LAURAEn ese instante, cuando nuestros labios casi se encontraban, un grito repentino rompió el silencio.—¡Chicos! —gritó Ramiro desde la puerta, su voz firme pero con un tono animado que contrastaba con el torbellino de emociones que sentía dentro. Nos apartamos bruscamente, como si el grito hubiera sido un golpe físico.Mi corazón latía con fuerza, resonando en mis oídos, mientras Martín daba un paso atrás, su mano soltando la mía con una mezcla de torpeza y arrepentimiento. Por un segundo, me pareció que buscaba mis ojos, pero yo los aparté rápidamente, temerosa de lo que podría encontrar en su mirada.—Vamos a desayunar —continuó Ramiro, acercándose con una sonrisa relajada, completamente ajeno a la tensión palpable en el aire. El momento se había roto, y el silencio que dejó en su lugar era ensordecedor.Martín asintió, forzando una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Pasó una mano por su cabello, como si intentara recomponerse, mientras yo intentaba hacer lo mismo. Mi mente esta
LAURALo observé interactuar con los encargados de iluminación, ajustando los ángulos para captar mejor el paisaje. Su entusiasmo era evidente, pero también lo era su atención al detalle. Se aseguraba de que cada elemento estuviera en su lugar, de que todo funcionara como debía. Era impresionante verlo en su elemento, como si todo a su alrededor estuviera diseñado para encajar con él.Me apoyé contra un árbol cercano, intentando procesar lo que sentía al verlo así. Había algo profundamente atractivo en esa combinación de carisma y profesionalismo. Por un momento, casi olvidé todo lo que había pasado entre nosotros la noche anterior. Aquí, en este entorno, Martín parecía una persona completamente distinta: un hombre hecho para liderar, para brillar.Pero entonces, él levantó la vista y me vio. Su mirada se encontró con la mía, y por un instante, el mundo pareció detenerse. No fue solo que me mirara, sino cómo lo hizo, como si supiera exactamente lo que estaba pensando, como si pudiera
CELINAEl auto avanzaba con suavidad por el camino serpenteante que llevaba de la hacienda a casa. Ramiro estaba sentado a mi lado, mirando por la ventana con una expresión pensativa. El chofer, un hombre mayor y siempre discreto, se concentraba en la carretera, dejándonos hablar con libertad.—¿Te diste cuenta de cómo estaba Martin hoy? —preguntó Ramiro de repente, rompiendo el silencio.Giré la cabeza hacia él, intrigada.—¿A qué te refieres?—Parecía... feliz. No como suele estar, ya sabes, tan serio y reservado. Hoy estaba de buen humor, incluso relajado —dijo, cruzando los brazos mientras se acomodaba en el asiento.—Sí, lo noté —admití, recordando cómo Martin había bromeado durante el desayuno, algo que no era habitual en él—. Fue agradable verlo así, aunque no sé qué lo habrá puesto de tan buen humor.Ramiro soltó una pequeña risa, aunque había un toque de ironía en ella.—¿Y Laura? —preguntó, mirándome de reojo—. Parecía nerviosa todo el tiempo, especialmente cuando se hablaba
CELINA—Claro que sí, amor. Sabes que me gustas muchísimo— respondo.—¿Me amas? —insiste, sus ojos buscando los míos, cargados de una intensidad que me desarma.—Te amo, Joshiel. Pero... es complicado. Martín...—Martín no tiene nada que ver con lo que siento por ti —me interrumpe con firmeza, aunque su tono sigue siendo calmado—. Esto es entre tú y yo, Celina. Lo que tenemos es real, y no quiero seguir ocultándolo.Sus palabras me atraviesan como un rayo. No puedo evitar pensar en todas las veces que he puesto excusas, en cómo el miedo me ha detenido. Pero también sé que lo que siento por él es tan real como el latido de mi corazón.—Martin no tiene nada que ver con lo que siento por ti —me interrumpe, con firmeza pero sin perder la calma—. Esto es entre tú y yo, Celina. Lo que tenemos es real, y no quiero seguir ocultándolo.—Joshiel, dame un poco más de tiempo, tengo hablar con mi familia.— Solo quiero que sepas que estoy aquí, que esto que siento por ti no va a desaparecer. Y cua
CELINALa tarde comienza a teñirse de tonos anaranjados cuando, al salir, me encuentro con Ramiro.—¿Qué sucede? ¿Por qué esa cara larga? —pregunta con curiosidad.—Joshiel me mandó al diablo.—¿Qué?—No quiero hablar de ello.Intento evitar el tema, pero apenas hemos avanzado unos metros cuando, de repente, Joshiel aparece frente a nosotros. Lleva una rosa en la mano, y aunque mi mirada se cruza con la suya por un segundo, paso de largo, casi arrastrando a Ramiro conmigo.Joshiel no se rinde. Me sigue y, al alcanzar mi mano, me detiene. Ramiro, captando rápidamente la situación, se aparta con discreción.—Te espero en la parada de buses, pero no tardes —dice antes de alejarse.—¿Por qué no viste mis mensajes? —pregunta Joshiel, su voz llena de desesperación.—No suelo mirar al pasado —respondo, aún enojada, sin intención de suavizar mis palabras.—Te amo, Celina. No quiero perderte.—Pues ya me perdiste. El segundo que dudaste de nuestro futuro, me decepcioné tanto que mi corazón se
MARTINLaura salió corriendo, y decidí darle espacio para pensar el resto del día. Me alejé de ella, evité buscarla, evité hablarle. Pero cuando cayó la noche, algo dentro de mí me empujó a actuar. Entré en su habitación sin anunciarme.Ella estaba cerca de la ventana, mirando el paisaje nocturno, con la luz tenue del exterior dibujando sombras en su rostro. Al verme, se sobresaltó, pero no se movió.—Laura... —mi voz era baja, apenas un susurro que buscaba no romper el frágil momento—. Déjame demostrarte que puedo ser mejor para ti.Sus ojos me buscaron, pero no respondió de inmediato. Había un destello de duda, tal vez incluso de resistencia, pero también algo más que no pude descifrar.—Sé que te hice daño —continué, con el peso de mis palabras aferrándose a mi garganta—. Lo sé, y no espero que olvides lo que pasó de la noche a la mañana. Pero te prometo que cada recuerdo que construyamos juntos será para borrar ese día.Di un paso hacia ella, cauteloso, cuidando no romper la dista
MARTINCojo un cubito de hielo y lo deslizo por su espalda, siguiendo el camino de su columna. Su respiración se agita, su piel se eriza, y yo disfruto cada segundo.—Estás hermosa cuando te rindes, Laura. Esta noche es para que recuerdes quién soy para ti.Con cuidado, desabrocho la mordaza y la retiro. Sus labios están hinchados, su respiración entrecortada. No le doy tiempo a recuperarse; capturo su boca en un beso profundo, demandante, como si pudiera marcarla con ese simple gesto.—Recuéstate, las manos sobre tu cabeza. No te muevas hasta que te lo diga.Ella obedece, y yo me tomo mi tiempo para explorarla. Cada caricia, cada beso, cada roce está calculado. Quiero que esta noche quede grabada en su mente, que sea un recuerdo que borre cualquier rastro de dolor o duda. Quiero que sepa que, desde este momento, es completamente mía.El calor entre nosotros se intensifica con cada movimiento, con cada palabra que susurro en su oído. Laura se rinde por completo, sus manos temblando ba
LAURAMartin ha transformado mi vida en unos pocos días. Me ha convertido en su marioneta, en alguien que ya no reconozco. No sé qué pensar. Todo esto es extraño, confuso, y me da miedo. Miedo de acostumbrarme a esta nueva persona que soy cuando estoy con él. Quizás siempre he sido así, pero… ya ni sé qué creer. Él dice que me ama, que me desea, pero también me ha lastimado y aunque una parte de mí se ha rendido a su cariño, a su dominación, a su supuesto amor, otra parte lucha desesperadamente por encontrar el camino lejos de él. Hoy se termina el trato. Hoy se cumplen los tres días, y el video se borrará para siempre. No más ataduras, no más obediencia, no más esclavitud. Adiós, Martin dulce y tierno. Seré libre para amar a Bryan. —Te ves muy pensativa esta noche —dice Martin, sentándose a mi lado en el pasto, en la misma colina, donde la noche anterior, Celina y Ramiro nos acompañaron. —Solo pensaba en el fin de este trato absurdo —respondo, evitando su mirada. —¿Así que piensa