POV SEBASTIANOLa noche se había asentado sobre la ciudad como un manto pesado, dejando un aire de solemnidad que parecía apropiado para lo que estaba por venir. El restaurante reservado para la reunión era discreto, situado en una calle estrecha que apenas se distinguía bajo la tenue luz de las farolas. Era uno de mis lugares favoritos para negocios como estos, no solo por la comida, que era excepcional, sino por la privacidad que ofrecía. Aquí, las paredes no escuchaban, y los empleados sabían que sus vidas dependían de su silencio.Cuando llegué, el lugar ya estaba cerrado al público. Los únicos que se encontraban dentro eran los empleados esenciales y mi equipo de seguridad, apostados estratégicamente en cada entrada y salida. Un camarero nervioso me condujo a la sala privada, donde me esperaban ya algunos rostros familiares, aunque solo uno capturaba mi atención esta noche: Étienne Leclerc, el líder de la mafia francesa.Étienne era un hombre elegante, como un maldito modelo saca
POV SEBASTIANOEl viaje de regreso a mi villa fue en silencio. A través del cristal del coche, las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas fugaces, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos. La reunión había salido según lo planeado; Étienne aceptó mis términos y cerramos el trato, pero no podía evitar sentir que algo en mí no estaba del todo en su lugar.Mia.Era un nombre que resonaba en mi cabeza con la fuerza de un trueno, una presencia constante que, aunque no estuviera físicamente frente a mí, controlaba cada uno de mis pensamientos. Me preguntaba cómo estaría, si había conseguido dormir o si seguía molesta. Me odiaba por haber permitido que esa situación con Giulia se alargara lo suficiente como para sembrar dudas en Mia. Lo que menos necesitaba ahora era que cuestionara mi lealtad hacia ella.Al llegar a la villa, la casa estaba tranquila, silenciosa como si hubiera caído en un sueño profundo. Mis hombres estaban apostados en los puntos estratégicos,
POV SEBASTIANOLa villa estaba rodeada por un denso bosque, pero eso no detendría a mis hombres ni a mí. Habíamos planeado nuestra entrada con precisión, y en cuestión de minutos habíamos neutralizado a los guardias que Umberto había colocado en los alrededores.Lo encontramos en el interior, rodeado de lujos que claramente no se había ganado con esfuerzo propio. Al verme entrar, su rostro pasó de la arrogancia al pánico en un abrir y cerrar de ojos.—Sebastiano... Hermano... Esto no es lo que parece. —Su voz era temblorosa, como si supiera que sus palabras no harían ninguna diferencia.—No soy tu hermano. —Mis palabras fueron cortantes. Mi odio hacia él era más fuerte que cualquier lazo de sangre. —Solo eres una plaga que necesita ser exterminada.Lo arrastraron hasta el centro de la habitación, donde lo obligaron a arrodillarse frente a mí. La desesperación en sus ojos me hubiera dado lástima en otras circunstancias, pero no hoy. No cuando sabía lo que le había hecho a Mia, lo que h
POV SEBASTIANOEl silencio del cuarto de torturas era denso, roto únicamente por el sonido de las cadenas que mantenían a Umberto sujeto al suelo como el animal que era. Su respiración entrecortada llenaba el aire, mezclándose con el olor metálico de la sangre seca y el sudor.Me acerqué despacio, dejando que el eco de mis pasos resonara en la habitación. Cada paso era un recordatorio para él de lo inevitable, de lo que estaba por venir.—No sabes cuánto deseé este momento. —Mi voz era baja, cargada de un veneno que solo aumentaba su terror. Me detuve frente a él y me incliné ligeramente, observando su rostro destrozado. Los moretones y cortes eran un comienzo, pero no eran ni de cerca suficientes. —El deseo que tengo de verte morir… y antes de eso, de causarte el mayor de los dolores, es jodidamente enfermo.Intentó mover la cabeza, como si negar la realidad pudiera salvarlo. Su mirada temblaba, llena de terror puro, y eso me dio una satisfacción que no intenté ocultar.—¿Sabes lo qu
POV SEBASTIANOAun muerto, Umberto me seguía causando problemas. Era increíble cómo un hijo de puta podía complicarte incluso desde la tumba. Hoy debería estar en Estados Unidos con Mia, pero aquí estaba, atrapado en Italia, sumergido hasta el cuello en la mierda que él dejó atrás. Mis hombres aún no habían terminado de reunir toda la información: sus fuentes, sus aliados, sus operaciones. No podía irme sin cerrar ese tema completamente, sin asegurarme de que cada resquicio de su existencia fuera borrado del mapa.Estaba en mi despacho, con los papeles desparramados sobre el escritorio. El olor del café frío mezclado con el humo del cigarro que ardía en el cenicero llenaba el ambiente. El reloj marcaba las 10 de la mañana, pero ya estaba lo suficientemente irritado como para que parecieran las 10 de la noche tras un día de mierda.La puerta sonó. Levanté la vista de los informes con el ceño fruncido, apenas conteniendo las ganas de gritar.—¡Adelante! —espeté.Lo último que esperaba e
POV SEBASTIANOEl resto del día transcurrió con el constante zumbido de reuniones, papeles, llamadas y silencios incómodos en los pasillos de mi casa. Nadie se atrevía a hablar de lo que todos sabían: mi madre estaba aquí, y no para una visita cordial. La tensión era palpable, como una tormenta que aún no llegaba, pero cuyas nubes oscuras se acumulaban peligrosamente en el horizonte.Ya era tarde cuando volví a mi despacho, esperando al menos un momento de calma, pero apenas crucé la puerta, la vi. Allí estaba ella, sentada en una de las sillas frente a mi escritorio, su postura rígida y su mirada fija en mí como un cuchillo.—¿Otra vez tú? —solté con exasperación, cerrando la puerta detrás de mí.—Tenemos que hablar, Sebastiano —dijo, su tono implacable.—¿Sobre qué? —pregunté con sarcasmo, dejando caer mi cuerpo en la silla detrás del escritorio—. ¿Sobre cómo estás aquí en lugar de cuidar de tu preciosa vida en Roma? ¿O sobre cómo defiendes a una rata como Umberto?Ella ignoró mi co
POV SEBASTIANOMe quedé mirando la puerta cerrada, respirando profundamente, intentando contener la tormenta que se revolvía dentro de mí. Mi madre había cruzado un límite del que no había retorno. Defender a Umberto, exigir un lugar en nuestra cripta para alguien que ni siquiera llevaba nuestra sangre… Era una afrenta no solo a mí, sino a mi padre, al legado Lombardi que ambos habíamos construido con sangre, sudor y sacrificio.Me giré hacia la ventana, mirando la villa que se extendía bajo la noche. El mar a lo lejos parecía insignificante, como si reflejaran lo vacías que eran las palabras de mi madre. Ella había enterrado a mi padre con esas acciones, y ahora intentaba arrastrar el apellido Lombardi al barro.Golpeé la ventana con el puño, no lo suficientemente fuerte como para romper el vidrio, pero sí lo suficiente para sentir el impacto vibrar en mis huesos. El dolor físico era bienvenido. Distracción. Control.—¿Cómo carajo llegamos a esto? —murmuré en voz baja, mi respiración
POV MIAPOV MIAEl aire de Chicago tenía un toque gélido, incluso en pleno día, pero nada podía competir con el frío que había sentido en mi pecho desde que me despedí de Sebastiano en Italia. Pasaron seis días, y aunque sabía que él era un hombre ocupado, la espera comenzaba a volverse insoportable.Mi madre estaba descansando en una de las habitaciones de la casa que Sebastiano había comprado para ella. Era hermosa, como todo lo que él hacía. Amplia, luminosa, equipada con todo lo necesario para que mi mamá estuviera cómoda mientras se recuperaba del trasplante de riñón. Había una enfermera personal, incluso una terapeuta física. Él había pensado en todo, como siempre.Pero su ausencia era una sombra constante.Estaba en la cocina preparando un té para mi madre cuando sentí el peso de los últimos días caer sobre mí. Había pasado tanto tiempo reflexionando, buscando en mi corazón respuestas que no quería admitir. Había tomado una decisión. Sabía lo que quería, lo que necesitaba.Y er