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Al día siguiente, nos despertamos. Darren me dio una remera porque olvidé meter alguna en mi bolso, como siempre me entregó una de Iron Maiden. Él amaba esa banda de metal. Era su favorita. Nos metimos a la ducha juntos, nos bañamos y nos besamos con pasión como toda pareja enamorada. Me encantaban sus besos. Esos labios gruesos y tan ardientes mientras pasaba el jabón de coco por mi espalda, mis brazos y mis piernas. Mis suspiros y la vibración de mi cuerpo donde sus manos cuidadosas llegaban a tocar se apoderaban el deseo sexual en la ducha y sé que Darren esperaba hacerme gemir allí adentro. Sin dudas lo hizo, metiéndome los dedos por la vagina húmeda y mojada. Era excitante, se sentía jodidamente bien. Él conocía muy bien mi vulnerabilidad en estos momentos, besando mi cuello y sus rápidos dedos no dejaba de darme el goce exquisito de la mañana.

Salimos luego de media hora, nos vestimos. Él uso una remera blanca con unas bermudas de camuflaje y unas sandalias de verano. Yo tenía u
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