MARTINSin duda, estos golpes me sumarán más a mí que a él. No me importa el ardor en la mejilla ni el leve sabor a sangre en mi boca. Lo único que importa es la ventaja que acabo de ganar.Saco mi teléfono y marco el número de mi amigo. Responde al segundo timbre.—¿Qué pasó? —pregunta con su tono despreocupado de siempre.—Julián, necesito que consigas el video de seguridad de la cafetería donde estuve hace unos minutos.—¿Problemas con Bryan? —adivina al instante, divertido.Me paso la lengua por el labio partido, saboreando la sangre antes de responder.—Digamos que se dejó llevar por las emociones.Julián suelta una carcajada.—¿Y me estás diciendo que tú, el rey del autocontrol, no hiciste absolutamente nada para provocarlo?—Solo le dije la verdad —respondo con una sonrisa—. Pero eso no importa. Lo que importa es que necesito ese video ahora.—Dame unos minutos. Conozco a alguien que puede conseguirlo rápido.—Hazlo. Y envíamelo en cuanto lo tengas.—¿Qué ganas con esto? —pregu
MARTINLa observo, disfrutando cada segundo de su indecisión. Su mirada se pierde en la mía, como si intentara encontrar la respuesta correcta.Me inclino un poco más, lo suficiente para que sienta el calor de mi piel.—¿Qué haría sin ti, Laura? —susurro.Ella traga saliva, pero no se mueve.—No digas esas cosas… —murmura.—¿Por qué no? Son ciertas. Me estás cuidando, preocupándote por mí… incluso más de lo que te preocupabas por él.—Eso no es… —pero se calla.Aprovecho su confusión y deslizo una mano hasta su cintura, acercándola un poco más. Su aliento choca contra mis labios, y sé que está a punto de rendirse.—Laura… —murmuro de nuevo, esta vez en un tono más bajo, más íntimo.Ella cierra los ojos, y entonces, la beso.Suavemente al principio, como si le diera la oportunidad de alejarse. Pero no lo hace.El beso era todo lo que había esperado y más. La calidez de sus labios, la forma en que sus dedos se aferraban a mi camisa, como si no quisiera soltarme nunca… Sí, esto era exact
LAURASubí rápidamente a mi habitación, furiosa. Tomé mi teléfono y marqué el número de Bryan. Apenas contestó, empecé a hablar sin dar tiempo a que dijera nada.—¿Por qué lo hiciste? —dije, con el tono más airado que pude reunir.—Amor... —respondió, tratando de suavizar la situación, pero no le di oportunidad a nada.—¡No me digas amor! Te comportaste como un salvaje. ¿Por qué le pegaste a Martín? ¿Qué te pasó? —exigí, mi voz temblando de enojo.—No fue tan duro… —se defendió, como si el problema fuera lo menos grave del mundo.—¿¡Bromeas!? Se supone que querías que la familia te aceptara, y lo primero que haces es golpear a Martín. ¿Por qué? —mi respiración se volvía cada vez más agitada. Estaba furiosa con él, con todo lo que había pasado.—Porque me hizo enojar… —respondió con una calma que solo aumentaba mi furia.—Entonces, si yo te hago enojar, ¿también vas a golpearme? —la ironía se filtraba en mis palabras, no podía creer lo que estaba escuchando.—Claro que no, Laura. Es di
LAURACelina se sentó a mi lado, sin apartar la mirada de mí, con una mezcla de confusión y preocupación en su expresión.—Nunca pensé que Bryan fuera tan intenso… Se nota que te ama y que se pone celoso, pero jamás imaginé que llegaría al punto de agredir a Martín. ¿Por qué lo haría? Sé que Martín lo odia, ¡Dios! Bryan ha de haber quedado irreconocible.Negué con la cabeza, sintiendo de nuevo esa punzada en el pecho.—No, no lo hizo…—¿No se defendió? —Celina frunció el ceño, incrédula—. Eso es raro en él. Con los brazotes que tiene, pensé que al menos le habría devuelto algunos golpes.Suspiré, sintiéndome agotada.—Quedó muy golpeado, Celina… No quise verlo así. Llamé a Bryan para reclamarle, y lo nuestro terminó aún peor.—¿Peor? —su tono pasó de la incredulidad a la preocupación.Bajé la mirada, sintiéndome abrumada.—Voy a dejar que pasen unos días antes de volver a hablar con él… En estos momentos estoy… —Suspiré sin saber cómo terminar la frase.Celina me observó con atención,
LAURALa mesa estaba servida con esmero, como todas las noches. Sin embargo, el ambiente era tenso, casi irrespirable. Mi padre, con su postura impecable y el gesto tranquilo, trataba de mantener la compostura, pero yo conocía demasiado bien sus silencios. Sabía que no quería profundizar en el tema de Bryan, no solo por la vergüenza de la situación, sino porque entendía lo que yo sentía por él. Además, Bryan era un practicante en el hospital y eso complicaba aún más las cosas.—Escuché lo que pasó hoy —dijo papá, rompiendo el incómodo silencio—. No puedo creer que Bryan haya reaccionado así. Nunca me pareció un chico violento.Apreté los cubiertos con fuerza, sintiendo la mirada de Martín sobre mí. Desde el beso en mi habitación, mi mente no había dejado de dar vueltas, pero ahora no era momento para pensar en eso.—Rodrigo ¿harás algo al respecto? —preguntó Celina con cautela.Él se tomó su tiempo antes de responder, cortando con precisión su carne.—Lo que pasó es inaceptable —su vo
LAURAPapá asintió con expresión seria.—Estoy de acuerdo contigo, pero no te apresures a tomar una decisión sin pensarlo bien. Quiero que seas feliz, no quiero ver tristeza en tu mirada ni confusión en tu corazón. ¿Mañana irás a la universidad?—Sí, ya perdí tres días.—Hablando de eso, ¿cómo estuvo el paseo?—Bien, me desestresé un poco, perdí la noción del tiempo y recordé el pasado. Me conecté con la naturaleza y me sentí bien.Papá me miró con curiosidad antes de preguntar:—¿Martín tuvo algo que ver en ese cambio?—Él estuvo en sus cosas… pero sí, creo que nos conectamos ayer y recordé cuánto lo aprecio y lo importante que es en mi vida.—Los había visto distanciados y hoy parece que eso cambió. Me gusta que pase.—¡Papá! Yo… bueno, quería preguntarte algo…—¡Sí! Dime, cariño.Pensé en decirle lo de Martín, pero no pude hacerlo.—Nada, es algo que no tiene importancia. Gracias por el té.Me retiré de la cocina con un torbellino de pensamientos en la cabeza.Me dejé caer sobre la
LAURADesperté con una sensación extraña, una mezcla de felicidad y ansiedad latiendo en mi pecho. La noche anterior había sido una locura, un juego de provocación y deseo que aún me hacía sonreír al recordarlo. Martín debía estar desesperado.Me desperecé lentamente, disfrutando de la calidez de las sábanas antes de levantarme. Me vestí con calma y bajé las escaleras hacia el comedor, pero al escuchar las voces, mi sonrisa se desvaneció.Reconocí de inmediato la voz de Bryan.Al entrar, noté las miradas incómodas en la mesa. Sobre todo la de Martín. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos oscuros y afilados, clavados en Bryan como si quisiera sacarlo a la fuerza de la casa.Papá me miró con calma y me explicó su decisión:—Le pedí a Bryan que viniera para que hablen. Creo que es lo mejor.Viviana, en cambio, cruzó los brazos con expresión seria. No estaba de acuerdo, lo noté en su mirada, pero respetaba la decisión de mi padre.Suspiré y me senté en la mesa. Tomé un vaso de jugo y una to
MARTINSalí de la casa con rapidez, buscando la excusa perfecta para mi salida: ir al trabajo. Pero, en realidad, mi único objetivo era seguirlos. Sabía que Laura y Bryan estarian cerca , y que esta vez no iba a dejar que la situación se me escapara de las manos. Apenas minutos después de que la puerta se cerrara tras ellos, me aseguré de mantener una distancia prudente en el auto.El día estaba tranquilo, la ciudad respiraba con calma, pero mi corazón latía desbocado. Ellos caminaban por la calle sin preocupaciones, sin saber que había alguien detrás de ellos. Les seguí sin prisa, como una sombra, siempre a un paso atrás, sin que pudieran notar mi presencia. Los vi entrar en el parque, un lugar apartado, como si fuera el escenario perfecto para lo que estaba por suceder.Y ahí fue cuando lo vi. Bryan se acercó a Laura, tomándola de la mano con una suavidad que me arrancó un nudo en el pecho. La miró a los ojos, esa maldita mirada llena de ternura. Mi respiración se hizo pesada, y por