CAPÍTULO 104

POV SEBASTIANO

Y entonces, el instinto de protección hacia Mia, hacia nuestro hijo, me envolvió. Vi en Agata una traidora, una pieza más en este maldito tablero, y eso me arrancó la última pizca de humanidad que quedaba en mí.

Dejé de pensar. Solo actué.

Con un movimiento rápido, saqué la pistola de mi chaqueta, el metal frío y pesado contra mi mano. La apunté directamente a su rostro. La miré fijamente, sin mostrar ni el más mínimo indicio de compasión. Ella no esperó esto. Podía ver la sorpresa en sus ojos, la incredulidad que nunca pensé ver.

—No voy a pedirte nada más, Agata —dije, mi voz helada, vacía de emociones—. Si no me dices la verdad ahora mismo, si no me dices qué mierda está pasando, juro que te mato. No te estoy amenazando, te estoy advirtiendo. Te mato si no hablas.

Sus ojos se agrandaron, y un temblor recorrió su cuerpo. Ella nunca pensó que llegaría tan lejos, que llegaría a este punto. Ni siquiera en sus peores pesadillas se imaginó que yo, su hijo, el que ella siem
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