Regresé a los quirófanos. Pasaba los instrumentos quirúrgicos al cirujano Lenner. Mantuve mi atención en la cirugía, el paciente me parecía familiar. Tenía la nariz respingona, de largas pestañas y cejas gruesas. De piel clara y dos tatuajes en las sienes, era símbolos nórdicos si es que no me equivocó. No sacaba su nombre. Continué entregando gasas para detener una hemorragia del pecho del paciente.
—Doctor Lenner, ¿puede recordarme el nombre de nuestro paciente?—pregunté sin dejar de poner atención a las indicaciones, más gasas. La hemorragia comenzaba a dificultar el trabajo.
—¿Lo conoces, Froy?
—Me recuerda haberlo visto, pero…no me sale su nombre—respondí, entregando más gasas.
—Su nombre es Tom Milles.
—¿El diagnóstico, doctor? Conozco a su hermano.
—Ingreso por una obstrucción pulmonar. Lo mantuvimos estable desde la admisión, la doctora Valery me pasó el caso—dijo el doctor, logrando detener la sangre del pecho, volviendo a reparar el daño—El diagnóstico no es muy seguro, parece una afección de un tumor. Posiblemente, Froy, es que tenga cáncer de pulmón.
Con aquello me quedé boquiabierta. Cáncer pulmonar, muy pocos salían bien de este problema. Seguí entregando herramientas de trabajo, limpiándolas al regresar a mis manos y pasando gasas a cada reparo le daba a los agujeros que se formaban en el pulmón derecho. En ese momento, había bajado la presión arterial, las máquinas comenzaron a bajar sus números. Estaba sufriendo un shock. El doctor se detuvo, pidiendo que no nos toquemos ni hagamos nada. Le inyectó un anticoagulante, esperando que la frecuencia bajé a nivel normal. Tom estaba resistiendo, su presión siempre salía disparada. Los coágulos que se formaban en el pulmón derecho, obstruía el ingreso de aire, por eso mismo lo mantuvieron con un respirador y anticoagulante cada ocho horas. Esta vez, su pulmón comenzó a colapsarse y entró a cirugía general. Me sudaban las manos debajo de los guantes con sangre de Tom.
—Adams, ¿si el paciente continúa con arritmia y colapsos pulmonares, qué debemos hacer?—preguntó el cirujano.
Espere que el estudiante respondiera la pregunta, vaciló y miró el cuerpo de Tom, su pecho abierto. Nunca había imaginado que el hermano de Darren estuviese en mi mesa de trabajo, siendo que estaba empeorando. Miré a Adams sin embargo no había una contestación ni planificación de la situación, parecía haberse bloqueado por el problema. Se puso nervioso, comenzando a titubear incorrectamente. Di un suspiro. Miré a Lenner, que me pidió unos parches, le entregué y decidí responder por parte de Adams.
—La sangre puede estar contaminada por algún químico. Especialmente la falta de glóbulos rojos hará que entré en shock. Se recomienda tener un intercambio de sangre, administrar suero para el recuento de glóbulos blancos—respondí, llamando la atención de todos—. El tumor parece expandirse por este pulmón, pero es posible colocar tubos para mantener la función del órgano. Es una posibilidad, que el respirador no sea tan necesario.
—¿Quieres decir que necesitamos aislantes para evitar que el pulmón no vuelva a obstruirse?—dijo Lenner, le pidió a una enfermera de su lado que le limpié el sudor de la cara, me miró con sorpresa—. No es mala idea, creo que es una probabilidad buena que evitemos más cirugías incluso podríamos colocar cada siete horas anticoagulantes mientras continuamos averiguando el grado de cáncer tenemos con él.—apoyó mi intervención, creí que iba a molestarse. Lenner estaba calmado, por lo visto estaba teniendo un buen día, a veces se queja demasiado. Hoy no. Levantó la cabeza hacia el estudiante—. Adams, sal del quirófano y ponte a estudiar, confirma que la solución de Froy sea la correcta. Mientras aquí terminamos, veremos cómo evoluciona.
Lenner continuó, me pidió más gasas y unas herramientas para terminar el trabajo. El anestesista detenía y cerraba las válvulas lentamente siguiendo los movimientos del médico que abrochaba el pecho de Tom con gran facilidad y agilidad siendo cuidadoso. Había realizado una intervención de planificación que no me correspondía haberme entrometido. Me preocupaba la situación del hermano de Darren. Además había leído su expediente en tanto nos pasaron el caso, la doctora Valery tenía muchos pacientes y confiaba en Lenner, tenía más experiencia. Asique Tom sería mi paciente en cuidados intensivos.
Me quité la bata y los guantes, deteniéndome en la sala de higiene donde aún estaba el cirujano lavando sus manos y los codos. Lo imité, mirándolo. Se notaba tranquilo, era el único cirujano que tenía un aura de calma eterna en cada cirugía, no se desesperaba, siempre lograba recuperar a los pacientes sin embargo no todas las veces, la ciencia no es certera ni la suerte no siempre nos acompaña.
—¿Puedo acompañarlo a hablar con la familia? Conozco a su hermano, tal vez pueda ayudarlo.—dije con la voz tímida. Lenner giró su cabeza, cogiendo unas toallas encima del lavabo—Quisiera…Yo atendía a los chicos esa noche, estaba cubriendo a Wilson que la llamó Jones.
—Veras, Froy, sus padres no son muy fanáticos de la medicina, sinceramente. Tenga cuidado con sus palabras—me aconsejó, asentí y salimos juntos del quirófano.
Tomamos el ascensor. Me quedé pensando qué decir, sería la primera vez que conociera a los señores Milles y no sabía que Darren estaba con ellos, es probable que sí, había visto lo importante y especial que Tom era para él. Aun así enterarse de la cirugía de urgencias no traería buenas noticias a la familia, más teniendo pocas posibilidades de hallar el tumor que parecía ser lo más pequeño que no se veía en los estudios. Lo complicaba. Bajamos del elevador, caminando juntos. Lenner era un tipo de estatura promedio, le llegaba hasta el hombro y tenía una aureola de pelo canoso. Él tenía mucha experiencia.
—¿Cómo lograste encontrar esa respuesta, Froy?—preguntó curioso— No tardaste mucho en reconocer el problema y diste una idea para avanzar con el paciente.
—No lo sé, señor. Fue algo instantáneo, como un pálpito, una oportunidad más para Tom—le contesté sonrojada. Ciertamente mi análisis fue posible.
—¿Estás segura que no quieres entrar a medicina?
—Me da incertidumbre equivocarme, estuve muchos años cuidando de mi padre alcohólico y sus desmayos etílicos—dije, apretando los puños. Me sentía incómoda.
Pronto traspasamos las puertas hacia la sala de espera. Lenner llamó a la familia en voz alta. Dos personas se pusieron de pie, acercándose a nosotros con paso firme y seguro. La mujer tenía el cabello gris, con varias arrugas en la frente y de ojos almendrados que destilaban el enojo por la situación, en tanto el señor Milles tenía el ceño fruncido, un bigote blanco sobre sus finos y rectos labios, tenía un gran parecido con Tom. Darren no estaba, solo sus padres.
—¿Cómo está, mi hijo? ¿Qué le hicieron?—inquirió la señora Milles. El cirujano espero un momento—, este hospital me tiene muy nerviosa cuando mi hijo se descompensa por algo, ustedes no tienen idea qué ocurre.
—Señores, calma, por favor—dijo Lenney, colocando sus manos detrás de la espalda, causando su tranquilidad y profesionalismo—. Soy Richard Lenner, el doctor a cargo de su hijo. Esta mañana, Tom produjo otra obstrucción pulmonar, el respirador lo ayudó bastante y no podremos quitarlo hasta el momento. —dijo, me miró un momento, esperaba que pudiese aportar información a la familia.
—La cirugía salió bien, es lo importante. Estuvimos evaluando los estudios con determinación. Si estamos seguros que es un posible tumor que se aloja en los bronquios, es demasiado pequeño para extraerlo sin dañar todo el órgano—apoyé la situación. Lenner sonrió, había mencionado lo más importante.
—¿Y, tú, quién eres?—dijo el señor Milles.
—Soy Anne Froy. Trabajo en el equipo de cirugía del doctor Lenner.
—Tu uniforme es diferente, es naranja. No tienes bata—observó la señora, arrugando el ceño— ¿Acaso eres una enfermera que viene a darnos un ensayo de la salud de nuestro hijo?
—Sí, soy enfermera quirúrgica. Estoy preparada para las cirugías…
—¡Disculpa, enfermera y no cirujana, en eso hay una gran diferencia!—recalcó la mujer con los ojos furiosos.— Dejanos hablar con alguien que tiene el título y profesionalismo. No quiero que toques a mi Tom con esas manos, mantente en tu puesto.
—Sí, señora. Tranquila, solo vine para acompañarlos…
—Doctor, ¿mi hijo todavía respira?—preguntó el señor Milles con un humor ácido.
Retrocedí, sintiendo como mis manos temblaban de coraje. Salí de la sala de espera, comenzando a avanzar a enfermería. Entré rápidamente, apoyando mi espalda contra la puerta. Mi pecho subía y bajaba rápido, estaba con mucho enojo. Caminé por el lugar, arrojando los almohadones de los sillones por todos lados, arrancando las hojas de las revistas y tirando las sillas. Estaba muy enojada. Los señores Milles no fueron muy amables, despectivos y orgullosos de sus pensamientos discriminatorios. Me ardía la garganta. Necesitaba mi lugar favorito, mi refugio. La terraza, justo cuando empezaba a anochecer.
Era una noche llena de estrellas y la luna llena, me alegraba. Estaba cansada. Mi guardia terminaba en dos días, las 72 horas. Seguía recostada sobre el suelo de la terraza contemplando toda la ciudad de Seattle con sus edificios encendidos, con su monumento multicolor y yo usando mi uniforme, siendo humillada por los señores Milles. Una enfermera que no puede mencionar la situación de un paciente porque no tiene el doctorado. Una enfermera no puede acompañar al problema de cirugía aún siendo supervisada con el cirujano a cargo. Me latía el pecho, mi pálpito y mi instinto hizo ponerme en una posición que me dejó mal parada a esas personas, a los padres de Darren y Tom. El doctor tenía razón que no eran personas fanáticas de la medicina, ¿quiénes eran ellos para tratarme de ese modo? Me sentía pequeña en un mundo tan grande. Cath estuvo enviando mensajes, no contesté. Necesitaba el silencio de la terraza, el susurro del viento adormecer mis pensamientos, la angustia y el latido en la c
Logré hacer un cambio de turnos, Joey me dio una noche libre a cambio de recuperar la guardia el sábado y domingo, moví mis días libres para entender que estaba exhausta necesitaba tener una vida más social. Estaba bien. Trabajaría el viernes y el fin de semana. Salí del hospital Kennedy, dirigiéndome a casa e iba escuchando a Adele en mi vehículo, cantando con pasión cada una de sus letras. Me gustaba mucho esta artista excepto que en el quirófano de Lenner terminábamos oyendo sus rancheras mexicanas. Nos contó que su cuñado era de Guadalajara, el doctor se enamoró de esa música. Llegué a casa. Dejé mi mochila y bolso sobre el sillón. Abrí el refri para sacar una botella de agua, bebí hasta la mitad. Volví a cargarla desde el grifo del lavabo de la cocina, la guardé. Tenía una hora para prepararme. Me bañé rápido. Usé unos jeans ajustados con las rodillas y los muslos rotos, un estilo muy grunge y relajado, con unas botas negras con hebillas plateadas en los tobillos. Una remera r
Cath había entrado a mi departamento, ella era la única que tenía una copia de mi llave. Tanto que confiaba en ella, y quien más se preocupaba por mí. Estaba media despierta, recostada en el sillón. Regresé de la fiesta alrededor de las dos de la madrugada, después confesarme con Darren y él tan calmado, ¿habrá entendido lo que siento por él? Pensaba demasiado en lo que le dije, absolutamente todo lo que le solté en la cara, es que no podía permitir eso de su parte, no estaba bien. Cath se acercó, sentándose en el sofá, abrí mis ojos viéndola con su chaqueta negra y su cabello húmedo.—¿Cómo estás?—me preguntó.—No tengo resaca, pero…Le dije a Darren que me gustaba, no sé si fue demasiado.—Demasiado es esperar que te correspondan siempre, Anne. La vida es única, ¿quieres seguir esperando por el verdadero amor?—dijo mi amiga, ella tenía razón.—En parte es mi culpa. Me guardé mucho para alguien, cuido de todos pero yo siempre seré la última, por eso soy enfermera—le respondí, sentándo
—¿Cómo estuvo emergencias ayer?—me preguntó Cath, despertándome en el dormitorio asignado a los profesionales.—Tranquilo, tuve que enseñarle a un residente a cerrar heridas. Estuve toda la guardia con ese chico—contesté, abriendo los ojos.Me senté sobre la cama, mientras Cath me extendía un café caliente. Le agradecí con una voz ronca y soñolienta. Ella se sentó a mi lado, acomodando mi cabello y bebía el café. Era muy bueno, bastante fuerte. Noté a mi amiga mirándome con esos ojos azules penetrantes, no nos habíamos visto ni tiempo de ponernos a charlar desde ayer.—Supongo que quieres saber sobre Darren—dije, mirándola.—Por supuesto, ¿es que el café no te dijo que es mi consuelo por sí él te trato mal? Te juro que va a pagarlas.—confirmó Cath. Me reí.—Llegué a la cafetería, él estaba esperándome ni siquiera pidió café.—Respetuoso, eso está bien.—Sí, le gusta el béisbol, me dijo que estaba viendo memes del partido de ayer.—¿Estás segura que le gusta? Podría ser basquetbol o fú
Aquel fue el único mensaje que había motivado durante el resto del día y el final de mi jornada de guardia. Darren me recordó, ¿pero por qué? Mi cabeza empezaba a presentar un dolor en la sien derecha, a causa del estrés y mis ataques de migrañas. Después de mi último día, me acerqué al consultorio de mi neuróloga, Danielle Hilton. Toqué la puerta y esperé. Me hice hacia atrás. Miré mis manos, mis uñas limpias y sin esmalte, solo lo usaba para eventos o salidas especiales. Además que no me parecía higiénico atender a mis pacientes con las uñas pintadas. Siempre uso un color crema estilo francesas, me gustan como quedan. Cath llevaba sus uñas muy decoradas, con gel o acrílicos. Creo que le vale verga lo que digan de sus manos. Ella es coqueta.La puerta del consultorio se abrió, saliendo la doctora Hilton. Me acerqué a ella, me reconoció haciéndome pasar tras verme con muecas de dolor. Me hizo sentarme en la camilla mientras me preguntaba cómo estaba en el trabajo, dónde estuve hoy per
Llegué a casa. Cogí mis cosas y descendí de la camioneta. Estaba preocupada por Darren, ojalá que esté bien en la casa de su amigo. Es posible que terminen ebrios y drogados para olvidarse de sus problemas. Lo curioso, es que yo tengo que hablar con un psicólogo por primera vez, no me gustaba la idea. Entre al edificio. Subí al piso cuatro, donde había seis departamentos. El B2 era el mío. En el pasillo muy iluminado con su tapiz gris y las paredes pintadas hace dos meses me gustaba, era un aspecto más relajado al gris oscuro de antes, ahora eran blancas. Lo que me llamó la atención fue ver a un hombre de cabello gris sentado a un lado de mi departamento.—¿Papá, estás bien? ¿Qué haces acá?—dije caminando hacia él.El hombre levantó la cabeza, llevaba su abundante barba de vejez, con esos ojos avellanas tan similares a los míos. Sonrió apenado de presentarse aquí. Le extendí una mano para ayudarlo con su bolso. Se puso de pie del suelo, dándome un saludo paterna en la frente y luego m
Al final de la catedra de historia, todos los estudiantes salieron como balas del aula, yo me había quedado cogiendo mis cosas, esperando que todos se retiren es que me ponen nerviosa cuando salen todos al mismo tiempo. Giré mi cabeza, viendo que Darren estaba sentado escribiendo en su teléfono. No me miró en toda la clase, a pesar que participé consultando algunas dudas o teorías francesas de la revolución. Él sabía que yo estaba acá. Me incorporé, decidiendo ir por mis notas a la secretaría de mi pabellón. Salí del aula, comencé a seguir el camino hacia el lugar. Allí había una fila, tenía que esperar, formé como última y dos personas más se colocaron detrás de mí. Saqué mi teléfono para avisarle a mi jefe que llegaría un poco tarde. Me coloqué los auriculares despejando mi mente de todo a mi alrededor.Pasaron unos veinte minutos hasta llegar al mostrador, había una joven ocupándose de atender a los estudiantes. La saludé y le expliqué que había rendido unas materias hace unas sema
Hice un trato de confidente con Darren hace una semana. Él me llamaba alrededor del mediodía sabiendo que tenía media hora de descanso en mi trabajo. A veces me hablaba sobre los casos jurídicos que estaba atascado con ellos, asfixiándose en tratar de resolverlos a tiempo. Sus prácticas era una escuela de derecho en el centro de la ciudad. Entendía bien que ese tipo de trabajos como practicantes hacían dudar de nuestros conocimientos, me pasó mientras estudiaba enfermería en el hospital Kennedy a los veinte años y logré graduarme, ese año, mamá vino a visitarme por dos días. El equipo de Darren estaba compuesto por dos chicas que no dejaban de hablar de moda y series de la televisión, también estaba Jordan, su mejor amigo.Hoy Darren se acercó a la sala de descanso, siendo que se cruzó con Cath y lo hizo pasar a hurtadillas. Me sorprendió verlo entrar aquí. Se sentó delante de mí, me sonrió por primera vez, se recostó en la silla viéndome comer mis alitas de pollo, obligada por mi ami