POV VALENTINANos alejamos apresuradamente de la tienda, dejando atrás el caos y las sirenas que se aproximaban. Mi corazón aún latía con fuerza por la cercanía de la amenaza, y mis pensamientos giraban en torno a quién podría querer verme muerta y por qué.—Marco, ¿qué vamos a hacer ahora? —pregunté, intentando controlar el temblor en mi voz mientras caminábamos hacia el auto.Él me miró con una determinación intensa en sus ojos oscuros, y su respuesta fue firme y decidida.—Voy a intensificar las investigaciones. Necesito descubrir quién está detrás de estos ataques y asegurarme de que no vuelvan a intentarlo.Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. Confíaba en Marco más de lo que podía expresar con palabras, pero la idea de que alguien estuviera conspirando para hacerme daño me llenaba de una angustia que era difícil de ignorar.Seguimos caminando en silencio, y mientras nos acercábamos al auto, no pude evitar pensar en lo mucho que mi vida había cambiado desde que él había
POV MARCOHoy tenía una pelea programada y, sinceramente, no podía esperar. Era mi única vía de escape, el único lugar donde podía desquitar toda la frustración y la rabia que me consumían. La situación con Valentina, los constantes intentos de atentado, la presión de mantenerla a salvo... Todo se acumulaba dentro de mí como una olla a presión, y necesitaba soltar el vapor antes de que me volviera loco.Llegué al gimnasio temprano, el lugar estaba oscuro y vacío, excepto por el sonido de los sacos de boxeo balanceándose suavemente. Me quité la chaqueta y me cambié rápidamente, enfocándome en lo que estaba por venir. Necesitaba este combate, no solo por el entrenamiento físico, sino porque me permitía liberar el peso que cargaba día y noche.Empecé a calentar, lanzando golpes rápidos y precisos contra el saco de boxeo. Cada puñetazo era un intento de silenciar las voces en mi cabeza, las preocupaciones por Valentina y la rabia hacia quienes la querían muerta. Cada vez que mi puño conec
SINOPSISSumergida en una vida de sacrificios, Mia Jones ha renunciado a todo por salvar a su madre, cuya vida depende de un costoso trasplante de riñón. Desesperada por dinero, encuentra una salvación en una oferta tan peligrosa como tentadora: fingir ser la esposa de un poderoso hombre de negocios que ha muerto en un accidente.El plan parece simple: su "salvador" cobrará una inmensa fortuna por medio de ella, y así, podrá darle a su madre la oportunidad de sobrevivir. Lo que no sabe es que su esposo no es un simple empresario… es Sebastiano Lombardi, el temido jefe de la Camorra. Y no está muerto.Atrapada en su propio engaño, Mia debe mantener la farsa mientras busca desesperadamente una salida del infierno en el que se ha sumergido. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa junto a Sebastiano, más se ve envuelta en su oscuro mundo de poder, violencia y deseo. Él no está dispuesto a dejarla escapar, y Mia pronto descubre que los sentimientos que surgen entre ambos podrían ser tan peligr
—Mi niña... no entiendo qué está pasando. ¿Cómo conseguiste el dinero para internarme?El peso de su pregunta cayó sobre mí como una losa. Me acerqué lentamente, entrelazando nuestras manos, obligándome a mantener una sonrisa que se sentía rota, mientras mi corazón latía frenéticamente.Ese hombre, que aún no me había dicho su nombre, había pagado por una atención exclusiva en uno de los hospitales más caros de California. Mi madre estaría internada por un tiempo, recibiendo su diálisis y estabilizándose. Después, iría a un centro de recuperación, acompañada de una enfermera que se encargaría de ella mientras yo... cumplía con mi parte del trato.No podía creer todo lo que estaba ocurriendo. La rapidez con la que mi vida había cambiado me dejaba aturdida, pero no podía quejarme. No con mi madre aquí, rodeada de médicos competentes, sabiendo que su tratamiento al fin había comenzado. El precio de mi libertad... de nuestra salvación.—Tengo una propuesta de trabajo, mami —dije, esforzán
En el camino, el silencio dentro del auto era sofocante.El motor del auto rugía con un ritmo constante, pero mis pensamientos eran un caos. Ninguno de los dos había dicho una palabra desde que nos subimos. Sentía su mirada ocasional, analizando cada uno de mis movimientos, cada expresión en mi rostro. Sabía que tenía preguntas, podía verlo en la forma en que sus ojos oscuros brillaban con algo cercano a la curiosidad, pero por alguna razón, las callaba.Me humedecí los labios, tratando de aliviar la tensión en mi garganta. Finalmente, rompí el silencio, aunque mi voz salió más débil de lo que esperaba.—¿A dónde iremos?Dario no tardó en contestar.—A casa —dijo con una frialdad que me hizo estremecer—. Donde siempre debiste estar.Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras. Me obligué a asentir, aunque por dentro las dudas me carcomían.El silencio volvió a envolvernos, pero esta vez fue él quien lo rompió.—Quisiera saber cómo se conocieron tú y Sebastiano.Su pregunta me dejó sin
Había estado sentada todo el día, sin apenas moverme, con la excepción de cuando me levantaba brevemente del mueble para recibir las condolencias de aquellos que llegaban a lamentar la muerte de mi "esposo". Manteniendo el rostro decaído, las lágrimas caían de vez en cuando por mis mejillas, como si mi dolor fuera inconsolable. Todos creían que lloraba por él, por Sebastiano, pero la realidad era mucho más oscura. Estaba aterrada, cada segundo que pasaba sentía que todo lo que había construido con mentiras estaba a punto de desmoronarse.Me había dado cuenta que su accidente fue tan brutal, que ni siquiera pudieron recuperar su cuerpo, así que no había nada…ni siquiera cenizas.Me daba lastima el destino que había tenido.Las miradas furtivas y los murmullos discretos entre los presentes no pasaban desapercibidos para mí. Sabían algo, todos ellos. Cada persona que me miraba lo hacía con una mezcla de incredulidad y sospecha. Ahora lo entendía. Todos sabían del compromiso de Sebastiano
Me levanté alrededor de las ocho o nueve de la mañana, no lo sabía con certeza, pero jamás me había despertado tan tarde. Lo atribuí al agotamiento mental del día anterior, a la presión constante de medir cada palabra que decía y cada gesto que hacía. Ser cautelosa todo el tiempo, era agotador en un nivel que jamás había experimentado. La tensión con Alessandra, las miradas asesinas de los hombres y el desprecio palpable de las mujeres, todo me había drenado.Después del encuentro con Alessandra, el hambre se me había ido por completo. Mi estómago estaba en un nudo y la última cosa que quería era comida. Pero ahora, mientras me estiraba en la cama, sentía que podría devorar un mercado entero. Ayer, cuando Dario me había dejado en esta habitación, no tuve tiempo de observarla. Lo único que quería era tumbarme en cualquier superficie y dormir. Pero ahora, con la luz del sol filtrándose suavemente por las enormes ventanas, podía ver todo con claridad. Sentí un escalofrío recorriéndome l
Cuando sus ojos oscuros se clavaron en mí, por un instante, el mundo pareció detenerse. No había calor en esa mirada, solo una frialdad que me atravesó como una daga.No podía apartar la vista de él, aunque mi instinto me gritaba que lo hiciera. Había algo en él que me aterraba, pero al mismo tiempo me atraía de una forma primitiva, como si el peligro que representaba fuera imposible de ignorar. Su expresión, dura como el mármol, dejaba claro que yo no era bienvenida allí.—Te pregunté quién eres —repitió, su tono helado y más firme, arrancándome del estado de shock en el que me encontraba.Abrí la boca para responder, pero las palabras se negaban a salir. Mi garganta se cerró, seca de golpe. ¿Qué podía decirle? ¿Quién era yo realmente en este lugar? ¿Una esposa impostora? ¿Una mentirosa atrapada en una farsa? ¿Una intrusa en la vida de un hombre que estaba muerto? ¿Y quién era él? Mi mente se aceleró. ¿Podría ser él... Sebastiano? No. No podía ser. Sebastiano estaba muerto. Entonce