Cath había entrado a mi departamento, ella era la única que tenía una copia de mi llave. Tanto que confiaba en ella, y quien más se preocupaba por mí. Estaba media despierta, recostada en el sillón. Regresé de la fiesta alrededor de las dos de la madrugada, después confesarme con Darren y él tan calmado, ¿habrá entendido lo que siento por él? Pensaba demasiado en lo que le dije, absolutamente todo lo que le solté en la cara, es que no podía permitir eso de su parte, no estaba bien. Cath se acercó, sentándose en el sofá, abrí mis ojos viéndola con su chaqueta negra y su cabello húmedo.—¿Cómo estás?—me preguntó.—No tengo resaca, pero…Le dije a Darren que me gustaba, no sé si fue demasiado.—Demasiado es esperar que te correspondan siempre, Anne. La vida es única, ¿quieres seguir esperando por el verdadero amor?—dijo mi amiga, ella tenía razón.—En parte es mi culpa. Me guardé mucho para alguien, cuido de todos pero yo siempre seré la última, por eso soy enfermera—le respondí, sentándo
—¿Cómo estuvo emergencias ayer?—me preguntó Cath, despertándome en el dormitorio asignado a los profesionales.—Tranquilo, tuve que enseñarle a un residente a cerrar heridas. Estuve toda la guardia con ese chico—contesté, abriendo los ojos.Me senté sobre la cama, mientras Cath me extendía un café caliente. Le agradecí con una voz ronca y soñolienta. Ella se sentó a mi lado, acomodando mi cabello y bebía el café. Era muy bueno, bastante fuerte. Noté a mi amiga mirándome con esos ojos azules penetrantes, no nos habíamos visto ni tiempo de ponernos a charlar desde ayer.—Supongo que quieres saber sobre Darren—dije, mirándola.—Por supuesto, ¿es que el café no te dijo que es mi consuelo por sí él te trato mal? Te juro que va a pagarlas.—confirmó Cath. Me reí.—Llegué a la cafetería, él estaba esperándome ni siquiera pidió café.—Respetuoso, eso está bien.—Sí, le gusta el béisbol, me dijo que estaba viendo memes del partido de ayer.—¿Estás segura que le gusta? Podría ser basquetbol o fú
Aquel fue el único mensaje que había motivado durante el resto del día y el final de mi jornada de guardia. Darren me recordó, ¿pero por qué? Mi cabeza empezaba a presentar un dolor en la sien derecha, a causa del estrés y mis ataques de migrañas. Después de mi último día, me acerqué al consultorio de mi neuróloga, Danielle Hilton. Toqué la puerta y esperé. Me hice hacia atrás. Miré mis manos, mis uñas limpias y sin esmalte, solo lo usaba para eventos o salidas especiales. Además que no me parecía higiénico atender a mis pacientes con las uñas pintadas. Siempre uso un color crema estilo francesas, me gustan como quedan. Cath llevaba sus uñas muy decoradas, con gel o acrílicos. Creo que le vale verga lo que digan de sus manos. Ella es coqueta.La puerta del consultorio se abrió, saliendo la doctora Hilton. Me acerqué a ella, me reconoció haciéndome pasar tras verme con muecas de dolor. Me hizo sentarme en la camilla mientras me preguntaba cómo estaba en el trabajo, dónde estuve hoy per
Llegué a casa. Cogí mis cosas y descendí de la camioneta. Estaba preocupada por Darren, ojalá que esté bien en la casa de su amigo. Es posible que terminen ebrios y drogados para olvidarse de sus problemas. Lo curioso, es que yo tengo que hablar con un psicólogo por primera vez, no me gustaba la idea. Entre al edificio. Subí al piso cuatro, donde había seis departamentos. El B2 era el mío. En el pasillo muy iluminado con su tapiz gris y las paredes pintadas hace dos meses me gustaba, era un aspecto más relajado al gris oscuro de antes, ahora eran blancas. Lo que me llamó la atención fue ver a un hombre de cabello gris sentado a un lado de mi departamento.—¿Papá, estás bien? ¿Qué haces acá?—dije caminando hacia él.El hombre levantó la cabeza, llevaba su abundante barba de vejez, con esos ojos avellanas tan similares a los míos. Sonrió apenado de presentarse aquí. Le extendí una mano para ayudarlo con su bolso. Se puso de pie del suelo, dándome un saludo paterna en la frente y luego m
Al final de la catedra de historia, todos los estudiantes salieron como balas del aula, yo me había quedado cogiendo mis cosas, esperando que todos se retiren es que me ponen nerviosa cuando salen todos al mismo tiempo. Giré mi cabeza, viendo que Darren estaba sentado escribiendo en su teléfono. No me miró en toda la clase, a pesar que participé consultando algunas dudas o teorías francesas de la revolución. Él sabía que yo estaba acá. Me incorporé, decidiendo ir por mis notas a la secretaría de mi pabellón. Salí del aula, comencé a seguir el camino hacia el lugar. Allí había una fila, tenía que esperar, formé como última y dos personas más se colocaron detrás de mí. Saqué mi teléfono para avisarle a mi jefe que llegaría un poco tarde. Me coloqué los auriculares despejando mi mente de todo a mi alrededor.Pasaron unos veinte minutos hasta llegar al mostrador, había una joven ocupándose de atender a los estudiantes. La saludé y le expliqué que había rendido unas materias hace unas sema
Hice un trato de confidente con Darren hace una semana. Él me llamaba alrededor del mediodía sabiendo que tenía media hora de descanso en mi trabajo. A veces me hablaba sobre los casos jurídicos que estaba atascado con ellos, asfixiándose en tratar de resolverlos a tiempo. Sus prácticas era una escuela de derecho en el centro de la ciudad. Entendía bien que ese tipo de trabajos como practicantes hacían dudar de nuestros conocimientos, me pasó mientras estudiaba enfermería en el hospital Kennedy a los veinte años y logré graduarme, ese año, mamá vino a visitarme por dos días. El equipo de Darren estaba compuesto por dos chicas que no dejaban de hablar de moda y series de la televisión, también estaba Jordan, su mejor amigo.Hoy Darren se acercó a la sala de descanso, siendo que se cruzó con Cath y lo hizo pasar a hurtadillas. Me sorprendió verlo entrar aquí. Se sentó delante de mí, me sonrió por primera vez, se recostó en la silla viéndome comer mis alitas de pollo, obligada por mi ami
Corrí por todo el piso, llegando a las escaleras porque no quería esperar el ascensor. Mi padre estaba en cirugía. Creo que por primera vez. Salí al pasillo mirando a mí alrededor. Mi vista estaba nublada, todo estaba pasando muy lento a mis ojos, todo se movía muy despacio. Me di cuenta que estaba sufriendo un ataque de ansiedad, sentía mi pecho apretarse en un puño. No podía paralizarme, he estado en situaciones más complejas pero cuando se trata de una persona que amas más que tu propia salud no hay forma de parar. Me acerqué a la recepción preguntando por Oscar Froy. La recepcionista me conocía.—Llevan quince minutos en cirugía, Anne. Relájate, estará bien—dijo la mujer—. Ve a sentarte, cálmate y espera. Esta vez, te toca ser familiar con espera de respuestas.La miré con
No tenía contacto con mamá desde la última fiesta, hacía tres años o un poco más. Creo que ya olvidé su voz, sus ojos, su risa ¿No es raro olvidarse de eso? Mi nuevo psicólogo, Rafael Castillo, mencionaba que mi cerebro estaba tan humillado por el divorcio de mis padres en mi niñez que lo más seguro que los recuerdos con ella se bloquearon, él me preguntó si quería volver a tenerlos en el presente y no supe que decir, sin embargo me invadió una nostalgia que me levanté del sillón, saliendo de la oficina. Me fui de la terapia. Hace dos semanas empecé mi licencia de cuidado a familiar, papá estaba esperándome en la sala de espera, ya podía moverse. Extrañamente, su cuerpo se recuperó, algo que no estaba segura que sea así. El cirujano estaba conformé con su trabajo y la recuperación de papá. —Ya podemos irnos—le dije a papá. Levantó su cabeza, observándome extrañado. —Hija, ¿qué sucede? —No quiero ver al psicólogo. Dice cosas y cosas que no estoy cómoda de oír—dije, sentándome a su