POV SEBASTIANOY entonces, el instinto de protección hacia Mia, hacia nuestro hijo, me envolvió. Vi en Agata una traidora, una pieza más en este maldito tablero, y eso me arrancó la última pizca de humanidad que quedaba en mí.Dejé de pensar. Solo actué.Con un movimiento rápido, saqué la pistola de mi chaqueta, el metal frío y pesado contra mi mano. La apunté directamente a su rostro. La miré fijamente, sin mostrar ni el más mínimo indicio de compasión. Ella no esperó esto. Podía ver la sorpresa en sus ojos, la incredulidad que nunca pensé ver.—No voy a pedirte nada más, Agata —dije, mi voz helada, vacía de emociones—. Si no me dices la verdad ahora mismo, si no me dices qué mierda está pasando, juro que te mato. No te estoy amenazando, te estoy advirtiendo. Te mato si no hablas.Sus ojos se agrandaron, y un temblor recorrió su cuerpo. Ella nunca pensó que llegaría tan lejos, que llegaría a este punto. Ni siquiera en sus peores pesadillas se imaginó que yo, su hijo, el que ella siem
POV SEBASTIANOLas calles pasaban como un borrón a medida que conducía sin un destino fijo, con la mandíbula apretada y el corazón golpeando con una furia incontrolable. La confesión de Agata aún resonaba en mi cabeza, cada palabra clavándose como un puñal en mi mente."Solo sé que la llevarían lejos, a las afueras."Eso significaba que Mia seguía viva. Pero ¿por cuánto tiempo? ¿Qué le estaban haciendo en este momento?Mi agarre en el volante se hizo más fuerte. El cuero crujió bajo la presión de mis manos. Había estado al borde de matar a Agata, y no me arrepentía. Si ella no me hubiera dicho lo que sabía, la habría ejecutado allí mismo sin pensarlo dos veces.Pero ahora, el tiempo era mi enemigo.Marqué de nuevo a Dario, impaciente.—¿Tienes algo?—Aún no —respondió con un tono grave—. Estamos revisando las rutas más comunes para el tráfico de personas y las propiedades que podrían estar usando en las afueras de la ciudad. Pero esto va a tomar tiempo.—No tenemos tiempo, Dario —gruñ
POV MIAEl silencio en este lugar era una condena.No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me habían traído aquí. Podían haber sido horas, tal vez días. Solo sabía que cada minuto era una lucha para no caer en la desesperación.Estaba sentada en una silla de madera con las manos atadas a la espalda. El frío del suelo de concreto se filtraba a través de la delgada tela de mi ropa, entumeciendo mis pies. El aire olía a humedad, a encierro, a abandono.La habitación no tenía ventanas, solo una única puerta de metal cerrada con llave. La luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras en las paredes de cemento gris. Esas sombras parecían moverse con vida propia, deformándose con cada parpadeo, alimentadas por mi miedo, por la incertidumbre de lo que vendría después.Mi cabeza aún palpitaba por el golpe que me dieron cuando intenté resistirme. No recordaba mucho después de eso. Solo que me desperté aquí, con las muñecas quemando por la fricción de las cue
POV MIAEl sonido de la cerradura girando me alertó antes de que la puerta se abriera bruscamente. Mi cuerpo entero se tensó, esperando otro golpe, otra amenaza, otra tortura.Pero esta vez, no fue el hombre de antes quien entró.Fue ella.ALESSANDRA CONTI.La reconocí al instante, aunque nunca la había visto tan de cerca. Su elegancia seguía ahí, incluso en este lugar asfixiante. Su cabello rubio estaba perfectamente arreglado, su maquillaje impecable. Sus tacones resonaban contra el suelo de concreto con cada paso que daba hacia mí.Pero lo más aterrador no era su presencia.Era su expresión.En sus ojos no había frialdad ni indiferencia como la de los hombres que me habían golpeado.Había odio. Puro odio.Se detuvo frente a mí, mirándome como si fuera un insecto aplastado bajo su zapato.—Mírate —soltó con desprecio, inclinándose un poco para observarme mejor—. Patética.No respondí. No porque no quisiera, sino porque la sangre en mi boca hacía que incluso hablar fuera doloroso.Al
El sonido sordo de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala de entrenamiento, una sinfonía de frustración y rabia que había sido mi compañera constante. Cada golpe era un recordatorio de la venganza que se me escapaba entre los dedos, como si el saco de boxeo pudiera absorber la oscuridad que me consumía.La imagen de Isabella, mi dulce hermana. Seguía atormentándome. Vittorio Morelli, el jefe de la Cosa Nostra, aún caminaba libre, y mi búsqueda de justicia se convertía cada día más en una lucha contra el tiempo y la impotencia.Mis músculos ya estaban tensos y el sudor resbalaba por mi frente cuando la puerta chirrió al abrirse. Todos sabían que cuando entrenaba no podían molestarme, a menos que fueras Niccoló, mi mejor amigo y aliado en esta venganza, Isa era como una hermana para él.El nombrado entró con una sonrisa que no lograba ocultar la excitación en su rostro.—Marco, amigo mio, tengo buenas noticias para ti —anunció, con una mirada llena de complicidad.Dejé
POV VALENTINA MORELLILa expectativa y el temor se mezclaban en mi mente mientras aguardaba la llegada del guardaespaldas que mi padre había decidido asignarme. La sola mención de su apodo, "la bestia", había encendido una chispa de aprensión que ardió en lo más profundo de mis pensamientos.Cada sonido fuera de la puerta aumentaba mi ansiedad. Saber que este hombre, conocido por su ferocidad en peleas y aparentemente desprovisto de emociones, se convertiría en mi sombra protectora, me sumergía en una inquietud incontrolable. ¿Cómo podía confiar mi seguridad a alguien tan imponente y aparentemente despiadado?Las historias sobre él se propagaban como sombras susurrantes, creando una imagen de un individuo sin tacto, un ser cuya presencia resonaba más como una amenaza que como una protección. La sola idea de compartir mi espacio con alguien tan distante y enigmático me hacía cuestionar las decisiones de mi padre.—Hija, buenos días —giré para encontrarme con la figura de mi padre, emer
POV MARCO RICCI Me repetía una y otra vez las razones por las cuales aún no podía llevar a cabo el asesinato de Vittorio, aun a pesar de las oportunidades que se me estaban presentando y que seguramente continuarían surgiendo en el futuro. Asesinarlo tan pronto sería demasiado sencillo; mi estrategia era sembrar el caos dentro de la Cosa Nostra. Posteriormente, cuando Vittorio estuviera sumido en la confusión de tantos golpes provenientes de diferentes direcciones, sería el momento de atacarlo. Quería revelarle toda la maldita verdad mientras se desangraba, obligándolo a enfrentar las consecuencias de sus acciones.Él tenía que sufrir y lo haría.Gracias al cielo era la última clase que tendría Valentina, y eso me brindaba la oportunidad de llevarla nuevamente a casa. Este tiempo adicional me permitiría estudiar minuciosamente la disposición de las alarmas, cámaras de seguridad y aprender los horarios de los guardias. Mi pierna se movía impacientemente; la espera no era precisamente
POV VALENTINATemblaba mientras permanecía agachada, abrazando mis piernas con fuerza. Las lágrimas no dejaban de caer mientras mi mente se llenaba de escenarios horribles. Estaba tan asustada, pero mi mayor preocupación era Marco; si le pasaba algo por mi culpa, no me lo perdonaría.No podía decir cuánto tiempo llevaba en esa posición, pero sabía que era suficiente como para ya no sentir mis piernas. Los disparos habían cesado hace unos minutos, pero simplemente no quería enfrentar la realidad.Marco vendría por mí. Marco estaría bien, él lo había prometido. Esa certeza era la única cosa que me daba un poco de consuelo en medio de todo el caos y el miedo.Cuando empezaron a escucharse unas fuertes pisadas, me encogí aún más en mi lugar y cerré los ojos, preparándome para el posible estruendo de las balas. Sin embargo, el impacto nunca llegó. Abrí los ojos de inmediato y jadeé de sorpresa al verlo frente a mí, ileso.No sé cómo mis piernas encontraron la fuerza, pero me levanté de inm