CAPITULO 15

Terminé de masticar la última fresa justo cuando Sebastiano reapareció en la cocina.

—Nos vamos —ordenó, moviéndose hacia un lado para que pudiera pasar.

Lo miré, aún sin entender del todo a qué se refería.

—¿A dónde? —pregunté, intentando captar algo de su rígido semblante.

—No se encontraron tus maletas, así que iremos a comprar ropa —respondió sin darle importancia.

—¿Las robaron? —indagué, completamente confundida. Resultaba imposible... a menos que Salvador estuviera detrás de esto.

Él exhaló un suspiro, su paciencia claramente al límite.

—Mia, apresúrate… esta tarde tengo que salir, así que vamos ahora —insistió con un tono que no admitía discusión.

Me bajé del taburete y lo seguí. Solo al llegar al enorme estacionamiento de su mansión caí en cuenta de cómo estaba vestida. Me detuve en seco y, cruzándome los brazos, lo miré con cierta vergüenza.

—No puedo salir así. —Señalé mi atuendo—. Estoy en una camisa y unos… calzoncillos. ¿Cómo esperas que me vean así? ¡Es vergonzoso!

Rodó
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