LAURASu mirada tenía una intensidad peligrosa, una mezcla de deseo contenido y venganza calculada.—Martin, ya es tarde. Debemos llegar a casa… —intenté decir, pero mi voz tembló un poco, delatándome.Él sonrió más. Sabía que tenía el control ahora.—Oh, llegaremos a casa… —susurró, inclinándose hacia mí—. Pero antes voy a enseñarte lo que pasa cuando juegas conmigo.Mi respiración se aceleró cuando su mano se deslizó por mi muslo, subiendo lentamente, rozándome con una calma tortuosa.—¿Te gusta provocarme? —preguntó con voz grave, sus labios rozando mi cuello.Mis ojos se cerraron un instante, sintiendo el calor de su aliento sobre mi piel.—¿Te gusta calentarme y luego alejarte como si nada?Sus dedos subieron un poco más, haciendo que mi cuerpo reaccionara al instante.—M-Martin… —intenté decir, pero él me interrumpió.—No, no, no, mi amor… ahora me vas a escuchar.Con un movimiento rápido, me desabrochó el cinturón de seguridad y me jaló hacia él, colocándome sobre sus piernas.
LAURANo lo soporté más.Lo empujé con fuerza hasta que su espalda chocó contra la pared.Su mirada se oscureció con deseo.—¿Quieres jugar, princesa? —ronroneó.—Quiero ganarte.Me lancé sobre él.Mis labios devoraron los suyos con hambre, mis manos arrancaron su camisa sin paciencia. Su risa se perdió en mi boca antes de atraparme por las caderas y levantarme con facilidad.—Tú no ganas contra mí —gruñó, llevándome a la mesa de la cocina.Me dejó caer sobre ella con un golpe seco, separándome las piernas sin preámbulos.—Te haré suplicar.—Nunca.En eso, se escucharon las voces de los mellizos.—¡Eres un idiota, Ramiro! —se escuchó la voz de Celina desde la entrada—. ¡Te dije que trajeras el maldito proyecto!—¡Pensé que lo tenías tú! —replicó Ramiro, frustrado.Martin y yo nos quedamos congelados por un segundo. Él sonrió divertido, aún manteniéndome atrapada entre sus brazos.—Qué oportunos —susurró, dejando un beso fugaz en la comisura de mis labios antes de alejarse con calma.Y
LAURAMe quedé ahí, debatiéndome entre arrancar el auto o enfrentar lo que sabía que venía. Pero Bryan me vio. Se despidió de su grupo y caminó decidido hacia mí. Sin decir nada, abrió la puerta del copiloto y se subió.Arranqué el auto y nos alejamos.—¿No vendrás a clases? —preguntó, cruzándose de brazos.—Apenas he llegado, estoy cansada.—¿Por qué no me llamaste?—Me quedé sin batería. No llevé cargador.Bryan soltó una risa seca.—Parece una buena excusa.—No es una excusa, Bryan.Él me miró con dureza.—Me parece extraño que me digas que Martín está enamorado de ti, que me cites para vernos el domingo y hablar de algo importante, y luego desapareces cuatro días. Apenas llegas y ni un mensaje.—¿Por qué estás tan molesto?—Porque no me gusta que me mientas. Dijiste que Martín no iría a la hacienda… y estuvo ahí.—Claro que no estuvo.—Le pregunté a tu padre. Aunque tú y tus hermanos digan lo contrario, él me lo confirmó. ¿Por qué me lo ocultaste?Suspiré, sintiéndome acorralada.
BRYANEl sol del mediodía caía sobre el campus, pero apenas lo notaba. Mi mente seguía atrapada en la conversación con Elian y en el inexplicable final de mi relación.¿Cómo había cambiado todo tan rápido?Hace apenas dos días, Laura era la misma chica con la que compartía risas y secretos. Ahora, parecía otra persona. Distante. Fría. Irreconocible.¿Qué demonios había pasado?El miedo que alguna vez sentí por Martín se había esfumado. Incluso lo defendí. ¿Por qué?Con el ceño fruncido, atravesé el patio de la universidad, buscando a Ramiro. Si alguien tenía respuestas, era él.Lo encontré sentado en una banca, distraído con su celular.—Ramiro, ¿puedo hablar contigo un momento? —pregunté, intentando sonar despreocupado.Levantó la vista y me dedicó una pequeña sonrisa.—Claro, ¿qué pasa?Me senté a su lado, sintiendo el peso de mis pensamientos.—Ya me enteré de que Martín los acompañó a la hacienda… y que se quedó allá con Laura.Ramiro me miró con cierta incomodidad.—Amigo…—Eso y
BRYANHabía decidido que iba a enfrentar a Martín. No podía quedarme más tiempo con esta sensación de estar perdiéndolo todo. Laura, nuestra relación, todo se había vuelto un caos en cuestión de días. ¿Qué había pasado? No lo entendía, y más importante aún, no podía quedarme sin respuestas.La cafetería no era el sitio ideal para una conversación como la que quería tener, pero ya no importaba. Estaba demasiado cansado de esperar a que las cosas se resolvieran solas. Necesitaba saber qué estaba pasando con Laura. Necesitaba saber por qué todo había cambiado tan rápido, por qué ella había comenzado a alejarse de mí.Cuando llegué, Martín ya estaba allí, como si me estuviera esperando, con una calma que me irritaba, tomando café. Me miró de arriba a abajo, esa sonrisa de suficiencia en su rostro, como si todo estuviera bajo control. ¿Qué era lo que él pensaba, que yo iba a dejar que se llevara a Laura sin más?Me acerqué a su mesa y, sin pensar demasiado, solté lo primero que me vino a l
MARTINSin duda, estos golpes me sumarán más a mí que a él. No me importa el ardor en la mejilla ni el leve sabor a sangre en mi boca. Lo único que importa es la ventaja que acabo de ganar.Saco mi teléfono y marco el número de mi amigo. Responde al segundo timbre.—¿Qué pasó? —pregunta con su tono despreocupado de siempre.—Julián, necesito que consigas el video de seguridad de la cafetería donde estuve hace unos minutos.—¿Problemas con Bryan? —adivina al instante, divertido.Me paso la lengua por el labio partido, saboreando la sangre antes de responder.—Digamos que se dejó llevar por las emociones.Julián suelta una carcajada.—¿Y me estás diciendo que tú, el rey del autocontrol, no hiciste absolutamente nada para provocarlo?—Solo le dije la verdad —respondo con una sonrisa—. Pero eso no importa. Lo que importa es que necesito ese video ahora.—Dame unos minutos. Conozco a alguien que puede conseguirlo rápido.—Hazlo. Y envíamelo en cuanto lo tengas.—¿Qué ganas con esto? —pregu
MARTINLa observo, disfrutando cada segundo de su indecisión. Su mirada se pierde en la mía, como si intentara encontrar la respuesta correcta.Me inclino un poco más, lo suficiente para que sienta el calor de mi piel.—¿Qué haría sin ti, Laura? —susurro.Ella traga saliva, pero no se mueve.—No digas esas cosas… —murmura.—¿Por qué no? Son ciertas. Me estás cuidando, preocupándote por mí… incluso más de lo que te preocupabas por él.—Eso no es… —pero se calla.Aprovecho su confusión y deslizo una mano hasta su cintura, acercándola un poco más. Su aliento choca contra mis labios, y sé que está a punto de rendirse.—Laura… —murmuro de nuevo, esta vez en un tono más bajo, más íntimo.Ella cierra los ojos, y entonces, la beso.Suavemente al principio, como si le diera la oportunidad de alejarse. Pero no lo hace.El beso era todo lo que había esperado y más. La calidez de sus labios, la forma en que sus dedos se aferraban a mi camisa, como si no quisiera soltarme nunca… Sí, esto era exact
LAURASubí rápidamente a mi habitación, furiosa. Tomé mi teléfono y marqué el número de Bryan. Apenas contestó, empecé a hablar sin dar tiempo a que dijera nada.—¿Por qué lo hiciste? —dije, con el tono más airado que pude reunir.—Amor... —respondió, tratando de suavizar la situación, pero no le di oportunidad a nada.—¡No me digas amor! Te comportaste como un salvaje. ¿Por qué le pegaste a Martín? ¿Qué te pasó? —exigí, mi voz temblando de enojo.—No fue tan duro… —se defendió, como si el problema fuera lo menos grave del mundo.—¿¡Bromeas!? Se supone que querías que la familia te aceptara, y lo primero que haces es golpear a Martín. ¿Por qué? —mi respiración se volvía cada vez más agitada. Estaba furiosa con él, con todo lo que había pasado.—Porque me hizo enojar… —respondió con una calma que solo aumentaba mi furia.—Entonces, si yo te hago enojar, ¿también vas a golpearme? —la ironía se filtraba en mis palabras, no podía creer lo que estaba escuchando.—Claro que no, Laura. Es di