rubio estaba perfectamente arreglado, su maquillaje impecable. Sus tacones resonaban contra el suelo de concreto con cada paso que daba hacia mí.Pero lo más aterrador no era su presencia.Era su expresión.En sus ojos no había frialdad ni indiferencia como la de los hombres que me habían golpeado.Había odio. Puro odio.Se detuvo frente a mí, mirándome como si fuera un insecto aplastado bajo su zapato.—Mírate —soltó con desprecio, inclinándose un poco para observarme mejor—. Patética.No respondí. No porque no quisiera, sino porque la sangre en mi boca hacía que incluso hablar fuera doloroso.Al
El sonido sordo de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala de entrenamiento, una sinfonía de frustración y rabia que había sido mi compañera constante. Cada golpe era un recordatorio de la venganza que se me escapaba entre los dedos, como si el saco de boxeo pudiera absorber la oscuridad que me consumía.La imagen de Isabella, mi dulce hermana. Seguía atormentándome. Vittorio Morelli, el jefe de la Cosa Nostra, aún caminaba libre, y mi búsqueda de justicia se convertía cada día más en una lucha contra el tiempo y la impotencia.Mis músculos ya estaban tensos y el sudor resbalaba por mi frente cuando la puerta chirrió al abrirse. Todos sabían que cuando entrenaba no podían molestarme, a menos que fueras Niccoló, mi mejor amigo y aliado en esta venganza, Isa era como una hermana para él.El nombrado entró con una sonrisa que no lograba ocultar la excitación en su rostro.—Marco, amigo mio, tengo buenas noticias para ti —anunció, con una mirada llena de complicidad.Dejé